Leonardo
Boff: “Con el nuevo papa no habrá olor a altares, sino olor a pueblo”
El
emblemático teólogo de la liberación asegura que Francisco será un renovador
tras dos pontificados que califica de “fundamentalistas”
JOSÉ
MELÉNDEZ San José (Costa Rica)
Publicado en El País ABR 2013
Con
el papa Francisco “no habrá nada de olor de altares ni de palacios, sino olor a
pueblo”. Así lo afirma el exsacerdote franciscano brasileño Leonardo Boff, un
referente mundial de la teología de la liberación, quien no duda en acusar a
Benedicto XVI- hoy papa emérito tras renunciar en febrero pasado- de
“exterminar” más de 50 años de ecumenismo.
Genésio
Darci Boff -Leonardo es su seudónimo-, de 74 años, colgó la sotana en 1992,
sofocado por las intensas presiones del Vaticano para silenciarle por su
insistencia de difundir la teología de la liberación y su opción preferencial
por los pobres, y se retiró de la Orden de los Frailes Menores o franciscanos
donde su premisa esencial había sido “hambre de Dios sí, hambre de pan no”.
Desde
San José de Costa Rica, a donde ha viajado para una visita académica de una
semana, el teólogo asegura a EL PAíS que la elección del cardenal argentino
Jorge Mario Bergoglio es un elemento renovador, después de los papados de Juan
Pablo II (1978-2005) y Benedicto XVI (2005-2013), a los que califica de
“fundamentalistas”.
Pregunta.
¿Por qué es optimista frente al futuro de la Iglesia Católica con el nuevo
papa?
Respuesta. Porque venimos de una tradición de
dos papas muy conservadores. En cierta manera, el cardenal (Joseph) Ratzinger
en la última fase de su papado era fundamentalista y claramente
fundamentalista. Un papa que descabezó a más de 100 teólogos, altamente
represivo, controlador de las doctrinas y sin ningún sentido de carisma, de
pueblo, de pastor. Venimos de una tradición que no producía esperanza, más bien
miedo, preocupación. La teología no producía prácticamente nada porque era muy
vigilada.
Ahora
viene uno que es pastor, que dice que lo importante es la opción por los
pobres, la justicia social, disminuir las desigualdades, cuidar de la tierra
que está amenazada, se pone en medio del pueblo y viene con un mensaje muy
claro a los sacerdotes. Los sacerdotes tienen que ser servidores del pueblo,
con olor de ovejas. Nada de olor de altares ni de palacios. Sino olor de
pueblo. Ha dado señales de que algo va a ser diferente.
P.
En 2006, el sacerdote jesuita español Jon Sobrino fue castigado por Benedicto
XVI porque supuestamente en sus libros falseó la figura de Jesús y exaltó su
humanidad por encima de su divinidad. Roma le prohibió enseñar en instituciones
católicas y publicar libros sin previa autorización eclesiástica. Sobrino fue
olor de pueblo y no de palacio, pero le castigaron.
R.
La reprimenda a Sobrino (se durante casi un año) fue tan dura que entre los
teólogos más serios de Roma y de muchos obispos y cardenales encontró grandes
críticas. Ratzinger retiró después gran parte de las penas que se le
impusieron: le permitieron seguir trabajando, escribiendo y ahora estuvo en
Brasil dando charlas. El profesor más importante de cristología de Roma
escribió un análisis de la condena a Sobrino, mostrando que era una injusticia
intolerable. Roma tuvo miedo y tuvo que retroceder, pero con otros fue
implacable, fue cruel y sin piedad, y especialmente con un español, José María
Castillo, de Granada, uno de los más brillantes teólogos españoles. Le han
silenciado, le han prohibido hablar, escribir, sin darle ninguna razón, sin
condenar ningún libro. Simplemente es un castigo personal. Y él casi se
desesperó, porque cada uno tiene derecho a saber de dónde viene el golpe. Y ni
eso le han querido dejar saber.
