31 may 2015

Crisis de la democracia, crisis del Estado…/Diego Valadés,

Revista Proceso No. 2013, 30 de mayo de 2015...


Crisis de la democracia, crisis del Estado…/JORGE CARRASCO ARAIZAGA
Para el jurista Diego Valadés, el sistema de representación política mexicano vive dos realidades paradójicas: un Congreso muy eficiente en materia legislativa, pero muy débil en el orden político, lo que conduce a la ingobernabilidad. Y explica que ello se está evidenciando en la actual coyuntura electoral, en la que, insiste, el voto que se perfila será meramente intuitivo. Lo que se plantea en el fondo, dice, es votar “por el menos malo”. En entrevista con Proceso, el ministro en retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sentencia: “El régimen de gobierno en México llegó a sus límites hace mucho tiempo”…
Lejos de la normalidad democrática, con expresiones de inconformidad y violencia en distintas regiones de la república, las elecciones que se realizarán el domingo 7 de junio constatan el equilibrio precario del sistema institucional mexicano, más allá del reacomodo de las fuerzas políticas en el Congreso de la Unión.
 En entrevista con Proceso, el constitucionalista Diego Valadés Ríos encuadra de esta manera el contexto sociopolítico actual, en el que resulta plausible el rechazo ciudadano a los partidos, lo que ha dado pie a una tendencia hacia la anulación del voto. En las elecciones intermedias de 2009, esa inconformidad alcanzó el 7% de las votaciones. Y ante ese panorama, dice, las acciones de disuasión parecen no ser convincentes.
 “No lo son desde el punto de vista de la argumentación democrática porque lo que se está planteando es que se vote por el menos malo, el menos corrupto o el menos inepto, sin considerar la orientación ideológica que tenga el partido por el cual se vote y la que tenga el elector.

