Congregaciones
religiosas rechazan apoyar las reformas; exigen mayor debate/
RODRIGO
VERA
Revista Proceso # 1965, 28 de junio de 2014
A
casi un mes de que el presidente Enrique Peña Nieto se reuniera con el Papa
Francisco para intentar conseguir el aval pontificio a sus reformas, la
jerarquía católica mexicana advierte que el apoyo eclesiástico no se vende ni
tampoco se negocia cupularmente a cambio de prebendas para el clero.
La
Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos de México (Cirm), que aglutina
a más de 400 congregaciones de religiosos y religiosas del país, sostiene que
las reformas constitucionales y sus leyes secundarias pueden traer
consecuencias catastróficas para la mayoría de la población, ya de por sí
golpeada por la pobreza y la violencia.
Por
tal motivo, la Cirm pide que no sean aprobadas al vapor e irresponsablemente
por el Congreso, pues primero deben someterse a un amplio debate con la
participación de todos los actores sociales, incluyendo a la Iglesia católica y
a las demás Iglesias.
Ante la pretensión de Peña Nieto, la religiosa
Juana Ángeles Zárate, presidenta de la Cirm, encoge los hombros y exclama:
“¡Cómo
vamos a apoyar algo que ni siquiera se dialogó con nosotros y con la sociedad!…
¡Sería una locura!… ¡Cometeríamos una gran irresponsabilidad! Se necesita
primero analizar cada una de las reformas con la asesoría de los expertos.”
–Peña
Nieto acaba de reunirse con el Papa para plantearle personalmente las ventajas
de sus reformas. ¿Podrá obtener el apoyo papal a cambio de ciertas prebendas
para el clero?
–¡No!
Por ahí no va la cosa. No se trata de qué me das y qué te devuelvo a cambio. En
la Iglesia no actuamos de esa manera. No nos vendemos. La Iglesia no está
casada ni descasada con el gobierno. Y el Papa Francisco simplemente escucha
diversas posturas.
“Aquí
lo importante es que, para la aprobación de esas reformas, debe tomarse en
cuenta a todos los actores sociales. Y nosotros somos un actor social
importante, por la reserva moral que constituye la Iglesia católica, lo mismo
que las demás Iglesias en México.”
En
entrevista en la sede nacional de la Cirm –una espaciosa casona bordeada por un
jardín y situada en la colonia Del Valle de la Ciudad de México–, la hermana
Juana Ángeles subraya que la Cirm no está de acuerdo en que sean aprobadas al
vapor las leyes secundarias.
“Se
necesita primero –comenta– la reflexión del pueblo, la participación de todos
los sujetos de la sociedad. Y aunque las cámaras de diputados y senadores
supuestamente son representantes de la sociedad, creo que han perdido esa
representatividad. Es indignante y vergonzoso verlas enfrascadas en disputas
internas entre partidos con el fin de obtener solamente más prerrogativas.
“Sería
muy irresponsable –ejemplifica– que el Congreso aprobara la legislación en
materia energética, pues ésta “tiene como base la depredación y el mal uso de
nuestros recursos naturales. La energética no es una reforma sustentable. Eso
se ve a todas luces.”
También preocupa a la Cirm que las
modificaciones en materia de telecomunicaciones vayan a beneficiar sólo “a los
monopolios que manipulan la información y embrutecen la mente del pueblo.
Necesitamos una información verídica, crítica y diversa, y además asegurar que
los medios actúen bajo lineamientos éticos”.
Refiere
que estas preocupaciones ya se han externado en las asambleas plenarias de la
Cirm, que aglutina a poco más de 30 mil religiosas y religiosas, representados
en 405 congregaciones e institutos del sector que operan en el país.
Durante
la entrevista, a Juana Ángeles, quien también es superiora general de las
Carmelitas del Sagrado Corazón, la acompaña el primer vicepresidente de la
Cirm, Ricardo Pérez Enríquez, quien comenta:
“Nuestras
preocupaciones respecto a las reformas constitucionales son las mismas que
tiene el episcopado mexicano. En la Cirm compartimos la postura que han
externado públicamente los obispos del país.”
Pérez
Enríquez se refiere al documento Por México ¡actuemos!, elaborado a finales de
abril por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM). En este manifiesto, los
más de 100 obispos mexicanos asientan que las reformas de Peña Nieto pueden ser
únicamente para beneficio de “aquellos acostumbrados a depredar los bienes del país”,
por lo que quizá traigan mayor pobreza y desigualdad para el grueso de la
población.
El
documento cuestiona duramente cinco reformas constitucionales de Peña Nieto: la
política, la energética, la fiscal, la educativa y la de telecomunicaciones.
Al
mes siguiente de difundir el manifiesto, los obispos mexicanos realizaron su
visita ad limina al Vaticano y sostuvieron varias reuniones privadas con Jorge
Bergoglio, en las que le comentaron sobre las riesgosas reformas de Peña Nieto
y sobre la situación de violencia e inseguridad que padece México (Proceso 1959
y 1960).