P.
¿Podrá el papa Francisco enfrentarse solo a los grandes poderes de este mundo
que están incluso insertados en el Vaticano y arremeter esta misión?
R. Yo creo que solo, no, porque el Vaticano,
el papa y los vicarías son verdaderos ministerios. Es un cuerpo de dirección
que el papa va a elegir y con el cual va a gobernar la Iglesia. Él ya anunció
que va a presidir en la Caridad. El otro [Ratzinger], no: decidió mandar bajo
el derecho canónico de una monarquía absolutista con plenos poderes que alejaba
todas las demás iglesias y exterminó 50 años de ecumenismo. Ratzinger lleva esa
sombra en su biografía, negando el título de Iglesia a todas las demás iglesias
y [diciendo] que tienen elementos eclesiales pero no son iglesias, que Iglesia
solo es la Iglesia Católica. Pero Francisco, no.
P.
¿Qué diferencias ha marcado con respecto a su predecesor?
R.
Primero, no se presentó como papa, se presentó como Obispo de Roma. Eso
recupera la tradición del Primer Milenio, donde Roma -porque allí están
enterrados Pedro y Pablo- tenía la presidencia de la caridad sobre las
iglesias. Y Francisco recupera esa tradición. Cuando habla de Ratzinger y pide
oraciones, no dice “vamos a rezar por el papa emérito”. No. Dice: “Vamos a
rezar por el Obispo de Roma emérito”. De cierta manera lo rebajó al sentido
verdadero, teológico, de que él no pasa de Obispo de Roma y accidentalmente es
papa. Porque en el Obispo de Roma cabe el animar las demás iglesias y no está
por encima de ellas.
Hay
ahí dimensiones teológicas en las que se ve que, como teólogo y jesuita, conoce
bien la historia de la Iglesia y sabe utilizar los términos para decir que
ahora será un gobierno más colegiado. Y ahí hay dos instrumentos que creó el
Concilio Vaticano II (196-1965) y fueron totalmente arrasados. Primero, la colegialidad
de los obispos, que son las conferencias continentales con las nacionales para
juntos definir su camino. Y en segundo lugar, el Sínodo de los Obispos que,
servía para gobernar la Iglesia. Pero (con Ratzinger) fueron reunidos cada tres
años como instancia consultiva sin ningún poder de decisión. Y creo que
Francisco va a activar eso, que ya está decidido desde el Concilio Vaticano II.
**
El
avance en América Latina de la Iglesia evangélica, principal reto del Papa
A
punto de que se cumpla un mes de su elección, el cardenal emérito de Washington
cree que Francisco puede "cambiar de arriba abajo" la región con su
nuevo mensaje
EVA
SAIZ Washington
El País 8 ABR 2013
La
elección, hace casi un mes, del cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio como
nuevo Papa de la Iglesia Católica ha llamado la atención sobre la situación
religiosa y espiritual de América Latina, la región que concentra el mayor
número de católicos del mundo. En su escaso mes al frente del Vaticano,
Francisco ha dejado claro que dará preferencia a los pobres en su papado, pero
aún no ha disipado las dudas a cerca de cómo ejercerá su papado en la zona el
primer Pontífice americano. Durante un encuentro en la sede del Diálogo
Interamericano de Washington, el cardenal y obispo emérito de la capital
estadounidense, Theodore McCarrick, ha indicado que los viajes que Francisco
tiene previstos hacer, a Brasil, en julio, y a Argentina y Chile, en
septiembre, podrán alumbrar señales sobre su papel, aunque, ha dejado claro,
que frenar el avance de la Iglesia evangélica deberá ser una prioridad.
