14 ago 2016

“El show de Trump“, de Mark Singer

El autor del nuevo libro no tiene dudas en lo personal de lo que ocurrirá el martes 8 de noviembre, Trump será derrotado.
 Revista Proceso # 2076, a 14 de agosto de 2016
Trump, a golpe de mentiras rumbo a la Casa Blanca/J. JESÚS ESQUIVEL

Donald Trump está a un paso de la Casa Blanca, aunque compendia algunas de las peores características de un político: es prejuicioso, narcisista, impulsivo, malintencionado y miente sistemáticamente. Eso fue lo que encontró una investigación realizada por el reportero Mark Singer, quien acaba de publicar el libro El show de Trump. Proceso entrevistó al autor, y él expuso algunas de las razones que explican el ascenso del abanderado del Partido Republicano: hay mucho miedo, los periodistas no hicieron su trabajo, se le menospreció y sus seguidores son ignorantes o están resentidos…
 WASHINGTON.- “Donald Trump es un mentiroso, un narcisista y, algo muy importante que debe entender la gente: es alguien que miente sin conciencia”. Así es como Mark Singer describe al candidato presidencial por el Partido Republicano de Estados Unidos.
 En el libro de próxima aparición en México El show de Trump, Singer explica, con pruebas, por qué considera al aspirante presidencial como un hombre deshonesto.
“Trump miente con cada respiro”, insiste Singer durante una larga entrevista telefónica con Proceso en la que habla sobre su obra, una recopilación de los artículos que ha escrito en los últimos años para la respetada revista The New Yorker.
 En El show de Trump –de Penguin Random House bajo el sello Debate– Singer adereza sus reportajes sobre Trump con reflexiones personales acerca del multimillonario que quiere ser presidente y con quien pasó varios días para poder describirlo tal cual.

