El periodista Carlos del Frade, uno de los principales investigadores sobre narcotráfico en Argentina, consigna por su parte la presencia del Cártel de Juárez en el tráfico de efedrina a través de Carlos Ahumada Kurtz.
Argentina-México,
puente de la efedrina/FRANCISCO
OLASO
Revista Proceso # 1969, 26 de julio de 2014
INTERNACIONAL
BUENOS
AIRES.- La juez federal argentina María Servini de Cubría abrió un proceso el
viernes 18 contra José Ramón Granero, extitular de la Secretaría de
Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el
Narcotráfico (Sedronar), por su presunta complicidad en el tráfico de efedrina.
La
juez acusa al funcionario de ser “partícipe necesario del delito de haber
introducido al país materias primas destinadas a la fabricación de
estupefacientes, habiendo efectuado una presentación correcta ante la aduana y
alterando posteriormente su destino de uso”, según obra en el auto de
procesamiento.
Granero
fue designado en 2004 por el entonces presidente Néstor Kirchner y siguió en el
cargo durante el primer mandato de Cristina Fernández, entre 2007 y 2011.
La
industria farmacéutica local usa efedrina para elaborar analgésicos,
descongestivos nasales, medicamentos oftalmológicos y pastillas para adelgazar.
El Departamento de Psicotrópicos y Estupefacientes de la Administración
Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica informó a la juez que
156 kilogramos de efedrina alcanzan para cubrir anualmente las necesidades
médicas de Argentina. Entre 2004 y 2008, sin embargo, la importación de
efedrina desde India y China superó las 47 toneladas, consignando un
crecimiento de mil 653%.
“No
fue casual ni un descuido lo que aconteció con los volúmenes de importación de
efedrina”, consigna la juez en el auto de procesamiento: “La real y única
problemática es una operación de narcotráfico internacional”, define. Los
cárteles usan la efedrina como precursor químico para la elaboración de drogas
sintéticas.
Servini
relaciona la importación “desmesurada” de efedrina hacia Argentina con las
restricciones que México impuso en 2005 para la importación de ese precursor y
la necesidad de los cárteles mexicanos de proveerse en otros países. “Quedó
ampliamente demostrado en distintos procesos judiciales que las importaciones
al país de efedrina tenían como último destino la República de México, ya sea
como materia prima en sí o ya producida la metanfetamina”, sostiene el auto de
procesamiento.
La
magistrada grafica la desidia en los controles que imperaba en la Sedronar: “De
los 47 mil 625 kilogramos de efedrina importados entre los años 2004 a 2008, 40
mil 972 kilogramos fueron desviados hacia personas que han sido condenadas,
procesadas o denunciadas por maniobras de narcotráfico”, escribe.
El
auto de procesamiento habla de “cárteles mexicanos” sin decir cuáles.
Diferentes causas conexas que investigan el tráfico de efedrina y la producción
local de metanfetaminas atribuyen la organización de este tráfico al Cártel de
Sinaloa. Una investigación periodística consigna también la presencia en el
negocio del de Juárez.
La
sombra del “Chapo”
El
primer indicio de que los narcos mexicanos habían desembarcado en Argentina
data del 18 de julio de 2008. Ese día se descubrió un inmenso laboratorio
clandestino para la fabricación de drogas sintéticas a 50 kilómetros de esta
ciudad. En el operativo fueron detenidos un argentino y nueve mexicanos.
Las
metanfetaminas tenían por destino final el mercado estadunidense. Su
elaboración en Argentina se debía a que los precursores químicos –como la
efedrina– eran accesibles y económicos aquí.
A
cargo del laboratorio estaba el mexicano Juan Jesús Martínez Espinoza.
Michoacano de 54 años, el líder local del Cártel de Sinaloa fue detenido en
Paraguay tres meses más tarde. “Detrás de ellos, se sabría poco después, estaba
la sombra de Joaquín El Chapo Guzmán, de quien llegó a decirse que estuvo
algunos días en Argentina”, publicó el diario Clarín el pasado 23 de febrero.
El
13 de agosto de 2008 aparecieron asesinados los empresarios Sebastián Forza,
Damián Ferrón y Leopoldo Bina. El “triple crimen de General Rodríguez”, a 70
kilómetros de Buenos Aires, tenía un sello mafioso poco usual para la época.
Los cuerpos acribillados estaban en una zanja, con las manos amarradas por la
espalda.
El
número telefónico de Forza apareció luego entre los contactos de Martínez
Espinoza, condenado a 14 años en 2012 por desviar 9 mil 800 kilogramos de
efedrina a México. La investigación judicial del crimen concluyó que su autor
intelectual es Ibar Pérez Corradi. Este empresario argentino –hoy prófugo– era
señalado por la DEA como nexo entre los cárteles mexicanos y el tráfico de
efedrina. Se sospecha que los tres asesinados habrían intentado prescindir de
su intermediación en el negocio.
En
esos años de importación desmesurada de efedrina, agentes de la Policía de
Seguridad Aeroportuaria y funcionarios aduaneros registraron numerosos intentos
de envío ilegal de efedrina a México.
En
noviembre de 2007 la aduana decomisó 294 kilos del precursor disimulados en una
carga de mil 200 kilos de azúcar con destino a México. El responsable del
cargamento, el argentino Mario Roberto Segovia, fue arrestado en noviembre de
2008. El Rey de la Efedrina, como se conoce a Segovia, usaba una identificación
falsa a nombre de Héctor Germán Benítez, quien en realidad estaba preso en la
cárcel de Sierra Chica.
Segovia
obtuvo una autorización en 24 horas en la Sedronar para comercializar
precursores químicos. Para ello presentó la inscripción de Benítez en la
agencia tributaria en la cual el recluso se declaraba mayorista de chocolates y
golosinas. Segovia fue condenado en 2012 a 14 años.
Un
jubilado de bajos ingresos, Guillermo Raúl Ascona, condenado por otra causa
conexa, obtuvo la autorización de la Sedronar para importar precursores
químicos dando un domicilio social donde no había ningún depósito adecuado para
acopiar sustancias químicas.
Por
si fuera poco, en 2007 y 2008 la policía decomisó 26 y 7 kilos de cocaína,
respectivamente, en vehículos oficiales de la Sedronar.
El
creciente escándalo motivó la resolución oficial de agosto de 2008 que limitaba
las importaciones de efedrina. Las cantidades importadas se redujeron a 24
kilogramos en 2009 y 25.9 en 2010.
También
Juárez
El
periodista Carlos del Frade, uno de los principales investigadores sobre
narcotráfico en Argentina, consigna por su parte la presencia del Cártel de
Juárez en el tráfico de efedrina a través de Carlos Ahumada Kurtz. Después de
pasar tres años en prisión en Cuba y México, el empresario regresó a Argentina
en julio de 2007. Compró al abogado Carlos Granero, hermano de José Ramón, 70%
de la empresa Ateliers, dueña desde 2004 del club de futbol en quiebra Talleres
de Córdoba.
“A
Carlos Ahumada Kurtz lo trajo Carlos Granero para hacer negocios con la
efedrina, que después producían las drogas sintéticas, especialmente en
México”, dijo Del Frade a Radio Horizonte el lunes 21.
Granero,
insistió Del Frade, trajo “como socio a Carlos Ahumada Kurtz, denunciado en
México por formar parte del Cártel Juárez” (sic). Atribuyó el “fenomenal
negocio” a que Granero “estaba bancado porque el hermano, José Ramón Granero,
era el titular de la secretaría de lucha que supuestamente iba en contra del
narcotráfico”.
Servini
ordenó por lo pronto el procesamiento sin prisión preventiva de José Ramón
Granero y trabó un embargo preventivo sobre sus bienes de 28 millones de pesos,
unos 3.4 millones de dólares.
La
magistrada procesó también a los exfuncionarios de la Sedronar Gabriel Yusef Abboud
y Julio de Orue, a Norma Fernández, propietaria de una de las droguerías que
importaron la sustancia, y a las directoras de dos farmacéuticas: Patricia
Marra y Andrea González dell’Oro.
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