 “Lo que se nos está diciendo es: si tú eres un liberal pero el menos corrupto es un conservador, vota por el conservador. ¡Por qué he de votar por un conservador que está en contra de mis ideas, simplemente porque he de votar por alguien!”, exclama.
 La crisis, subraya el ministro en retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, abarca a todo el Estado mexicano. Y por supuesto, acota, ello da lugar a que en procesos tan vulnerables como son los comicios se encuentre espacio para generar inquietud y hacer valer exigencias de cualquier tipo, de reivindicación social, jurídica, política y hasta delictiva.
 “Lo que vemos es que la crisis de las instituciones mexicanas es lo que propicia esto. No es que esté vinculado con la mejor o peor organización de las elecciones, que están razonablemente bien organizadas. Quiere decir simplemente que faltan vectores para canalizar la inconformidad que hemos dejado que se azolve a lo largo de décadas. Uno de los más importantes es un sistema adecuado de acceso a la justicia. Si no tenemos procedimientos adecuados para acceder a ella, se producen expresiones de violencia.”
 Como ejemplo de su planteamiento expone el conflicto de los taxistas tradicionales con los del servicio Uber:
 “En Madrid, el año pasado, la empresa fue declarada ilegal y ya no funciona. Los taxistas de la capital española protestaron por la vía jurisdiccional, sin acciones de fuerza. Nosotros no tenemos un sistema de acceso a la justicia fluido y confiable, al que se pueden apelar y recurrir. Entonces, todos nuestros justiciables tienen que manifestarse por la vía de facto: cerrar carreteras, intimidar a otras personas o amenazar con el bloqueo de elecciones porque es la forma como entienden que pueden acceder a la justicia. El problema es de fondo.”
Exprocurador general de la República y del Distrito Federal, Diego Valadés dice que en esta crisis de gobernabilidad se ha llegado al extremo de que las propias autoridades mexicanas han dejado de utilizar los instrumentos institucionales. Ejemplifica con la crisis de violencia que vive el país desde hace una década:
“La respuesta institucional ha sido de mucha timidez. No para hacer frente a la violencia mandando tropas, sino en darle un cauce institucional a las respuestas del Estado.”
Apunta que el artículo 29 de la Constitución prevé que ante este tipo de episodios existe la posibilidad de suspender garantías. Pero, observa, el Estado mexicano, por no utilizar un concepto que puede resultar desagradable para muchos, no ha recurrido a ese instrumento que el sistema constitucional ofrece, y en su lugar lo que hace es suspender las garantías de facto. No se ha hecho ahora, ni hace seis, ni hace diez años, dice.
“Cuando a centenares de millares de mexicanos se nos detiene en un retén, se nos está limitando nuestra capacidad de tránsito, pero no conforme a una facultad constitucional, sino por un hecho estrictamente de facto. Y lo mismo puede ser un retén de policías que de militares o delincuentes, porque no se están aplicando las normas que la Constitución establece.”
Valadés comenta que la Constitución también señala en su artículo 119 que los Estados pueden solicitar el auxilio de la Federación cuando las condiciones de seguridad interna lo exijan, pero –refiere– tampoco se ha querido utilizar esa prerrogativa. “Ningún estado lo ha hecho. De lo contrario, lo sabríamos porque esa decisión la deben tomar los congresos locales. Es tal el nivel de la debilidad institucional que ya no usamos las instituciones”.
Explica: Con la intervención de los congresos, el gobierno federal no estaría sólo y le daría una enorme capacidad operativa al Estado mexicano para combatir a la delincuencia. Pero el problema de la seguridad, que es el que más agobia a todos los mexicanos, es el que menos se discute de forma sistemática y del que menos se hace una evaluación sistemática.
¿Cómo va a acabarse con el proceso de violencia en el país, si no se construyen instituciones que tengan el apoyo de la sociedad mexicana?, se pregunta Diego Valadés. Responde: Las instituciones que están combatiendo la delincuencia organizada están a dos fuegos: de quienes los atacan con violencia “y de quienes no las apoyamos”.
En opinión del integrante del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la Universidad Nacional Autónoma de México, este punto constituye una expresión más del déficit de gobernabilidad, y lo que hace la coyuntura de las elecciones, dice, “es evidenciar el problema estructural de debilidad institucional que padecemos”.
Puntualiza: “En todas las sociedades, cuando se encuentran resquicios a los procesos de gobernabilidad se producen explosiones o expresiones de violencia, y eso es lo que en México estamos viviendo cada día”.
Problema estructural
Para Diego Valadés, el problema que plantea es de fondo, estructural, de instituciones débiles que están ocasionando los déficit de gobernabilidad en México. Considera que la ausencia de responsabilidad de los gobernantes y un Congreso limitado al proceso legislativo han dado paso a esa ingobernabilidad.
Entrevistado en la Ciudad de México en vísperas de los comicios intermedios en los que se renovará la Cámara de Diputados, se elegirán gobernadores en siete estados, así como ayuntamientos en 17 entidades y jefes delegaciones en el Distrito Federal, el académico de la UNAM ve en la elección de Nuevo León una posibilidad para romper la inercia política que vive México desde hace casi dos décadas.
Opina que un triunfo del candidato independiente Jaime Rodríguez, El Bronco, podría hacer de Nuevo León un laboratorio político a partir den un gobierno de coalición sometido al control del Congreso, adelantándose incluso a la reforma constitucional que entrará en vigor en 2018. Así, afirma, se rompería el bipartidismo, como ocurrió recientemente en Barcelona, la capital de Cataluña, aunque con toda proporción guardada.
Fuera de las expectativas de esa elección, el también exdirector del IIJ de la UNAM asegura que, ajeno a las condiciones de normalidad democrática, el proceso electoral está agravado por la mediocridad de los partidos, que han sustituido las propuestas por denuncias contra sus adversarios, aunque en muchos casos sean ciertas.
Valadés habla también de la desconfianza ciudadana hacia los partidos y abunda sobre la tendencia del electorado a anular el voto que se acentuó desde hace seis años. Hoy, asegura, lo que se plantea es votar por el menos malo.
“Vamos a ir a las urnas el 7 de junio a votar de una forma bastante intuitiva y no de una manera informada”, dice el doctor en derecho constitucional, quien además es miembro de El Colegio Nacional, de la Academia Mexicana de la Lengua y la Real Academia Española.
Nacido en Mazatlán, Sinaloa, hace 70 años, Valadés considera que la votación intuitiva es propiciada por un sistema institucional muy erosionado y vulnerable que ya no está dando resultados debido a su agotamiento.
“El régimen de gobierno en México llegó a sus límites hace mucho tiempo. Lo que estamos viviendo por lo menos desde hace 15 o 20 años es la inercia y la rutina de un Estado que no ha acabado de democratizarse.
“Tenemos un sistema presidencial que resultó muy funcional mientras se apoyaba en un partido hegemónico. Pero cuando decidimos transitar al pluralismo político, que era un primer gran paso indispensable y que se expresó con mucho optimismo en el año 2000, no lo acompañamos con profundas reformas para que todo el sistema institucional empezara a funcionar conforme a esa nueva expresión plural.”
Las resistencias
`Valadés sostiene que las reformas en el país sólo han sido electorales, excepto una, “que dará resultados en el futuro y que aún es incipiente”: la reforma constitucional que prevé para 2018 la posibilidad de los gobiernos de coalición y de reelección de los representantes hasta por 12 años.
 Con los temas del control del poder y el sistema representativo entre sus intereses de investigación, Valadés asegura que, antes que el sistema de partidos, México tiene que fortalecer el régimen de gobierno.
 Contrario a la propuesta de la revocación del mandato, a la que define como una exigencia emocional que en el mundo sólo opera a nivel local en Suiza y Estados Unidos, el entrevistado reitera que en una verdadera reforma política en México “nuestros representantes en el Congreso controlarían a nuestros gobernantes con procedimientos reales de responsabilidad”.
 E insiste: Mientras no fortalezcamos el Congreso, el sistema de partidos nos va a seguir dando estas expresiones tan insatisfactorias como las que hemos vivido en la campaña actual.
 –¿Cómo llegar a ese tipo de control si el Congreso está capturado por los partidos, que no quieren exponer a los gobiernos que encabezan? –se le pregunta.
 –Todas las dirigencias son refractarias a los cambios cuando estos implican pérdida de poder. Pero llega un momento en el que tienen más que perder, además del poder, que es la unidad territorial de su Estado. Es el caso del Reino Unido y de España: en el primero, con los intentos separatistas de Escocia, y en el segundo con el triunfo de la candidatura ciudadana en Barcelona. En México, evidentemente hay resistencias por quienes hasta este momento han disfrutado de los gajes del poder.
 Abunda: “En España, la sociedad decidió no confiar en dos partidos, y estas dos nuevas organizaciones ciudadanas que aparecieron con enorme fuerza, Podemos y Barcelona en Común, se han convertido en los árbitros de la lucha política. El triunfo de la candidatura ciudadana en Barcelona seguramente va a mitigar el proceso separatista catalán.
 “España ahora tiene que irse a coaliciones en el orden municipal, de sus autonomías, y muy probablemente a fines de este año o principios del próximo en el orden nacional. Eso va a representar confianza por parte de los gobernados porque ya no le van a estar dando todo el poder a dos fuerzas que le han generado problemas, porque tanto el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) como el Partido Popular (PP) para los españoles han tenido más fracasos que éxitos.”
 –¿En el caso de México esas nuevas instituciones son las candidaturas independientes?
 –No. Yo veo esas candidaturas como una expresión efímera de inconformidad. Finalmente, o se extingue en sus efectos o se consolidan y se acaban por convertir en nuevos partidos. Es simplemente una forma de acomodarse mientras se encuentra una solución institucional satisfactoria. No hay solución más satisfactoria que la democracia y ésta requiere por fuerza de partidos.
 “Pero los partidos –aclara– requieren instrumentos eficaces para participar del poder, y eso se llama democracia institucional, que se puede estructurar con coaliciones, a través de gobiernos de gabinete, lo que esencialmente implica el uso de un instrumento clave que se llama control político.”
 En cuanto a la discusión sobre el eventual el retiro del registro al Partido Verde Ecologista de México, Diego Valadés dice que existen los instrumentos legales para expulsarlo del sistema político. “No sé si efectivamente lo que ha ocurrido con ese partido está dentro de la previsión de la ley de violaciones reiteradas y sistemáticas al ordenamiento. Todo indicaría, por el monto de las multas que se la han impuesto, que sí.
 “Pero cancelar un registro en un proceso electoral puede generar también muchas distorsiones, máxime que hay coaliciones autorizadas por la autoridad electoral que involucran a ese partido y no está previsto qué pasaría si un partido que está coaligado con otro pierde su registro. Hay problemas técnicos muy serios que limitan la posibilidad de tomar una decisión de ese género, pero pasado el proceso electoral es un tema que se tiene que discutir.”

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