El Debate, 24 de julio de 2017
Fuentes del más alto nivel nos confirman que el actual mandatario estatal y su antecesor solo se han visto en dos ocasiones durante este año
A los expertos en política ficción, que atribuyen el dictamen legislativo favorable de las cuentas públicas de Mario López Valdez a un «pacto» con el gobernador Quirino Ordaz Coppel (pero sobre todo a nuestros siempre queridos lectores) les informamos lo siguiente:
Fuentes del más alto nivel nos confirman que el actual mandatario estatal y su antecesor solo se han visto en dos ocasiones durante este año, y ha sido de manera casual: coincidieron como invitados, junto con sus respectivas señoras esposas, en dos fiestas celebradas por el presidente del periódico El Universal, Juan Francisco Ealy Ortiz.
En ambas ocasiones, Quirino y Malova se han saludado con cortesía y, si acaso, han intercambiado un par de frases sobre el ambiente de la fiesta. Nada sobre política, ni siquiera sobre el estado. Mucho menos, obviamente, han hablado de las cuentas públicas. Vaya: no han tenido una sola plática en forma.
Por otra fuente digna de todo crédito, sabemos que más del 97 por ciento de las observaciones de la ASE a las cuentas de 2016 se han solventado a la fecha, pero esto lo tendrán que confirmar los diputados a más tardar el jueves próximo, el día en que sabremos si definitivamente el Congreso las avala.
Porque lo que se aprobó el miércoles pasado fue el dictamen por parte de la mayoría de los integrantes de la Comisión de Fiscalización. La última palabra la tiene el pleno, es decir los 40 diputados que componen la Legislatura estatal; se requiere de la mitad más uno (21) de los votos a favor para la aprobación de ley.
En sentido estricto, el análisis de una cuenta pública es un tema técnico, de manera que si tiene casi el 100 por ciento de las observaciones solventadas sería elemento suficiente para dar por aprobados los dos últimos ejercicios financieros de la administración malovista.
Pero no nos hagamos. En una cueva de grillos como lo es cualquier parlamento, necesariamente el tema se politiza, y a lo que menos importancia se le da es al aspecto técnico, sobe todo si estamos en vísperas del proceso electoral más grande de los últimos tiempos: las elecciones concurrentes, que les llaman.
He allí lo que nadie ha querido explicar a los que se manifiestan en el Congreso del Estado: la reforma al artículo 37 de la Constitución devuelve a su esencia el tema de la fiscalización del dinero público. Deja esta tarea en manos de expertos, no de políticos que a veces no terminaron ni la primaria, mucho menos van a saber de transparencia y rendición de cuentas.
Ahora bien, la Cámara local mantiene su atribución de aprobar o rechazar cada cuenta pública, que del año que viene en adelante será un dictamen realizado no por diputados (políticos) sino por especialistas (fiscalizadores de la ASE). La autoridad final sigue en poder de la representación popular: el Congreso del Estado.
Lo que se acaba y a muchos no gusta es la discusión en el pleno como pasarela política, el figurar por figurar y el «maiceo» de diputados que (salvo honrosas excepciones que confirman la regla) hacen su «agosto» en cada revisión de cuentas, pues la mayoría recibe «noches» de cada alcalde a cambio de su voto. Los que más alto se cotizan, por cierto, suelen ser de partidos de oposición.
Eso quizá tampoco lo sepan los manifestantes que se automombran «la voz de la ciudadanía» y que no son más que unos cuantos muy buenos para hacer ruido y para enredar gente: la mayoría de las personas que acudieron al Congreso el jueves iban por otras causas: eran trabajadores de Salud y profesores que traen sus propios movimientos gremiales.
El día que la ciudadanía de verdad se manifieste, los primeros en caer serán estos líderes de papel, algunos con intereses nada nobles y muy bien identificados.
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