La
lucha en línea contra el ISIS/Colin P. Clarke is a political scientist at the RAND Corporation. Isaac R. Porche III is a senior engineer at the RAND Corporation.
Traducido del inglés por David Meléndez Tormen
Project
Syndicate | 4 de abril de 2016.
Incluso
en momentos que Estados Unidos y sus aliados realizan bombardeos en Irak y
Siria, puede que su objetivo, el ISIS, se esté preparando para contraatacar en
otro frente. Si convierte al ciberespacio en campo de batalla, el ISIS ganaría
muchas de las ventajas de la guerra asimétrica, a menos que Estados Unidos
también se organice allí para hacerle frente.
Las
barreras de entrada a la guerra cibernética son notablemente bajas, incluso
para actores no estatales. A pesar de que el ISIS no tiene en la actualidad la
capacidad de emprender ataques en este ámbito, es improbable que le cueste
reclutar seguidores con los conocimientos necesarios; en el pasado ya lo
hicieron otras organizaciones terroristas e insurgentes, como Al Qaeda. Si
pagan el precio correcto, no hay duda de que contarán con cibermercenarios,
simpatizantes y colaboradores por libre.
Los
expertos han advertido que el ISIS podría atacar infraestructura o residencias
privadas desprotegidas. Cientos de miles de sistemas de control industriales y
comerciales (entre los que se incluye la Internet de las Cosas, que crece cada
vez más) van dejando expuesta a perturbaciones zonas cada vez mayores de la
vida cotidiana. Y mucho más preocupante es la advertencia de la Iniciativa
contra la Amenaza Nuclear, entidad sin ánimo de lucro dedicada a fortalecer la
seguridad global, de que muchas instalaciones nucleares de tipo civil y militar
no están lo suficientemente protegidas contra los ciberataques.
A
fines del año pasado, los investigadores de seguridad informática y de redes
revelaron que el ISIS, estaba activo en la llamada Internet oscura, sin que nos
resultara demasiado sorprendente. Estos sitios, que son invisibles para los
motores de búsqueda y a los que se puede acceder sólo a través de software
especializado, son a menudo refugios de proveedores de pornografía infantil,
drogas u otros productos ilícitos, como servicios de piratería informática o
software malicioso. Se trató de la primera señal de que el ISIS buscaba
activamente desarrollar una presencia en el ciberespacio que se pudiese
mantener incluso si perdiera terreno físico.
Hasta
ahora, los terroristas han estado por detrás de su contrapartes criminales en
la adopción de monedas virtuales, como la divisa de punto a punto Bitcoin. Pero
esto podría cambiar si los países occidentales logran contrarrestar las
actuales fuentes de financiación del ISIS, como la extorsión y el contrabando
de petróleo. De hecho, se cree que ISIS ya la comenzado a solicitar donaciones
en Bitcoins.
Además,
ya ha estado haciendo uso de la Internet oscura para reclutar nuevos yihadistas
y diseminar su propaganda. Cuando se trata de un público simpatizante, a veces
una campaña en línea puede bastar para iniciar acciones violentas, algo
particularmente cierto para personas que ya están radicalizadas, como Syed
Farook y Tashfeen Malik, la pareja de marido y mujer que disparó sobre un banquete
en diciembre pasado en San Bernardino, California.
Quizás
más preocupante desde una perspectiva operativa es el que ISIS pueda usar la
internet oscura para coordinar personas activas a fin de planificar y ejecutar
un ataque importante en Europa o Estados Unidos. Los terroristas siempre buscan
estar un paso por delante de los servicios policiales o de inteligencia, así es
que se puede esperar que el ISIS busque software que pueda encriptar una
dirección IP y dirija tráfico de Internet a través de una serie de servidores
anonimizados.
No
hay duda de que la incursión del ISIS al ciberespacio crea oportunidades a los
organismos policiales y de inteligencia occidentales para llevar a cabo tareas
de vigilancia, si desarrollan la capacidad de hacerlo. Tal como el ISIS ha
demostrado ser mucho más vulnerable de lo que se creía en el campo de batalla
físico, también se lo puede derrotar en el ciberespacio. Para luchar de manera
eficaz en este ámbito sin fronteras, Estados Unidos deberá colaborar
estrechamente con sus socios internacionales. Pero hay pasos que puede dar por
sí mismo.
Hace
poco el Secretario de Defensa Ashton Carter instó al Comando Cibernético de
EE.UU. (la rama de las fuerzas armadas dedicada a operaciones en el
ciberespacio) a “intensificar la lucha” contra el ISIS, pero además haría bien
en ampliarla mediante el reclutamiento de voluntarios civiles.
Cuando
se trata de ciberataques, el número sí importa. Otros países, como Irán, China
y Corea del Norte ya cuentan con grandes ejércitos cibernéticos, con decenas de
miles de reclutas que pueden monitorear, rastrear, contrarrestar y mitigar las
amenazas a sus países.
En
Estados Unidos, los Michigan Cyber Civilian Corps se han organizado para
responder a los ciberataques. Imitar este programa (que se ha descrito como un
cruce entre un “cuerpo de bomberos voluntarios y la guardia nacional”) a nivel
nacional podría reforzar las capacidades del país. El Departamento de Seguridad
Interior ya ha considerado crear una “ciberreserva” de expertos informáticos, y
un informe de Booz Allen Hamilton, una empresa de tecnología y seguridad, ha
sugerido iniciativas similares para dotar a Estados Unidos de más
cibercombatientes en caso de un ataque.
Para
imponerse al ISIS, Estados Unidos y sus cibersoldados deberán poder reaccionar
con rapidez, al tiempo que siguen una estrategia general. Para contrarrestarlo
en Internet serán necesarias una respuesta en constante adaptación y las
personas que la hagan posible.
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