Los documentos judiciales, a los que ha tenido acceso EL PAÍS, relatan el infierno que vivieron los inmigrantes en el vehículo que los llevó de México a EE UU. Hay 10 muertos
ANTONIETA CÁDIZ
El camión en el que viajaban los inmigrantes indocumentados RAY WHITEHOUSE REUTERS
James Matthew Bradley Jr. abrió las puertas del camión y la tragedia afloró. “Los cuerpos estaban inertes sobre el suelo como si fueran carne”, reconoció ante la policía el conductor del camión en el que fueron descubiertos el domingo en Texas decenas de inmigrantes indocumentados al borde de la asfixia. 10 de ellos murieron.
Cuando abrió las puertas del camión en pleno San Antonio, los 39 indocumentados en su interior estaban luchando por sobrevivir bajo una temperatura cercana a los 65 grados. Ocho personas habían muerto cuando el conductor paró poco antes en un estacionamiento. Dos más fallecieron en hospitales. Hay 15 personas en estado crítico por daño cerebral por la exposición al calor, falta de oxígeno o deshidratación.
Los documentos judiciales, a los que ha tenido acceso EL PAÍS, revelan un viaje infernal. Uno de los inmigrantes mexicanos a bordo fue descrito en el informe de los investigadores federales como J.M.M-J. Cuando abordó el camión en un lugar indeterminado de la frontera, habían pasado varios días desde que salió de Aguascalientes (México) con destino a San Antonio. Pagó 5.500 dólares.
A las 9.00 de la mañana del pasado sábado, una camioneta lo llevó, junto a otras 28 personas, hasta el camión que conducía Bradley, de 60 años y que se enfrenta a cargos que le pueden acarrear la pena de muerte o la cadena perpetua. Eran los últimos en abordar. Había cerca de 70 individuos en su interior y con ellos habían completado el grupo que llevaría a San Antonio.
A.L.V., otro de los inmigrantes que viajaba en el camión, declaró a agentes federales que estaba con un grupo de 24 personas, con quienes se escondió en una casa de seguridad en Laredo (Texas) durante 11 días. “Cuando llegué al tráiler había 70 personas en su interior y hacía mucho calor”, explicó.
H.L.C. —el último testigo incluido en el documento— describió un grupo más grande: de 170 a 200 personas. El inmigrante recorrió la frontera a través Laredo. Había pagado 60.000 pesos mexicanos, unos 3.300 dólares, por cruzar a Estados Unidos.
Una oscuridad completa invadió el tráiler cuando los traficantes cerraron las puertas. Ya hacía calor en su interior. Sin comida ni agua las horas transcurrieron lentas, mientras aumentaba la desesperación. Los inmigrantes comenzaron a hacer ruido para llamar la atención del conductor, pero nadie respondió.
J.M.M-J aseguró que a las 9.00 de la noche del sábado alguien abrió la puerta del camión y les dijo que se irían. Le entregaron a cada grupo colores diferentes para que los traficantes pudieran identificarlos. “El hombre les dijo que el camión tenía refrigeración y no había nada de qué preocuparse”, detalló la declaración.
El inmigrante recordó que durante la primera hora de viaje todos parecían estar bien. “Pero luego algunas personas comenzaron a tener problemas para respirar y otros se desmayaron. La gente comenzó a golpear las paredes para alertar al conductor, pero nunca paró”, revela el texto judicial. “Había un hoyo en la pared del camión y los inmigrantes tomaron turnos para respirar por él”.
J.M.M-J aseguró que de golpe el camión frenó y varios de los pasajeros cayeron abruptamente al suelo. Alguien, a quien no identificó, abrió las puertas. En pocos minutos, varios inmigrantes se subieron a seis todoterrenos negros. Los vehículos se fueron inmediatamente.
Los que quedaron atrás siguieron en el camión, pero no está claro cuánto tiempo pasó hasta que el conductor finalmente abrió las puertas. Y reveló el horror que ha golpeado al país entero reavivando uno de los debates más agrios en Estados Unidos: el cruce ilegal de indocumentados y la política inmigratoria del país.
