21 feb 2016

Juárez, sin maquillaje/

Revista Proceso # 2051, 20 de febrero de 2016....
Juárez, sin maquillaje/J. JESÚS ESQUIVEL
Alice Driver quedó impactada en 2008 cuando vio el documental Señorita extraviada, el cual retrataba los feminicidios de Ciudad Juárez. A partir de entonces la escritora se obsesionó con el tema y no paró hasta llegar a la urbe chihuahuense para estudiar el fenómeno. El resultado es el libro Más o menos muerta, publicado el año pasado, donde se hacen evidentes la incompetencia de las autoridades, la impunidad, los estereotipos que revictimizan a las víctimas, así como la descalificación y la discriminación que rodean la tragedia de los feminicidios en la frontera.
 WASHINGTON.- Hasta hace ocho años Alice Driver no tenía idea de la tragedia que las mujeres vivían día a día en Ciudad Juárez. La escritora, cineasta y fotógrafa radicada en Kentucky vio entonces el documental Missing young woman (Señorita extraviada, Canadá, 2001), de Lourdes Portillo, y ya no pudo vivir tranquila: viajó al norte chihuahuense para tratar de entender los motivos y los sótanos del fenómeno.
 El resultado fue Más o menos muerta, nombrado “mejor libro de política exterior de 2015”, donde Driver detalla la incompetencia, la impunidad, los estereotipos, la descalificación y la discriminación como factores que prevalecen en los casos de los miles de feminicidios cometidos en Ciudad Juárez.
 Más o menos muerta (The University of Arizona Press, 2015) es una obra para entender los fenómenos y realidades de uno de los problemas sociales y criminales que más han afectado Ciudad Juárez.
 Driver describe su libro como una “teoría académica” y “un análisis” sobre cientos de asesinatos, desapariciones, violaciones y ejecuciones en Juárez, antes y después del punto más efervescente del tráfico de drogas en esa ciudad fronteriza.

 “Nunca había estado en la frontera, pero el documental me llevó hasta allá. Me obligó a tratar de entender las condiciones que producían la falta de una solución a esa violencia”, dice en su libro.

Recuerda que Ciudad Juárez fue considerada durante tres años consecutivos (2009-2011) la ciudad más violenta del mundo, fuera de una zona de guerra.

Para su obra, Driver recopiló los testimonios de familiares de las víctimas del feminicidio, de activistas, periodistas, investigadores, escritores, fotógrafos y defensores de los derechos humanos que ayudan a las madres de las desaparecidas en su casi estéril lucha ante unos gobiernos federal y local que nada hacen para resolver esos crímenes.

En su primera visita a Juárez se dedicó a conocer la ciudad y a platicar con el fotógrafo Julián Cardona, quien con su trabajo le enseñó a la autora de Más o menos muerta, una ciudad de cuya existencia sólo sabía por su mala reputación, difundida en los medios de comunicación, en el cine y por los documentales.

La imagen que se tenía de Juárez en 2010, cuando Driver viajó allá, era la de las consecuencias fatales de la lucha militarizada contra el narcotráfico en el sexenio de Felipe Calderón.

Esto se percibe en lo que escribió al pisar la ciudad por primera vez: “Antes de entrar a Juárez estaba nerviosa, tomando café y temblando… Ese año, el promedio de asesinatos era de 12 por día en verano y de seis en invierno; estadística que me hacía pensar sobre cuál era la relación entre el calor y la violencia”.

Reconoce en el libro su incapacidad para entender la ciudad con una sola estancia: “Cuando publiqué un artículo sobre Juárez, después de mi primera visita, cometí el error de decir que los (policías) federales portaban rifles AK-47. Un juarense rápidamente me corrigió, aclarando que los federales portan rifles G-3 y AR-15.

“No sabía nada de armas, pero debí entender que la gente que vive en una ciudad ocupada por los militares y federales las conoce íntimamente. Que podían ubicar los puntos de revisión (retenes) controlados por la Policía Federal, por la Policía Municipal y aquellos bajo control de las pandillas, en términos de las armas. Hasta a un hombre vestido de civil, los juarenses pueden identificar para quién trabaja y qué tipo de armas porta.”

Problema subestimado

Con un lenguaje crudo pero eficaz, Más o menos muerta ayuda a entender la magnitud del asesinato de mujeres en Juárez y la forma en la cual la sociedad mexicana ha subestimado el problema.

“Hablar del feminicidio es hablar de la violencia contra las mujeres en todas sus manifestaciones, y en Juárez la visibilidad de todas esas manifestaciones es la desaparición. Cuando una mujer es asesinada, el cuerpo no siempre aparece.”

Con un doctorado en estudios hispanoamericanos por la Universidad de Kentucky, y un posdoctorado en humanidades por la UNAM, la autora hace una acotación importante para describir su trabajo: “Este libro es sobre los métodos en los que esos cuerpos, identificados o sin identificar, han sido representados en la literatura, en filmes y en el arte”.