 “Lo conozco desde hace poco más de 20 años”, informa el prestigiado reportero, quien ha escrito, entre otros, los libros Fanny money (1985), Mr. Personality (1989); Citizen K: The deeply weird american journey of Brett Kimberlin (1996), Somewhere in America (2004), Characters studies (2005) y Trump and me (El show de Trump), publicado este año.
 En tan sólo tres capítulos –“Cara a cara”, “Madonna” y “Créanme”, compendiados en 74 páginas– Singer retrata a Trump con unas pinceladas que parecieran surrealistas, pero no lo son: con las mismas palabras del candidato republicano los lectores pueden concluir que se trata de un hombre malintencionado, misógino, racista, ignorante y que vive en un mundo materialista y de oropel.
 Para retratar a Trump en The New Yorker, Singer pasó varios meses entre 1997 y 1998 acompañando al empresario.
 Proceso, con permiso de la editorial y del autor, recibió una edición adelantada de El show de Trump. Y este intercambio de preguntas y respuestas entre Singer y el polémico multimillonario se lee en el capítulo “Cara a cara”, en las páginas 19 y 20:
 –¿A qué hora se despierta? –pregunta el periodista.
 –Cinco y media de la mañana.
 –¿A qué hora se sienta a su escritorio de la Trump Tower?
 –Siete o siete y media.
 –¿Qué hace antes de dirigirse a la ­oficina?
 –Leo los periódicos, etcétera.
 –Ya veo –digo–. Usted está básicamente solo. Su esposa sigue dormida –en ese entonces Trump estaba casado, aunque no lo estaría por mucho tiempo, con su segunda esposa, Marla Maples–. Se rasura y se ve al espejo del baño. ¿Qué piensa?
 Mirada de incomprensión de Trump.
 –Quiero decir, al mirarse al espejo, ¿piensa “wow, soy Donald Trump”?
 Trump sigue confundido.
 –Está bien. Supongo que quiero saber si se considera a usted mismo una compañía ideal.
 (En aquel entonces, la respuesta de Trump me pareció poco apta para imprimirse. Pero eso fue entonces).
 –¿Quieres saber qué considero realmente una compañía ideal? –dice Trump.
 –Sí.
 –Un buen culo.
 Después de pasar varios días al lado de Trump, acompañándolo a reuniones de trabajo, cenas, fiestas y compartiendo con él en sus residencias y penthouses de “súper, súper lujo” –como los considera el magnate de la industria de la construcción–, Singer resume lo que le dijo el personaje sobre las mujeres: “‘Son para disfrutar y usarse’. Claro, como me lo explicó él: ‘Siempre y cuando tengan un cuerpo escultural y un culo redondo’”.
 El show de Trump expone algunas de las razones –para muchos inexplicables– por las cuales hoy el empresario es el abanderado del Partido Republicano. Singer, con sus relatos y averiguaciones y sin señalar a nadie en particular; alude a las entidades que permitieron esta anomalía en el sistema político-electoral de Estados Unidos.
 La obra, en el capítulo “Madonna”, cuenta las vicisitudes que Trump vivió en las décadas de los ochenta y los noventa, cuando sus empresas se fueron a la bancarrota y se quedó sin dinero, y cómo, con métodos fraudulentos y marrulleros, logró salir a flote pese al desprestigio y rechazo que despertada en la élite multimillonaria estadunidense.
 Esto es lo que escribe Singer a raíz de la aparente recuperación económica del magnate en la página 49 de su obra: “Desde luego, el Trump del ‘retorno’ es el mismo de los años ochenta; no hay un ‘nuevo’ Trump, como nunca hubo un ‘nuevo’ Nixon. Más bien, siempre ha habido varios Trump: el adicto a la hipérbole, que tergiversa por diversión y en beneficio propio; el experimentado constructor cuya atención al detalle asombra a sus socios; el narciso, cuyo ensimismamiento contradice, sin embargo, su mortífera capacidad para explotar las debilidades de los demás; el perpetuo adolescente de 17 años que vive en un mundo de suma cero, donde sólo hay ganadores y ‘perdedores totales’, amigos leales y ‘completos canallas’; el insaciable cazador de publicidad que a diario corteja a la prensa, a cuyos mensajeros, sin embargo, califica como ‘basura humana’ si no le gusta lo que publican; el presidente y principal accionista de una empresa de miles de millones de dólares, incapaz de resistir la tentación de pronosticar ganancias en exceso optimistas y que no llegan a materializarse, lo que merma el valor de su inversión; en resumen, un hombre a la vez resbaloso e ingenuo; calculador hábil, ciego, empero, ante las consecuencias”.
El fenómeno Trump, como ahora muchos en Estados Unidos le dicen a lo logrado electoralmente por el candidato, según Singer; nace de la irresponsabilidad de los medios de comunicación y de la presunción de todos de que este hombre no tenía la menor oportunidad de aspirar a la presidencia del país más poderoso del planeta.
Este martes 8 de noviembre se sabrá si él o Hillary Clinton, del Partido Demócrata, arriba a la Casa Blanca.
El mayor dislate
El 16 de junio de 2015, Trump anunció de manera oficial que se postulaba para competir por la nominación presidencial republicana. Los medios de comunicación de Estados Unidos y el mundo lo tomaron por loco.
“Creció”, comenta Singer al corresponsal, “porque en el periodo de las elecciones primarias (rumbo a la designación republicana) no se hizo el trabajo de verificación de las cosas que decía. Esto fue un fracaso enorme de la prensa”, anota el reportero y escritor.
Desde su departamento en Manhattan, Nueva York, Singer reflexiona durante un buen tiempo cuando se le pide que explique por qué los medios de su país no investigaron las mentiras que perpetra diariamente el candidato republicano.
Al fin comenta: “En muchos casos es por la falta de recursos. Los periódicos, que eran la esencia del periodismo, se están desmantelando o no están teniendo ganancias como las que tenían hace años; por ello, los pocos recursos que tienen se destinan a formas distintas de información. La verificación de los datos toma mucho tiempo, se necesitan reporteros de investigación, dinero. Se requiere que los reporteros que se dediquen a indagar no estén en la cobertura diaria”.
