Francisco se reúne con las
autoridades en el palacio presidencial de Manila.
Una multitud de casi un
millón de personas llenó las calles el jueves por la tarde por la tarde para recibir a
Francisco.
En el mismo sentido una inmensa multitud siguió la mañana de este viernes 16 de enero los recorridos del
papamóvil.
Justo a las 9 horas locales, eFrancisco abandonó la Nunciatura Apostólica de Manila y se trasladó en automóvil al palacio presidencial de Malacañán, que presenta en su arquitectura una fuerte influencia hispana y está ubicado muy cerca del Río Pasig, para la ceremonia de bienvenida.
Banderas de Filipinas y del Vaticano han flanqueado las avenidas que ha recorrido el convoy del Pontífice, así como numerosos carteles con la imagen del Santo Padre que le dan la bienvenida con el tradicional saludo filipino: "mabuhay".
Este breve traslado, de unos 5 kilómetros, desató la emoción de decenas de miles de filipinos que le han aclamado a su paso. Filipinas, el país con mayor número de católicos en Asia.
En la capital, donde residen 12 millones de personas y que es una de las metrópolis con mayor densidad de población del mundo, varios días de la visita han sido declarados festivos para permitir a los ciudadanos asistir a los eventos papales.
A su llegada a la residencia oficial, con unos minutos de retraso sobre el horario previsto, Francisco ha sido recibido por el presidente de la República de Filipinas, Benigno Aquino III. Después de los honores militares y la ejecución de los himnos, ha tenido lugar la presentación de las respectivas delegaciones, mientras la Bamboo Orchestra "Pangkat Kawayan" ha ejecutado piezas de música tradicional.
Fue recibido por 21 salvas de cañ;on.
A continuación, el Pontífice ha entrado en el Palacio de Malacañán para una visita de cortesía al Presidente de la República. Acompañado por Benigno Aquino, se ha dirigido a la primera planta de la magnífica construcción del siglo XVIII para la firma del Libro de Oro. Una vez allí, el Santo Padre ha mantenido una conversación privada con el mandatario filipino en la "Music Room".
Después de la entrevista, se ha reunido con la familia presidencial y ha tenido lugar el intercambio de regalos. Al igual que al presidente cingalés, el Pontífice ha regalado a Aquino un atlas náutico de 1562 atribuido al cartógrafo español Bartolomé Oliva.
El presidente, en su discurso, se lamentó por la actitud de la Iglesia, pues, en su opinión, critica demasiado a los políticos. «Me critican hasta por el corte de pelo», dijo.
Justo a las 9 horas locales, eFrancisco abandonó la Nunciatura Apostólica de Manila y se trasladó en automóvil al palacio presidencial de Malacañán, que presenta en su arquitectura una fuerte influencia hispana y está ubicado muy cerca del Río Pasig, para la ceremonia de bienvenida.
Banderas de Filipinas y del Vaticano han flanqueado las avenidas que ha recorrido el convoy del Pontífice, así como numerosos carteles con la imagen del Santo Padre que le dan la bienvenida con el tradicional saludo filipino: "mabuhay".
Este breve traslado, de unos 5 kilómetros, desató la emoción de decenas de miles de filipinos que le han aclamado a su paso. Filipinas, el país con mayor número de católicos en Asia.
En la capital, donde residen 12 millones de personas y que es una de las metrópolis con mayor densidad de población del mundo, varios días de la visita han sido declarados festivos para permitir a los ciudadanos asistir a los eventos papales.
A su llegada a la residencia oficial, con unos minutos de retraso sobre el horario previsto, Francisco ha sido recibido por el presidente de la República de Filipinas, Benigno Aquino III. Después de los honores militares y la ejecución de los himnos, ha tenido lugar la presentación de las respectivas delegaciones, mientras la Bamboo Orchestra "Pangkat Kawayan" ha ejecutado piezas de música tradicional.
Fue recibido por 21 salvas de cañ;on.
A continuación, el Pontífice ha entrado en el Palacio de Malacañán para una visita de cortesía al Presidente de la República. Acompañado por Benigno Aquino, se ha dirigido a la primera planta de la magnífica construcción del siglo XVIII para la firma del Libro de Oro. Una vez allí, el Santo Padre ha mantenido una conversación privada con el mandatario filipino en la "Music Room".
Después de la entrevista, se ha reunido con la familia presidencial y ha tenido lugar el intercambio de regalos. Al igual que al presidente cingalés, el Pontífice ha regalado a Aquino un atlas náutico de 1562 atribuido al cartógrafo español Bartolomé Oliva.
El presidente, en su discurso, se lamentó por la actitud de la Iglesia, pues, en su opinión, critica demasiado a los políticos. «Me critican hasta por el corte de pelo», dijo.
Después tomó la palabra el papa, que, como en Sri Lanka, habló en inglés.
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