Último día del viaje apostólico en México: en Ciudad Juárez, también periferia de Estados Unidos, puerta de entrada para miles de migrantes que tratan de alcanzar el «american dream»
Vatican Insider, 17/02/2016
DOMENICO
AGASSO JR. -PABLO LOMBÓ (TURÍN)
Ciudad
Juárez tiene alrededor de 1 millón 500 mil habitantes, pero si se cuenta la
población de la El Paso, Texas, forma una inmensa mancha urbana binacional de
alrededor de 2,7 millones de personas, pero dividida por un muro. Un muro que
no solo divide dos países, dos ciudades, sino también a muchísimas familias de
migrantes. En este territorio desértico las bandas criminales luchan entre sí
para controlar el tráfico ilegal (de estupefacientes y personas) hacia los
Estados Unidos: un negocio que equivaldría cada año a 40 mil millones de
dólares. En este territorio desértico la violencia y la inseguridad han llegado
a niveles alarmantes, sobre todo después de la llamada guerra al narco
emprendida por los gobiernos mexicanos desde 2006. A principios de 2015, Papa
Francisco escribió un mensaje de carácter estrictamente privado e informal a un
legislador de la ciudad de Buenos Aires, en el que escribió: «Ojalá estemos a
tiempo de evitar la ‘mexicanización’ de la Argentina […] Estuve hablando con
algunos obispos mexicanos y la cosa es de terror».
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El
Paso; el Papa en la frontera visto desde los Estados Unidos
Además
de los migrantes que dirigirán sus miradas hacia Ciudad Juárez desde la valla
metálica que separa ambas ciudades, otros miles estarán en el estadio para
seguir la misa a través de mega-pantallas. El obispo Seitz: «Las naciones
tienen la autoridad para vigilar las fronteras, pero también el deber moral de
defender los derechos humanos»
Todo
listo para la visita de Papa Francisco a Ciudad Juárez
VI, 17/02/2016
GIORGIO
BERNARDELLI
Ciudad
Juárez, la última etapa del viaje a México de Papa Francisco. Será un momento
que esa tarde (hora local) millones de migrantes de todo el continente
americano seguirán con emoción. Pero también es una cita muy esperada en El
Paso, Texas, la gran ciudad que confina con Ciudad Juárez, divididas por una
vigiladísima valla metálica.
Para
la Iglesia católica de los Estados Unidos El Paso es desde hace años una de las
principales fronteras en la acogida de los latinos que tratan de atravesar de
cualquier manera hacia el gigante norteamericano, encomendando sus vidas a los
consejos de los «coyotes» (las personas que los «cruzan») y muchas veces
muriendo en el desierto. Justamente en El Paso y en las demás ciudades
fronterizas, la cooperación entre los obispos de México y los de Estados Unidos
se ha hecho más intensa durante los últimos años. Aquí, por ejemplo, nació el
«Hope Border Institute», un centro que, en colaboración con muchas otras
realidades que ofrecen asistencia a los migrantes, trata de promover, partiendo
de la doctrina social de la Iglesia, una cultura del encuentro a favor de los
pobres en la frontera.
Por
esta razón El Paso también recibirá hoy al Papa. Una representación de
migrantes estará en la frontera, más allá de la valla, en territorio
estadounidense. Francisco los verá desde un palco a 80 metros, a orillas del
Río Grande, desde donde rezará por los miles de migrantes que han fallecido
tratando de llegar a los Estados Unidos. Pero la que se verá en El Paso será
una pequeña representación, pues toda la comunidad católica se reunirá en el
Sun Bowl Stadium, de football americano, en donde se espera la presencia de
miles de fieles que seguirán la Misa del Papa a través de mega-pantallas.
«A
pesar de las fronteras que existen —explicó el Obispo de El Paso, mons. Mark
Seitz—, nosotros nos consideramos una única gran comunidad católica. Tenemos
grandes esperanzas en esta visita. No hay duda —comentó— de que habrá algunos
que criticarán al Papa, diciendo que al venir a la frontera impulsa la inmigración
clandestina; pero se equivocan de objetivo. Con su presencia, el papa pide lo
contrario: la reforma de las estructuras y de las leyes para permitir que los
migrantes y los refugiados no deban sufrir ni morir buscando un lugar seguro o
un sostén económico para las propias familias. Las naciones tienen la autoridad
para vigilar las fronteras, pero también tienen la obligación moral de defender
los derechos humanos y la vida de las personas».
La
comunidad católica de El Paso no estará sola hoy en los Estados Unidos. Con los
migrantes de El Paso estará el presidente de la Conferencia Episcopal del país,
el arzobispo Lousville Joseph Kurtz, quien también envió un mensaje a los
católicos estadounidenses («El Papa nos pide ver a estos hermanos y a estas hermanas,
del norte y del sur, como nuestros compañeros en el peregrinaje hacia Cristo»).
Otros obispos estadounidenses estarán del otro lado, en México, para
concelebrar con el Papa. Entre ellos estará el cardenal arzobispo de Boston,
O’Malley, que hace dos años, durante la visita de Francisco a Lampedusa, otro
lugar simbólico de la odisea de los migrantes, presidió una Misa en la frontera
de Nogales, en el estado de Arizona. O’Malle dijo hablando de esta visita del
Papa que «buenos muros no hacen buenos vecinos», utilizando un juego de
palabras con el conocido proverbio estadounidense que dice exactamente lo
contrario.
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