El autor afirma que la cobertura de las elecciones primarias “es el peor tipo de periodismo que se haya hecho en la historia” de Estados Unidos: “(Es) periodismo de rebaño, donde todos informan lo que todos los demás tienen, reportando información que deja de ser noticia 24 horas después”.
Aunque se resiste a decirlo directamente, el análisis de Singer respecto del origen del fenómeno Trump apunta a las cadenas de televisión por cable que transmiten las 24 horas de los 365 días del año.
“Ciertos programas de noticias son más cínicos que otros. CNN es una desgracia, Fox News obviamente es una desgracia; pero durante las elecciones primarias incluso MSNBC no supo hacer su trabajo. ¿Dónde están las preguntas de seguimiento? ¿Cómo pueden demostrar que Trump es un mentiroso si no le hacen las preguntas de seguimiento adecuadas? Me desespero cuando veo esto y le grito a mi televisor, como si los conductores de noticias me pudieran ver y escuchar. ¿Cómo pueden saber y conocer más de Trump si no hay investigaciones periodísticas sobre este hombre?”
–¿Trump, como candidato presidencial, es la creación de un periodismo por cable, superficial e irresponsable? –se le inquiere.
–Es un problema complejo, no quiero apuntar a una sola entidad y decirle: tú eres la responsable. Lo haría solamente con Fox News, porque creo que es realmente un problema, ya que de manera consciente distorsiona las cosas por su agenda política.
“MSNBC tiene una agenda, pero no es la misma manera de torcer y distorsionar los hechos. Son parte de la historia, hay decenas de periódicos que no tienen los recursos. ¿A quién podemos culpar, a los dueños de los periódicos, a los editores? No tienen recursos y ante esta realidad los editores piden a sus reporteros que escriban cosas que reciban muchos hits en internet. 
“Hay muchos implicados. Esto involucra sin duda al negocio de las noticias. No creo en las conspiraciones, sé que existen pero no creo en ellas.”
 El tercer y último capítulo de El show de Trump, “Créanme”, da un ejemplo concreto de la falta de rigor en los medios de comunicación para obligar al multimillonario a demostrar lo que dice o dar detalles específicos de los planes que tiene para cumplir las promesas que hace si llega a la Casa Blanca.
 Esto se lee en las páginas 88 y 89 de la obra: “Otra metralla habitual en Trump, casi siempre seguida de un rápido sacudimiento de cabeza, es ‘créanme’: ‘Construiría un gran muro, y nadie hace muros mejor que yo, créanme… Haría que México lo pagara, créanme, lo van a pagar… No vine aquí para hablar bien de Israel. Eso lo hacen los políticos: puras palabras y nada de acción, créanme… He dedicado tanto tiempo de mi vida a Israel, los otros políticos pueden hablar, pero créanme, no han hecho lo que he hecho yo’. Sería fácil pasar por alto estas declaraciones y entenderlas como un tic retórico y trivial si quien hablara no se hubiera situado, desde hace tiempo, en un punto del espectro de la credibilidad entre alarmante y cuestionable, ¿estás completamente loco? Cada iteración de créanme siembra una pregunta en el corazón del enigma trumpeano: ¿él mismo se lo cree?”.
 Para el escritor y periodista de The New Yorker, la rebelión y oposición a la candidatura de Trump dentro del Partido Republicano tiene una sola explicación, y muy lógica.
 “Los conservadores republicanos inteligentes son los que están más determinados a esclarecer por qué Trump es un peligro, por qué no es un conservador auténtico. No quieren que sea presidente, y eso no quiere decir que estén necesariamente a favor de Hillary”, comenta Singer.
 El autor del nuevo libro no tiene dudas en lo personal de lo que ocurrirá el martes 8 de noviembre, Trump será derrotado.
 –¿Pero, esto se acaba ahí, con la derrota de Trump, que pasará con los millones de seguidores que lo encumbraron?, se le pregunta.
 Singer hace otra pausa antes de dar una larga pero muy interesante respuesta al cuestionamiento. Lo que dice el escritor ayuda a entender lo que muchos consideran como la irracionalidad de los estadunidenses que respaldan a Trump.
 –Tengo empatía y compasión por mucha de la gente que lo apoya y por las razones por las que están enojados con el gobierno. No tengo simpatía por su intolerancia, su racismo, su sentimiento antimigratorio. Ese no es el punto. Hay gente en este país a quienes los dos partidos (Republicano y Demócrata) les han mentido durante los últimos casi 50 años. Los salarios de la clase trabajadora se han reducido o no se han movido. La vida para estos estadunidenses es más costosa, la crisis económica ha crecido y los partidos son los responsables.
 “Nadie se preocupa por los trabajadores. La educación (profesional) no es gratuita, por ello tenemos gente terriblemente, con un pésimo nivel de educación; no saben de historia, obviamente, pero tampoco saben cómo leer, cómo razonar.
 “No entienden de economía ni de la geografía mundial. No saben dónde está México, entienden que está al sur de Estados Unidos, pero nada más. La gente que apoya a Trump se siente ignorada, cree que los negros son quienes están recibiendo el apoyo gubernamental. El racismo está involucrado.
 “Pero hay mucho miedo. Creen que no tienen el control de su futuro económico. Le tienen miedo al terrorismo, a alguien (extranjero, inmigrante) que les puede robar su empleo. Seamos más directos: le temen hasta a una persona con empleo.
 “Esta gente seguirá aquí, estarán aquí para la próxima elección (presidencial). Trump no estará, ellos sí. Y estarán más enojados que nunca. Cuando se acabe la elección, seguramente Trump declarará que le robaron los comicios y, si lo dice, la gente que lo respalda, sin que les importen los hechos o las pruebas en contrario, le creerá. Y eso será verdaderamente peligroso.
 “Creo que podría hasta provocar asesinatos, el de algún político.
 “Nadie lo veía venir. Las campañas políticas son artificiales, todo lo vemos a la distancia; Hillary Clinton no está dando entrevistas. La gente en televisión se está hablando a sí misma, ¡es verdad! Y los hechos están ahí, desde hace muchos años, sólo es cuestión que los revisen: Donald Trump es un mentiroso.”

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