Revista
Proceso # 2051, 20 de febrero de 2016....
Juárez, sin
maquillaje/J. JESÚS ESQUIVEL
Alice
Driver quedó impactada en 2008 cuando vio el documental Señorita extraviada, el
cual retrataba los feminicidios de Ciudad Juárez. A partir de entonces la
escritora se obsesionó con el tema y no paró hasta llegar a la urbe
chihuahuense para estudiar el fenómeno. El resultado es el libro Más o menos
muerta, publicado el año pasado, donde se hacen evidentes la incompetencia de
las autoridades, la impunidad, los estereotipos que revictimizan a las
víctimas, así como la descalificación y la discriminación que rodean la
tragedia de los feminicidios en la frontera.
Recuerda
que Ciudad Juárez fue considerada durante tres años consecutivos (2009-2011) la
ciudad más violenta del mundo, fuera de una zona de guerra.
Para
su obra, Driver recopiló los testimonios de familiares de las víctimas del
feminicidio, de activistas, periodistas, investigadores, escritores, fotógrafos
y defensores de los derechos humanos que ayudan a las madres de las
desaparecidas en su casi estéril lucha ante unos gobiernos federal y local que
nada hacen para resolver esos crímenes.
En
su primera visita a Juárez se dedicó a conocer la ciudad y a platicar con el
fotógrafo Julián Cardona, quien con su trabajo le enseñó a la autora de Más o
menos muerta, una ciudad de cuya existencia sólo sabía por su mala reputación,
difundida en los medios de comunicación, en el cine y por los documentales.
La
imagen que se tenía de Juárez en 2010, cuando Driver viajó allá, era la de las
consecuencias fatales de la lucha militarizada contra el narcotráfico en el
sexenio de Felipe Calderón.
Esto
se percibe en lo que escribió al pisar la ciudad por primera vez: “Antes de
entrar a Juárez estaba nerviosa, tomando café y temblando… Ese año, el promedio
de asesinatos era de 12 por día en verano y de seis en invierno; estadística
que me hacía pensar sobre cuál era la relación entre el calor y la violencia”.
Reconoce
en el libro su incapacidad para entender la ciudad con una sola estancia:
“Cuando publiqué un artículo sobre Juárez, después de mi primera visita, cometí
el error de decir que los (policías) federales portaban rifles AK-47. Un
juarense rápidamente me corrigió, aclarando que los federales portan rifles G-3
y AR-15.
“No
sabía nada de armas, pero debí entender que la gente que vive en una ciudad
ocupada por los militares y federales las conoce íntimamente. Que podían ubicar
los puntos de revisión (retenes) controlados por la Policía Federal, por la
Policía Municipal y aquellos bajo control de las pandillas, en términos de las
armas. Hasta a un hombre vestido de civil, los juarenses pueden identificar
para quién trabaja y qué tipo de armas porta.”
Problema
subestimado
Con
un lenguaje crudo pero eficaz, Más o menos muerta ayuda a entender la magnitud
del asesinato de mujeres en Juárez y la forma en la cual la sociedad mexicana
ha subestimado el problema.
“Hablar
del feminicidio es hablar de la violencia contra las mujeres en todas sus
manifestaciones, y en Juárez la visibilidad de todas esas manifestaciones es la
desaparición. Cuando una mujer es asesinada, el cuerpo no siempre aparece.”
Con
un doctorado en estudios hispanoamericanos por la Universidad de Kentucky, y un
posdoctorado en humanidades por la UNAM, la autora hace una acotación
importante para describir su trabajo: “Este libro es sobre los métodos en los
que esos cuerpos, identificados o sin identificar, han sido representados en la
literatura, en filmes y en el arte”.
Más
o menos muerta no se concentra en las estadísticas, aunque las toma en cuenta.
El libro es una alternativa para que, de manera más simple y directa, los
lectores entiendan el grave problema del feminicidio que afecta a Juárez y por
ende a los mexicanos.
“Ningún
número exacto cuantifica la desaparición de mujeres y niñas en Juárez… Hay
estimaciones (sobre los feminicidios), pero también están los rostros que
observas; los de las mujeres que salen a las calles para protestar, los de las
hijas desaparecidas plasmados en camisetas o en carteles cubriendo sus
cuerpos”, se lee en el trabajo de Driver.
La
investigación para la elaboración del libro se inició en 2008. Driver llevó a
cabo decenas de entrevistas. Analizó el debate que pretende ponerle una fecha
al inicio de los feminicidios en Juárez. Habla de que hay quienes sostienen que
el feminicidio comenzó en 1993, otros que en 1991 o 1992. “Estadísticas
confiables sobre los inicios del feminicidio son difíciles de encontrar”,
concluye Driver, quien como ejemplo de esto establece que ni el gobierno ni las
agrupaciones no gubernamentales se atreven a ponerle fecha.
Citando
los números recogidos de manera independiente por Julia Estela Monárrez
Fragoso, investigadora de El Colegio de la Frontera Norte, Driver indica que
“entre el 1 de enero de 1993 y el 15 de noviembre de 2012 se registraron en
Ciudad Juárez 1481 asesinatos de mujeres y niñas”. De éstos, 217 fueron casos
de feminicidios relacionados con las violencia doméstica e intrafamiliar, 233
fueron crímenes sexuales y 706 están relacionados con el narcotráfico.
En
la definición de su trabajo de campo, al visitar Juárez y conocer de primera
mano la realidad, Driver hace una distinción importante sobre lo que a escala
internacional y nacional se ha escrito sobre esa ciudad tan castigada por la
violencia y la impunidad.
“Las
discusiones sobre Juárez son importantes, porque regularmente los académicos
estudian desde lejos la realidad de Juárez… hasta ahora las perspectivas,
aunque en ocasiones se superponen; ofrecen un rico y variado análisis de los
feminicidios en Juárez.”
El
libro se opone a la descalificación social que con frecuencia se hace de las
víctimas, a quienes con mucha insistencia y sin sustento se relaciona con la
prostitución.
“Las
víctimas del feminicidio y sus familias han sido marcadas por un discurso
público y omnipresente respecto de la sexualidad femenina, un discurso que ha
reaparecido en muchos trabajos de producción cultural. Con regularidad a las
víctimas del feminicidio se les critica por ser prostitutas, y a la violación y
mutilación de sus cuerpos se les implica como el resultado de su profesión o
estilo de vida”, subraya Driver.
La
investigadora hace otra dolorosa observación: “Ser una trabajadora sexual es
tan ofensivo entre la sociedad, como la misma violación o el asesinato de una
mujer”.
Este
resumen académico y social de la escritora estadunidense denuncia el
estereotipo al que se recurre para ignorar la magnitud del problema de los
feminicidios en Juárez: “La prensa y otros productores de trabajos culturales
recurren a presentar imágenes de mujeres desnudas, violadas, de cuerpos
mutilados, como si de eso se pudiera extraer una confesión del mismo cuerpo en
este sentido”.
Los
estereotipos
Para
escribir Más o menos muerta Driver dedicó dos años al estudio del significado
del término feminicidio. Sus conclusiones se desprenden de la perspectiva del
funcionamiento de una sociedad avasallada por el crimen, en este caso la de
Ciudad Juárez, que ya se acostumbró a los muertos y a los crímenes contra las
mujeres que las autoridades no han podido, no han querido o no se atreven a
resolver.
“La
magnitud de la violencia subraya la complejidad para definir al feminicidio y
para separar las causas de los asesinatos de las mujeres de la violencia que
afecta a todos los ciudadanos”, matiza la obra premiada en Estados Unidos.
Driver
escribe que “en muchos de los casos de feminicidio que han sido resueltos y,
según las autoridades, han estado implicados y por ello encarcelados los
esposos o algún familiar de las víctimas (…) el sexo es un emplazamiento de
poder en el debate sobre el feminicidio en Juárez, y la sexualidad es utilizada
como arma para destruir y desacreditar a las víctimas del feminicidio. Los
familiares pasan mucho tiempo intentando proteger la imagen o memoria de las
víctimas para evitar que sean acusadas en referencia a su sexualidad”.
Respaldada
por sus investigaciones y las entrevistas que llevó a cabo para el libro,
Driver considera que a los feminicidios de Juárez se les debe separar del tráfico
de drogas y del poder que ejercen sobre la ciudad los cárteles del
narcotráfico. Esto, pese a que el consumo de narcóticos entre mujeres y su
participación en el trasiego de drogas se ha incrementado en los últimos 20
años.
Las
películas, novelas y programas televisivos que se han hecho sobre el asesinato
de mujeres en Juárez, según Driver, han hecho que crezcan las teorías sin
fundamento sobre estos asesinatos.
“Como
en el cine –refiere–, gran parte de la ficción y los trabajos que no son
ficción sobre los feminicidios, explotan el estereotipo y los mitos sobre los
mismos.”
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