¿Rivera,
cardenal incómodo?/Roberto Rock L.
Columna INFORME
CONFIDENCIAL | OPINIÓN |
La Silla Rota, 2014-07-21
La
ausencia del cardenal Norberto Rivera en momentos clave de la reciente visita
de Pietro Parolin -el segundo hombre más
poderoso de la Iglesia católica después del Papa Francisco-, ha hecho resurgir versiones de una crisis
entre Roma y el prelado mexicano más importante.
Rivera
Carrera cumplirá 75 años de edad en 2017. Deberá someter entonces ante la Santa
Sede una solicitud de retiro, que tradicionalmente puede o no ser aceptada de
inmediato. En este caso hay señales incluso de una despedida anticipada por
parte del también arzobispo primado de la capital del país, al que se atribuye
haberse convertido en una presencia incómoda para el pontífice Francisco, para
las relaciones de México con el Estado Vaticano e incluso con la administración
Peña Nieto.
El
mundo eclesial del país es hoy un caldero en ebullición de versiones sobre
Rivera Carrera y el bloque de jerarcas católicos que encabeza. Los señalamientos
van desde una debilidad política ante el Vaticano por su encubrimiento sobre
los excesos del padre Marcial Maciel, hasta una irritación de Los Pinos por una
postura crítica ante la reformas económicas,
expresada en el reciente pronunciamiento “México, actúa”, que emitió la
Iglesia sobre la situación social
imperante.
En
este sentido no fue ocioso que durante la pasada reunión de Peña Nieto con el
papa Francisco, el 7 de junio en Roma, se informara que el mandatario le expuso
al pontífice las bondades de las reformas en curso.
Un
viejo amigo del cardenal Rivera, el ex nuncio Jerónimo Prigione, no sólo estuvo
también ausente en los eventos referidos, sino que su papel histórico fue
borrado durante una ceremonia llena de significados: la entrega a Parolin, el
pasado día 15, de la Orden Mexicana
Águila Azteca, bajo el argumento central de que tuvo una “destacada labor –dice
el decreto respectivo- como consejero de la Nunciatura Apostólica en México de
1998 a 1992, cuando trabajó por el restablecimiento de las relaciones
diplomáticas con la Santa Sede (…) arquitecto y testigo privilegiado de dicho
acontecimiento”, además de haber tenido un “papel relevante” en las visitas
papales, así como gestiones diplomáticas favorables a México, entre otras,
haber representado a Roma en la toma de posesión del presidente Peña Nieto, en
diciembre de 2012.
Prigione,
quien vive en Italia pero visita México con alguna frecuencia para propósitos
personalísimos, fue el jefe directo de
Parolin en el periodo citado, pero al parecer entró a la galería de los
“innombrables” junto con otro de sus amigos, el ex presidente Carlos Salinas de
Gortari. Ambos fueron realmente los artífices de la reforma de 91-92 que dio
reconocimiento jurídico a las Iglesias en nuestro país.
Quien
fuera primero delegado y, luego de la enmienda constitucional, el primer nuncio
–embajador- apostólico, también ha
recibido diversos señalamientos de encubrir a Maciel, pero entre otros pecados
suyos igual de terrenales, se incluyen sus reuniones con los narcotraficantes
del Cártel de Tijuana, los hermanos Arellano Félix, quienes según testimonio
judicial de uno de ellos, se encontraron con Prigione.
Benjamín
Arellano, quien purga en Estados Unidos una sentencia de 25 años de cárcel,
dijo en 2011 ante la PGR que dichas reuniones fueron del conocimiento del
entonces presidente Salinas de Gortari, y que se reunieron con Prigione en la
propia sede de la nunciatura, entre finales de 1994 de inicios de 1995. El
propósito fue, dijo, deslindarse del asesinato del cardenal de Guadalajara,
Juan Jesús Posadas Ocampo, ocurrido el 24 de mayo de 1994.
Marginado,
señalado, ubicado en el centro de denuncias del grupo de víctimas de abusos por
parte de sacerdotes, el cardenal Rivera
Carrera también se halla enfrentado con el obispo Carlos Aguliar Retes,
presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, en cuyo primer círculo se
asegura que la llegada del papa Francisco al Vaticano anticipó desde el primer
momento el declive del poder de Rivera.
Según
voces expertas consultadas, la pugna entre ambos tuvo su eje el acceso a los
pasillos del Vaticano, que Rivera ha monopolizado durante años, pero que hoy
queda en el aire por las nuevas circunstancias.
En
este contexto, la diplomacia de Los Pinos y la cancillería que encabeza José
Antonio Meade, han decidido establecer un nexo directo con Roma, sin la
intermediación de la jerarquía mexicana. Y en ese proceso, Pietro Parolin es
hasta ahora, un aliado esencial.
El
secretario de Estado Vaticano –que agrupa bajo su mando el gobierno interno y
las relaciones diplomáticas de la Santa Sede con el mundo- se reunió con el
canciller Meade en diciembre y juntos operaron la visita del presidente Peña
Nieto a Roma en junio pasado, cuando el mandatario mexicano invitó a Francisco
a México y éste aceptó en principio, sin definir fecha aún.
Este
espacio dispone de información en el sentido de que integrantes de la curia
romana –el círculo de acero en torno a Francisco- han expresado ya a México,
tanto a la cancillería como al embajador Mariano Palacios Alcocer, el interés
del pontífice de visitar efectivamente el país, pero específicamente un punto
no determinado de la frontera con Estados Unidos, para orar por las víctimas de
la migración, encarnadas en el muro divisorio entre ambos países.
La
fecha tentativa, como lo ha adelantado Fred Álvarez, colaborador de “La Silla
Rota”, puede ser la tercera semana de septiembre de 2015, cuando el Papa podría
estar en un congreso programado en la ciudad norteamericana de Filadelfia.
Esta
iniciativa ha despertado en el gobierno mexicano una creciente incertidumbre,
por sus implicaciones sociales y políticas. Por ello ha sugerido que además de
la frontera, Francisco visite la ciudad de México, con el argumento de que no
puede eludir postrarse ante la virgen de Guadalupe. Esta opción, se estima aquí, aportaría
popularidad al gobierno Peña Nieto, pues seguramente habría un encuentro, que
se antoja difícil si la agenda incluye sólo la frontera.
Por
ello los próximos meses resultarán clave en la evolución del papado de
Francisco, pero también en la correlación de fuerzas y en el equilibrio de
poderes hacia dentro de la Iglesia en México, de ésta con la administración
Peña Nieto y también con Roma. ¿Sobrevivirá el cardenal Rivera Carrera al
proceso? (robertorock@lasillarota.com)
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