La tensión
entre soldados y civiles en el suroeste de México se recrudece
Medios locales
afirman que el Ejército ha reconocido dos muertes en los enfrentamientos, pero
fuentes oficiales no confirman este extremo. El Gobierno trata de controlar la
región de Michoacán
V. CALDERÓN /
P. CHOUZA México
El País, 14 ENE 2014
Durante la
madrugada los enfrentamientos entre policías comunitarias -grupos de civiles
armados- en Michoacán y el Ejército federal se han recrudecido. Según informan
medios locales, la Secretaría de la Defensa Nacional habría reconocido hasta el
momento dos fallecidos desde el comienzo del nuevo intento del gobierno de
México para pacificar ese estado del occidente del país, aunque por ahora las
autoridades no confirman ni desmienten este extremo. Sin embargo, de acuerdo
con las versiones de medios de comunicación y de portavoces de las
autodefensas, el número de muertos por los choques en varios puntos de la
región de Tierra Caliente podría ser aún mayor.
Estanislao
Beltrán, uno de los portavoces de las guardias comunitarias de Michoacán, en
entrevista telefónica en el programa de radio de la periodista Carmen Aristegui
ha declarado que un enfrentamiento con militares en Antúnez, en los alrededores
del municipio de Apatzingán, murieron 4 civiles, entre ellos una niña. Las
cifras, sin embargo, difieren según el medio. En otra emisora radial, con Ciro
Gómez Leyva en Radio Fórmula, otro miembro de las autodefensas reconocía tres
muertos.
Por su parte,
el diario Reforma, informa de un balance extraoficial de 12 muertos. Según el
periódico conforme reportes preliminares de fuentes estatales en Múgica (donde
el poblado más conocido es Nueva Italia), habrían muerto 7 civiles mientras que
en la tenencia de Antúnez, en Parácuaro, 3 militares y 2 civiles habrían
perdido la vida. [En el vídeo que puede ver a continuación aparece la supuesta
grabación de un choque entre civiles y militares en Antúnez, colgado por un
usuario en Youtube].
Después de que
este lunes por la noche, el doctor José Manuel Mireles, considerado uno de los
líderes del movimiento, anunciase a través de un comunicado que las guardias
comunitarias aceptaban dejar las armas, en otro vídeo difundido horas más tarde
el mismo Mireles condicionaba el repliegue de civiles a que las autoridades
detengan a los dirigentes del cártel de Los Caballeros Templarios.
Vecinos de
varios municipios de la región económica de Tierra Caliente decidieron
levantarse en armas a finales de febrero de 2013 para “acabar con los abusos de
los que habían sido víctimas durante años a manos del narcotráfico”. El pasado
4 de enero, José Manuel Mireles sufrió un accidente de avioneta que lo dejó
inconsciente durante horas. En los últimos días, la situación de violencia ha
empeorado en la zona. Y el lunes el secretario de Gobernación Miguel Ángel
Osorio Chong se trasladó junto con el gabinete de seguridad del presidente
Enrique Peña Nieto a Morelia, capital de Michoacán, para anunciar que el
Ejecutivo federal se hará cargo de la seguridad en el estado.
Asimismo
emplazó a las autodefensas, en control de once municipios, a desmovilizarse y a
atenerse a la ley si eran sorprendidos en el uso o portación de armamento que
la ley prohíbe a civiles. Voceros de autodefensas han respondido que retornarán
a sus actividades privadas sólo cuando el gobierno haya detenido a los líderes
del Cártel de Los Caballeros Templarios. Por la noche comenzaron a llegar
refuerzos federales a Michoacán y más tarde se dieron los primeros
enfrentamientos entre fuerzas armadas y civiles.
A pesar de que
en México se han registrado más de 70.000 muertes violentas en el marco de la
lucha anticrimen lanzada en 2006 por el anterior presidente Felipe Calderón,
los reportes de que el Ejército pudo haber causado bajas civiles sin nexos
probados con cárteles del narco o bandas de secuestradores hace temer por el
inicio de una escalada distinta en la violencia que durante años ha padecido
este país.
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El plante del
médico que dijo no al narco
El portavoz de
las autodefensas de Michoacán acepta el repliegue de civiles si el Ejército
desarma al cártel de Los Caballeros Templarios
PAULA CHOUZA 14
ENE 2014 - 16:07 CET1
“José Manuel
Mireles es líder y es uno más entre los compañeros de las autodefensas. Con o
sin él, este movimiento va a seguir adelante”, decía el domingo Arturo
Barragán, miembro de las policías comunitarias de Tepalcatepec, en el violento
estado mexicano de Michoacán. Este vecino de 35 años se refería a su estado de
salud después del accidente de avioneta sufrido el pasado 4 de enero, donde
murió el piloto. La misma aseveración fue hecha días antes por la organización
autodenominada Valor por Michoacán, que a través de redes sociales ha
desmentido ya el abandono de las armas anunciado por el propio Mireles en un
vídeo emitido en televisión el lunes por la noche. Una decisión que condicionó
horas mas tarde en otro mensaje difundido en redes sociales a que el Ejército
desarmase primero al cártel de Los Caballeros Templarios.
