¿Son
tontos los hispanos?/Moises Naim.
¡Claro que no!
La tesis de Jason Richwine en la Universidad de Harvard
El País, 11 de mayo de 2013
Una
tesis doctoral vincula las políticas migratorias en Estados Unidos con el
cociente intelectual
“El
indicador conocido como coeficiente intelectual (CI) puede estimar de manera
confiable la inteligencia. El CI promedio de los inmigrantes en los EE UU es
considerablemente más bajo que el de la población nativa de raza blanca. Esta
diferencia es probable que persista durante varias generaciones. Las
consecuencias son la falta de asimilación socioeconómica entre los inmigrantes
de bajo coeficiente intelectual, conductas de clase baja, menor confianza
social y un aumento en trabajadores no cualificados en el mercado laboral
estadounidense. La selección de los inmigrantes de alto coeficiente intelectual
podría mejorar estos problemas en EE UU al mismo tiempo que beneficiaría a los
potenciales inmigrantes que son más inteligentes pero que carecen de acceso a
la educación en sus países de origen”.
Este
es el resumen de la tesis doctoral que presentó Jason Richwine en la
Universidad de Harvard en 1999 y que fue aprobada sin objeciones por un comité
formado por tres prestigiosos catedráticos de esa universidad. La tesis habla
de los inmigrantes en general, pero sus conclusiones están principalmente
basadas en el análisis del (bajo) CI de los hispanos. Armado con esa
credencial, el flamante doctor Richwine comenzó su carrera en lo que en
Washington se llama “la industria de la influencia”. Trabajó en dos importantes
think tanks conservadores, publicó artículos en diarios y revistas y daba
conferencias. Cuando el exsenador Jim DeMint, uno de los principales líderes
del Tea Party y recién nombrado presidente de la fundación Heritage, necesitó
encargar a alguien que hiciera el estudio que serviría como punta de lanza en
la batalla para impedir la reforma de la política migratoria de EE UU, escogió
a Jason Richwine, quien junto con Robert Rector sería el coautor del informe.
Al doctor Richwine le estaba yendo bien.
Hasta
la semana pasada.
Dylan
Mathews, un periodista del Washington Post, se tropezó con la tesis doctoral de
Richwine y publicó su mensaje central. Las reacciones no se dejaron esperar. La
fundación Heritage se limitó a decir que las controvertidas ideas de Richwine
las escribió en Harvard y no en la Fundación. Dos días después, Richwine
renunció a su cargo.
En
todo esto hay muchas sorpresas, pero quizá la principal tiene que ver con los
estándares que se usan en Harvard para otorgar un doctorado. La tesis de
Richwine parte de la base de que hay causa y efecto entre dos variables
difíciles de medir: inteligencia y raza. Entre los científicos sociales no hay
consenso acerca de qué es lo que miden los test que estiman el cociente
intelectual. ¿Miden inteligencia o más bien miden la capacidad de responder
bien a ese tipo test? Y si miden inteligencia ¿qué tipo de inteligencia es?
Todos conocemos genios que obtienen buenos resultados en los test de
inteligencia pero cuya vida personal y profesional es un desastre y que
terminan siendo una carga para su familia y para la sociedad. Y también
conocemos gente que no brilla por su intelecto pero cuya contribución a la
sociedad es enorme. Pero si la inteligencia es difícil de medir, ¿cómo se mide
eso que Richwine define como “los hispanos”? Esta no es una categoría biológica
sino una definición popularizada por la Oficina del Censo de EE UU que usa el
término hispano o latino para referirse a “una persona de origen cubano,
mexicano, puertorriqueño, centro o sudamericano o de otra cultura u origen
español, independientemente de su raza”. Evidentemente, tratar a los “hispanos”
como una categoría genética o biológicamente homogénea es, por decir los menos,
metodológicamente endeble.
Y
los problemas con la tesis de Richwine no terminan ahí. Derivar de sus
conclusiones la idea de que una buena política inmigratoria se debe basar en
aplicarle pruebas de inteligencia a los inmigrantes, es una propuesta más
nutrida por la ideología que por la ciencia.
Pero
si se trata de creer en estudios que se basan en los test de inteligencia,
entonces vale la pena mencionar uno muy interesante referido por el periodista
Jon Wiener. En 2012 la revista Psychological Science publicó que un amplio
estudio en Reino Unido que examinó a casi 16.000 personas a través de los años
encontró que “los menores niveles de inteligencia en la infancia pronostican la
presencia de mayor racismo en la edad adulta”. En otras palabras: los adultos
que son racistas no salían muy bien en los test de inteligencia cuando eran
niños.
En
resumen: Si usted cree que los hispanos son tontos, entonces debe creer que los
racistas también lo son. Pura ciencia.
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