La ONU y la Santa Sede comparten ideas y objetivos comunes
BAN
KI-MOON CON EL PAPA
Francisco ha recibido esta mañana de martes 9 de abril en audiencia al Secretario General de la
Organización de las Naciones Unidas,
Ban- Ki-Moon.
A
su llegada el líder de la ONU fue recibido, en el Patio de San Dámaso, por un piquete de
alabarderos de la Guardia Suiza. Después, acompañado del prefecto de la Casa Pontifica, el
arzobispo Georg Gänswein, subió al segundo piso. El Papa
Francisco le salió al encuentro en la sala
del Trono.
Antes se había reunido con el cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado,.
“El
encuentro -informa un comunicado- se sitúa en la línea de las audiencias que los pontífices conceden a los
diversos Secretarios Generales de las Naciones Unidas y expresa la estima de la
Santa Sede por el papel clave de las Naciones Unidas en la defensa de la paz en
el mundo, en la promoción del bien común de la humanidad y en la
tutela de los derechos fundamentales del ser humano”.
“En
los coloquios, caracterizados por la cordialidad, se han abordado cuestiones de
interés recíproco. En particular se ha
hablado de las situaciones de conflicto y de grave emergencia humanitaria,
sobre todo en Siria, y de otras, como las de la península coreana y del
continente africano, donde la paz y la estabilidad se ven amenazadas. Se han
tratado igualmente los problemas de la trata de personas, especialmente de las
mujeres, y los de los refugiados y emigrantes. El Secretario General de la ONU,
que ha iniciado hace poco su segundo mandato, ha presentado su programa para el
próximo quinquenio, centrado,
entre otras cosas en la prevención de los conflictos, la solidaridad internacional
y el desarrollo económico ecuo y sostenible”.
“El
Papa Francisco ha recordado también la aportación de la Iglesia Católica, a partir de su identidad y de los medios que
le son propios, en favor de la dignidad humana integral y de la promoción de una “cultura del
encuentro” que concurra a los fines institucionales más elevados de la ONU”.
El
Papa Francisco también recordó el «aporte de la Iglesia
Católica, a partir de su
identidad y con los medios que le son propios, en favor de la dignidad humana
integral y para la promoción
de una Cultura del Encuentro que secunde los más elevados fines institucionales de la Organización».
Francisco fue invitado a
intervenir en la Asamblea General de la ONU en Nueva York, como hicieron Pablo
VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Lo indicó el portavoz de la Santa Sede, el jesuita Federico
Lombardi al final del encuentro de esta mañana entre el secretario general de la ONU, Ban
Ki-Moon, y el Papa Francisco.
***
Por otro lado, El presidente del Servicio Jesuita
para los Refugiados en Roma, Jiovanni La Manna, aseguró que el Papa Francisco lo
telefoneó personalmente para
comunicarle su intención de visitar pronto el
Centro Astalli, el centro de la ciudad donde los jesuitas asisten a miles de
refugiados “sin papeles”.
“He
escrito al Papa para invitarlo al comedor Astalli. Ayer tuve una llamada al
celular, era el Papa Francisco y me dijo que vendrá. Es estupendo”, escribió el 7 de abril el P. La
Manna en su cuenta de Twitter.
En
el Centro Astalli encuentran gratuitamente y sin distinción de raza o religión un servicio médico y psicológico, les ofrecen atención legal, les dan de comer,
les ofrecen una ducha donde lavarse, les dan ropa y les tratan de introducir en
la sociedad mediante la educación.
Lo
que diferencia al Centro Astalli de otras casas de acogida es la seguridad que
se ofrece a los refugiados de no ser identificados. De esta manera, las
personas en dificultad pueden pedir ayuda sin temor a ser deportados, ya que
los jesuitas tienen un acuerdo con la ciudad de Roma para asegurar su
anonimato.
La
mayoría de los inmigrantes que llegan
allí son refugiados que
huyeron de Oriente Medio y África
en busca de un futuro mejor.
El
centro se encuentra en el corazón
de la ciudad y se forman largas colas para entrar. Los refugiados generalmente
son musulmanes que llegan a Europa en un estado físico y mental lamentables, un fenómeno que crece con el
transcurso de los años.
El
Padre La Manna, quien trabaja en el centro jesuita desde el año 2003, explica en una
anterior entrevista concedida a ACI Prensa, que detrás de los refugiados se
esconden tragedias desgarradoras. La
mayoría de ellos huyeron porque
su vida estaba en peligro, por motivos políticos, de religión, de libertad… otros porque “ser cristiano en un
país musulmán es muy difícil. También hay muchas mujeres que
huyen porque su familia las obligan a casarse con alguien a quien no aman”, señala.
El
Servicio Jesuita al Refugiado nació en el año 1980 y se extiende por todo el mundo para ayudar
a estas personas en dificultad. Particularmente en el Centro Astalli reciben
una media de 400 personas al día.
Para asistirlos, los jesuitas cuentan con el trabajo de voluntarios.
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