Texto
completo del papa Francisco en el ángelus del 21 de febrero de 2016
El
viaje a México, la abolición de la pena de muerte y el rosario de la
‘Misericordina’ fueron los temas tratados por el Papa
Angelus
En La Plaza De San Pedro, Antes De La Distribución De La 'Misericordina'
El
papa Francisco con motivo de la oración del ángelus que presidió este domingo desde
la ventana de su estudio que da a la Plaza de San Pedro, recordó su viaje a
México y las bendiciones de la Virgen de Guadalupe, a los pies de los cuales
contemplara y dejarse “mirar por Aquella que lleva impresos en sus ojos las
miradas de todos sus hijos y recoge los dolores por las violencias, los
secuestros, los asesinatos, las violencias contra tanta pobre gente, de tantas
mujeres”.
Después
de rezar la oración del ángelus, exhortó a que la pena de muerte sea
definitivamente abolida y que en particular en este Año de la Misericordia no
se ejecuten personas.
Concluyó
señalando que los voluntarios acompañados por ‘sin techo’, prófugos y
religiosos repartían el santo rosario en una confección tipo remedio, con el
nombre de ‘Misericordina’.
A
continuación el texto completo.
“Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El
viaje apostólico que he realizado los días pasados en México ha sido para todos
nosotros una experiencia de transfiguración. ¿Cómo ha sido posible?
El
Señor nos ha mostrado la luz de su gloria a través del cuerpo de su Iglesia, de
su pueblo santo que vive en esa tierra. Un cuerpo tantas veces herido, un
pueblo tantas veces oprimido, despreciado, violado en su dignidad. De hecho los
diversos encuentros vividos en México fueron llenos de luz: la luz de la fe que
transfigura los rostros e ilumina el camino.
El
“baricentro” espiritual de mi peregrinación ha sido el Santuario de Nuestra
Señora de Guadalupe. Quedarme en silencio delante a la imagen de la Madre era
lo que me había propuesto antes de todo. Y agradezco a Dios que me lo ha
concedido. He contemplado y me he dejado mirar por Aquella que lleva impresos
en sus ojos las miradas de todos sus hijos y recoge los dolores por las
violencias, los secuestros, los asesinatos, las violencias contra tanta pobre
gente, de tantas mujeres.
Guadalupe
es el santuario mariano más frecuentado del mundo. De toda América van allí a
rezar donde la Virgen Morenita se mostró al indio san Juan Diego, dando inicio
a la evangelización del continente y a su nueva civilización, fruto del
encuentro entre diversas culturas.
Esta
es justamente la herencia que el Señor nos ha entregado en México: custodiar la
riqueza de la diversidad y, al mismo tiempo, manifestar la armonía de la fe
común: una fe sincera y robusta, acompañada por una gran carga de vitalidad y
de humanidad.
Como
mis predecesores, también yo fui para confirmar la fe del pueblo mexicano, pero
contemporáneamente a ser confirmado; he recogido a manos llenas este don para
que vaya como beneficio de la Iglesia universal.
Un
ejemplo luminoso de lo que estoy diciendo fue dado por las familias: las
familias mexicanas me han recibido con alegría en cuanto mensajero de Cristo,
pastor de toda la Iglesia; pero ellos a su vez me han dado testimonios límpidos
y fuertes, testimonios de fe vivida, de fe que transfigura la vida, y esto para
edificar a todas las familias cristianas del mundo. Y lo mismo se puede decir
sobre los jóvenes, los consagrados, los sacerdotes, los trabajadores y los
encarcelados.
Por
lo tanto doy gracias al Señor y a la Virgen de Guadalupe por el don de esta
peregrinación. Además agradezco al presidente de México y a las demás
autoridades civiles por la calurosa recepción; y agradezco vivamente a mis
hermanos en el episcopado y a todas las personas que de diversas maneras han
colaborado.