Hasta entonces,
José Manuel Mireles llevaba más de una semana sin hablar con los medios.
Tampoco con la gente que lo rodea, lo mínimo hasta que complete su
rehabilitación después de las dos intervenciones derivadas del accidente. Con
la mandíbula dislocada, aún convaleciente, Mireles anunció que las autodefensas
aceptaban la propuesta del Gobierno de replegarse a sus territorios y dejar las
armas. En su intervención, llamaba “amigo” al gobernador del Estado, el priísta
Fausto Vallejo. En el mes de noviembre, tras su regreso al cargo después de
unos mesea ausente por enfermedad, Mireles declaraba a EL PAÍS: “Nada ha
cambiado tras el regreso de Fausto, por eso decidimos intervenir por nuestra
cuenta”.
Mireles, el
doctor para sus vecinos de Tepalcatepec, o el portavoz de las autodefensas de
Michoacán-grupos de civiles armados- para los medios, fue dado de alta el
domingo en un hospital privado de la Ciudad de México donde, se dijo, el
Ejecutivo central lo cuidó como a un hijo. No en balde, critican algunos,
Mireles ocupó cargos del PRI, el partido que gobierna el país, entre 1984 y
1986. Fuentes proximas a él aseguran que el doctor se encuentra ya en su rancho
de Tepeque -como llaman familiarmente al municipio de Tepalcatepec-, pero la
versión oficial es que ha sido trasladado “a un lugar desconocido” dentro del
Distrito Federal para “mantener algunos contactos”, ha asegurado Arturo
Barragán, miembro de las autodefensas.
Aunque un avión
haya sido el último elemento que ha puesto su vida en peligro, Mireles lleva
años esquivando la muerte. Además de su trabajo como cirujano, la lucha contra
el narcotráfico, que secuestró a varios miembros de su familia, lo ha puesto
contra las cuerdas en más de una ocasión. Las denuncias del pasado mes de
junio, cuando dijo que la gota que colmó el vaso para que los ciudadanos se
levantaran en armas fue que el cártel de los Caballeros Templarios se metiera
con sus mujeres (“Se las llevaban y no las devolvían hasta que las dejaban
embarazadas”, aseguró) le valieron las amenzasa del narco. El Consejo Estatal
de las Autodefensas le prohibió un tiempo hablar con la prensa. Cambió de
teléfono y se escondió un par de meses. Todo después de que el portavoz del
Gobierno del Estado de Michoacán, Julio Hernández, le achacara una condena
entre 1988 a 1992 por cargos de siembra y cosecha de mariguana, algo que él
rechazó en su día. Según han publicado algunos medios, después de esta etapa,
el doctor se habría trasladado a Sacramento, en Estados Unidos. Allí fue
nombrado presidente de la Confederación de Clubes Michoacanos del PRD -el
partido de la izquierda en México-, en California. “Desde esa plataforma
pretendía ser diputado en el Congreso mexicano representando a los migrantes.
Regresó a México en 2007 y no logró diputación”, ha publicado el diario
Reforma.
El doctor, hijo
de un agricultor y una ama de casa, con los cincuenta años ya cumplidos y tres
hijos, es un hombre “valiente”, decían sus compañeros, apuesto y de rasgos muy
característicos: ojos verdes, cabello gris, bigote y 1,90 de estatura. Sonríe
poco, y cuando lo hace, suele ser para posar en una foto obligado, animar a los
compañeros o como cierre de un comentario de tinte amargo. “Vamos a tratar de
no morir”, decia antes de una incursión hace un par de meses.
Hasta la fecha,
las autodefensas han sido un aliado incómodo para la policía federal y el
Ejército, que mira para otro lado a la hora de desarmar a una población que por
ley, no podría llevar consigo semejante arsenal. En esta relación, Mireles
actúa de intermediario, como uno de los líderes más dialogantes dentro de las
autodefensas. El 26 de octubre, cuando las guardias comunitarias trataron de
entrar en la ciudad de Apatzingán, núcleo económico de la violenta región de
Tierra Caliente, donde los ataques se han recrudecido en los últimos días, el
doctor dirigió a un ejército de campesinos. La urbe, de 100.000 habitantes y
bastión de los Templarios los recibió a golpe de granadas. Pese a ser
consciente del peligro, Mireles mantuvo la calma después de los tiroteos en la
plaza principal que dejaron heridos a cuatro civiles. Entre reuniones con las
fuerzas de seguridad él prometía una y otra vez que no pasaríamos allí la
noche: “Debo volver, soy padrino en la fiesta de una quinceañera”. Pasado el
peligro, Mireles pasó el teléfono a su hijo y le hizo una última petición:
“Llama a tu madre, anda, y dile que ya vamos a casa y que estamos bien”.
Aunque la
prensa lo ha hecho líder, “como él hay muchos, forma parte del Consejo de
Autodefensas”decía hace unos días Valor por Michoacán. Queda saber ahora si ese
“con o sin Mireles seguiremos adelante” se transformará en un “diga lo que diga
Mireles seguiremos adelante”.
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