En
respuesta, Peña Nieto decidió viajar al Vaticano y hablar personalmente con el
pontífice para intentar convencerlo de las bondades de sus reformas. El
encuentro se realizó el 7 de junio en el Palacio Apostólico.
Ante
los esfuerzos de Peña Nieto, la hermana Juana Ángeles y el religioso Pérez
Enríquez aclaran que una de las funciones de la Iglesia es la denuncia:
“Nuestra
identidad es profética. Y como a los profetas del Antiguo Testamento, nos toca
denunciar toda situación de muerte, violencia, injusticia, impunidad y saqueo
de nuestros recursos naturales. Nuestra denuncia no la hacemos con afán de
protagonismo, sino para evitar todo lo que afecta y desintegra a la persona y a
la sociedad.
“Por
ejemplo, la muerte y la violencia no han parado, siguen siendo parte de la
realidad que padecemos, pese a que en algunos discursos se diga lo contrario.
Pero así como denunciamos, también anunciamos la esperanza; necesitamos
articularnos en la búsqueda del bien común.”
Y en efecto, los más recientes documentos
públicos de la Cirm –dirigidos al “pueblo de México” y a las “comunidades de
religiosas y religiosos”– contienen severos cuestionamientos.
El
28 de abril del año pasado, la Cirm lanzó un explosivo pronunciamiento en el
que señala:
“México
es un país agraviado y lastimado. Durante el gobierno de Felipe Calderón hubo
más de 80 mil muertos y 26 mil desaparecidos, además de un clima de inseguridad
y violencia que ha fortalecido al crimen organizado y que el actual régimen,
hasta la fecha, no ha sido capaz de resolver.
“Esos
crímenes permanecen en la impunidad. Vemos incapacidad e ineficiencia de las
instituciones encargadas de impartir justicia y hay regiones del país donde el
Estado ha perdido el control. No es de extrañar que grupos de autodefensa civil
busquen frenar al crimen organizado en sus localidades y expresen, de esta
manera, su hartazgo ante la inseguridad, los abusos y la desprotección…
“En
nuestro servicio misionero, hemos escuchado el clamor de mujeres, niños y
niñas, víctimas de la trata con fines de explotación sexual, y el clamor de los
miles de migrantes que a diario cruzan el territorio nacional; no alcanzamos a
ver la voluntad del actual gobierno para atender estas delicadas problemáticas…
“Miramos
con preocupación a los 13 millones de mexicanos que viven en pobreza extrema y
a los millones de jóvenes sin oportunidad de estudios o trabajo. Una situación
así genera descomposición del tejido social y no augura un futuro de paz y
justicia.”
En
dicho documento, la Cirm igualmente censura la actuación de las autoridades
electorales que dieron el triunfo a Peña Nieto en los comicios de 2012. Dice al
respecto:
“Lamentamos
la actuación de los miembros del Instituto Federal Electoral en las últimas
elecciones federales. Su actuación parcial y sesgada durante las últimas
jornadas electorales, y las valoraciones y juicios que han hecho de ellas, han
vulnerado la credibilidad de este instituto y con ello ponen en riesgo la vida
democrática en nuestro país.”
Y apenas el 4 de mayo pasado, la Cirm emitió
otro pronunciamiento público en el que nuevamente se refiere a “la situación de
injusticia, violencia, muerte e impunidad que vive nuestro país”.
La
presidenta y el vicepresidente de la Cirm aclaran que estos documentos han
tenido el riguroso consenso de las congregaciones religiosas.
–¿Qué
opina de la Cruzada Nacional contra el Hambre, con la que el actual gobierno da
atención a los pobres? –se pregunta a la presidenta del organismo.
–En
mi opinión personal –puntualiza–, es un programa asistencialista que ni siquiera
llega a todos los pobres. Y además la brecha entre ricos y pobres no se
soluciona repartiendo despensas. Para poder salir de la pobreza necesitan
articularse programas de empleo, educación y salud, por ejemplo.
“La
pobreza en México es realmente una catástrofe humanitaria. Es más, ni siquiera
las cifras del INEGI reflejan la magnitud del problema. Hablan de que son más
de 50 millones de mexicanos quienes padecen cierto grado de pobreza. Y sólo 13
millones viven en la pobreza extrema. Son cifras muy optimistas. El problema es
más grave.”
La
Cirm, agrega, mantiene una colaboración muy estrecha y un contacto permanente
con la CEM, el otro organismo cúpula de la jerarquía católica mexicana
conformado por más de 100 obispos. “Finalmente, la Cirm y la CEM somos parte
del mismo cuerpo porque dependemos del Papa y nos guiamos por el magisterio de
la Iglesia”, dice.
–Da
la impresión de que el jesuita Bergoglio, a poco más de un año de haber llegado
al pontificado, ya le está dando un sesgo a todo el aparato eclesiástico en
México, poniéndolo más al servicio de los pobres y marginados.
–Bueno,
en la Iglesia siempre hemos tenido esa incidencia en lo social. Ahí están como
muestra las encíclicas sociales de los Papas. Sólo que con el Papa Francisco
–por su lenguaje y su coherencia de vida– se ha hecho más evidente y más
potente esta línea eclesiástica, a la que le dio novedad y frescura.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario