La
iglesia y el Obispo/Arturo Cano
Suplemento Enfoque, 26 de febrero de
1995
Sábado
11 de febrero. Una mesa en Los Pinos. A la derecha del presidente Ernesto
Zedillo, el secretario de obernación Esteban Moctezuma Barragán; a su
izquierda, el procurador general de la República, Antonio Lozano Gracia. Del
otro lado de la mesa, el obispo de San
Cristóbal de las Casas, el obispo de San Cristóbal de las Casas, Samuel Ruiz
García, flanqueado por los cardenales Ernesto Corripio Ahumada y Adolfo Suárez
Rivera.
Sin
preámbulos, el presidente de la República cede la palabra al procurador Lozano.
Caen, uno tras otro, los cargos. El ambiente no puede ser más tenso. Los
cardenales saben o intuyen de las órdenes de aprehensión contra el obispo
Samuel Ruiz y sus principales colaboradores.
El obispo de
San Cristóbal, Tatic para los indios en si diócesis, escucha una acusación
contra el obispo Samuel Ruiz y sus principales colaboradores.
El
Presidente Ernesto Zedillo pide dejar la historia y la ordena al procurador que
siga. El reporte sostiene que el obispo no sólo sabía sino que estuvo de
acuerdo con la insurrección en Chiapas.
Samuel
Ruiz se defiende un punto tras otro y habla de torturas a los detenidos:
"En todo caso, es la palabra de ellos contra la mía", concluye.
El
presidente Ernesto Zedillo pide entonces la opinión de los cardenales.
Corripio y
Suárez Rivera apoyan lo dicho por el obispo Ruiz. Es lo que sabemos desde
siempre, dicen.
El
presidente Ernesto Zedillo cierra: "El testimonio de los cardenales es
intachable".
La
tensión se disipa.
Antes
de la despedida, Samuel Ruiz explica, sobre todo al Presidente, cómo toma
decisiones completa o correcta, porque la gente a mi alrededor me quiere mucho
y no me dice todo".
Los
seis personajes se ponen de pie. El Presidente Ernesto Zedillo y Samuel Ruiz se
acercan y se dan un abrazo. El presidente dice: "Ayúdeme...".
"Por supuesto", alcanza a responder a Ruiz: "Y nosotros le
ayudaremos en Roma", se completa la frase.
De
Los Pinos, los cardenales Suárez y Corripio se van a comer con Samuel Ruiz.
Los
acompaña Esteban Moctezuma, secretario de Gobernación.
¿Y la orden de
aprehensión?
¿La
noticia es que estoy libre", dijo el Obispo Ruiz, el domingo doce, a punto
de regresar a Chiapas.
LOS
CARDENALES Y EL PRESIDENTE
El
miércoles 8, el presidente Ernesto Zedillo convocó a los tres cardenales y al
presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Sergio Obeso.
Acudieron Corripio, Suárez Rivera y el arzobispo de Guadalajara Juan Sandoval
Iñiguez. En esa reunión se presento un informe muy similar al que escucharía,
tres días más tarde, el obispo Ruiz.
Las
respuestas de los cardenales fueron variadas.
Sandoval
Iñiguez dijo que ya se esperaba algo así y que el obispo Ruiz tenía que aclarar
sus implicaciones con la guerrilla.
El cardenal con
mayor antigüedad, Ernesto Corripio, respondió que a él le constaba que Ruiz
siempre había trabajado por la paz y que denunció en su momento los riesgos de
violencia.
EL
arzobispo de Monterrey Adolfo Suárez, habló primero del contacto que mantiene
con su natal San Cristóbal de las Casas y pidió al Presidente que escuchara la
versión del obispo Samuel Ruiz: "Me consta que él lo ha buscado desde hace
mucho".
El
presidente y los cardenales acordaron una nueva reunión el sábado 11, con la
presencia del obispo Ruiz. A la salida
de Los Pinos, Suárez Rivera le dijo a Sandoval Iñiguez: "Ya sabemos tu
posición", y le pidió que no acudiera a la siguiente reunión.
El
arzobispo de Guadalajara no estuvo en Los Pinos el sábado 11, pero no dejó
pasar el tema: aseguro que el Vaticano ya ha pedido su renuncia a Samuel Ruiz.
En los días siguientes, llegaría a hablar de dos cartas firmadas por el Papa,
que el cardenal Sandoval asegura haber visto.
CERCA,
LEJOS
Al
centro y arriba, la imagen de la Virgen de Guadalupe. ¿Abajo a la izquierda?
Aquí tenemos un obispo nacido en Guanajuato, mediador de una guerra. ¿Abajo a
la derecha? Aquí tenemos un embajador, un diplomático astuto que no quiere
despedirse sin dejar la casa arreglada a su gusto. Aquí tenemos, a don Jerónimo
Prigione. A unos metros de él esta Samuel Ruiz, cerca, lejos, Cerca, dos
hombres de Iglesia, ambos políglotas. Hace 35 años, los dos eran conservadores.
Lejos. Prigrione sigue conservador. Ruiz hizo suya la causa de los indígenas;
"Me importa la liberación, la teología me vale un bledo", dijo en una
entrevista.
Cerca,
lejos. El nuncio Prigrioni ha querido que se vaya desde hace años, abiertamente
desde 1993. El obispo Ruiz sigue en su diócesis. Trago difícil para un nuncio
que ha conseguido casi todo lo que se a propuesto: ser factor determinante en
el cambio de más de la mitad de los obispos mexicanos, por ejemplo. Un Nunció
con la medalla al pecho del restablecimiento de relaciones México- Vaticano:
"México ha sido devuelto a Dios", dijo en ese 1992.
El
miércoles 22, Prigrione Ruiz comparten una misa con 50 jerarcas de la iglesia
mexicana, Misa de la unidad, la llaman algunos. ¿Unidad? Hace 72 horas, cinco
decenas de auténticos coletos apedrearon la Catedral de San Cristóbal. El
diario "extremistas a sueldo de los latifundistas" Qué dijo de ellos
en la misa de la unidad? Ni una palabra.
Los
obispos, pródigos en declaraciones en torno a Chiapas y al papel de Samuel Ruiz
como presidente de la Comisión Nacional de Intermediación (CONAI), prefieren el
silencio. Una mención a Chiapas, quizá, hubiera sido molesta para el nuncio
Priogrionem siempre con la mirada baja a lo largo de la celebración religiosa.
A
su lado, Luis Reynoso Cervantes, el obispo de Cuernavaca y asesor canónico de
la misión apostólica, el hombre que según sacerdotes de su diócesis, fue
enviado por Prigioni para desmantelar la obra de Sergio Méndez Arceo.
Los
cincuenta jerarcas en la misa dan una buena imagen del mapa del Episcopado mexicano,
construido en una buena parte por la influencia del nuncio Priogrione en el
Vaticano.
Abajo
del Nuncio, el abad de la basílica de Guadalupe, Guillermo Schulenburg, aliado
suyo en el empeño de dividir la Arquidiócesis de México, entre otras cosas,
para hacer del Santuario del Tepeyac una circunscripción eclesiástica
independiente.
Más
abajo, en el centro, Sergio Obeso Rivera, arzobispo de Xalapa y presidente de
la CEM por tercera ocasión, a quien buena parte de los sacerdotes y laicos de
la ciudad de México querrían como arzobispo.
Los
cincuenta jerarcas sin testigos de la manta con las imágenes de la Virgen de
Guadalupe y de Samuel Ruiz que se cuela en la Basílica, de las banderitas
blancas de los cartelones que aparecen hacia el final de la misa: "Don
Samuel, profeta de este tiempo".
El
nuncio Prigrioni ni siquiera las mira. El abad Schulenburg se mueve nervioso en
su asiento. El cardenal Corripio celebra. El sermón es de Manuel Pérez Gil,
arzobispo de Tlalnepantla. Chiapas no asoma.
Misa
de la unida, luego. ¿Iglesia dividida? "Creo que es pluralismo" dice
Pedro Arriaga, viceprovincial de la Compañía de Jesús.
Pluralismo,
vaya. De inmediato, Pedro Arriaga SJ añade: Sin olvidar que la Iglesia de Dios
es santa y pecadora. En la Iglesia tenemos también nuestras raíces de
oscuridad, y en algunos momentos pueden aflorar más esas raíces que la buena
voluntad del mensaje de Jesús".
Santa
y pecadora, la iglesia católica o, para ser más exactos, su jeraquía, ha
mostrado sus ángulos opuestos en torno al caso del obispo Samuel Ruiz.
