Los
olvidados de Guantánamo/LEONARDO BOIX
Revista
Proceso
No. 1889, 13 de enero de 2013
INTERNACIONAL
A
unos días de que Barack Obama asuma la presidencia de Estados Unidos en su
segundo mandato, Amnistía Internacional le recuerda que no cumplió su promesa
de cerrar la prisión de Guantánamo y de someter a juicio a los reos ahí
recluidos. A pesar de que ésta y otras organizaciones documentaron la
ilegalidad de las detenciones y las violaciones a los derechos humanos, aún
permanecen en esa base militar 166 personas, la mayoría sin cargos concretos en
su contra.
LONDRES.-
El 20 de noviembre de 2001 Mohamedou Ould Slahi fue instado por agentes de
seguridad en Nouakchott, su ciudad natal, en Mauritania, para que se presentara
ante la Agencia de Inteligencia de ese país. Así lo hizo y desde entonces
permanece preso sin cargos en su contra y sin estar sometido a ningún proceso
judicial.
“Me
encerraron en una prisión en Mauritania por aproximadamente una semana. Durante
ese periodo, los agentes mauritanos no me interrogaron ni me hicieron
preguntas. Me dijeron que eventualmente me trasladarían a Jordania. Quedé
totalmente en shock y les pregunté por qué. Me dijeron que no era su decisión y
que los estadunidenses le pidieron al gobierno de Mauritania enviarme ahí. Les
dije que si éstos tenían algún cargo en mi contra, que me llevaran a Estados
Unidos. En ese entonces –noviembre de 2001–, no existía la prisión de
Guantánamo”. Así lo narró Slahi a la Corte Distrital de Washington, el 18 de
agosto de 2009, en un documento desclasificado al que accedió Amnistía
Internacional (AI).
“El
20 de noviembre de 2001 me enviaron a Jordania. Me encarcelaron e interrogaron
por ocho meses. En ese ese tiempo permanecí en una celda de aislamiento. La
prisión era horrible. Nunca se me permitió ver a representantes del Comité
Internacional de la Cruz Roja que visitaban la prisión cada dos semanas”,
agregó el mauritano.
El
19 de julio de 2002 Slahi, actualmente de 42 años, fue transferido a la prisión
de Bagram, en Afganistán; dice que ahí lo sometieron a torturas y vejaciones.
El 5 de agosto de 2002 lo trasladaron a la prisión de Guantánamo, en la que
permanece detenido como “combatiente enemigo” bajo la llamada “ley de guerra”.
Amin
al-Bakri, de 44 años, es un ciudadano de Yemen que está bajo custodia
estadunidense desde hace más de 10 años sin cargos en su contra ni proceso
judicial alguno. Gracias a una solicitud de habeas corpus presentada ante la
Corte Distrital de Estados Unidos el 15 de abril de 2011, se supo que el 30 de
diciembre de 2002 a Al-Bakri lo secuestraron espías estadunidenses en Bangkok,
cuando se dirigía al aeropuerto de la ciudad para regresar a Yemen luego de un
viaje a Tailandia.
Los
familiares de Amin al-Bakri desconocían su paradero y no sabían si estaba vivo
o muerto. Meses después de su detención recibieron una tarjeta postal con su
letra, enviada a través del Comité Internacional de la Cruz Roja, desde el
centro de detención estadunidense de Bagram, en Afganistán.
Antes
de su transferencia a Bagram, Al-Bakri permaneció en reclusión durante seis
meses en un centro secreto de la CIA. Ahí fue sujeto a torturas y vejaciones.
En la actualidad se encuentra en el centro de detención estadunidense de
Parwan, en la base aérea de Bagram, con vistas a su transferencia a Guantánamo.
En
un comunicado del 13 de mayo de 2011 en Washington, el Departamento de Defensa
de Estados Unidos dio a conocer que la liberación del yemení “depende
enteramente de la discreción del Ejecutivo e incluye consideraciones
diplomáticas, políticas y de seguridad nacional muy complejas”.
Ilegalidad
De
acuerdo con Amnistía Internacional, entre los prisioneros de la cárcel de
Guantánamo bajo la llamada “ley de guerra” hay personas que fueron arrestadas
muy lejos de campos de batalla y en territorios que no están en guerra con
Estados Unidos.
Entre
esos casos está el del argelino Belkacem Bensayah, en custodia estadunidense
luego de que lo entregaron las autoridades de Bosnia y Herzegovina. Bensayah se
encuentra cautivo en Guantánamo desde el 20 de enero de 2002, en un limbo legal
y jurídico.
A
comienzos de 2002, el yemení Zakaria al-Baidany, también conocido como Omar
Muhammed Ali al Rammah, fue apresado en los alrededores de Duisi (Georgia). De
acuerdo con un documento desclasificado del Pentágono al que tuvo acceso AI,
las “autoridades de Georgia” lo arrestaron. Lo metieron a una patrulla y se lo
llevaron a un estacionamiento; de ahí fue transferido a otro vehículo y después
a una bodega en desuso, sitio en el que permaneció por cuatro días.
