EL gobernador
de la represión y la mentira/
ÁLVARO
DELGADO Y GABRIELA HERNÁNDEZ
Revista Proceso # 1969, 26 de julio de 2014;
Su
mala fama crece, ganada a pulso… o mejor dicho, a mano dura. Cuando el
gobernador Rafael Moreno Valle seguía refinando sus prácticas represivas contra
la disidencia poblana amparado en su Ley Bala, se topó con pared: la muerte del
niño José Luis Tehuatlie a raíz de una bala de goma disparada por las fuerzas
de seguridad del estado de Puebla, aun cuando el mandatario insiste en
exculparlas. Implacable, la condena de prácticamente todos los sectores políticos
y sociales de esa entidad, y aun de los nacionales –con excepción del PAN, su
partido– se cierne sobre el mandatario cortándole las alas a su aspiración
presidencial.
PUEBLA,
PUE.- Las imágenes son dramáticas: Decenas de niños de la primaria Belisario
Domínguez corren con sus padres en medio de nubes de gas lacrimógeno lanzado
por la Policía estatal para dispersar a unos 200 manifestantes que pretendían
ingresar a la Secretaría de Finanzas, en la capital del estado.
El
gas alcanzó también al hospital Betania, contiguo al edificio gubernamental, en
cuya área de urgencias fueron atendidas varias personas, víctimas de la
impericia policial para disolver la protesta de vendedores de autopartes que
exigían la devolución de mercancía incautada.
Tras
el operativo, el 11 de mayo de 2011, el entonces secretario de Seguridad
Pública, Ardelio Vargas Fosado –actual comisionado del Instituto Nacional de
Migración (INM) –, se ufanó de aplicar la ley contra los manifestantes. “No son
hermanos de la caridad y yo no soy un payaso. Somos policías y estamos
actuando”.
Con
esta acción policiaca, el panista Rafael Moreno Valle conmemoró sus primeros
100 días como gobernador de Puebla, una política de garrote que ha aplicado en
todo su sexenio y cuya más reciente expresión –ya con Facundo Rosas como jefe
policiaco– fue la batida contra campesinos, el miércoles 9, que derivó en la
muerte del niño José Luis Tehuatlie Tamayo.
“Ustedes
han visto cómo la ley que se aprobó en Puebla se aplica”, se regodeó ante
periodistas tras el operativo inaugural de la Ley para Proteger los Derechos
Humanos y Regular el Uso Legítimo de la Fuerza Pública –la vigente Ley Bala–,
cuyas consecuencias pueden hundir su proyecto presidencial.
En
medio de la peor crisis de su carrera tras la muerte del niño de 13 años de
edad, el sábado 19, el gobernador se ha aferrado a que a éste lo mató un
cohetón lanzado por los manifestantes y no un artefacto de la policía –una bala
de goma o un cartucho de gas lacrimógeno–, como aseguran testigos con base en evidencias.
“Ese señor es un criminal. Él miente, él cree
que puede pasar por encima de todo. Si llega a la Presidencia, qué no hará”,
alerta, desde su humilde hogar, Elia Tamayo, la madre del niño al que sus
amigos llamaban Conan y que ese miércoles regresaba de clases.
PAN,
cómplice: Ana Tere
Con
reputación de déspota, caprichoso y frívolo, el emblema de Moreno Valle ha sido
la represión sistemática de toda expresión disidente, sobre todo de campesinos,
indígenas y organizaciones sociales que se defienden de los proyectos
empresariales impulsados por su gobierno.
Cualquier
manifestación opositora a sus proyectos ha sido hostilizada y sofocada con
toletes, gases lacrimógenos y balas de goma, pero también con la cárcel, a
menudo –conforme a numerosas denuncias de los afectados– con fabricación de
pruebas.
Por
lo menos 31 activistas están bajo proceso penal, 25 de ellos aún en las
cárceles del estado, por oponerse a los megaproyectos privados. Sólo en la
Sierra Norte, con población mayoritariamente indígena, existen 90 concesiones
para minas y la construcción de ocho hidroeléctricas que impugnan los
habitantes.
Al
gobierno de Moreno Valle lo culpan del homicidio de un activista: Antonio
Esteban Cruz, líder del Movimiento Independiente Obrero, Campesino, Urbano y
Popular (MIOCUP) y opositor al proyecto de construir una hidroeléctrica en el
río Apulco, en los municipios de Cuetzalan y Ayotoxco, asesinado el 4 de junio
de cuatro balazos.
También
ha aflorado la crueldad del gobernador: Hace un mes falleció en la cárcel el
activista Delfino Flores Melga, de 90 años de edad, a quien el gobierno estatal
le negó el derecho a seguir su proceso en su domicilio, como lo exhortó la
Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).
Del
despotismo de Moreno Valle también han sido víctima el Partido Acción Nacional
(PAN), en el que milita desde 2009: Ha encarcelado, amenazado y hostilizado a
sus críticos, hasta tomar el control completo en Puebla y con gran influencia
en el nacional, en contubernio con Gustavo Madero.