Más o menos muerta no se concentra en las estadísticas, aunque las toma en cuenta. El libro es una alternativa para que, de manera más simple y directa, los lectores entiendan el grave problema del feminicidio que afecta a Juárez y por ende a los mexicanos.

“Ningún número exacto cuantifica la desaparición de mujeres y niñas en Juárez… Hay estimaciones (sobre los feminicidios), pero también están los rostros que observas; los de las mujeres que salen a las calles para protestar, los de las hijas desaparecidas plasmados en camisetas o en carteles cubriendo sus cuerpos”, se lee en el trabajo de Driver.

La investigación para la elaboración del libro se inició en 2008. Driver llevó a cabo decenas de entrevistas. Analizó el debate que pretende ponerle una fecha al inicio de los feminicidios en Juárez. Habla de que hay quienes sostienen que el feminicidio comenzó en 1993, otros que en 1991 o 1992. “Estadísticas confiables sobre los inicios del feminicidio son difíciles de encontrar”, concluye Driver, quien como ejemplo de esto establece que ni el gobierno ni las agrupaciones no gubernamentales se atreven a ponerle fecha.

Citando los números recogidos de manera independiente por Julia Estela Monárrez Fragoso, investigadora de El Colegio de la Frontera Norte, Driver indica que “entre el 1 de enero de 1993 y el 15 de noviembre de 2012 se registraron en Ciudad Juárez 1481 asesinatos de mujeres y niñas”. De éstos, 217 fueron casos de feminicidios relacionados con las violencia doméstica e intrafamiliar, 233 fueron crímenes sexuales y 706 están relacionados con el narcotráfico.

En la definición de su trabajo de campo, al visitar Juárez y conocer de primera mano la realidad, Driver hace una distinción importante sobre lo que a escala internacional y nacional se ha escrito sobre esa ciudad tan castigada por la violencia y la impunidad.

“Las discusiones sobre Juárez son importantes, porque regularmente los académicos estudian desde lejos la realidad de Juárez… hasta ahora las perspectivas, aunque en ocasiones se superponen; ofrecen un rico y variado análisis de los feminicidios en Juárez.”

El libro se opone a la descalificación social que con frecuencia se hace de las víctimas, a quienes con mucha insistencia y sin sustento se relaciona con la prostitución.

“Las víctimas del feminicidio y sus familias han sido marcadas por un discurso público y omnipresente respecto de la sexualidad femenina, un discurso que ha reaparecido en muchos trabajos de producción cultural. Con regularidad a las víctimas del feminicidio se les critica por ser prostitutas, y a la violación y mutilación de sus cuerpos se les implica como el resultado de su profesión o estilo de vida”, subraya Driver.

La investigadora hace otra dolorosa observación: “Ser una trabajadora sexual es tan ofensivo entre la sociedad, como la misma violación o el asesinato de una mujer”.

Este resumen académico y social de la escritora estadunidense denuncia el estereotipo al que se recurre para ignorar la magnitud del problema de los feminicidios en Juárez: “La prensa y otros productores de trabajos culturales recurren a presentar imágenes de mujeres desnudas, violadas, de cuerpos mutilados, como si de eso se pudiera extraer una confesión del mismo cuerpo en este sentido”.

Los estereotipos

Para escribir Más o menos muerta Driver dedicó dos años al estudio del significado del término feminicidio. Sus conclusiones se desprenden de la perspectiva del funcionamiento de una sociedad avasallada por el crimen, en este caso la de Ciudad Juárez, que ya se acostumbró a los muertos y a los crímenes contra las mujeres que las autoridades no han podido, no han querido o no se atreven a resolver.

“La magnitud de la violencia subraya la complejidad para definir al feminicidio y para separar las causas de los asesinatos de las mujeres de la violencia que afecta a todos los ciudadanos”, matiza la obra premiada en Estados Unidos.

Driver escribe que “en muchos de los casos de feminicidio que han sido resueltos y, según las autoridades, han estado implicados y por ello encarcelados los esposos o algún familiar de las víctimas (…) el sexo es un emplazamiento de poder en el debate sobre el feminicidio en Juárez, y la sexualidad es utilizada como arma para destruir y desacreditar a las víctimas del feminicidio. Los familiares pasan mucho tiempo intentando proteger la imagen o memoria de las víctimas para evitar que sean acusadas en referencia a su sexualidad”.

Respaldada por sus investigaciones y las entrevistas que llevó a cabo para el libro, Driver considera que a los feminicidios de Juárez se les debe separar del tráfico de drogas y del poder que ejercen sobre la ciudad los cárteles del narcotráfico. Esto, pese a que el consumo de narcóticos entre mujeres y su participación en el trasiego de drogas se ha incrementado en los últimos 20 años.

Las películas, novelas y programas televisivos que se han hecho sobre el asesinato de mujeres en Juárez, según Driver, han hecho que crezcan las teorías sin fundamento sobre estos asesinatos.

“Como en el cine –refiere–, gran parte de la ficción y los trabajos que no son ficción sobre los feminicidios, explotan el estereotipo y los mitos sobre los mismos.”

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