Una
alabanza, alabanza especial elevamos a la Santísima Trinidad por haber querido
que en esta ocasión se realizara en Cuba el encuentro entre el Papa y el
Patriarca de Moscú y de toda Rusia, el querido hermano Kirill; un encuentro muy
deseado incluso por mis predecesores. También este evento es una luz profética
de resurrección, de la cual hoy el mundo necesita más que nunca. La Santa Madre
de Dios siga a guiarnos en el camino de amistad y de la unidad. Y recemos a la
Virgen de Cazán. El patriarca Kirill me ha regalado un ícono de la Virgen de
Kazán: recemos juntos un Ave María. Ave Maria llena eres…”
Después
el Papa reza la oración del ángelus. Y a continuación dice:
“Queridos
hermanos y hermanas, mañana lunes inicia en Roma un congreso internacional que
se titula “Por un mundo sin pena de muerte”, promovido por la Comunidad San
Egidio. Deseo que el congreso pueda dar un nuevo impulso al empeño para la
abolición de la pena de muerte.
Una
señal de esperanza está constituida por el desarrollo en la opinión pública, de
una contrariedad cada vez mayor hacia la pena de muerte, incluso solo como
instrumento de legítima defensa social. De hecho las sociedades modernas tienen
la posibilidad de reprimir eficazmente el crimen sin quitar definitivamente a
quien lo cometió la posibilidad de redimirse.
El
problema va encuadrado en la óptica de una justicia penal que sea cada vez más
conforme a la dignidad del hombre y al designio del Dios para el hombre y la
sociedad. Y también a una justicia penal abierta a la esperanza del
reintegrarse en la sociedad. El mandamiento ‘no matarás’, tiene valor absoluto
y se refiere sea al culpable que al inocente.
El
Jubileo Extraordinario de la Misericordia es una ocasión propicia para promover
en el mundo formas cada vez más maduras de respeto de la vida y de la dignidad
de cada persona. Porque incluso el criminal tiene el derecho inviolable a la
vida, don de Dios.
Hago
un llamamiento a la conciencia de los gobernantes, para que se llegue a un
consenso internacional destinado a abolir la pena de muerte. Y a quienes entre
ellos son católicos que cumplan un gesto de coraje y ejemplar: que ninguna
condena sea aplicada en este Año Santo de la Misericordia.
Todos
los cristianos y hombres de buena voluntad están llamados hoy a trabajar para
abolir la pena de muerte, pero también para mejorar las condiciones de las
cárceles, en el respeto de la dignidad humana de las personas privadas de su
libertad.
Dirijo
un cordial saludo a las familias, a los grupos parroquiales y a las
asociaciones y a todos los peregrinos de Roma, de Italia y de los diversos
países. Saludo a los fieles de Sevilla, Cádiz, Ceuta; a los de Trieste, Corato
y Turín. Un pensamiento particular dirijo a la comunidad Juan XXIII, fundada
por el siervo de Dios, don Oreste Benzi, que el viernes próximo promoverá por
las calles del centro de Roma una Vía Crucis de solidaridad y oración por las
mujeres víctimas de la trata de personas.
La
cuaresma es un tiempo propicio para realizar un camino de conversión que tiene
como centro la misericordia. Por ello he pensado de regalarles a quienes están
aquí en la plaza una medicina espiritual, llamada ‘Misericordina’. Una vez ya
lo hemos hecho, pero esta es de mejor calidad, esta es la ‘Misericordina –
Plus’, una cajita que contiene la corona del rosario y una imagencita de Jesús
Misericordioso. Ahora la distribuirán los voluntarios entre los cuales hay
pobres, ‘sin techo’, prófugos y también religiosos. Reciban este don como una
ayuda espiritual para difundir especialmente en este año de la misericordia el
perdón y la hermandad. Les deseo a todos un buen domingo. Y por favor no se
olviden de rezar por mi. Que tengan un buen almuerzo, y hasta la próxima”.
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