Revista Proceso # 1877, 21 de octubre de 2012
Mrisela Escobedo se había convertido en una molestia. Su asesinato, en diciembre de 2010, ocurrió en circunstancias tan atípicas que sugieren incluso la complicidad oficial. La familia de la activista sigue luchando desde su exilio por que se castigue a los culpables; incluso les dio a las autoridades de México y de Estados Unidos el nombre y filiación del asesino… en vano. El gobierno chihuahuense ha presentado a falsos culpables, aparentemente con el ánimo de dar carpetazo a un asunto donde sólo ha campeado la corrupción.
El asesino de mi madre es Andy Alonso Barraza Bocanegra, no José Enrique Jiménez Zavala, El Wicked, como se afana en hacer creer el gobernador de Chihuahua, César Duarte. Hace siete meses les entregamos fotografías y el nombre del verdadero homicida a la Fiscalía chihuahuense y a la Procuraduría General de la República (PGR). No sé por qué fabricaron un asesino”.
Desde su exilio en El Paso, Texas, Juan Fraire Escobedo –hijo de Marisela Escobedo Ortiz, activista asesinada el 16 de diciembre de 2010– se dice decepcionado por la actuación de las autoridades mexicanas y en exclusiva para Proceso decide hacer pública la identidad de la persona que, según Ricardo Escobedo –tío de Juan y testigo del crimen– es el homicida de su madre.
Fraire afirma que Andy es estadunidense, hermano de Sergio Rafael El Comandante Bambino, jefe de una célula de Los Zetas en Fresnillo, Zacatecas, quien en 2009 fue acusado por Escobedo Ortiz de asesinar a su hija, Rubí Marisol.
“Siempre pensamos que el de mi madre fue un crimen de Estado. Que La Línea y Los Zetas la asesinaron con la ayuda y aprobación del gobierno de Chihuahua, del gobernador César Duarte y del fiscal Carlos Salas porque los presionaba demasiado para que detuvieran a Sergio Barraza por el homicidio de Rubí. Con su muerte el que ganó fue el gobierno”.
Aunque están exiliados en El Paso, los Escobedo se han negado a que los asesinatos de Marisela y de Rubí queden impunes, y durante meses, a través del consulado mexicano, presionaron para que funcionarios del gobierno federal y de la Fiscalía estatal se reunieran con ellos para informarles de las investigaciones.
Amenazas
El 13 de diciembre de 2011, tres días antes de que se cumpliera el primer aniversario del asesinato de Marisela Escobedo, su hijo Juan llevó a cabo una de tantas protestas frente al consulado en El Paso; de ahí fue al centro comercial Wal-Mart, cerca del Puente Internacional Zaragoza. En la puerta de la tienda un hombre lo interceptó.
“Me preguntó si soy Fraire Escobedo –aunque no lo conocía, de inmediato lo relacioné con la familia de Sergio Barraza–. Di un paso atrás. Me dijo: ‘Acompáñame’. En eso veo que se le une un joven que se coloca atrás de él y que otro más acechaba a corta distancia”, recuerda.
“Sí soy Fraire Escobedo. Y sé que eres Andy, hermano de Sergio Barraza, le respondí. En tono de burla soltó la amenaza: ‘Mira hijo de tu pinche madre, te voy a matar y luego voy por toda tu familia’. Su actitud era prepotente. Me sabía débil. Me asusté. Entré a la tienda. Era Navidad y había mucha gente. Me interné por un pasillo tratando de alcanzar a mi familia pero sentí que me seguían. Volteo y en efecto, iba un par de metros atrás de mí”.
Juan siguió avanzando mientras desde su celular marcaba el 911 para pedir ayuda: “Me detengo y le hago frente. Se da cuenta de que hablo con una operadora, se desconcierta, camina hacia uno y otro lado. Por fin da media vuelta y se aleja. Él no conocía a mi esposa y a mis hijos, así que les dije que se fueran porque supuse que Andy podía estar afuera, esperando para matarme”.
Minutos después llegó la policía.
“Les expliqué mi situación, quién era Andy Barraza y su relación con Los Zetas. Los oficiales me dijeron que tenían noticias de que este cártel estaba reclutando jóvenes en El Paso. Después solicitaron las cintas de video de Wal-Mart. Las imágenes mostraron los actos de intimidación. Levantaron un reporte y luego me llevaron a presentar la denuncia al área de crimen organizado del departamento de policía”.
Semanas después Carlos Spector –abogado de Juan Fraire– fue informado de la detención de Barraza en un operativo realizado en una casa en la que se vendía droga. Según la causa 20120C00187 del estado de Texas, Andy Barraza estuvo 90 días en prisión por “amenaza terrorista”.
No era el primer acto intimidatorio de Andy contra los Escobedo. En la misma causa fue integrada una querella fechada el 13 de septiembre de 2010, interpuesta por Marisela Escobedo ante el Agente del Ministerio Público Miguel Ángel Vargas Rodríguez en Ciudad Juárez:
“El día 9 de este mes Andy me buscó en la maderería de José Monge, mi pareja sentimental. Preguntó por mí y al no encontrarme dejó un mensaje: ‘Dígale que soy Andrés, hermano de Sergio, el que le quitó la vida a Rubí’”.
Al siguiente día –señala el expediente– la activista recibió la llamada de Karina, una amiga. Ella le comentó que Andy le dijo que estaba “cazando” a Marisela y ufano mostró la pistola con la que cometería el crimen. En el expediente también se proporciona la media filiación de quien se convertiría en su verdugo: complexión robusta, tez morena clara, cabello negro casi a rape, sin bigote, usa aretes, ojos color café, ceja depilada, como de 19 años y 1.65 metros de estatura, aproximadamente.
A fines de 2011 la familia Fraire Escobedo supo que el gobierno de Chihuahua presentó a Héctor Miguel Flores Morán, El Payaso, como autor material del crimen de Marisela.
Días más tarde, el 20 de enero de 2012, la familia logró que autoridades mexicanas se trasladaran a El Paso.
Cuenta Juan: “Mi tío Ricardo, el abogado Carlos Spector y yo nos reunimos con César Augusto Peniche, delegado de la PGR en Ciudad Juárez y con el Ministerio Público Federal David Mendoza; por la Fiscalía asistieron el Ministerio Público Rubén Ramírez y Rosa María Sandoval. Ahí Ricardo insistió en que El Payaso no era el asesino de su hermana. Lo ignoraron”.
Después de esa reunión, durante dos meses Spector y Juan Escobedo recolectaron fotografías de criminales registrados en El Paso y en Ciudad Juárez. El hijo de la activista las reenviaba a Ricardo para ver si lograba identificar al asesino de Marisela.
Por fin un día vio el rostro del asesino, quien resultó ser Andy Barraza. Notificaron a la PGR y el 20 de marzo los funcionarios que asistieron al primer encuentro se reunieron nuevamente. Esta vez David Mendoza le presentó a Ricardo otro paquete de fotos; sin dudarlo identificó nuevamente a Andy Barraza como el homicida.
Prosigue Juan Escobedo: “El 27 de abril me reuní nuevamente con el delegado Peniche para conocer los avances para la detención de Andy. Me dijo que tenía que presentar la evidencia ante un juez federal para que se validara, se integrara al expediente y se iniciara la investigación. Andy es ciudadano americano, pero como el delito lo cometió en México tenía que existir una orden de aprehensión en ese país, para luego solicitar su extradición”.
El 8 de mayo en el hotel Camino Real de El Paso, Juan Escobedo se reunió por última vez con Peniche y David Mendoza, quienes le notificaron que la PGR estaba analizando la atracción del caso del asesinato de su madre: “Les dije que no quería que la Fiscalía (General del Estado de Chihuahua) se quedara con el caso porque no confiaba en el fiscal Carlos Salas ni en los agentes judiciales”.
Después de unos días Fraire trató de comunicarse por teléfono con David Mendoza y por correo electrónico con Peniche, pero no tuvo respuesta. Juan muestra a Proceso algunos de los correos enviados.
–¿Por qué no quería que la Fiscalía se hiciera cargo?
–Después de que mi mamá fue asesinada, Manuel García, El Meny, amigo de ella, se convirtió en testigo protegido de la Fiscalía. Este hombre anduvo con mi madre en Zacatecas, conocía los pormenores de la investigación sobre Sergio Barraza. Acompañó a un comandante de apellido Santa Cruz de la Policía Ministerial de Chihuahua y lo llevó a los lugares que vigilamos. Le dijo que Sergio trabajaba para Los Zetas, que estaba en Río Grande al servicio de un líder apodado El Bulldog.
Protección condicionada
En entrevista con este semanario Manuel García narra:
“Acompañé a la señora Marisela a Zacatecas. Estuve con ella el día en que policías de esa entidad casi detienen a Sergio en casa de su esposa. Días antes de que la mataran regresamos a Chihuahua a pasar Navidad. A la semana del asesinato, Norma Ledezma, fundadora de la Asociación Justicia para Nuestras Hijas, llegó a mi casa acompañada por un comandante de apellido Santa Cruz; querían información sobre la investigación que Marisela hizo en Zacatecas”.
El Meny aceptó a cambio de que lo sacaran de Juárez. A la semana regresaron a su casa a cerrar el trato. Lo llevaron a la capital a declarar, pero al estar ahí le dijeron que primero tenía que acompañar a Santa Cruz a realizar el recorrido que Marisela hizo en busca del asesino de su hija Rubí.
“Lo llevé a los lugares donde vivía la esposa de Sergio, de donde se nos escapó la primera vez; lo llevé con los contactos que nos daban información, tomaron fotos y declaraciones de todos. Esto fue en los últimos días de enero o primeros de febrero. Nos dijeron que Sergio vivía en la Colonia Esparza, en Fresnillo. Incluso en los últimos recorridos que hice con Marisela, a Sergio ya se le conocía como El Comandante Bambino”, recuerda.
En el recorrido con Santa Cruz obtuvieron un disco compacto con ocho canciones en las que a ritmo de reguetón Sergio describe el asesinato de Rubí y amenaza a quienes lo buscaban.
“La Fiscalía se quedó con el disco aunque en Fresnillo hasta en los taxis se escuchan esas canciones. En una ocasión vi que Sergio estaba afuera del hotel en el que nos hospedábamos. Se lo mostré al comandante Santa Cruz, él se comunicó con Rosa María Sandoval para que le autorizara detenerlo. Ella le dijo que regresáramos porque Sergio tenía un amparo. Después, por el mismo Santa Cruz me enteré de que esta mujer tiene contacto permanente con la mamá de Barraza”.
Antes de regresar a Chihuahua Manuel llevó a Santa Cruz con una informante de Marisela: “Nos sorprendió. Aseguró que Sergio le ordenó a su hermano Andy que la matara. Eso aparece en la declaración”.
“Ya en Chihuahua me llevaron a declarar a las oficinas de Norma Ledezma; luego, en lo que me enviaban a Estados Unidos, me hospedaron en un hotel cercano a la Fiscalía. Ahí duré un mes. Un día llegó el comandante, me dijo que a la licenciada Sandoval no le servía mi declaración, que si la cambiaba me darían la protección que pedía. Que dijera que la familia de Marisela y yo éramos gente de El Chapo Guzmán y que llevábamos droga a El Paso. Que me perdonaría. Dije que no tenía nada que perdonarme. No firme”.
Prosigue: “El primero de marzo me mandaron en avión a Torreón. Antes Norma Ledezma llegó muy molesta al hotel, me dijo que no contara con ellos para nada, que me cuidara yo como pudiera. En Banco Azteca la Fiscalía depositó cinco mil pesos en una cuenta a mi nombre; sin embargo no saque nada; dos días después la cancelaron. En Torreón me enteré de que asesinaron a Ángel Gabriel Valles Maciel quien testificó que Sergio mató a Rubí y que Andy le ayudó a deshacerse del cuerpo. Llamé a Norma y a Santa Cruz y dijeron que se trataba de otra persona. Me mintieron”.
Asustado, García regresó a Juárez y con ayuda de Imelda Marrufo, directora de Mesa de Mujeres en Ciudad Juárez, llegó al puente de Nuevo Laredo. Hoy es uno más de los mexicanos que auxiliados por Spector esperan que ese país les conceda asilo.
Complicidad gubernamental
–¿Preguntó usted por qué nunca se investigó a Andy Barraza? –se le inquiere al hijo de Marisela.
–Tengo grabaciones de las reuniones con la PGR y la Fiscalía de cuando mi tío Ricardo identificó a Andy de manera oficial y de cuando la licenciada Rosa María Sandoval me dijo que si quería información fuera a Chihuahua. Le dije: ‘Señora, usted sabe que nosotros no podemos ir a México’. Respondió: ‘¿De qué tiene miedo?’. Le contesté que estaba amenazado de muerte y que si le parecía poco el asesinato de mi madre y de mi hermana.
“Reitero que el estado fue cómplice en el asesinato de mi mamá. Tengo el expediente de mi madre hasta junio de 2011 y la Fiscalía desapareció la declaración que hizo el 8 de diciembre de 2010, cuando muy molesto Duarte la mandó con Carlos Salas a declarar.
“Cuando terminó, Salas leyó en voz alta la declaración. Ella informó todo: cómo están Río Grande y Fresnillo controlados por Los Zetas. Dio una lista de las casas de seguridad, bodegas de armas, vehículos en los que Sergio se movía, nombres de personas con las que trabajaba y de funcionarios con los que se entrevistó. Incluso señaló que el comandante de PGR en Río Grande les dijo que el control de la zona era del cártel y que si no querían entregar a Sergio Barraza él no podía hacer nada.
“Mi madre tenía dos meses con la información. No la había compartido con nadie. ¿Fue casualidad que la asesinaran una semana después de proporcionarla a la Fiscalía?”, se pregunta Juan Fraire.
Menciona otro factor que para él prueba la complicidad del estado: De acuerdo con el expediente, todos los días las puertas del Palacio de Gobierno de Chihuahua se cierran a las 20:00. El asesinato de su madre ocurrió 32 segundos después. Al C-4 (Complejo Estatal de Seguridad Pública) hablaron de una corporación policiaca –no recuerda cual–preguntando si requerían apoyo. El C-4 respondió que no. Y la primera llamada de auxilio no salió del C-4 sino hasta las 20:04, aunque se supone que es una instancia de urgencias.
“El Palacio de Gobierno es una zona por la que cada tres minutos pasa una patrulla. Tengo los videos de los alrededores y nueve minutos antes del asesinato no se ve una sola unidad; quiere decir que el área estaba limpia para que este hombre llegara. Andy sabía que nadie lo iba a molestar”, afirma.
Agrega: “Duarte dice que tengo interés en que no se concluya el caso porque mi trámite de asilo se afecta. ¡No! Yo quiero que se cierre pero con la verdad. Quiero que arresten a Sergio y a Andy. Están enfocados en el caso de mi mamá. Y no han ido por Sergio para que pague por el asesinato de Rubí.
“El gobierno fabricó un culpable, por eso decidí revelar que Andy Barraza es el verdadero asesino de mi madre. A partir de la publicación de esta información responsabilizo al gobierno de Chihuahua y al federal de lo que le suceda a mi familia y a mí”, advierte.
–¿Qué opina de que hayan presentado a un falso asesino? –se le pregunta a Spector.
–Proporcionamos la evidencia para que se presentara en una corte mexicana pero no funcionó. Políticamente se les hizo complicado. Duarte y Calderón querían cerrar el caso y no se metieron en una extradición porque el caso de Marisela está plagado de corrupción. Su asesinato es emblemático y llegaron a un acuerdo con Los Zetas y con La Línea para que entregaran a alguien a cambio de dejarlos en paz. De eso estoy seguro.
“Cuando Juan exigía copia del expediente nunca lo proporcionaron y el día que presentaron al Wicked, Duarte dijo que está a disposición de quien quiera. Es incongruente. Esta detención es un chantaje sofisticado porque no arrestaron a cualquier pelagatos dentro de la organización; él (El Wicked) tenía poder”.
Para el abogado es una pena que en México las autoridades identifiquen y arresten a “asesinos de gringos”, pero no a los de miles y miles de mexicanos: “Calderón está pidiendo una plaza en la Universidad de Austin”.
El 8 de noviembre la organización Mexicanos en el Exilio se reunirá con estudiantes y profesores de esa institución “para que se opongan a que llegue un asesino e incompetente que nunca va a limpiar sus manos de sangre”.
“En México se vive la intolerancia. Un día después de que Luz Estela Castro, abogada que lleva el caso del homicidio de Marisela y de Rubí, manifestó que El Wicked era un asesino fabricado, la amenazaron de muerte. Hace tiempo que no sentíamos la reacción del gobierno. Somos veteranos en es y sabemos que algo bastante malo está por venir”, concluye Spector.
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