19 mar 2014

'La Jornada' presiona, 'La Razón' cede y Pablo Hiriart se va


Columna LA HISTORIA EN BREVE/Ciro Gomez Leyva
Milenio, 19 de marzo de 2014
'La Jornada' presiona, 'La Razón' cede y Pablo Hiriart se va
Imposible regatearle al menos tres virtudes al diario La Razón: su capacidad para generar notas, la calidad de sus plumas y su endiablada inteligencia editorial, en buena medida extensión de la inteligencia periodística del director Pablo Hiriart, quien ayer dejó de serlo.
Hace unos días conocimos que directivos de La Jornada protestaron ante el dueño de La Razón, Ramiro Garza Cantú, por unos textos de Fernando Escalante, articulista esencial del diario. Como Garza Cantú se habría comprometido a que eso no volvería a ocurrir, Escalante renunció.
“Cuando La Jornada se lanza a defender abiertamente al gobierno de Nicolás Maduro y a sus adláteres, creo que los articulistas de La Razón tenían derecho a decir que eso estaba mal”, me dijo Hiriart ayer. “Si la directora de La Jornada, o sus allegados, se quejan y ya no es posible seguir tocando el tema, y hay consecuencias, como la salida de Fernando, el director tiene que empacar sus cosas”.

 Impecable argumentación. Muy útil para estos tiempos de presiones inverosímiles, de claudicaciones editoriales.
 “Como director puedes discutir con los articulistas, pero a fin de cuentas ellos son dueños de sus espacios, de su palabra”, añadió Hiriart. “Y la función del director del diario es tutelarlos ante todo tipo de presiones. Cuando ya no es posible defender lo que en buena conciencia, y con calidad, escriben es momento de irse”.
 —Lamentable, Pablo.
 —Para mí es una pésima noticia, me voy muy triste, pero no podía hacer más que solidarizarme con articulistas del periódico que fueron objeto de presiones desde fuera del diario porque criticaban a La Jornada.
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Y Gómez Leyva (sin mencionarla, para eso es valiente) se lanza contra Aristegui
FEDERICO ARREOLA
13 de diciembre de 2012
En su columna de Milenio, que leo a diario porque, lo que sea de cada quien, informa… ¿Informa la columna de Ciro Gómez Leyva? Sin duda. A veces, las menos, da a conocer noticias interesantes. En ocasiones, las más, solo expresa el punto de vista del gran periodista que pudo haber sido y no fue.
Si comento tanto las columnas de Ciro Gómez Leyva es porque considero una desgracia que él no sea ahora el extraordinario periodista (terco, apasionado, independiente) que hace años parecía iba a ser.
Este jueves Ciro se ha lanzado, sin mencionarla, contra Carmen Aristegui. La acusa de irresponsable por difundir noticias escandalosas que resultaron falsas o no estaban suficientemente sustentadas.
Creo que al señor Gómez Leyva le duele que Carmen sea lo que él pudo ser y no fue: una periodista extraordinaria, terca, apasionada e independiente a la que le vale gorro que se le critique o no por su trabajo que siempre es atrevido e interesante.
Ciro empieza su columna mencionando que escuchó en la radio (obviamente en el noticiario de Aristegui, que se ocupa del tema con una terquedad asombrosa, casi obsesiva, lo que no está mal, claro que no) “una serie de notas sobre el juicio a 18 mexicanos procesados en Nicaragua por un asunto que tendría que ver con narcotráfico y lavado de dinero. Historia apetitosa porque, pese a las evidencias en contra en México, los detenidos serían empleados de Televisa”.
¿Que la señora Aristegui llega a verse mal al insistir tanto en el asunto de Televisa en Nicaragua? Probablemente sí, pero en el mundo de la investigación periodística (o científica, filosófica, policiaca, en cualquier tipo de investigación) solo el que se obsesiona con una hipótesis y la defiende con rabia llega, a la larga, a grandes descubrimientos. Detrás de casi todo el conocimiento nuevo hay mucho fracaso, pero la búsqueda de verdades, inclusive si se da por caminos equivocados, es lo único que permite el avance.
¿Que Carmen debería aceptar la versión de Televisa? Seguramente sí. Pero ella no se equivoca al rechazarla y buscar pruebas que la desacrediten. No las ha encontrado en la nota periodística dada a conocer originalmente en el diario “Por esto” dirigido por un periodista legendario, Mario Menéndez de Yucatán. Son pruebas que Carmen tal vez nunca encontrará. Pero ha puesto al descubierto enormes irregularidades y situaciones extrañas relacionadas con la forma en que unas camionetas, con documentos falsos, pudieron ser registradas en el Distrito Federal. Este descubrimiento, aunque no es el objetivo principal de la búsqueda de Aristegui, es muy valioso para la comunidad. Y no es el único.
Ciro ha recordado el caso de Televisa en Nicaragua “para enumerar algunas de las ‘grandes investigaciones periodísticas’ que terminan 2012 en engañifas de baja calaña”.
Casi todas esas “engañifas de baja calaña” parecen ser temas tocados por Aristegui en algún momento:
“El alcoholismo del ex presidente Calderón. Nadie pudo dar en seis años testimonio de un acto público o privado en que se le viera borracho”. Ciro se pasa. Porque, la verdad sea dicha, Carmen no hizo ninguna investigación sobre eso. Solo pidió que la Presidencia informara si Calderón, como decía un diputado, era alcohólico o no. Por algo tan elemental como pedir una explicación el dueño de la radiodifusora ofreció a Los Pinos la cabeza de la periodista, en la casa presidencial encantados aceptaron el sacrificio de Carmen y a esta se le despidió. Fue recontratada por la presión de la gente.
“Las tarjetas de Soriana. Un circo armado el 2 y 3 de julio que jamás conectó con una prueba sólida”. Tres partidos políticos y un candidato que obtuvo millones de votos hablaban de esas tarjetas, y también de las de Monex. Carmen solo hizo su trabajo de periodista: investigar para ver de qué se trataba. Ciro hizo lo mismo. A Ciro rápidamente le convenció la versión de Soriana (conste, a mí también), pero a Carmen no. De ninguna manera actuó mal la periodista.
“El fraude a José Aquino en Estados Unidos. Por parte de funcionarios del equipo de Enrique Peña Nieto. Resultó que se trataba de un extorsionador que, al probarse el tamaño de su mentira, acabó pidiendo piedad”. Ese tipo denunció a militantes del PRI. Hubo un escándalo. Carmen lo único que hizo fue buscarlo para que diera su opinión. Es lo que hacen los buenos periodistas.
“La brutal represión del 1 de diciembre. Especialmente contra los jóvenes. Dos semanas después, esa represión se reduce a 13 personas procesadas, bien defendidas y resguardadas por comisiones y organizaciones de derechos humanos”. Todos, cuando se presentaron los actos de vandalismo, opinamos en algún sentido. Si Carmen habló de represión, cosa de la que no estoy seguro, se excedió. Como se excedieron, muchísimo más, en los medios en los que Ciro colabora al acusar a López Obrador de haber estado detrás de la violencia. Fue tan burdo lo que hizo Milenio al acusar a AMLO, que el propio Ciro tuvo que salir a decir que eso era una tontería.
Ciro Gómez Leyva indirectamente le reprocha a Carmen Aristegui no haberse disculpado por haber cometido errores durante 2012. Lo que sea de cada quien, Ciro tuvo el valor de disculparse por la más lamentable metida de pata del periodismo mexicano en este año de elecciones: la encuesta diaria de GEA/ISA, una vacilada inolvidable que desprestigió al oficio.

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