‘Burkini’
e islamofobia/Saïd el Kadaoui, psicólogo y escritor.
El Periódico, Jueves,
18/Ago/2016
En
el año 2009 estuve alojado unos días en el apartamento de un amigo en Cabo
Negro, Tetuán, Marruecos. Un lugar confortable con vistas privilegiadas al
Mediterráneo y con dos grandes piscinas comunitarias. Allí presencié una
discusión entre dos bañistas mujeres que querían acceder a la piscina con pantalón
y camisa impermeables y un pañuelo en la cabeza y el resto de bañistas, que
protestaban airadamente, sobre todo mujeres.
No
había ninguna mujer ni ningún hombre extranjeros, todas y todos eran marroquís.
Recuerdo bien lo que una mujer, quizá la que más enfado mostraba, espetó a las
dos bañistas trajeadas: “Todos somos musulmanes. ¿Por qué vamos a permitir que
el islam se reduzca a la opresión de la mujer?”.
Recuerdo
esta discusión mientras leo la noticia de la batalla campal habida en la
localidad de Sisco, en el norte de Córcega, entre algunos partidarios del
burkini y algunos detractores. A raíz de esta batalla, leo, el alcalde del
municipio, el socialista Ange-Pierre Vivoni, ha decidido prohibir esta pieza de
ropa que cubre todo el cuerpo de la mujer y el Colectivo Contra la Islamofobia
en Francia (CCIF) ha criticado dicha prohibición.
Que
la islamofobia adquiere cada vez más vigor en Europa es un hecho doloroso, y
trabajo tenemos para intentar aportar algo más de juicio en este clima propenso
al prejuicio y las bajas pasiones. Un primer paso –uno de los más importantes–
es que los propios musulmanes y las asociaciones que combaten la islamofobia se
formen, estudien y elaboren un discurso más riguroso sobre lo que su religión
es. Hay mucho fariseo ignorante denunciando islamofobia sin una mínima noción
histórica de su religión.
La
discusión que relataba al principio muestra una tensión interna en el islam de
hoy entre los que somos partidarios de una religión espiritual que cohabite con
un modelo laico de la sociedad y aquellos que abogan por una religión
fiscalizadora que se apodere del espacio público imponiendo rituales y formas
de vestir. Una religión que ejerce un control especial sobre la sexualidad de
la mujer. El archiconocido temor a la sexualidad de la mujer de las ideologías
más recalcitrantes.
“Si
los reaccionarios en el mundo musulmán quieren agredir a la mujer, que lo hagan
directamente, que no busquen excusas en el profeta”, afirmaba hace unos cuantos
años con ironía la ya fallecida socióloga y escritora marroquí Fátima Mernissi.
Hace
algo más de un mes estuve en Marruecos, esta vez en Nador, en pleno mes del
Ramadán. Apena ver el espacio que ocupa la religión en la sociedad. Una
religión que cada vez más, y ya es decir, ejerce el rol de control social, de
promulgadora de las normas de urbanidad que se deben guardar. Percibí una
ostentación de los ritos religiosos que a mi juicio es muy preocupante. Nos
habla de una sociedad sometida, vendida al pensamiento único. Por supuesto que
debajo de esta primera capa hay otras mucho más interesantes, ricas,
subversivas incluso, pero el miedo a hablar claro se percibe por doquier. Como
antaño se hacía cuando se quería criticar al rey Hassan II, antes de hablar se
mira a un lado y a otro para cerciorarse de que nadie escucha, y entonces sí,
se critica el islam ideológico que se está apoderando del país.
El
escritor argelino Boualem Sansal decía que el fanatismo religioso lo oscurece y
lo dogmatiza todo. “El pueblo mismo, nosotros mismos, somos nuestro propio
enemigo”, añadía.
El
burkini es una burda ostentación del hecho religioso. Un intento, entre otras
cosas, de sobreactuar la religiosidad y que denota claramente que son una parte
de los musulmanes los principales enemigos de la emancipación y el pensamiento
racional e histórico en el islam.
Si
queremos denunciar la islamofobia con credibilidad, lo primero que debemos
hacer es huir de las ideas de los fariseos y estudiar un poco más lo que el
islam fue y lo que el islam es hoy. Tal como afirmaba en unas jornadas
celebradas en el Instituto Europeo del Mediterráneo hace casi un año Rachid
Benzine, profesor de la Facultad de Teología Protestante de París, quizá el
mejor discípulo de Mohamed Arkoun, debemos aproximarnos al islam con una
perspectiva histórica, contextualizada y científica. Con la razón debemos
vencer a los fanáticos y a los bienintencionados que confunden islamofobia con
los límites que nos impone una sociedad laica.
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