El
Papa Francisco y el uso de anticonceptivos para evitar el zika
¿Qué dijo?
El papa se refirió al tema del zika y la emergencia sanitaria actual y
resaltó que “el aborto no es un mal menor: es un crimen. Es echar fuera a uno
para salvar a otro. Es lo que hace la mafia. Es un crimen, es un mal absoluto”.
Francisco
recordó luego que años atrás “Pablo VI, el grande, en una situación difícil en
África permitió a las monjas usar anticonceptivos para casos en los que fueron
violentadas” y que “evitar el embarazo no es un mal absoluto. En ciertos casos,
como en este, como en el que he nombrado de Pablo VI, era claro”.
Le preguntaron…- Santo Padre, desde hace algunas semanas hay mucha preocupación en bastantes países latinoamericanos pero también en Europa por el virus Zika. El riesgo mayor sería para las mujeres embarazadas –hay angustia–. Algunas autoridades han propuesto el aborto o evitar el embarazo. En este caso, ¿la Iglesia puede tomar en consideración el concepto de mal menor?
Papa Francisco: El aborto no es un mal menor: es un crimen. Es echar fuera a uno para salvar a otro. Es lo que hace la mafia. Es un crimen, es un mal absoluto.
Sobre el mal menor… lo de evitar el embarazo… Hablamos en términos de conflicto entre el Quinto y el Sexto mandamiento. Pablo VI, el grande, en una situación difícil en África permitió a las monjas usar anticonceptivos para casos en los que fueron violentadas.
No confundir el mal de evitar el embarazo, por sí solo, con el aborto. El aborto no es un problema teológico: es un problema humano, es un problema médico. Se asesina a una persona para salvar a otra (en el mejor de los casos) o para vivir cómodamente.
Va contra el juramento hipocrático que los médicos deben hacer. Es un mal en sí mismo, pero no es un mal religioso al inicio: no, es un mal humano. Después, evidentemente, como es un mal humano cada asesinato es condenado.
En cambio, evitar el embarazo no es un mal absoluto. En ciertos casos, como en este, como en el que he nombrado de Pablo VI, era claro. También yo exhortaría a los médicos a que hagan de todo para encontrar también las vacunas contra estos mosquitos que contagian esta enfermedad. Sobre esto se debe trabajar.
Al
respecto, el director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, P. Federico
Lombardi, dijo a ACI Stampa –agencia en italiano del Grupo ACI– que “el Papa ha
distinguido fuertemente entre el aborto, un crimen, y la anticoncepción.
Recordando el ejemplo de Pablo VI, ha evidenciado que en casos de particular
gravedad una práctica, obviamente no abortiva, puede ser considerada”.
Normalmente,
si una pareja de esposos experimenta una razón grave para evitar el embarazo,
la Iglesia enseña que se puede hacer a través de la regulación natural de la
fertilidad, un proceso que involucra la identificación de los periodos fértiles
y la abstinencia de relaciones sexuales.
Moschella
dijo además que en el caso africano al que se refirió el Papa, la dispensa para
las monjas “no era realmente una excepción si es que se entiende la regla”.
El
caso en cuestión ocurrió a inicios de los 60’s, cuando el Vaticano otorgó una
dispensa a unas monjas en el Congo belga, para que tomaran anticonceptivos
orales, dado que corrían el peligro de ser violadas ante la violencia de
entonces.
“En
caso de violación, la persona que la sufre –desde la perspectiva moral– no se
ha involucrado en una relación sexual” ya que el abuso es “una violación del
cuerpo de la mujer sin su libre albedrío o aceptación de su parte”.
“En
ese sentido –continuó– el semen que se introdujo como resultado de la violación
es una intrusión ajena, no aceptada y no permitida voluntariamente en el cuerpo
de la mujer. Entonces es una intrusión violenta”.
Para
entender la distinción, dijo luego, se debe entender primero el propósito de la
sexualidad humana y por qué la Iglesia se opone a la anticoncepción.
“Lo
que el sexo significa, desde la perspectiva católica, es que una persona se
dona total y completamente a otra en un tipo de relación que se realiza en
tener y procrear hijos juntos”, explica.
“Y
si se hace mientras se previene intencionalmente la fertilidad, de algún modo
así se contradice lo que uno está haciendo con el cuerpo. Es como si se
asintiera para decir ‘sí’ con la cabeza mientras uno piensa ‘no’. Es como
mentir con el lenguaje del cuerpo”.
Como
resultado, la anticoncepción es inmoral porque viola la misma naturaleza del
sexo, teniendo relaciones sexuales sin la posibilidad natural del embarazo.
“Pero
esta situación –precisa Moschella– no ocurre cuando hay una violación. En caso
de violación, no hay sexo voluntario de parte de la mujer”.
Como
resultado, la anticoncepción se vería no como una medida anticonceptiva inmoral
que busca separar el aspecto unitivo del aspecto procreativo del sexo sino como
parte de un acto de autodefensa en el que la mujer busca resistir a la
situación.
Esto
también explica por qué algunas acciones –como el uso de espermicidas o los
intentos de demorar la ovulación si no ha ocurrido ya– pueden ser aceptables
incluso en casos de violación, siempre y cuando no involucren el riesgo de
matar a un embrión humano ya formado.
Todo
esto, precisó la experta, “es muy diferente” a la situación que rodea al virus
del zika.
“En
el caso del virus del zika, estamos hablando de mujeres que voluntariamente han
tenido relaciones sexuales y que luego usan anticonceptivos para prevenir que
esas relaciones sexuales sean fértiles. Y eso contradice el significado del
acto sexual, y eso involucra una falta de integridad que es dañina para la
persona y para la relación”, concluye la experta de la Catholic University of
America.
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