Después
lo llevaron a otro lugar secreto donde lo sometieron a un examen, y luego a un
aeropuerto y más tarde fue puesto en un avión. Cuando llegó a su destino un
interrogador estadunidense le dijo que estaba en Afganistán. El yemení
permaneció un año en la prisión de seguridad nacional afgana; el 9 de abril de
2003 fue transferido a la base de Bagram, y el 9 de mayo de ese año lo enviaron
a la prisión de Guantánamo, en la cual permanece hasta ahora sin ningún proceso
judicial ni cargos en su contra.
Otro
de los casos expuestos por AI es el del también ciudadano yemení Tofiq Nasser
Awad al Bihani, arrestado a finales de 2001 por policías en las calles de
Zahedan, en Irán. Luego de pasar varias semanas en poder de la policía iraní
fue transferido a Afganistán. Desde diciembre de 2002 quedó bajo custodia
estadunidense en la prisión de la base de Bagram. El 3 de febrero de 2003 lo
enviaron a Guantánamo, y ahí permanece recluido sin cargos ni proceso judicial
en su contra.
Entre
los casos más notorios de detenciones ilegales y extraterritoriales está el del
pakistaní Saifullah Paracha, capturado por agentes estadunidenses en Bangkok,
Tailandia, en julio de 2003. Permaneció durante un año en Bagram, Afganistán,
antes de ser transferido el 19 de septiembre de 2004 a Guantánamo, en cuya
prisión lo sometieron a tortura y malos tratos. Entre éstos se cuenta su
reclusión por años en celdas de aislamiento, sin ningún contacto con el mundo
exterior.
Al
keniano Mohammed Abdulmalik lo capturó en febrero de 2007 la policía de su
país, que lo entregó a espías de Estados Unidos, quienes a su vez lo
trasladaron a Djibouti. Después lo llevaron a Bagram, más tarde a un centro
secreto en Kabul, y finalmente a Guantánamo, lugar en el que permanece sin
cargos ni juicio desde el 23 de marzo de 2007.
De
acuerdo con investigaciones de AI, de 14 personas transferidas a Guantánamo el
4 de septiembre de 2006 por agentes de la CIA, 13 aún siguen privadas de su
libertad. Fueron trasladadas originalmente desde Tailandia, Emiratos Árabes
Unidos, Djibouti y Pakistán, todos ellos países que no están en guerra con
Estados Unidos.
Por
ejemplo, el somalí Hassan Ahmed Guleed fue arrestado en su vivienda por agentes
policiales de Djibouti en marzo de 2004; el malayo Mohammed Farik Bin Amin fue
detenido en junio de 2003, luego de salir de una librería de Bangkok,
Tailandia; el libio Mustafá Faraj al-Azibi cayó en manos de fuerzas especiales
en Mardan, Paquistán, el 2 de mayo de 2005. Todos fueron transferidos a
Guantánamo entre junio de 2003 y el 6 de junio de 2005.
Secretismo
En
el informe Guantánamo: En su segundo mandato Obama debe corregir las fallas de
derechos humanos, que AI dio a conocer en Londres, se destaca que el presidente
estadunidense debe cumplir ahora y sin falta con la promesa que hizo el 20 de
enero de 2009 de que cerraría el centro de detención de Guantánamo, así como
asegurarse de que Estados Unidos libere a los detenidos o los someta a juicios
justos.
El
informe de tres cuartillas se difundió en vísperas del 11 aniversario de la
primera transferencia de un detenido a la base estadunidense en Cuba y a unos
días de que Barack Obama asuma su segundo mandato.
En
la actualidad, 166 personas siguen detenidas en Guantánamo, de un total de 779
recluidas ahí desde 2002. La mayoría ha permanecido bajo custodia de máxima
seguridad durante años y sin que existan cargos ni procesos judiciales en su
contra.
Siete
personas han sido condenadas por una comisión militar estadunidense, incluidas
cinco que firmaron acuerdos prejudiciales bajo los cuales se declararon
culpables, a cambio de ser liberadas de la prisión.
De
los enviados a Guantánamo, seis enfrentan la posibilidad de la pena de muerte.
Todos ellos fueron víctimas de desapariciones forzadas previas a su traslado a
esa prisión, y sufrieron todo tipo de abusos y torturas.