Postulado
por la coalición integrada por PAN, PRD, Movimiento Ciudadano y Nueva Alianza
–el partido de su madrina Elba Esther Gordillo–, Moreno Valle cooptó también al
PRI estatal –su antiguo partido– para controlar el Congreso, el Poder Judicial
y los organismos autónomos, como la Comisión de Derechos Humanos, aval de todos
sus abusos.
Con
los medios de comunicación controlados mediante un robusto presupuesto
publicitario –uno de los más opacos del país, según las ONG Fundar y Artículo
19–, el afán absolutista de Moreno Valle se consolidó luego de tres años y
cinco meses de gobierno.
Pero
lo ocurrido en San Bernardino Chalchihuapan, donde la policía disolvió un
bloqueo a la autopista Puebla-Atlixco de campesinos que protestaban por la
reinstalación del registro civil en las juntas auxiliares–, alteraron sus
planes: El PAN le hizo el vacío, el PRD promoverá juicio político contra él y
el PRI censuró su “política criminal”.
No
fue el PRI estatal –cuya dirigencia será sustituida en breve–, sino el grupo
parlamentario en el Senado el que expresó, en la propuesta de un punto de
acuerdo, que lo ocurrido el miércoles 9 “deja de manifiesto la intolerancia,
represión e inobservancia de los derechos humanos por parte del Ejecutivo de
aquella entidad”.
Con
un inusual dureza, añadió: “Aunque el gobernador de la entidad ha manifestado
que el deceso fue causado por un cohete utilizado por los propios manifestantes
y no por un proyectil como los testigos y la madre del menor afirman, la
realidad es que el menor de tan sólo 13 años murió a causa de la política
criminal implementada por el gobernador Rafael Moreno Valle Rosas”.
Al
respecto, Isabel Allende, diputada federal priista de Puebla, afirma que es
inaudito el exceso de fuerza en San Bernardino. “Hay una incapacidad total del
secretario de Seguridad Pública y de sus colaboradores, y la Secretaría de
Gobierno no tiene el más mínimo interés en mantener la gobernabilidad del
estado”.
Pero
el responsable, aclara, es Moreno Valle y por ello la Comisión Nacional de los
Derechos Humanos (CNDH) debe investigar a cabalidad los hechos, aunque el
abogado del gobernador, Juan Pablo Piña Kurczyn, es amigo del presidente del
organismo, Raúl Plascencia.
Hijo
del exgobernador priista Mariano Piña Olaya y de Patricia Kurczyn, comisionada
del Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI), Piña Kurczyn fue
secretario de Servicios Legales y Defensoría Pública hasta que, en 2012, su
amigo Plascencia lo designó sexto visitador de la CNDH.
Justo
al día siguiente del desalojo de la autopista Puebla-Atlixco, Piña renunció
como secretario general nacional de la Fundación Colosio del PRI, para hacerse
cargo de la defensa de Moreno Valle, su amigo desde que éste era priista.
El
único partido que se ha mantenido silente es el PAN. En su más reciente
elección interna, en mayo, Moreno Valle fue clave para la reelección de Madero,
cuyo círculo cercano admite que tiene también aspiraciones presidenciales.
Al
respecto, Ana Teresa Aranda, la única opositora de Moreno Valle desde que
ingresó al PAN –por lo cual ha sido amenazada de muerte y sus denuncias
archivadas–, lamenta que su partido a nivel local y nacional calle. “Hay un
silencio sepulcral con respecto a Chalchihuapan”.
–¿Cuál
debe ser la posición del PAN?
–Es
una lástima que las dirigencias nacional y estatal no se pronuncien para
condenar los hechos sangrientos de Chalchihuapan. Un partido cuyos principios
parten del respeto de la inminente dignidad de la persona humana no puede
guardar silencio ante la represión, la intolerancia y el autoritarismo. Si lo
hace se convierte en cómplice.
–¿Qué
debe hacer Moreno Valle? ¿Solicitar licencia, pedir una investigación
imparcial, rectificar?
–Debería
hacer todo eso. Pero, dada su naturaleza, preferirá mantenerse tercamente en su
teoría del complot.
–¿Se
derrumbó ya el proyecto presidencial de Moreno Valle?
–Ojalá
y así sea.
La
Sierra, “un polvorín”
Para
los líderes de organizaciones sociales de Puebla que padecen la mano dura de
Moreno Valle, por su oposición a sus “proyectos de muerte” –como llaman a las
mineras y las hidroeléctricas–, el proyecto presidencial está afectado con la
represión en San Bernardino Chalchihuapan y la muerte del niño Tehuatlie
Tamayo.
Raymundo
García López, dirigente de Serranos Unidos en Resistencia Indígena y del Comité
Revolucionario Indígena de Zapotitlán, afirma que “la mano dura de Moreno Valle
fue un mensaje a los mercados financieros internacionales de que puede resolver
los problemas, pero ahora su aspiración se ve menguada”.
Sin
embargo, no avizora que disminuya la hostilidad gubernamental, sobre todo
porque los habitantes de la Sierra Norte no cederán a las presiones y a la
“represión” para que depongan su oposición a los proyectos mineros e
hidroeléctricos.
“Puede
haber un conflicto regional de gran envergadura si no se detienen estos
proyectos. Y serán mayores con la reforma energética, especialmente con la
ocupación temporal. Ojalá los diputados corrijan lo que aprobó el Senado.”
–¿Qué
consecuencias podría haber?
–Sería
un polvorín en las regiones indígenas donde están los proyectos. Nosotros, por
más humildes que seamos, no nos dejamos engañar.
Y
es que Moreno Valle ha perseguido a todos los activistas que se oponen a sus
proyectos, como ocurrió, en abril, con Enedina Rosas, Juan Carlos Flores y
Abraham Cordero, líderes del movimiento opositor al gasoducto Morelos.
El
6 de abril, la comisariada de San Felipe Xonacayucan, Enedina Rosas Vélez, de
60 años de edad, fue detenida por policías estatales debido a que esa comunidad
ejidal se negó a firmar la autorización para el paso del gasoducto Morelos por
esas tierras.
De
acuerdo con Juan Carlos Flores, líder del Frente de Pueblos en Defensa del Agua
y de la Tierra (FPDAT) en Morelos, Puebla y Tlaxcala, la mujer fue aprehendida
cuando salía de una reunión en San José Teruel, municipio de Tepeojuma, en la
que se confirmó la determinación de oponerse al proyecto.
El
frente acusa al gobierno estatal y a las empresas encargadas del gasoducto
–la
italiana Bonatti y las españolas Enagás y Elecnor– de estar detrás de la
detención de Rosas Vélez, presa en Atlixco.
El
propio Flores fue aprehendido al día siguiente luego de interponer una queja
ante la CEDHP por la detención de Enedina y se le imputaron varios delitos
“fabricados”, como los que se les han imputado a otros dirigentes.
“¡Que
chinguen a su madre!”
Desde
2012, los integrantes de la organización han denunciado una serie de agresiones
en comunidades de Tlaxcala, acoso, golpizas y tortura de policías estatales en
Morelos y capturas en Puebla.
El
Proyecto Integral Morelos atraviesa con un gasoducto de 158 kilómetros los
estados de Puebla, Morelos y Tlaxcala y contempla dos termoeléctricas. Irá de
La Magdalena Soltepec, en Tlaxcala, a Yecapixtla, Morelos, afectando a 407 mil
habitantes de 11 municipios de los tres estados.
La
activista Samantha César afirma que la detención de Flores obedece a que es el
líder en los tres estados. “La consigna es de Moreno Valle. Hay un proceso de
criminalización y hostigamiento del gobierno estatal”.
Revela
que funcionarios de la Secretaría de Gobernación aclararon que los
encarcelamientos de activistas en Puebla no tienen que ver nada con el gobierno
federal.
“La
consigna es de Moreno Valle. Ahí se vio la línea que está ejecutando el
gobierno estatal”, afirma la activista, quien revela que existen otras 10
órdenes de aprehensión contra dirigentes indígenas, y advierte:
“Es
una política de terror y privación de los derechos humanos y políticos. Primero
encarcelan a nuestros dirigentes, luego reprimen a mototaxistas y del Metrobús
y ahora asesinan al niño.”
Esa
ha sido la orden de Moreno Valle, como solía decir Vargas Fosado. “A mí me
contrataron para aplicar la ley y eso es lo que hago. Ya lo saben: yo no
reparto flores”.
En
efecto, repartía toletazos, gases lacrimógenos y balas de goma, como se
acreditó en el desalojo de campesinos del municipio de Chignahuapan, en agosto
de 2011, según la recomendación –primera y única en lo que va del sexenio– de
la CDH de Puebla.
Ese
23 de agosto de 2011, centenares de policías, sin contar con un mandato
judicial, desalojaron con violencia a unas 500 personas que estaban en posesión
de un predio ubicado en la exhacienda de Atlamaxac.
Ese
día, 31 personas, en su mayoría mujeres y ancianos, fueron detenidas y decenas
resultaron heridas, al menos cuatro de gravedad, por el uso de toletes,
petardos y balas de goma.
Artemisa
León Moreno, de 70 años, mostró a la prensa, desde la cama de un hospital, la
profunda herida que le produjo un petardo lanzado por los granaderos: “Nos
disparaban directo, nomás escuchábamos pasar las balas”.
En
enero de 2012, la CEDH emitió una recomendación contra Vargas Fosado al quedar
confirmado que ese violento desalojo se llevó a cabo sin orden judicial y que
en el operativo se usaron balas de goma.
Vargas
también acometió contra periodistas, que fotografiaron los hechos, según un
audio difundido por el diario Intolerancia a finales de 2011, en la que da
instrucciones para que someta a los comunicadores.
“A
esos cabrones no les devuelvan las cámaras, hasta allá, y bórrenles toda la
imagen que tienen”, ordenó. “De tontos nos van a acusar si se las devolvemos.
¡Que chinguen a su madre…!.”
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