Homilía del papa
Francisco en la Misa en Tacloban, Filipinas…16 de enero de 2015
Si
me permiten, prefiero hoy día hablar en español. Tengo un traductor, un buen
traductor, ¿puedo hacerlo? Muchas gracias.
En
la primera lectura escuchamos que se dice que tenemos un gran sacerdote que es
capaz de compadecerse de nuestras
debilidades y que ha sido probado en todo, menos en el pecado.
Permítanme
esta confidencia. Cuando yo vi desde Roma esta catástrofe, sentí que tenía que
estar aquí y ese día, esos días, decidí hacer el viaje aquí. Quise venir para
estar con ustedes, un poco tarde me dirán, es verdad.
Estoy
para decirles que Jesús es el Señor, que Jesús no defrauda. “Padre” -me puede
decir uno de ustedes- “a mí me defraudó,
perdí mi familia, perdí lo que tenía, estoy enfermo”. Es verdad eso que me
decís y yo respeto tus sentimientos pero lo miro ahí clavado y desde ahí no nos
defrauda.
Él
fue consagrado Señor en ese trono y ahí pasó por todas las calamidades que
nosotros tenemos. Jesús es el Señor y es Señor desde la cruz, ahí reinó, por
eso Él es capaz de entendernos como escuchamos en la primera lectura. Se hizo
en todo igual a nosotros, por eso tenemos un Señor que es capaz de llorar con
nosotros, que es capaz de acompañarnos en los momentos más difíciles de la
vida.
Tantos
de ustedes han perdido todo. Yo no sé qué decirles, Él sí sabe qué decirles.
Tantos de ustedes han perdido parte de la familia. Solamente guardo silencio y
los acompaño con mi corazón en silencio. Tantos de ustedes se han preguntado
mirando a Cristo “¿Por qué Señor?” y a cada uno el Señor responde en el corazón
desde su corazón.
Yo
no tengo otras palabras que decirles. Miremos a Cristo. Él es el Señor y Él nos
comprende porque pasó por todas las pruebas que nos sobrevienen a nosotros y
junto a Él en la cruz estaba la Madre.
Nosotros
somos como ese chico que está allí abajo, que en los momentos de dolor, de
pena, en los momentos que no entendemos nada, en los momentos que queremos
rebelarnos, solamente nos viene tirar la mano y agarrarnos de su pollera
(falda) y decirle “Mamá”, como un chico cuando tiene miedo dice “Mamá”. Es
quizás la única palabra que puede expresar lo que sentimos en los momentos
oscuros “Madre, Mamá”.
Hagamos
juntos un momento de silencio. Miremos al Señor, Él puede comprendernos porque
pasó por todas las cosas y miremos a nuestra Madre y como el chico que está
abajo agarrémonos de la pollera (falda) y con el corazón digámosle Madre. En
silencio hagamos esta oración, cada uno dígale lo que sienta.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario