¿Acuerdo
parcial Israel-palestina?/ Yossi Beilin, ex ministro de Justicia israelí,
negociador en el proceso de paz de Oslo.
La
Vanguardia | 13 de enero de 2013
A
pocos días de las próximas elecciones en Israel –se celebran el martes día 22–,
las encuestas y los medios de comunicación inciden en lo mismo: el Likud
(liderado por el actual primer ministro Beniamin Netanyahu) y el partido Israel
Nuestro Hogar (liderado por Avigdor Lieberman, obligado a dimitir hace unas
semanas ante el juicio en el que está imputado por fraude y abuso de confianza)
se presentan en una lista conjunta bajo el nombre de El Likud Nuestro Hogar,
una lista que conseguiría unos pocos escaños menos de los que tienen
actualmente ambos partidos por separado
y se convertiría de esta manera en la lista con mayor número de escaños en el
nuevo Parlamento.
El bloque que
engloba los partidos de derecha y religiosos obtendría entre 65-70
escaños,
mientras que el bloque de centroizquierda y de partidos árabes conseguiría
solamente entre 50-55 escaños. Por eso, ahora las luchas en el
panorama político se dan dentro de cada bloque: Netanyahu intenta que la
extrema derecha no le quite demasiados escaños, y el Partido Laborista se
esfuerza por que las listas de centro que han surgido últimamente no le
arrebaten muchos votos. Sea lo que sea ya da igual. Es casi seguro que Netanyahu será elegido para una tercera legislatura.
Esto quiere
decir que es muy difícil que en los próximos años se logre un acuerdo
definitivo entre Israel y los palestinos, ya que Netanyahu no está dispuesto a
pagar el precio por la paz: volver a las fronteras de 1967 con unos pequeños
cambios, establecer Jerusalén Este como capital del Estado palestino y dar una
solución simbólica al problema de los refugiados palestinos. Por otro lado, el
presidente estadounidense Barack Obama no tiene intención de presionar a
Netanyahu para que pague ese precio, tampoco a través de las “palomas” que
tiene en su Gobierno, como el senador John Kerry, nombrado secretario de
Estado, o el exsenador Chuck Hagel, posible secretario de Defensa. Y la Unión
Europea, en lo que se refiere a Oriente Medio, es como un coro con veintisiete
voces diferentes, sin interés en involucrarse activamente y que se conforma con
hacer meras declaraciones de intenciones.
Pero
esto no implica que se mantenga el actual statu quo. Israel sabe que el reloj
demográfico no avanza a su favor y que dentro de poco habrá una minoría judía
que gobierne a una mayoría palestina, y esto es algo que ni la comunidad
internacional ni muchos israelíes aceptarán. Por el lado palestino, se perciben
signos de una tercera intifada y, si se confirma la sensación de que no hay una
solución política en el horizonte, aumentará la violencia en Cisjordania.
Así
pues el Gobierno de Beniamin Netanyahu tendrá que hacer algo y lo único que
podría hacer es reconocer un Estado palestino con unas fronteras temporales
acordadas y que supondría otorgarles a los palestinos mucho más de lo que
tienen actualmente: 40% de Cisjordania incluyendo los territorios de tipo A,
donde los palestinos tiene el control absoluto, y los territorios de tipo B,
donde poseen el control administrativo pero no el de seguridad.
Con
este acuerdo parcial los palestinos obtendrían el reconocimiento israelí de un
Estado palestino, y Netanyahu conseguiría así aplazar la cuestión de la
división de Jerusalén y el problema de los refugiados palestinos.
Para
llevar a cabo esta operación, a Netanyahu no le basta su actual coalición,
compuesta por partidos de derecha y de ultraortodoxos. Este posible acuerdo
nunca recibiría el apoyo de la derecha más dura dentro de su partido y, por
supuesto, tampoco la de fuera de él. Por tanto, necesitará aliarse con partidos
a la izquierda de su coalición, especialmente con el Partido Laborista, cuya
líder, Shelly Yachimovich, se esfuerza últimamente en mantener una postura más
de “halcón”, afirmando que su partido no es de izquierdas y que nunca lo fue, y
centrándose más en cuestiones sociales, con lo que deja la vía libre a
Netanyahu en el terreno político.
Probablemente
el Partido Laborista se alegraría de unirse al gobierno de Netanyahu, quien
estaría dispuesto a darle ministerios importantes con el fin de tener más
margen de maniobra y evitar así recurrir a los diputados más radicales del
Parlamento, los cuales le obligarían a estar atado de pies y manos sin poder
ofrecer ningún acuerdo pues no le dejarían hacer concesión alguna a los
palestinos. Un gobierno de unidad nacional y un acuerdo parcial con los
palestinos serán probablemente los temas del día en las próximas semanas.
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