Cuando
el Papa visite Brasil hará ver a sus ciudadanos la importancia de la Iglesia
católica allí y lo hará con entusiasmo, dirigiéndose directamente a las
personas, haciéndoles ver que no existe una diferencia esencial entre esa
confesión y la evangélica”
“Cuando
el Papa visite Brasil hará ver a sus ciudadanos la importancia de la Iglesia
católica allí y lo hará con entusiasmo, dirigiéndose directamente a las
personas, haciéndoles ver que no existe una diferencia esencial entre esa
confesión y la evangélica”, ha indicado McCarrick, que estuvo presente en el
último Cónclave, aunque no pudo votar por razón de su edad (83 años). En agosto
del año pasado, el entonces papa Benedicto XVI habló del contexto de América
Latina como de una zona donde la Iglesia católica debía hacer frente a un pluralismo
religioso creciente. Durante las dos últimas décadas, la comunidad católica ha
ido disminuyendo a costa de las iglesias evangélicas y pentecostales.
Brasil,
el primer destino a América Latina del para Francisco, es un claro ejemplo de
esta situación. Con 123 millones, el país sudamericano es el que tiene la mayor
población católica del mundo, sin embargo, el censo del Instituto Brasileño de
Geografía y Estadística de 2010 mostró una disminución de fieles del 10% en la
primera década del siglo XXI a costa de la expansión del credo evangélico. La
Iglesia Evangélica brasileña cuenta ya con 42 millones de miembros. Con 565
millones de fieles en todo el mundo, 107 millones de los evangélicos se
encuentran en América Latina y el Caribe.
McCarrick
sostiene que la "personalidad humilde" del nuevo Papa obstaculizará
el rápido avance de los evangélicos, no sólo en América Latina, sino en el
resto de países en vías de desarrollo. “Si se lo propone, cambiará América
Latina de arriba abajo”, asegura el prelado. Para la Iglesia católica, los
problemas que hacen a los fieles distanciarse de su credo no son tanto
dogmáticos como pastorales y, en este sentido, según McCarrick, “Francisco es
el mejor pastor, tiene la intención de trasladar el lenguaje del Concilio Vaticano
II al del día a día”. El cardenal de Washington se muestra convencido de que
con el nuevo pontífice “desarrollará una relación distinta a la que la Iglesia
católica ha tenido hasta ahora en América Latina, centrada exclusivamente en
las élites y los gobernantes. Eso va a cambiar, va a ser diferente”.
McCarrick
sostiene que la "personalidad humilde" del nuevo Papa obstaculizará
el rápido avance de los evangélicos, no sólo en América Latina, sino en el
resto de países en vías de desarrollo
El
antiguo obispo de Washington destaca las cualidades humanas y espirituales del
nuevo Pontífice como los motores propicios para liderar ese cambio y, en ese
sentido, destaca su dominio del español y el portugués como herramientas para
apuntalar su intención reformista. “Quizás no tenga el carisma de Juan Pablo
II, pero Francisco ha demostrado que sabe crear atmósferas propicias, sabe cómo
conectar con el pueblo. El hecho de que hable su idioma hace que los
latinoamericanos lo vean como uno de los suyos, que lo perciban como alguien
cercano”.
Pese
a ese regreso a los dogmas del Concilio Vaticano II que McCarrick vaticina que
liderará el papa Francisco, la apertura de la Iglesia católica en América
Latina resta de ser completa, al menos por el momento. Otro problema enquistado,
el movimiento de la Teología de la Liberación, no parece que vaya a resolverse
a medio plazo. “Está claro que la Teología de la Liberación comparte el
sustrato del Concilio Vaticano II, pero lo que la Iglesia no puede tolerar que
amparen y apoyen movimientos guerrilleros y violentos”, asegura McCarrick. “Sin
duda el compromiso del nuevo papa con los más pobres y su defensa del
medioambiente, ha sido bien recibida y ayudará a tender puentes, pero la
perseverancia en algunos de sus principios seguirán suscitando oposición en el
Vaticano. Es lo que Francisco tratará de explicarles”, indica el cardenal.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario