"ARAÑA
NEGRA", LA PERVERSIÓN DEL PODER/Ricardo Alemán.
Publicado en El Universal, 14 de mayo de 2013;
Para
nadie es novedad que la persecución judicial contra el general Tomas Ángeles
Dauahare –el número dos de la Sedena en la primera mitad del gobierno de
Calderón–, además del proceso judicial y encarcelamiento fueron parte de una
venganza política.
Tampoco
es nuevo que en la trama de la historia –que exhibe la perversión del poder–,
participaron de manera directa los número uno del gabinete de seguridad en esa
administración, incluido el propio Felipe Calderón. En todo caso lo nuevo sería
saber si la administración de Peña Nieto castigará a los responsables.
Lo
curioso del caso, sin embargo, es que la historia se conoce y se puede contar
porque los terrenos castrenses ya no son espacios vedados para la sociedad y,
los militares, ya no son intocables como antaño; tiempos en los que el
presidente, la Virgen de Guadalupe y los militares eran intocables.
¿Pero
que fue lo que pasó? ¿Por qué un militar de alto rango, encargado de la
inteligencia militar, que estuvo muy cerca de la titularidad de la Sedena y que
ocupó el segundo lugar jerárquico en esa dependencia, repentinamente fue
acusado de mantener vínculos con el crimen organizado, juzgado, llevado a
prisión y exhibido como trofeo de lo peor de la podrida institución castrense?.
Lo
cierto es que Tomás Ángeles Dauahare "sabía mucho" o, por lo menos,
decía saber mucho. Resulta que entró en colisión nada menos que con el
presidente Calderón –y dice la conseja política, aún en tiempos democráticos,
que pelear con el presidente es pelea con Díos–; le disputó espacios al general
secretario, Guillermo Galván Galván y se confrontó con el secretario de
Seguridad Pública, Genaro García Luna. ¡Cualquier cosa de enemigos!. Van los
detalles.
1.-
Entre los meses de octubre y noviembre de 2006, cuando Felipe Calderón
seleccionaba a su gabinete, un general de reputado historial lo buscó de manera
insistente. Le pedía hablar a solas. Calderón lo recibió, pero con Juan Camilo
Mouriño como testigo. El general no pedía ser secretario de Defensa. No, habría
recomendado a Calderón cuidarse de Genaro García Luna, de quien ofreció
detalles como parte interesada del manejo criminal del secuestro. Ese general
era Tomás Ángeles.
2.-
Desde el inicio de la gestión de Guillermo Galván Galván al frente de la Sedena
–y con Ángeles como número dos–, en corrillos castrenses se escuchaba con
insistencia la versión de que el general secretario presuntamente recibía parte
"del diezmo" por las compras, obras y gastos de la dependencia. En
más de una ocasión se filtró que la compra de armas y equipo de
telecomunicaciones enriquecía a tal o cual general. Más, se habló de dinero
depositado en paraísos fiscales. Y todos los dedos señalaban al general Ángeles
como la fuente de la información.
3.-
En corrillos de la Sedena era frecuente escuchar versiones de que el general
Ángeles "ponía el dedo" a tal o cual militar, por presuntos vínculos
con el crimen, mientras reclamaba investigar a otros también presuntamente
ligados al crimen.
4.-
El general Ángeles empezó a ser investigado por la Sedena luego de la aparición
de publicaciones –libros–, como el de Anabel Hernández, en donde se involucraba
al presidente Calderón y a Genaro García Luna, en acusaciones descabelladas.
También en ese caso se acreditó a Ángeles el origen de las versiones.
Al
final, en los previos a las campañas presidenciales de 2012, el general Ángeles
participó activamente en un foro sobre seguridad, en San Luís Potosí, al que
asistió Enrique Peña Nieto. Esa señal detonó la decisión de quitarlo del
camino. Sus enemigos pensaron que era parte del equipo de Enrique Peña Nieto y,
por tanto era un riesgo. Había que acabarlo.
Así,
con el aval de Felipe Calderón y el conocimiento de Genaro García Luna y de las
agencias nortemericanas, el general Galván Galván encomendó a su número dos
–para entonces Ángeles había sido jubilado–, el general Demetrio Galván Ochoa,
la tarea quitar del camino al general Ángeles. A su vez, Galván Ochoa diseñó la
estratagema para inculpar con el crimen organizado al general Ángeles, con
"sus hombres en la PGR"; el mayor Gerardo Salazar Bolaños y el
coronel Avigaí Vargas. El primero era titular de la Unidad Especializada de
Investigación de Delitos contra la Salud y el segundo encargado de intercepción
telefónica. El operativo fue bautizado como "Araña Negra".
La
procuradora Marisela Morales fue informada del operativo desde la casa
presidencial y la instrucción fue que no debía interferir. ¿Por qué?. Sobre
Ángeles debía caer todo el peso de la ley. El diseño fue casi perfecto, al
grado que desde la PGR se amenazaba a los abogados que pretendían defender al
general Ángeles. Pero algo fallo. ¡Que todo era mentira!. Al tiempo.
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