- Desmintiendo la puntualidad inglesa la Reina llega tarde a la cita con el papa, además no llegó de negro como indica el protocolo. La cita era a las 15 horas, llegó 17 minutos después.
La Reina iba acompañada de su consorte el duque de Edimburgo, quienes llegaron con unos 20 minutos de atraso desmintiendo la llamada puntualidad británica, procedentes de un almuerzo que la monarca definió como “muy placentero” con el presidente de Italia, Giorgio Napolitano, en el palacio gubernativo 'Il Quirinale'.
El encuentro fue al lado del Aula Pablo VI, en el edificio que construyó Pierluigi Nervi, y no en el prestigioso y más formal apartamento de las audiencias en la Segunda Logia del Palacio Apostólico Vaticano.
Fue un encuentro a puertas cerradas y sin periodistas, del que solo han trascendido los regalos que se han intercambiado. Al saludar, el Pontífice ha dado la bienvenida en inglés a la monarca y la reina Isabel II se ha disculpado por hacer esperar al Papa. "Estábamos teniendo una agradable almuerzo con el presidente Napolitano", ha agregado.
¡Welcome!, le dijo el papa que durante el encuentro contó con el apoyo de un intérprete.
El encuentro (cuyo carácter fue definido de oficial pero informal). La Reina vestía de color violeta claro con un sombrero del mismo color pero un poco más oscuro. En la solapa llevaba un zafiro rodeado de diamantes, joya de familia.
Francisco es el cuarto papa con el que la reina Isabel II se reúna, ya que tuvo ocasión
de encontrarse con Juan XXIII, Juan Pablo II y Benedicto XVI. La última visita
que había realizado al Vaticano fue el 17 de octubre de 2000 al papa polaco.
Fue el el primer encuentro entre ambos, pues en la misa del inicio del
Pontificado del 19 de marzo de 2013 el Reino estuvo representado por el duque
de Glouchester.
El portavoz de la oficina de prensa del
Vaticano, Federico Lombardi precisó que fueron recibidos no directamente por el
Santo Padre, sino por el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolín;
acompañado por el ministro de Relaciones con los Estados, Mons. Mambertí, y por
el subsecretario del mismo dicasterio, Mons. Camillieri. En el ingreso del aula
interna estaba también el cardenal Cormac Murphy O'connor, arzobispo emérito de
Westminster.
Según
ha comunicado la Santa Sede, Francisco ha regalado a la reina Isabel II
un mapamundi con una cruz de plata para su bisnieto, Jorge -de 8 meses-, hijo de los duques
de Cambridge -William y Kate. "Es para el nene", dijo el papa en español. "Pues va a estar muy contento, cuando sea un poco más grande", comentó la Reina.
A la soberara, en cambio el Pontífice le regaló el decreto de San Eduardo el confesor, rey de Inglaterra y fundador de la estructura que después se convertiría en la abadía de Westminster. Se trata de la edición facsimilar de un documento del 29 de mayo de 1679, con el que se extiende el culto de San Edoardo a la Iglesia universal. "¡Ah, entonces lo canonizaron!", comentó Felipe, a quien Francisco también hizo un presente: tres medallas del Pontificado, de oro, plata y bronce: "¡Es la única medalla de oro que he ganado!", bromeó el consorte al recibirlas.
Los argumentos políticos y la cuestión de las Islas Malvinas quedaron, fuera del encuentro.
Los soberanos ingleses regalaron a Francisco una canasta con comida (un poco de miel, jugo de manzana, sidra...): "Traje algo de todas nuestras tierras para usted personalmente", explicó Isabel II. En particular, "esta miel es de mi jardín, espero que sea algo insólito para usted", añadió. El duque Felipe le regaló dos botellas de whisky, mismas que Francisco recibió no sin cierta sorpresa y curiosidad. Otro de los regalos para el Papa (tradición entre los soberanos del Reino Unido) fueron dos fotos enmarcadas de la reina y el duque: "Me temo –explicó la reina– que debo darle estas fotos...".
Concluido el encuentro, la pareja real salió directamente hacia el aeropuerto para partir hacia Londres.
A la soberara, en cambio el Pontífice le regaló el decreto de San Eduardo el confesor, rey de Inglaterra y fundador de la estructura que después se convertiría en la abadía de Westminster. Se trata de la edición facsimilar de un documento del 29 de mayo de 1679, con el que se extiende el culto de San Edoardo a la Iglesia universal. "¡Ah, entonces lo canonizaron!", comentó Felipe, a quien Francisco también hizo un presente: tres medallas del Pontificado, de oro, plata y bronce: "¡Es la única medalla de oro que he ganado!", bromeó el consorte al recibirlas.
Los argumentos políticos y la cuestión de las Islas Malvinas quedaron, fuera del encuentro.
Los soberanos ingleses regalaron a Francisco una canasta con comida (un poco de miel, jugo de manzana, sidra...): "Traje algo de todas nuestras tierras para usted personalmente", explicó Isabel II. En particular, "esta miel es de mi jardín, espero que sea algo insólito para usted", añadió. El duque Felipe le regaló dos botellas de whisky, mismas que Francisco recibió no sin cierta sorpresa y curiosidad. Otro de los regalos para el Papa (tradición entre los soberanos del Reino Unido) fueron dos fotos enmarcadas de la reina y el duque: "Me temo –explicó la reina– que debo darle estas fotos...".
Concluido el encuentro, la pareja real salió directamente hacia el aeropuerto para partir hacia Londres.
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