El
cardenal Juan Sandoval Iñiguez, de meteórica carrera pues su ordenación
episcopal fue apenas el 30 de abril de 1988, aseguró un día haber visto las
cartas papales donde se pedía a Samuel Ruiz su renuncia. En otras declaraciones
se autodesmentía.
"El
gobierno tiene el derecho y la obligación de aplicar a aquellas acciones
necesarias para que se observe el Estado de Derecho", diría el obispo de
Tuxtla Gutiérrez, Felipe Aguirre.
Definido
como "hombre de Iglesia", es decir, institucional, el presidente de
la CEM y arzobispo de Xalapa, Sergio Obeso aseguró que la Iglesia respalda a
Samuel Ruiz en su "misión mediadora".
Adolfo Suárez
Rivera pidió respeto a la labor de Samuel Ruiz y se dirigio a sus pares del
Episcopado: "No somos quiénes para juzgarlo".
Los
jesuitas y dominicos pidieron mediante desplegados públicos que Samuel Ruiz y
la CONAI se mantengan como mediadores.
Un
alud de declaraciones.
Distanciado
del círculo del nuncio Prigrione, Sergio Obeso logro que la CEM, es decir, los
obispos como cuerpo de colegiado, proclamara que a Samuel Ruiz "El
Episcopado mexicano lo considera como un hermano en comunión con el Santo
Padre...".
FUERZAS
DESATADAS
El
viraje gubernamental en Chiapas desató campañas múltiples contra políticos,
religiosos, sacerdotes, periodistas. Después de las movilizaciones a favor de
la paz y de nuevos cambios en la estrategia del gobierno, las campañas se
detuvieron. La dirigida contra Samuel Ruiz no.
Arreció
incluso cuando Eduardo Robledo, en su discurso de despedida, puso por delante
su salida a las de Armando Avendaño y el Obispo Samuel Ruiz.
Pero
la consideración de que el Obispo Ruiz era un "estorbo" en Chiapas
viene de antes. Asimismo, en los primeros días de diciembre de 1994, el
presidente Ernesto Zedillo propuso una Comisión Legislativa como fórmula para
negociar la paz en Chiapas e implícitamente desconoció a la CONAI encabezada
por el obispo Ruiz.
El
rechazo del EZNL e incluso, el ayuno del obispo de San Cristóbal empujaron al
gobierno a dar marcha atrás.
Luego
del anuncio de la acción judicial-militar el 9 de febrero pasado, la CONAI se
resistió a desaparecer. El 17 de febrero, dio a conocer una "Iniciativa de
emergencia", con propuestas concretas para que el gobierno y el EZLN
reinicien el diálogo.
La
nueva iniciativa de la CONAI se dio en medio de una hostilidad generalizada no
sólo contra sus integrantes y el obispo Ruiz, sino prácticamente contra todos
los religiosos que integran la diócesis de San Cristóbal de las Casas.
Los
párrocos de pequeñas poblaciones carecen de la cobertura de prensa y de la
defensa internacional y pueden ser más vulnerables que el obispo Ruiz.
La
nueva iniciativa de la CONAI se dio a conocer dos días después de que agentes
de la PGR catearon la parroquia y el convento de San Jacinto, en Ocosingo en
busca de armas para el EZLN, que se guardaban ahí según denuncia de Teresa
Morales, ex empleada del templo. No encontraron nada. Era el primer cateo con
orden judicial del lugar, que antes había sufrido tres allanamientos
extralegales en un año.
El
vicario de la diócesis, Gonzalo Ituarte, quien acompañó a los agentes durante
una infructuosa inspección de la parroquia y el convento, dijo que el operativo
formaba parte de la "campaña de desprestigio" contra el obispo.
La
posibilidad de que los auténticos coletos cumplan sus amenazas no están
canceladas. "La campaña serguirá en la medida en que se alien las fuerzas
económicas con las políticas, las mismas fuerzas económicas con las políticas,
las mismas fuerzas represivas del ejército, la policía, como ha sucedido en
otros países, pues parece que a todo ajuste económico, entran los
tanques", dice el jesuita Pedro Arriaga.
LAS
CARTAS MISTERIOSAS
El
ir y venir de declaraciones de los jerarcas de las versiones de prensa se han
centrado en la existencia de dos cartas en las que, se presume, el papa Juan
Pablo II pide a Samuel Ruiz que renuncie a su diócesis. Algunos jerarcas, como
el cardenal Juan Sandoval Iñiguez, aseguran haber visto las misivas que, según
su versión, fueron entregadas a Samuel Ruiz en su propia mano por el nuncio
Prigrione.