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ANTONIETA CÁDIZ
Houston 24 JUL 2017 - 17:34 CDT
El conductor, James Mathew Bradley Jr., de 60 años, llega al juzgado de San Antonio. AP
James Bradley Jr, el conductor del camión en el que fueron descubiertos este domingo en Texas decenas de inmigrantes al borde de la asfixia, se enfrenta a cargos que le pueden acarrear la pena de muerte o la cadena perpetua. Ocho cadáveres fueron hallados en el camión y dos inmigrantes más murieron posteriormente en el hospital. Entre los fallecidos había mexicanos.
En su comparecencia ante el juez, Bradley ha sido acusado de un delito de tráfico de extranjeros con fines comerciales con resultado de muerte de diez personas. "Pena: máximo periodo de cárcel, pena de muerte o cadena perpetua", concluye el documento judicial. En anteriores casos, los conductores de camiones de la muerte han acabado siendo condenados a penas de más de 30 años.
Cuando llegaron los servicios de emergencia, había 39 personas en el camión. Fueron evacuadas por una exposición prolongada al calor, que en el interior del vehículo alcanzó 65 grados Celsius, según las autoridades locales. El camión no tenía ventilación. 17 personas se encontraban en estado crítico cuando fueron trasladadas a siete hospitales locales. Dos fallecieron.
Don Filey, director de comunicaciones de University Health System aseguró a EL PAÍS que recibieron a siete víctimas de las tragedia. Dos fueron dadas de alta y cuatro permanecen ahí. “Su condición varía entre buena y crítica”, señaló.
En la declaración de Bradley a la unidad de Investigaciones de Seguridad Nacional (HSI) del Servicio de Control de Inmigración y Aduana (ICE), el conductor dijo que no sabía que el camión tenía personas en su interior. Insistió en que venía viajando desde Laredo, Texas, luego de haber mandado a lavar y encerar el vehículo. Especificó que el propósito del viaje era entregar el camión a su nuevo dueño en Brownsville. Bradley no es el propietario del camión.
En el documento presentado a la corte, el gobierno detalló que cuando llegó al Walmart de San Antonio, Bradley dijo que “salió del camión para orinar y escuchó golpes en la parte de atrás del vehículo". Explicó que abrió las puertas y se sorprendió "al ver toda la gente que hablaba español”. “Bradley declaró que sabía que el sistema de refrigeración del camión no funcionaba y que los hoyos de ventilación estaban tapados”, detalló el escrito.
Uno de los inmigrantes que viajaba en el camión declaró que no les dieron comida ni agua y que en total había cerca de 70 personas dentro. Bradley estaba trabajando para la compañía Pyle Transportation, una firma de Schaller, Iowa. El dueño Brian Pyle dijo a The Washington Post que el conductor operaba de forma independiente de su compañía.
“Este era su primer viaje. Es algo común en esta industria. Tiene mi nombre en su camión y yo pago por su seguro. Él toma sus propias decisiones y compra su combustible”, afirmó Pyle, quien enfatizó que no sabía lo que Bradley transportaba.
Amy Fischer, vocera de la organización Raíces que da defensa legal a indocumentados, aseguró que ofrecieron asistencia a los inmigrantes y que ICE no está dando ningún tipo de información respecto a dónde están las víctimas que han salido de los hospitales.
En 2016, Inmigración abrió 2.110 investigaciones por tráfico de personas que resultaron en 1.522 condenas. El camión de San Antonio no es un caso aislado. Agentes de la patrulla fronteriza en Laredo (Texas) han reportado un incremento en el número de casos de tráfico humano en camiones durante las últimas semanas. El 19 de junio descubrieron a 44 nacionales de México y Guatemala encerrados sin ventilación en un vehículo parecido en el cruce fronterizo. Además, el 7 de julio 72 migrantes de México, Ecuador, Guatemala y El Salvador fueron hallados dentro de otro camión, y al día siguiente fueron descubiertos 33 de México y Guatemala.
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