Francisco se
despidió de México con una inédita misa en la frontera
Viajó
a Ciudad Juárez y celebró un acto religioso que también fue seguido en EE.UU.,
del otro lado de la valla; "Esta tragedia humana que simboliza la
migración forzada hoy en día es un fenómeno global", dijo
Nota
de Elisabetta Piqué/
LA
NACIONJUEVES 18 DE FEBRERO DE 2016
Desde
Ciudad Juárez, el Papa saludó a fieles que se congregaron al otro lado de la
frontera, en Texas.Foto:EFE/Alessandro Di Meo
CIUDAD
JUÁREZ.- Era su deseo desde hace tiempo venir hasta la frontera-símbolo de la
tragedia de las migraciones forzadas, trata de personas, explotación, violencia
del hombre sobre el hombre. Él mismo había contado que su sueño era ingresar a
Estados Unidos por esta frontera. Pero su rol clave en el deshielo entre
Estados Unidos y Cuba frustró ese deseo: finalmente, en septiembre del año
pasado, en un viaje histórico, voló a Washington desde La Habana.
Pero
ayer, antes de emprender su regreso a Roma, su sueño se hizo realidad. Y
Francisco , que en julio de 2013 visitó la isla de Lampedusa para llorar a los
miles de muertos ahogados en el Mediterráneo y lanzar un grito a la comunidad
internacional, desde esta frontera emblemática denunció una "crisis
humanitaria" y el "negocio del tránsito humano".
Llamó
a "llorar por la injusticia, la degradación y la opresión" de este
rincón del mundo, corazón de la crisis migratoria del continente y epicentro de
violencia, femicidios, trata, explotación, narcotráfico, opresión e injusticia.
Y, en el año de la misericordia, con palabras fuertes y directas como siempre,
hizo un llamado a la conversión, al cambio.
"Siempre
hay posibilidad de cambio, estamos a tiempo de reaccionar y transformar,
modificar y cambiar, convertir lo que nos está destruyendo como pueblo, lo que
nos está degradando como humanidad", clamó, en la primera misa binacional
celebrada por un papa en una frontera, a sólo 80 metros del río Bravo y de la
valla metálica que separa México de Estados Unidos, ante unas 200.000 personas.
"En
este año de la misericordia, y en este lugar, quiero con ustedes implorar la
misericordia divina, quiero pedir con ustedes el don de las lágrimas, el don de
la conversión", dijo, en una homilía vibrante, también escuchada en
silencio del otro lado de la valla metálica, en El Paso, Texas, donde no sólo
se veían fieles, sino también una inmensa bandera norteamericana colgada de una
grúa.
Antes
de llegar hasta el predio ferial para una misa sin precedente, en una imagen
que vale mil palabras, el Papa se acercó a saludar a los que estaban del otro
lado de la valla metálica en El Punto, un sitio donde se había levantado una
cruz, el momento más conmovedor del viaje.
"Aquí
en Ciudad Juárez, como en otras zonas fronterizas, se concentran miles de
migrantes de Centroamérica y otros países, sin olvidar tantos mexicanos que
también buscan pasar al otro lado. Un paso, un camino cargado de terribles
injusticias: esclavizados, secuestrados, extorsionados, muchos hermanos
nuestros son fruto del negocio del tránsito humano", dijo más tarde el
Papa en su sermón, también escuchado por 50.000 fieles en el estadio Sun Bowl
de El Paso. "No podemos negar la crisis humanitaria que en los últimos años
ha significado la migración de miles de personas, ya sea por tren, por
carretera e incluso a pie, atravesando cientos de kilómetros por montañas,
desiertos, caminos inhóspitos", siguió.
"Esta
tragedia humana que representa la migración forzada hoy en día es un fenómeno
global. Esta crisis, que se puede medir en cifras, nosotros queremos medirla
por nombres, por historias, por familias -agregó-.Son hermanos y hermanas que
salen expulsados por la pobreza y la violencia, por el narcotráfico y el crimen
organizado. No sólo sufren la pobreza, sino que encima sufren estas formas de
violencia."
Entre
2008 y 2010, Ciudad Juárez, en el estado norteño de Chihuahua, fue la ciudad
más violenta del mundo, aunque en los últimos años los índices bajaron. También
saltó a la fama por los femicidios. En la década de 1990 una ola de
desapariciones de mujeres azotó la ciudad, donde ayer podían verse en los
postes de los lugares que recorrió el Papa cruces negras sobre fondos negros,
pintados por madres de víctimas y grupos que aún buscan justicia, algunos de
los cuales estuvieron en la misa.
Allí,
pese a un sol abrasador, el clima era de fiesta. "Es maravilloso que haya
venido hasta aquí, nunca había venido un papa", dijo a LA NACIÓN,
emocionada, Guadalupe Flores, ama de casa de 57 años, de Juárez.
"Para
mí es un milagro", coincidió Shantal Díaz, una joven de 21 años que contó
que cruzó la frontera a la mañana desde El Paso, donde vive y trabaja en un
mall.
Recibido
triunfalmente por la mañana cuando llegó en avión desde Ciudad de México, el
Papa lo primero que hizo fue visitar el denominado Cereso (Centro de
Readaptación Social) número 3, una de las cárceles más peligrosas del país.
Allí, se reunió con 700 internos de baja peligrosidad, entre ellos 100 mujeres,
y con 250 de sus familiares y criticó duramente un sistema penitenciario basado
sólo en el castigo, donde no se rehabilita. Es más, dijo que en verdad la
reinserción comienza afuera, con un sistema que incluya a todos. "El
problema de la seguridad no se agota sólo encarcelando, sino que es un llamado
a intervenir afrontando las causas estructurales y culturales de la
inseguridad, que afectan a todo el entramado social", agregó.
Luego
de recorrer en papamóvil esta ciudad industrial fronteriza de casas bajas que
se levanta en medio de un paisaje desolado, árido, lleno de maquiladoras, en un
encuentro con el mundo del trabajo, Francisco denunció el flagelo de la falta
de oportunidades de estudio y de trabajo, así como pobreza y marginación,
"el mejor caldo de cultivo para que caigan en el círculo del narcotráfico
y de la violencia". Atacó la "mentalidad reinante que propugna la
mayor cantidad de ganancias posibles, a cualquier tipo de costo y de manera
inmediata" y "la explotación de los empleados como si fueran objetos
a usar y tirar".
"Dios
pedirá cuenta a los esclavistas de nuestros día y tenemos que hacer todo lo
posible para que estas situaciones no se produzcan más", advirtió. Y
planteó varias preguntas que generaron una ovación: "¿Qué mundo queremos
dejarles a nuestros hijos? ¿Una memoria de explotación, de salarios
insuficientes, de acoso laboral? ¿Un aire viciado por la corrupción, la
violencia, la inseguridad y desconfianza o, por el contrario, un aire capaz de
generar alternativas, generar renovación y cambio?"
Francisco
finalmente invitó a soñar un México "donde no haya personas de primera,
segunda o cuarta".
Los
mismos conceptos reiteró luego en una de las misas más conmovedoras de su
pontificado, en la frontera. Al grito de "¡Francisco, amigo, Juárez
contigo!", cuando atardecía, cansado pero visiblemente contento, emprendió
el regreso a Roma.
El
Papa también se enoja
Francisco
no sólo cuestiona en público el egoísmo que domina la sociedad contemporánea.
También se despachó en esos términos contra un fiel que, desesperado por
tocarlo, lo empujó sobre otro
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