Los
seis detenidos son Khalid Shaikh Mohammed, a quien se le considera el
“cabecilla” de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos;
Mohammed al-Qahtani, un saudita que, según sus acusadores, planeó participar en
esa acción terrorista; Ramzi bin al-Shibh, a quien se ubica como el
intermediario entre los secuestradores de los aviones y la jefatura de Al-Qaeda
y quien localizó las escuelas de entrenamiento para los pilotos; Ali Abd
al-Aziz Ali, quien presuntamente envió 127 mil dólares a los terroristas y organizó
los viajes de nueve de ellos; Mustafá Ahmed al-Hawsawi, que supuestamente
colaboró materialmente con los planes, al proveer de dinero, ropa y tarjetas de
crédito, y Walid bin Attash, señalado como el responsable de entrenar a dos de
los secuestradores del 11 de septiembre y de colaborar en los planes de ataque.
Hasta
ahora no se sabe dónde permanecieron detenidos los seis presos cuando estaban
en poder de la CIA y cómo se les trató.
El
13 de diciembre último, el juez militar a cargo de los juicios por los
atentados del 11 de septiembre de 2001, el coronel del Ejército James L. Pohl,
firmó una orden para impedir que durante el proceso se difunda cualquier
información. Con el argumento de que se trata de un asunto de seguridad
nacional, también se impedirá que los juicios, que se efectuarán entre enero y
febrero de este año, sean transmitidos por televisión.
Las
causas militares de los seis casos se llevarán a cabo entre enero y febrero de
este año en Guantánamo bajo el secreto más absoluto.
“La
admisión de Estados Unidos acerca de que es un campeón de los derechos humanos
no es cierta mientras existan las detenciones en Guantánamo, los juicios de
comisiones militares, o la ausencia de transparencia y soluciones para abusos
pasados cometidos por personal norteamericano, incluidos crímenes bajo la ley
internacional de tortura y desaparición forzada”, destacó Rob Freer,
investigador de Amnistía para Estados Unidos y autor principal del documento de
la ONG británica.
Veto
Luego
de asumir por primera vez la presidencia de Estados Unidos el 20 de enero de
2009, Obama prometió que resolvería la cuestión de las detenciones de
Guantánamo y cerraría esa prisión en un plazo de un año. También ordenó a la
CIA que pusiera fin a los interrogatorios forzados y a otras técnicas de
“persuasión”.
Sin
embargo, AI denunció que desde entonces el presidente Obama adoptó el paradigma
unilateral y erróneo de la llamada “guerra global”, aceptando las detenciones
indefinidas en ese contexto.
Luego,
en 2010, el mandatario anunció que había decidido que cuatro decenas de
detenidos en Guantánamo no serían sujetos a juicio ni liberados, y confirmó que
seguirían bajo custodia militar indefinida aunque no hubiera cargos en su
contra.
La
administración Obama también impuso una moratoria a la repatriación de
detenidos yemeníes, y sostuvo que 30 de esos presos serían mantenidos bajo
custodia “condicional” debido a las “actuales condiciones de seguridad en
Yemen”. Esa moratoria sigue vigente hasta ahora.
El
gobierno de Estados Unidos responsabilizó al Congreso por no cerrar la prisión
de Guantánamo. Manifestó que éste bloqueó en repetidas ocasiones la intención
de las autoridades de cumplir con sus obligaciones en materia de derechos
humanos.
En
dos ocasiones, en 2009 y en 2010, el Congreso prohibió el uso de fondos
públicos para llevar a los presos de Guantánamo a cualquier otro territorio del
país, en especial después de las elecciones parciales en las que los
republicanos se situaron con mayoría en el Congreso, lo que impidió el cierre
del centro.
El
18 de noviembre de 2010 se trató de juzgar en territorio estadunidense a Ahmed
Ghailiani, quien fue absuelto de 284 de los 285 cargos con que la fiscalía lo
acusó. Además, fue exonerado del principal delito de terrorismo. Este caso,
primero y único de juicio civil a un preso de Guantánamo, paralizó cualquier
otro intento.
Tras
el veto del Congreso por segunda vez al traslado de presos, el fiscal general
de Estados Unidos, Eric Holder, partidario de someter a juicio civil a los cinco
principales detenidos de Guantánamo, entre ellos Khalid Shaikh Mohammed,
renunció a su idea y fijó los cargos para que a éste lo juzgara una comisión
militar en Guantánamo.
Pese
a sus promesas, el 2 de enero de 2013 el presidente Obama firmó la Ley de Autorización
de Defensa Nacional, al tiempo que criticó partes de esa legislación que
obstaculizan de manera permanente la resolución de casos de detenidos en
Guantánamo.
Con
el pretexto de la lucha contra el terrorismo, esa ley autoriza un presupuesto
de 662 mil millones de dólares para gastos de defensa y da poderes al ejército
para detener a cualquier ciudadano estadunidense o de otra nacionalidad por
tiempo indefinido y sin la orden de un juez.
Para
AI, sin un cambio real de políticas, la adopción del concepto de “guerra
global” por parte de la administración Obama “significa que incluso si se
cerrara Guantánamo las detenciones ilegales simplemente serían relocalizadas en
lugar de terminarse de una vez y para siempre”.
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