El
Estado Islámico pierde terreno en Irak y Siria, y Europa sufre las
consecuencias/ Daniel Bymanenglish
The
New York Times |25 de marzo de 2016..
Las
bombas que explotaron en Bruselas la mañana del martes provocando la muerte de
más de 30 personas son solo el último ataque terrorista en un continente que
comienza a ver situaciones tan horribles como una nueva realidad. Horas
después, el Estado Islámico reivindicó la autoría de los atentados.
Es
necesario contextualizar esta violencia sin sentido. Los Estados Unidos y sus
aliados occidentales golpean las bases del Estado Islámico en Siria e Irak.
Puede que el grupo ya esté a la defensiva. Pero mientras tanto arremete y trata
de extender su yihad global. Europa se ha convertido en el campo de batalla de
esa guerra.
Los
Estados Unidos, con sus socios en Europa e Irak, han conseguido que el Estado
Islámico pierda territorio. El grupo ha perdido hasta el 40 por ciento de su
territorio en Irak y el 20 por ciento en Siria desde el verano de 2014, punto
álgido de su avance. Ciudades como Ramadi han vuelto a manos del gobierno
central en Irak. La próxima en caer podría ser Mosul, la capital de facto del
EI. El ejército de los Estados Unidos cree que han perdido más de 10.000
combatientes.
Esas
pérdidas son un golpe doble para el Estado Islámico. El control territorial y
el establecimiento de un “califato” son alguna de las diferencias entre el
Estado islámico y las organizaciones yihadistas que le precedieron. Los líderes
de Al Qaeda se han opuesto a la idea de un califato en el pasado, argumentando
que sería prematuro, incluso un error. El Estado Islámico ha conseguido
popularidad y legitimidad entre los musulmanes radicales creando un estado
donde pueden vivir de acuerdo a su interpretación de la ley islámica. La
pérdida de territorio supone un paso atrás para sus ambiciones y su
legitimidad.
La
derrota militar perjudica su imagen. La propaganda del EI para el reclutamiento
presenta al grupo como ganadores, como constructores de una utopía para los
devotos al mismo tiempo que derrotan a los enemigos del islam. El Estado
Islámico no se puede permitir perder territorio mientras compite con Al Qaeda
por el apoyo de los yihadistas. Cuando los grupos terroristas se estancan en lo
militar y temen perder espacio ante sus rivales, tratan de atraer reclutas y
fondos con el uso de la violencia espectacular.
El
EI construye su imagen a partir del éxito y si fracasa militarmente en Irak y
Siria necesitará victorias en otros frentes. Unos días antes de los ataques de
Bruselas, un terrorista suicida vinculado al Estado Islámico mató a cuatro
personas e hirió docenas en Estambul. El grupo también ha asumido
responsabilidad por ataques similares en Líbano y Egipto. Ha establecido
provincias con varios niveles de fortaleza y control en la península del Sinaí,
en Libia, en Yemen y otros países musulmanes.
Pero
Europa es un teatro de operaciones especialmente importante. Los ataques en
París y Bruselas –o los que podrían suceder en Londres, ciudad amenazada
constantemente– permiten a sus líderes argumentar que están atacando a sus
enemigos.
Más
de 5000 europeos se han sumado al combate en Siria. Francia y Bélgica
contribuyen con un número desproporcionado de combatientes. Algunos de los que
regresan tratan de vincularse con redes locales y el círculo de la violencia se
sostiene a si mismo. Los primeros voluntarios para ir a Siria tenían como
motivación la aventura o una sensación de defensa de sus comunidades, pero
ahora se trata de amigos reclutando a amigos y prometiendo la gloria y a Dios.
Los
servicios de seguridad europeos están sobrepasados. Los terroristas pueden
cruzar las fronteras pero las relaciones entre las agencias de seguridad no son
tan fluidas. No comparten información, como listas de sospechosos. No tienen un
sistema compartido de transliteración de nombres árabes. Cuando logran
arrestos, las persecuciones pueden provocar un incremento en los ataques por
venganza de otros terroristas o acelerar su actuación porque sienten que el
círculo se cierra sobre ellos.
Las
fallas técnicas podrían resolverse, pero Europa se encuentra ante otra
dificultad: la integración de los musulmanes. A lo largo del continente, los
musulmanes se sienten alienados del resto de la población. La confianza en la
policía y las instituciones es particularmente baja. En los Estados Unidos,
muchas de las tramas terroristas son descubiertas porque la comunidad musulmana
es quien informa a la policía y el FBI. Esa confianza falla en Europa.
El
ascenso de la extrema derecha xenófoba, partidos como El Frente Nacional en
Francia o Alternativa en Alemania, harán poco para mejorar las relaciones entre
los musulmanes europeos y sus gobiernos. Los reclutadores del EI reciben a esas
personas alienadas con los brazos abiertos. Saben que los ataques refuerzan a
la extrema derecha en un círculo vicioso de retroalimentación.
Golpear
al Estado Islámico en Oriente Medio es necesario para una estrategia de éxito a
largo plazo, pero en el corto tenemos que estar preparados mientras golpean
donde pueden. Lamentablemente la respuesta militar en Irak y Siria promete
mucho más que los esfuerzos para terminar con el terrorismo en Europa.
Bombardear a los líderes de la organización en Irak y Siria y crear una
oposición creíble sigue siendo vital. Pero derrotar, o de manera más realista,
debilitar, al Estado Islámico y su red de apoyo en Europa es algo que no se ve
claro. Es mucho más difícil.
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