Entonces,
la ofensiva de Prigrione fue una respuesta directa a la actitud de Samuel Ruiz,
quien en agosto de 1993, le entregó al Papa Juan Pablo II el documento titulado
En esta hora de gracia, durante su visita a Yucatán. La dura crítica al
neoliberalismo y la denuncia de la cruda situación de los indígenas eran dos
ejes de ese documento que propicio el endurecimiento de la ofensiva del Nuncio
contra Samuel Ruiz.
El
personaje del Vaticano con quien Samuel Ruiz ha intercambiado correspondencia
es Bernardin Gantin. Prefecto de la Sagrada Congregación para los Obispos, de
línea conservadora y único africano en la lista de posibles sucesores del Papa.
La
primera carta de Samuel Ruiz está fechada el 8 de noviembre de 1993, y dirigida
al nuncio Prigrione con copia a Gantin. En ella, pide un desglose de los puntos
que sólo conoció verbalmente. Hasta ahora, el obispo no ha recibido respuesta
escrita.
En
mayo y julio de 1994, Samuel Ruiz realiza dos visitas a Roma, donde es recibido
por una larga fila de funcionarios del Vaticano. Gantin lo recibe en las dos
ocasiones.
El
9 de julio de 1994, Gantin escribe una carta a Samuel Ruiz pero no se la
entrega en Roma. En ella habla por primera vez de entablar un "diálogo
fraterno" con la Sagrada Congregación para los Obispos.
Los
acontecimientos políticos de México demoran la entrega de esa carta. El obispo
de San Cristóbal recibe hasta el 28 de octubre.
La
respuesta son dos cartas fechadas los días 18 y 19 de noviembre. La primera
dirigida a Gantin y la segunda al Papa y enviada a través del cardenal Suárez
Rivera.
La
respuesta de Gantin, fechada el 21 de diciembre, es entregada por intermedio
del obispo Felipe Aguirre. Es la primera vez que lo dicen a Ruiz que está
considerando la posibilidad de citarlo a Roma.
El
tono de las cartas de Gantin no es el del cese: "No se trata de un juicio,
ni se trata de una sentencia, sino de un llamado a la conciencia de obispo de
vuestra excelencia".
Una
interpretación muy elástica es que, mediante estas cartas, le abren una puerta
a Samuel Ruiz para que renuncie voluntariamente.
El
31 de enero de 1995, Samuel Ruiz responde a la última carta de Gantin con una
explicación del conflicto chiapaneco, de su papel de mediador, y le asegura que
no confunde su responsabilidad pastoral con un apego al cargo.
También
afirma que una iniciativa de remoción sería inoportuna y le pide que no envíe
ningún citatorio antes de mediados de marzo, cuando considera que estará en
condiciones de dar una respuesta completa y satisfactoria a los requerimientos
del Vaticano.
Batallas
en Catedral
Hasta
ahora, el Vaticano sólo ha emprendido un procedimiento administrativo para el
"diálogo fraterno" con el obispo Ruiz sobre su acción pastoral. El,
por su parte, a pesar de la tensión en Chiapas, ha puesto en marcha un Sínodo
dicesano. Antes de retirarse, el cardenal Ernesto Corripio hizo en la
Arquidiócesis de México.
LOS
PENDIENTES DE PRIGRIONE
Luego
de sus grandes logros, el restablecimiento de relaciones diplomáticas México-El
Vaticano y la reforma del 130 constitucional, el nuncio Jerónimo Prigrione se
ha empeñado en arreglar sus pendientes: la sucesión en la Arquidiócesis de
México, la salida de Samuel Ruiz de la diócesis de San Cristóbal, el
nombramiento del nuevo embajador mexicano ante el Estado Vaticano y la
presidencia de la CEM.
Ha
ganado puntos que lo tienen en la delantera, pero la situación del obispo Ruiz
ha polarizado las posiciones dentro de la Iglesia y le ha ganado mayores
animadversiones. Quizá esa sea la razón de su silencio.
La
aceptación vaticana de la renuncia de Corripio al cumplir los 75 años de edad,
fue un punto a su favor del Nuncio. Ahora falta que el sucesor del Arzobispo
primado salga de entre los obispos cercanos al Nuncio. El nombre de Emilio
Berlié, obispo de Tijuana, es el que suena más fuerte de ese lado.
El
cardenal Juan Sandoval Iñiguez, que sucedió al asesinato Juan Jesús Posadas
Ocampo, ha pasado a ser la cabeza del círculo cercano a Prigione, donde también
se inscriben Berlie; Manuel Pérez -Gil, arzobispo de Tlanelpantla; Javier
Lozano, obispo de Zacatecas; Luis Reynoso, obispo de Cuernavaca; Norberto
Rivera, obispo de Tehuacan y los dos Felipes (Aguirre y Arizmendi), obispos de
Tuxtla Gutiérrez y de Tapachula, Chiapas.
Pero
los sacerdotes y obispos de la Arquidiócesis de México no parecen dispuestos a
aceptar tranquilamente la designación de un personaje al gusto de Prigione.
A
fines de octubre del 1994, un grupo mayoritario integrado por los delegados de
pastoral de las Vicarias de la Arquidiócesis, envió al Vaticano la lista de sus
próximos candidatos.
En
un extenso documento dirigido al cardenal Bernardin Gantin, los religiosos
presentan una lista de posibles sucesores de Corripio y contemplan obispos de
las nuevas circunscripciones, en caso de que la Arquidiócesis de México, la más
grande del mundo, se divida.
La
lista la encabeza el actual presidente de la CEM, Sergio Obesa Rivera. En
segundo lugar, aparece Abelardo Alvarado, actualmente a cargo de Comunicaciones
Sociales de la CEM y obispo auxiliar de la Arquidiócesis. En tercero y cuarto
sitios, Ricardo Watty y Luis Morales, obispos de Nuevo Laredo y Torreón
respectivamente.
Sigue
en el documento una lista de integrantes de la Arquidiócesis propuestos como
nuevos obispos: Alberto Márquez Aquino, Manuel Zubillaga, Luis Fletes Santana,
Mario Angel Flores y Guillermo Ortiz Mondragón.
La
batalla por la sucesión del cardenal Corripio la permanencia o no del obispo
Samuel Ruiz no tienen tan ocupado al nuncio Prigrione como para que descuide
otro asunto de su interés: el nombramiento del nuevo embajador mexicano ante el
Vaticano. Ya ha puesto, se afirma en la CEM, una paloma aprobatoria junto al
nombre de Guillermo Jiménez Morales.
ACUSADOS
¿Por
qué hacen tanto ruido 500 jesuitas? Pedro Arriaga, vicepresidente de la
compañía de Jesús: responde: "Si viera que nuestros recursos son muy
limitados, que tenemos 120 jesuitas de más de 65 años y que realizamos nuestras
obras con muy pocos recursos.
¿Por
qué, entonces hacen tanto ruido? Sigue Arriaga: "Quiza no han escogido
como chivo expiatorio, en su afán de encontrar, culpables. Y es algo muy serio:
cuando nos señalan nos persiguen y nos matan, no olvidamos que han muerto más
de 40 jesuitas, en la última década, vícimas de fuerzas represivas".
Con
los dominicos, los jesuitas han sido una de las congregaciones religiosas a las
que ha buscado encontrar vínculos con los guerrilleros chiapanecos. A los
jesuitas les descubrieron dos "Marcos" y luego se subrayaron los
antecedentes jesuitas de Rafael Guillén Vicente.
Los
ataques, dice Pedro Arriaga, vienen de "grupos cerrados o muy
conservadores del Estado, aquellos que defienden intereses que no ven por el
bien común, incluso a veces ligados con grupos eclesiales que no quieren el
cambio".
La
presencia de los jesuitas es significativa en la Universidad Iberoamericana, el
Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente, el Instituto
Cultural Tampico, entre otras instituciones que atienden a unos 35 mil alumnos.
Mario
López Barrio, rector del Instituto de Ciencias de Guadalajara, afirma que
aunque "se dice que los ex alumnos nuestros alientan la revolución
social", los jesuitas nunca han promovido la violencia.
Asegura:
"Desgraciadamente, estudiaron aquí muchos otros que fueron impermeables a
los valores nuestros... De estos ex alumnos, ciertamente no nos enorgullecemos.
¡Qué raro que no se nos acuse de haber preparado a prominentes hombres de
negocios, de dudosa conducta, como se nos ataca de preparar revolucionarios.
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