El
recuento apuntala la victoria por la mínima de Kuczynski en Perú
Los
datos al 92% reducen la diferencia a 0,6 puntos. Fujimori aún no admite la
derrota
CARLOS
E. CUÉ y JACQUELINE
FOWKS
El Pais, Lima
6 JUN 2016 - 09:55
El
recuento en Perú parece confirmar la inesperada derrota por la mínima de la
derechista Keiko Fujimori y la victoria del liberal Pedro Pablo Kuczynski
(PPK). Los datos ya al 92% apuntan que los Fujimori han repetido su fracaso de
2011, cuando se quedaron sin la victoria en la recta final frente a Ollanta
Humala. De nuevo la ola de antifujimorismo del final de la campaña, en este
caso con un respaldo de última hora de la izquierda al liberal Kuczynski para
frenar a Fujimori, parecen haber tenido un efecto sorprendente. Con el 92% del
escrutinio oficial, el exministro de Economía de Alejandro Toledo lograba un
50,3% frente al 49,7% de la hija del autócrata que gobernó Perú entre 1990 y 2000.
Sin embargo, los fujimoristas se negaban a reconocer la derrota a la espera de
un vuelco con los últimos datos del interior, más fujimorista. De hecho, la
diferencia se fue acortando ligeramente durante toda la noche hasta quedar casi
en medio punto, un suspiro.
En
un ambiente de gran tensión con diferencias muy escasas y cierto miedo al
fraude, Kuczynski compareció ante sus fieles con una expresión de inquietud muy
contenida. "No hemos ganado todavía, para eso hay que esperar los
resultados oficiales. Tenemos que ser vigilantes para que no nos roben los
votos en la mesa. Pero estoy seguro que la ONPE [la organización electoral]
saldrá mañana en la noche con su veredicto a favor de la democracia. Tendremos
un país democrático. Por eso tomamos estos veredictos oficiales con optimismo
pero con modestia. Nosotros aborrecemos la dictadura y amamos el diálogo",
aseguró el candidato. Y a partir de ahí llamó al diálogo, imprescindible porque
está en minoría en el Congreso. "Somos conciliadores, a pesar de los que
nos dicen vamos a poder gobernar el Perú hacia un horizonte brillante y mejor.
Vamos a conversar con todos. No más pullas ni enfrentamientos".
La
tensión creciente de la noche quedó aún más clara cuando poco después habló
Keiko Fujimori y, lejos de reconocer la derrota, se dio por ganadora y confió
en que se confirmara su victoria cuando empezaran a llegar los votos del
interior. "Nos llena de orgullo saber que contamos con el 50% de respaldo
de la población", aseguró. "Es un voto ajustado, pero vemos la vitalidad
de la democracia de nuestro país. Las cifras que vemos en la televisión nos
muestran un empate técnico. Vamos a esperar con prudencia, toda la noche
llegarán los votos de las regiones y el voto rural del Perú profundo. Por eso
estamos optimistas. Hoy hemos dicho no queremos odio, queremos unidad y
reconciliación. Estamos contentos rumbo a la victoria", clamó.
Fujimori
centró su campaña en la inseguridad buscando el voto de los pobres y hace solo
una semana parecía imparable camino de la victoria, con 5 o 7 puntos de ventaja
sobre PPK. Pero el candidato dio un giro radical a su campaña, endureció sus
ataques, y sobre todo se subió en la ola de antifujimorismo alentada por la
izquierda y por los escándalos que afectaron al partido de Keiko, cuando su
secretario general tuvo que dejar el primer plano por una investigación de la
agencia antidrogas de EE UU, la DEA.
Fujimori
parece ver como se le esfuma una victoria que tenía hecha sobre todo con el
voto de los pobres, que apostaban por ella empujados por la desesperación de la
inseguridad y la sensación de desprotección. En el centro de votación del
colegio Leoncio Prado, en el barrio de Pamplona alta, muy cerca de una barriada
de chabolas donde Keiko arrasa, esa realidad salta a la vista. Los vecinos han
cerrado sus propias calles con enormes verjas, para protegerse de los ladrones.
Cada habitante de esas casas bajas, explica Maribel, que tiene un puesto de
comida, tiene llaves de la valla. Los coches no pueden circular en ningún
momento y por la noche se cierra por completo incluso el paso a las personas.
“Como la municipalidad no nos cuida lo hacemos nosotros, es por los
pandilleros”, cuenta. En Lima casi todas las casas de los barrios de clase
media tienen vallas electrificadas y en todos los cafés y restaurantes hay
correas bajo la mesa para enganchar el bolso y evitar robos. La inseguridad es
un asunto central, sobre todo para los más pobres, que la sufren más.
“Vecinos
unidos contra el robo. Se prohíbe el ingreso de delincuentes. Se dará captura y
castigo en la ronda vecinal”, señala un cartel en otra calle del barrio cerrada
por los vecinos, que da idea de esa autogestión. Es en ese ambiente donde ha
crecido el fujimorismo y sus propuestas de mano dura. Sin embargo, incluso
aquí, en territorio fujimorista, hay gente como Alicia que votará a PPK “porque
tiene más experiencia [77 años frente a los 41 de Keiko]”, señala en el colegio
después de votar. “La gente de las invasiones [barrios de chabolas que se
instalan en un cerro] vota a Fujimori porque están agradecidos por la leche que
les dan por la mañana y los comedores que tienen. Pero yo voy a apoyar a PPK
por el bien del país”, sentencia Teodulfo.
En
el colegio electoral en la universidad privada Ricardo Palma, en un barrio
limeño de clase media, los dos jóvenes que están a la puerta realizando los
sondeos a pie de urna para dos encuestadoras diferentes señalan que “está muy
parejo”. Lima es clave porque en esta megaurbe reside un tercio de los casi 23
millones de peruanos llamados a votar. Y es donde está más fuerte PPK, que ha
recibido un apoyo inestimable de la líder de la izquierda, Verónika Mendoza, y
gracias a ella está logrando entrar en los barrios pobres de Lima y en el sur
del país, donde por sí mismo no tendría ninguna fuerza. Los primeros datos
indicaban que PPK ganó en Lima y en el sur, precisamente gracias a los votos de
Mendoza.
“Desde
el lunes haremos una oposición vigilante”, señalaba Mendoza después de votar en
Cusco, su tierra. Ella ha dejado claro que apoya al liberal PPK solo para
evitar que gane Keiko, pero luego será su opositora. Ese es otro de los grandes
problemas. Si PPK da la sorpresa y se alza con el triunfo en esta segunda
vuelta, se encontrará con un Congreso controlado por los Fujimori. Algunos
analistas creen que muchos parlamentarios fujimoristas se aliarían con PPK y
además auguran que si Keiko pierde por segunda vez se abrirá una guerra
familiar con su hermano Kenji, que aspira a sucederla, y que solo el padre
encarcelado podría dirimir. Para confirmar ese análisis, Kenji hizo un gesto
claro de distancia con su hermana y no acudió a votar. En cualquier caso el de
PPK sería un Gobierno con dificultades parlamentarias.
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