Antes de abdicar al papado, Benedicto
XVI declaró Venerable al obispo Álvaro del Portillo(1914-1994), prelado del Opus Dei.
Mons. del Portillo falleció en Roma en la madrugada del 23 de marzo de 1994; antes personalmente hizo los trámites para registrar a la prelatura como AR en México.
28
de junio de 2012
El
venerable Álvaro del Portillo.
Un
sacerdote de paz y lealtad
Al
conocer el anuncio realizado por la Santa Sede, el prelado del Opus Dei, Mons.
Javier Echevarría, ha manifestado “gratitud a Dios por este pastor ejemplar que
amó al Señor y a su Iglesia”. Y ha
añadido: “Don Álvaro es recordado por tantos hombres y mujeres como un
sacerdote de paz, leal a su compromiso de amor a Dios; muy unido a la Iglesia y
al Romano Pontífice; supo servir con alegría y total generosidad a san
Josemaría Escrivá de Balaguer; a sus hermanos —luego hijos— en el Opus Dei; a
sus parientes; a sus amigos y a sus colegas. Con su predicación ayudó a
encontrar la felicidad en la fidelidad a Jesucristo a centenares de miles de
personas en los diferentes países a los que realizó viajes pastorales”. (Puede
leer la declaración completa al final de esta nota).
Mons.
Echevarría, principal colaborador del nuevo Venerable desde 1975 hasta 1994, se
refirió a él como una persona que “irradiaba paz, alegría, sencillez, espíritu
cristiano y visión apostólica”.
Rasgos
biográficos
Álvaro
del Portillo nació en Madrid el 11 de marzo de 1914. Era el tercero de ocho
hermanos. Ingeniero, doctor en Filosofía y Letras y en Derecho Canónico, en
1935 se incorporó al Opus Dei. Muy pronto se convirtió en el más sólido apoyo
del fundador, san Josemaría Escrivá de Balaguer. Fue ordenado sacerdote en
1944.
En
1946 se trasladó a Roma. Con su actividad intelectual junto a san Josemaría y
con su trabajo en la Santa Sede realizó una honda reflexión sobre el papel y la
responsabilidad de los fieles laicos en la misión de la Iglesia, a través del
trabajo profesional y las relaciones sociales y familiares. Entre 1947 y 1950
empujó la expansión apostólica del Opus Dei en Roma, Milán, Nápoles, Palermo y
otras ciudades italianas. Promovió actividades de formación cristiana y atendió
sacerdotalmente a numerosas personas.
Desde
el pontificado de Pío XII hasta el de Juan Pablo II desempeñó numerosos
encargos en la Santa Sede. Participó activamente en el Concilio Vaticano II y
fue durante muchos años consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
El
15 de septiembre de 1975, tras el fallecimiento del fundador, don Álvaro fue
elegido para sucederle al frente del Opus Dei. El 28 de noviembre de 1982,
cuando el beato Juan Pablo II erigió el Opus Dei en prelatura personal, le designó
prelado y el 7 de diciembre de 1990 le nombró obispo. A lo largo de los años en
que estuvo al frente del Opus Dei, promovió el comienzo de la actividad
pastoral de la prelatura en 20 nuevos países. Como prelado del Opus Dei,
estimuló también la puesta en marcha de numerosas iniciativas sociales y
educativas.
Mons.
Álvaro del Portillo falleció en Roma en la madrugada del 23 de marzo de 1994,
pocas horas después de regresar de una peregrinación a Tierra Santa. Tras su
muerte, miles de personas han testimoniado por escrito su recuerdo: su bondad,
el calor de su sonrisa, su humildad, su audacia sobrenatural, la paz interior
que su palabra les comunicaba.
El
iter de la causa de canonización
El
19 de febrero de 1997 Mons. Flavio Capucci fue nombrado postulador de la Causa
de canonización de Mons. Álvaro del Portillo. Tuvieron lugar a continuación dos
procesos paralelos. Uno ante el tribunal de la Prelatura del Opus Dei, y el segundo ante el tribunal del Vicariato
de Roma, que llevaron a cabo sus investigaciones, respectivamente, del 5 de
marzo de 2004 al 26 de junio de 2008 y del 20 de marzo de 2004 al 7 de agosto
de 2008.
Además,
dado el elevado número de testigos que vivían lejos de Roma, se celebraron ocho
procesos rogatoriales en Madrid, Pamplona, Fátima-Leiria, Montreal, Washington,
Varsovia, Quito y Sídney. En total se ha interrogado a 133 testigos (todos de
visu, salvo dos que han contado dos milagros atribudos al Siervo de Dios).
Entre ellos hay 19 cardenales y 12 obispos o arzobispos. 62 de los testigos
eran fieles de la Prelatura; los otros 71, no.
El
2 de abril de 2009, la Congregación para las Causas de los Santos decretó la
validez de las actas procesales y el 12 de junio nombró como Relator de la
Positio al P. Cristoforo Bove, O.F.M.Conv., que se presentó el 19 de febrero de
2010: eran 3 volúmenes (Informatio, Summarium yBiographia documentata), con un
total de 2.530 páginas.
El
10 de febrero de 2012, el Congreso peculiar de los Consultores Teólogos de la
Congregación para las Causas de los Santos, dio respuesta unánime positiva a la
pregunta sobre el ejercicio heroico de las virtudes por parte del Siervo de
Dios Mons. Álvaro del Portillo. En el mismo sentido, se pronunció la
Congregación Ordinaria de los Cardenales y de los Obispos el 5 de junio de
2012.
El
Cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los
Santos, presentó una relación detallada de estas fases al Romano Pontífice. Con
fecha de hoy, Benedicto XVI ha aceptado y ratificado el voto de la Congregación
para las Causas de los Santos, y ha indicado que se publique el Decreto por el
cual declarara Venerable a Mons. Álvaro del Portillo.
*
* *
Al
conocer el anuncio realizado esta mañana por la Sala de Prensa de la Santa
Sede, S.E.R. Mons. Javier Echevarría ha expresado las siguientes palabras:
La
declaración de virtudes heroicas de Mons. Álvaro del Portillo es motivo de
agradecimiento a Dios: gratitud por este pastor ejemplar que amó al Señor y a
su Iglesia, y a quienes le rodeaban o coincidían con él, además de rezar por la
humanidad. Procuró en todo momento buscar el cumplimiento fiel de la voluntad
de Dios.
Don
Álvaro es recordado por tantos hombres y mujeres como una persona, un sacerdote
de paz y leal a su compromiso de amor a Dios; muy unido a la Iglesia y al
Romano Pontífice; supo servir con alegría y total generosidad a san Josemaría
Escrivá de Balaguer; a sus hermanos —luego hijos— en el Opus Dei; a sus
parientes; a sus amigos y a sus colegas. Con su predicación ayudó a encontrar
la felicidad en la fidelidad a Jesucristo a centenares de miles de personas en
los diferentes países a los que realizó viajes pastorales.
Me
consta también que mucha gente acude a su ayuda, en numerosos lugares del
mundo, ante necesidades individuales, familiares, laborales, amistosas. Es
unánime el comentario de que irradiaba paz, alegría, sencillez, espíritu
cristiano y visión apostólic
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