Columna ITINERARIO POLÍTICO DE RICARDO ALEMÁN
El Universal, 13 de agosto de 2013
La grandeza toca a la puerta de la clase política mexicana. El dilema es si los medianos y mediocres políticos mexicanos serán capaces de abrir la puerta y pasar a la historia. Más, el paso a la historia está al alcance de la mano.
Como no ocurría en años, hoy existe un acuerdo entre los tres más importantes partidos —el Pacto por México—; existen condiciones numéricas para que dos de los tres grandes partidos y sus aliados consigan mayoría calificada para una reforma constitucional y, si aún hay dudas, buena parte de la sociedad percibe que el cambio es inminente e indispensable.
Pero además, la habilidad política del PRI y del gobierno de Peña Nieto desactivó buena parte del riesgo de estallido callejero. Como aquí lo adelantamos el 24 de julio pasado, la reforma petrolera de Peña Nieto enarbola la bandera del ex presidente Lázaro Cárdenas, quien en 1940 propuso los llamados “contratos de riesgo”, que no es otra cosa que la participación privada en la industria energética.
Es decir, que están dadas las condiciones para una reforma energética de gran calado, más allá de chantajes políticos que ya están en marcha por parte del PAN; más allá de la montaña de mentiras que ya echó a caminar “el señor del no”, López Obrador; más allá de la presión que ya ejercen grupos radicales vinculados con guerrillas de Guerrero, Oaxaca y Michoacán; más allá de los lloriqueos del Sindicato Petrolero y más allá de la guerra declarativa que veremos por parte de las llamadas izquierdas.
Y es que la iniciativa que presentó al Congreso el gobierno de Peña Nieto tiene la virtud de retomar elementos esenciales de las reformas propuestas por el PAN y el PRD —en su calidad de fiel de la balanza—, al tiempo que cierra las puertas al mito de la privatización de Pemex.
En el caso del PAN, la reforma oficial retoma la inversión privada en las industrias petrolera y eléctrica, pero no avanza en romper el monopolio del Estado en esas dos empresas, lo que cierra la puerta a que se acuse al PRI de Peña Nieto de pretender privatizar Pemex. Al mismo tiempo el PRI y Peña Nieto se niegan a proponer la figura de concesiones petroleras o eléctricas y, en su lugar, avanza rumbo a los llamados “contratos de utilidad compartida”.
En cuanto al PRD, la reforma del PRI y de Peña Nieto acepta una exigencia de larga data —una de las banderas del ex candidato presidencial, Cuauhtémoc Cárdenas—, como el cambio de régimen fiscal de Pemex, además de que abre una rendija a la salida del sindicato del Consejo de Administración de Pemex.
De igual manera, el PRI y Peña Nieto compran un seguro de vida con la historia, y con amplios sectores sociales, al retomar de manera textual el 27 constitucional propuesto por el ex presidente Cárdenas en 1940. Es decir, que el PRI se mostró habilidoso al arrebatarle a las llamadas izquierdas una de las banderas fundamentales de la historia petrolera. Frente a ese estandarte, ¿quién se atreverá a seguir engañando con el cuento de que la iniciativa presentada ayer es una iniciativa privatizadora?
Pero además, entre las primeras reacciones locales y foráneas sobre la reforma anunciada por Peña Nieto, diversos especialistas se dijeron decepcionados por lo corto de la propuesta. Esperaban que se aproximara más a la iniciativa del PAN que, entre otras cosas, exige concesiones en materia petrolera y mayor apertura en producción de energía eléctrica.
Pero con todo y que no existe ningún indicio de privatización y de que la iniciativa propuesta por Peña Nieto está lejos de la apertura reclamada por el PAN, los sectores radicales de la llamada izquierda ya construyen una montaña de mentiras sobre una supuesta privatización que, en los hechos, no aparece por ningún lado. ¿Quién, con un mínimo de honestidad, puede hablar de que la reforma de Peña Nieto es privatizadora? Sólo los políticos mediocres que apuestan a “¡que se hunda Pemex!”
Es cuestión de tiempo, de semanas, para saber si la clase política mexicana se atreve a dar el paso para entrar a la historia o si se quedan como políticos medianos o mediocres. Por lo pronto vale recordar que la reforma constitucional es apenas la primera parte de un largo proceso legislativo que termina con la ley reglamentaria, en donde todo puede pasar.
EN EL CAMINO
Curioso que en 2013 regresa el espíritu de Cárdenas, con la reforma energética. Y el mismo 2013 muere el PAN que nació en 1939, para combatir a Cárdenas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario