Hacia el nombramiento del Obispo Primado de México/ retrospectiva de hace 22 años….
No figuraba entonces en el radar de Antonio Roqueñi el entonces obispo de Tehuacán; estaban mencionados otros, el único que vive es Abelardo Alvarado Alcantara.
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Reportaje de Jesusas Cervantes, entrevistó al sacerdote diocesano Antonio Roqueñí.
Afirma apoderado legal de la Arquidiócesis que la sucesión de cardenales no es
como la del Presidente, 'que elige a sus cercanos'
Reforma,
1
de octubre de 1994...
Prudente,
con dotes de Gobierno, capacidad para enfrentarse al centralismo del País, una
gran visión pastoral y un respeto por la Ley mexicana sin ceder aspectos de la
Fe y la doctrina, son las características que deberá tener el nuevo Arzobispo
de México, afirma el aún asesor legal de la Arquidiócesis de México, Antonio
Roqueñí.
De
camisa blanca, con su nombre impreso en ella, el apoderado legal de la
Arquidiócesis más grande del mundo enfatiza tres aspectos fundamentales de la
vida eclesiástica de la Capital.
Primero, el hasta
el miércoles pasado Arzobispo de México, Ernesto Corripio Ahumada, no
recomendaría a un amigo para sucederlo porque no es como en la
sucesión presidencial, donde "hasta el sucesor a la Presidencia es el que
el Presidente considera más cercano".
En
segundo término, el que llegue y piense que será el nuevo jefe de la católisca mexicana
está perdido, y tercero, de la mano con estos cambios, la división de la
Arquidiócesis, dice, no durará más de seis meses.
En
el séptimo piso del edificio ubicado en la Colonia Roma, Antonio Roqueñí, quien
se queja de que reporteros y hasta sacerdotes lo califican de un provocador del
Nuncio Apostólico Jerónimo Prigione, no se lanza contra él y prefiere hablar
más de los cambios que de las diferencias.
"Una
gran prudencia, dotes de Gobierno, enfrentase con una feligresía muy plural y
numerosa, el nuevo Arzobispo tiene que conocer a la pluralidad a la que se va a
enfrentar, sobre todo el centralismo del País porque aquí todo se resuelve en
el Distrito Federal", señala.
¿Y las características
para hacer frente al nuevo Gobierno?
"Tener
un gran respeto por la Ley mexicana sin ceder un ápice de nuestro modo de ser,
sin concesiones de ninguna especie a los puntos fundamentales, por ejemplo a la
Fe y doctrina, en lo que es la fidelidad al magisterio de la Iglesia, a lo que
la Ley de México llama cuerpo de creencias religiosas, ahí no hay que ceder
nada, absolutamente nada porque nada es nuestro, sólo lo tenemos en
depósito", advierte.
Y aclara que la
Iglesia en México no le debe nada al Gobierno.
"Eso
lo entiende cualquier cura de pueblo con mucha mayor razón, lo deberá entender
quien llegue al Arzobispado", señala.
Antonio
Roqueñi, el abogado de la Arquidiócesis hace otra advertencia: "Si el
nuevo Arzobispo cree que va a ser el nuevo jefe de la catolicidad mexicana está
perdido porque no lo es, ni lo será".
Otra
de las características importantes que deberá tener el sucesor de Corripio
Ahumada, asegura el abogado, es la edad.
"No deberá
tener menos de 60, la experiencia sólo la da la vida", dice.
Sus
amigos, ¡no!
Corripio
Ahumada presentó el pasado 25 de junio, poco antes de cumplir sus 75 años, su
dimisión al Papa según lo establece el Código de Derecho Canónico; tres meses
después el Papa la aceptó y el pasado 21 el Colegio de Consultores de la
Arquidiócesis lo nombró nuevo administrador diocesano.
Corripio
pasó a ser así el séptimo Arzobispo Primado de México.
¿Corripio
Ahumada, a quién dejaría en su lugar?
Roqueñí
dejó unos instantes al silencio.
"La
oscultación para pedir opiniones de quién pudiera ser el próximo Cardenal ya la
instrumentó él dentro de la misma Arquidiócesis, pero el Cardenal es muy
delicado para esto, si preguntas por quién se inclinaría, te digo que eso sólo
lo sabe él y lo diría al Papa si éste se lo pidiera, porque es muy discreto,
prudente y reservado.
¿Quiénes son
los Obispos de Corripio Ahumada?
"El
Obispo de San Luis Potosí, el de Veracruz, ellos lo han acompañado varias veces
a Roma, incluso cuando lo nombró el Papa Cardenal, pero fíjate que no será
ninguno de ellos el próximo Arzobispo.
"Primero
porque algunos de los que trabajaron con el son de su misma generación, como
Genaro Alamilla, y ya pasan de los 75 años, tiempo limite para ejercer el
nombramiento.
"Pero
además, él nunca se inclinaría por razones de amistad por algún amigo porque
por encima de ello están las razones de eficacia y lealtad a la Iglesia. No, él
nunca eligiría a un amigo", dice tajante Roqueñí.
El
asesor de la Arquidiócesis se bebe su segundo café del día y se ríe.
"En
este caso no es igual que, por ejemplo, como hasta hoy, el sucesor a la
Presidencia es el que el Presidente considera más cercano a él por muchas
razones, si tu trasladas ese criterio a este asunto no va a funcionar porque no
es lo mismo".
Y
aunque aclara que no es lo mismo que los cambios políticos que se dan en la
vida civil, Roqueñi afirma que llegando el nuevo Arzobispo varios puestos
claves de la Arquidiócesis serán ocupados por nuevos clérigos, "aunque no
se trata de mantener el hueso".
Roqueñí vuelve
a los amigos del Corripio Ahumada y señala a tres que por su edad pudieran
ocupar el cargo: Panaderas, Bátiz y Javier Lozano.
"De
entre los amigos jóvenes él trató a varios obispos, incluso de aquí de la
Arquidiócesis salió Panaderas, Bátiz y Javier Lozano, fueron obispos auxiliares
de él", dice, "con todos llevó y lleva una excelente relación, pero
él no se inclinaría por ninguno", aclara.
Cambio
de equipo
Roqueñí
asegura que entrando el nuevo Cardenal y Arzobispo Primado de México, dejará el
puesto de asesor legal, por ética y por necesidad de ocuparse de nuevas tareas.
¿Y por qué irse
cuando llegue el nuevo, si asegura que no es igual que en los cambios de
gobierno de un estado o País?
"Eso
ya no depende de mí sino del nuevo, y si me dice que quisiera que continuara lo
haría con mucho gusto, pero como este asunto del registro (de las iglesias) ha
provocado muchas otras tareas, es conveniente que la parte jurídica de la
Arquidiócesis sea diferente de como fue al principio", dice.
Roqueñi,
por encargo de Corripio Ahumada, estuvo al frente de un grupo de tres clérigos
para analizar las reformas al Artículo 130 constitucional concretadas en 1992;
ahora indica que después del largo trabajo que costó el registrar las distintas
iglesias, entre otros aspectos, ya culminó y se debe pasar a otra etapa donde
se cuente con más laicos en esta materia.
El
nuevo Cardenal, dice, traerá a un nuevo equipo de colaboradores y a otros los
mantendrá en su cargo atendiendo a las necesidades de eficacia de la
Arquidiócesis.
"Posiblemente
una gran parte de los colaboradores de Corripio permanecerán durante el primer
año, por la razón de eficacia y servicio. Quienes cambiarían seguramente serán
el secretario particular, el moderador de la Curia, que es el que modera todos
los servicios de la Arquidiócesis, y posiblemente los Vicarios
Episcopales".
Los
cambios en la Arquidiócesis, asegura Roqueñi, no se dieron inmediatamente
después a la renuncia del Corripio Ahumada, por los momentos políticos que
viviría el País.
"El
señor Corripio ya tiene prevista su visita a Roma para noviembre próximo donde
le presentará al Santo Padre un resumen de sus actividades.
"Si
no se ha cambiado (al Cardenal), ha sido porque si al mismo tiempo se producen
las elecciones y el cambio de la Arquidiócesis una cosa influye en la otra y
alguno pudiera aprovechar para armar revuelo, se hubieran podido dar también
interpretaciones como de injerencia política, de cómo influye la relación de la
Iglesia y el Estado, por lo tanto más valió que todo sucediera así", dice.
Corripio
y Prigione
Ernesto
Corripio Ahumada asumió el nombramiento de Arzobispo Primado de México en 1977.
Un año más tarde, el Nuncio Apostólico de la Santa Sede, Jerónimo Prigione,
llegó al País.
La
relación inicial fue de apoyo total, Corripio guió en un principio e instruyó a
Prigione en la vida clerical frente al Gobierno, frente a la prensa y hasta en
el tipo de seguridad que debió tener el Papa Juan Pablo II en su primera visita
a México.
"Cuando
vino el Papa la primera vez, el Nuncio estaba recién llegado, nosotros tuvimos
que prestarle muchos servicios, decirle cómo manejar a la prensa, la seguridad
del papa, las relaciones con el Gobierno, todo eso lo abrimos nosotros en la
Arquidiócesis y el Nuncio sólo se replegó", recuerda.
Pero
Prigione aprendió pronto y ya en la segunda visita del Papa, cuando visitó
Chalco y se reunió con los obispos de México, el Nuncio tenía más tablas, ya en
la seguridad del Papa también hizo sugerencias, sus relaciones con el Gobierno
se habían ampliado.
Y
para la tercera visita la injerencia de Prigione fue mayor, Prigione aprendió
pronto, afirma Roqueñí, aunque aclara que también el Nuncio se confió en todas
las ocasiones a la seguridad que brindo el Estado Mayor Presidencial.
Primer
contacto
Durante
el primer contacto Corripio-Prigione no hubo gran choque de opiniones.
Vinieron
otros puntos que marcaron las diferencias. En 1992, después de aprobadas las
reformas al Artículo 130 Constitucional que aceptaban el registro de las
iglesias y otorgaban derechos antes negados a los clérigos, se presentó la gran
diferencia de diferencias entre ambos guías espirituales.
El
aún Cardenal Corripio solicitó el registro por Diócesis, la sugerencia del
Nuncio hacer primero un registro que aglutinara a toda la catolicidad del País
y propuso la del ente denominado "Iglesia Católica Apostólica Romana en
México".
"La
Arquidiócesis decía que el registro debía ser por Diócesis, el Nuncio y un
grupo de obispos decían que primero había que hacer un registro de toda la
catolicidad, y eso me toca a mí porque soy el representante del Papa",
recuerda riéndose Roqueñí.
"Le
dijimos que hay impedimentos legales para hacerlo, primero porque no hay un
ente que agrupe a toda la catolicidad que va a registrar, pero le dieron una
entidad jurídica y Gobernación aceptó", dice.
El
conflicto de diferencias lo resolvió la Secretaría de Gobernación
"salomónicamente", aceptando los dos registros: el de la Iglesia
Católica Apostólica y Romana en México, y el de cada Diócesis.
De
la misma manera, Gobernación dio marcha atrás al registro del Nuncio, quedando
sólo las Diócesis.
Durante
ese tiempo, 1992, Corripio Ahumada recibió un gran apoyo de distintos obispos y
aseguraron que estaba en todo el derecho de solicitar el registro por Diócesis.
"Ese
fue un momento de grandes diferencias y la prensa no sólo lo destacó sino que
lo magnificó", establece Roqueñí.
"Las
supuestas pugnas entre Corripio y Prigione no las hay en el fondo, lo que hay
son diferentes opiniones sobre diferentes asuntos pero que la prensa a
monumentado y muchas veces no ha entendido como ocurrió cuando el proyecto de
la división de la Arquidiócesis", dijo el asesor.
Roqueñí
se ríe y asegura que a la prensa le gusta magnificar las cosas, recuerda
"la división".
Acepta
que en este aspecto hubo grandes diferencias de opiniones sobre el proyecto de
división de la Arquidiócesis de México.
"La
prensa dijo que Prigione apoyaba al Abad Guillermo Shulemburg para que La Villa
fuera una Diócesis independiente de la Arquidiócesis, y destacaban la postura
del Corripio que era mantener a La Villa dentro de la Arquidiócesis.
"Aquí
hubo un punto divergente de opiniones y la prensa lo magnificó.
Eso
fue en 1992 y la Arquidiócesis aún no se divide.
Nuevas
vicarías
Actualmente
la Arquidiócesis de México concentra sus cargos en La Mitra (algo así como las
oficinas centrales), que es donde el Arzobispo cuenta con sus oficinas.
Además,
está dividida en ocho Vicarías Episcopales o zonas pastorales en el Distrito
Federal. Al frente de cada una de ella está un Vicario, cuatro de ellos son
simples miembros de órdenes religiosas y cuatro son obispos auxiliares.
En
1977, cuando llegó Corripio Ahumada, nombró a ocho obispos auxiliares; con el
tiempo, pensando en la división de la Arquidiócesis, sólo se nombró a cuatro de
ellos.
El
proyecto de la división de la Arquidiócesis, señala Roqueñí, existe hace 10
años, pero se concretó ya como proyectos diversos en 1990, dos años antes del
Segundo Sínodo, reunión que tiene el Arzobispo Primado de México con sus
Obispos y clérigos de base.
"El
Cardenal (Corripio) empezó con ocho Obispos y ahora tiene cuatro, ya no pidió
el nuevo nombramiento de otros porque se preveía la división de la
Arquidiócesis y en vez de pedir más, nombró a Vicarios Episcopales",
manifestó.
Según Roqueñí
existen varios proyectos de división, algunos han sido propuestos por Corripio
y otro tiene sugerencias del Nuncio Apostólico.
"La
Arquidiócesis se maneja con armonía, pero si ven ellos (los vicarios y
sacerdotes de parroquias) como una necesidad de una mayor atención a los
feligreses en distintas zonas y pudiera ser conveniente una división en cuatro
o cinco Diócesis", afirmó.
Una
forma de división podría ser que la parte del Centro, La Villa, y los lugares
donde están los seminarios; es decir, desde la punta del Distrito Federal hasta
Tlalpan, una Diócesis. Esta recorrería toda la parte central del Distrito.
A
ella se unirían cuatro Diócesis más que estarían repartidas de acuerdo a las
delegaciones, sería una especie de división equitativa para una mayor atención
a los fieles.
Hacia
una nueva división
La
Arquidiócesis de México, actualmemente dividida en 8 vicarías podría ser
modificada el próximo año. Uno de los proyectos contempla una nueva estructura
en 5 Diócesis.
En
la actualidad
1
Norte Azcapotzalco - GAM
2
Miguel Hidalgo
3
Gustavo A. Madero - V. Carranza
4
Cuauhtémoc - Iztacalco
5
Cuauhtémoc - V. Carranza - B. Juárez
6
Coyoacán - M. Contreras
7
Iztapalapa -Tláhuac
8
Tlálpan - Xochimilco - Milpa Alta
En
proyecto
1
De norte a sur
2
Noreste
3
Sureste
4
Suroeste
5
Noroeste
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Se equivocó mi amigo Roqueñí, perdió la partida Corripio, meses después arribó al cargo de Primado de la Cd. de México, Norberto Rivera, originario de La Purísima, Tepehuanes, Durango; ordenado sacerdote en 1966; años después fue nombrado obispo de Tehuacán el 21 de diciembre de 1985.
Su nombramiento se definió en un seminario celebrado en Monterrey en mayo de 1995, con el aval del nuncio Girolamo Prigione y del cardenal colombiano Alfonso López Trujillo.
Dos meses despues fue promovido -a propuesta del nuncio Girolamo Prigione- por Juan Pablo II como Arzobispo Primado de México, arquidiócesis de la que tomó posesión el 26 de Julio de 1995; nombrado Cardenal en enero de 1998 y recibió el birrete cardenalicio en el consistorio del 21 de febrero del mismo año.
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