Retrospectiva: julio de 2007
Palabras del ProcuradorMedina Mora Icaza, durante la ceremonia de entrega del Doctorado Honoris Causa a Rafael Márquez Piñero y Moisés Moreno Hernández, que se realizó en el Instituto Nacional de Ciencias Penales; México, D.F., a 17 de julio de 2007
Muy
buenas tardes a todos ustedes.
Señor,
don Rodolfo Félix Cárdenas, Procurador General de Justicia del Distrito Federal
y miembro de la Honorable Junta de Gobierno de este Instituto Nacional de
Ciencias Penales.
Señor
don José Lema Labadie, rector de la Universidad Autónoma Metropolitana y
también miembro de nuestra Honorable Junta de Gobierno de este Instituto.
Señor
Doctor, don Héctor Fix, director del Instituto de Investigaciones Jurídicas de
la Universidad Nacional Autónoma de México.
Señor
don Gerardo Laveaga, director General del INACIPE.
Con
la mayor admiración y respeto a los doctores Rafael Márquez Piñero y Moisés
Moreno Hernández, nuestros Doctores Honoris Causa.
El
Instituto Nacional de Ciencias Penales ha sido ya, por muchos años, espacio de
reflexión y apertura para la ciencia jurídica en México.
Sin
duda, importantes contribuciones a la dogmática penal y al derecho positivo se
han fraguado en estas aulas que hoy distinguen a dos importantes académicos,
impulsores del Derecho Penal, de esta rama que se concibe como el
establecimiento de los límites juspuniendi del Estado y como instrumento
primordial en la lucha contra la lesión o puesta en peligro de los bienes
jurídicos más relevantes para una sociedad.
Moisés
Moreno Hernández y Rafael Márquez Piñero representan una de las muchas
generaciones de mexicanos, y digo mexicanos con toda intención, no sólo por
elección, sino también por identidad plena, Doctor Márquez, que han luchado por
hacer del Derecho Penal Mexicano un Derecho Penal más justo, más democrático,
más equilibrado.
Quizá
la prueba más importante de una democracia es en el equilibrio que muestre su
derecho sustantivo y adjetivo, este equilibrio que legitima el uso de la
prisión ante la violación de los derechos y bienes más importantes para la
convivencia armónica.
La
historia de México ha sido la lucha constante por la libertad y por la
justicia.
El
Derecho Penal no puede, ni debe, ser ajeno a esta lucha.
Hoy,
la principal demanda de los mexicanos es seguridad integral, certidumbre en sus
vidas cotidianas.
El Derecho Penal está íntimamente ligado a esta demanda,
porque los mexicanos exigimos con justicia que los delitos se castiguen, pero a
la vez, que se respeten los principios de proporcionalidad y de debido proceso.
Que
los juicios se realicen con estricto apego a derecho y con transparencia.
Que
la ley se aplique, pero que no se deje de lado que a quienes se le aplica son,
también, como nosotros, seres humanos, y que como tal, tienen los derechos que
nuestra Constitución y nuestras leyes les otorgan.
México,
nuestro México, ha sufrido grandes transformaciones en lo social y en lo
político, y el sistema de justicia debe adecuarse a nuestra nueva realidad
democrática para hacer una realidad el postulado constitucional de una justicia
pronta, completa e imparcial.
La
justicia tardía no es sino la expresión de una injusticia, y ante esto, tenemos
que rediseñar el sistema para que la respuesta a la sociedad sea oportuna, con
calidad y también con calidez.
Los
cambios no sólo son necesarios en el ámbito penal, federal y locales, sino
también en lo civil, en lo mercantil, en lo laboral, lo administrativo y lo
fiscal, a fin de evitar que la ineficacia en la respuesta de estos sistemas se
traduzca en trasladar todos los problemas al ámbito de lo penal.
Por
ello, los mexicanos quieren, queremos un nuevo sistema de justicia penal que
concilie estas exigencias, que a la vez disminuya la impunidad, aumente la
seguridad jurídica de todos los que intervienen en el drama penal y culmine con
la imposición de una sanción proporcional al daño o, en su caso, con una
restauración mediante mecanismos alternos de solución de conflictos.
De
verdad me da muchísimo gusto estar con representantes tan importantes de la
comunidad académica penal en nuestro país, porque sé que todos están dispuestos
a colaborar para que nuestro Sistema de Justicia Penal responda a los nuevos
tiempos de la democracia mexicana, responda a los más altos estándares del
respeto a los derechos fundamentales, pero también, que sea ejemplo de que en
México, cuando se quebranta la ley se aplica la consecuencia jurídica
establecida para ese quebrantamiento.
Es
urgente que la dogmática penal se funda con la realidad, y que los mejores
postulados de los estudiosos se recojan en las normas jurídicas que nuestro
México, este México del Siglo XXI necesita.
Debemos
convertir al deber ser en el ser, mediante la construcción de una sólida
cultura de legalidad que asegure el desarrollo armónico de la nación.
Tenemos
que lograr que el derecho se convierta en uno de los principales motores del
desarrollo, que sea la punta de lanza del crecimiento económico, social y
cultural, que sea el instrumento que regrese a los mexicanos la tranquilidad
que requieren para ejercer sus libertades y sus derechos en un marco de orden,
paz y respeto.
Pero,
a la vez, no podemos ser ingenuos y creer que el derecho será el constructor de
la sociedad, porque es a la inversa, el derecho debe responder a las nuevas
realidades y hacer que éstas se traduzcan en un beneficio para la mayoría, en
un beneficio para todos.
Sé
que estas ideas las comparten Moisés Moreno Hernández y Rafael Márquez Piñero,
y por eso estoy cierto que el Doctorado Honoris Causa que les entrega el
Instituto Nacional de Ciencias Penales, más que un reconocimiento, significa la
renovación de su compromiso con la sociedad mexicana.
Es
un compromiso para contribuir, desde su trinchera, a un Sistema de Justicia
Penal que responda a las exigencias de todos los mexicanos.
Muchísimas
gracias.
Muchísimas
felicidades.
A
partir de ahora, los nombres de Rafael Márquez Piñero y Moisés Moreno
Hernández, se inscriben con tinta indeleble en la historia de las Ciencias
Penales de México y se suman a los de otros destacados hombres y mujeres que
han sido distinguidos con el Doctorado Honoris Causa por el INACIPE como:
Victoria Adato Green, Sara Bialostosky, Álvaro Búnster Briceño, Fernando
Castellanos Tena, José Cerezo Mir, Ricardo Franco Guzmán, Sergio García
Ramírez, Enrique Gimbernat Ordeig, Olga Islas, Rafael Macedo de la Concha,
Rafael Moreno González, Luis Rodríguez Manzanera, Claus Roxin y Raúl Zaffaroni.
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