Revertir
la fuga de cerebros médicos/G. Richard Olds is President and Chief Executive Officer of St. George’s University in Grenada, West Indies.
Traducido del inglés por David Meléndez Tormen.
Project Syndicate, 07/Oct/2016
En
tiempos que ya hay escasez de médicos en el mundo, la demanda en Estados Unidos
y el Reino Unido de doctores nacidos en el extranjero está llevando al límite
los recursos médicos de los países en desarrollo y de ingresos medios. Por
ejemplo, en EE.UU. la falta de este tipo de profesionales podría llegar a cerca
de 95.000 para 2025, equivalente a un 43% de todos los que trabajan en la
actualidad.
Cuando
hay escasez de médicos, Estados Unidos y el Reino Unido recurren a países como
Filipinas para cerrar la brecha, dejándolos con su propia e importante brecha
de profesionales.
La
situación en África no es mucho mejor. En Kenia, más del 50% de los médicos
ejercen en el extranjero, dejando apenas 20 profesionales por cada 100.000
habitantes. En contraste, en el Reino Unido existen 270 doctores por cada
100.000 habitantes.
No
tiene nada de malo que los médicos dediquen tiempo a trabajar y formarse en el
exterior; por el contrario, ejercer en una variedad de sistemas de sanidad es
esencial para producir médicos experimentados y equilibrados. El problema
fundamental es que el personal y los estudiantes médicos están abandonando en
masa el mundo en desarrollo para formarse en países como Estados Unidos y el
Reino Unido y jamás regresar a sus comunidades de origen. Más aún, a menudo los
países de los que proceden pagan directa o indirectamente su educación sin
recibir ninguno de los beneficios.
Para
revertir esta tendencia debemos permitir que los estudiantes de medicina se
formen en espacios clínicos de primera clase, al tiempo que se les incentiva a
ejercer en sus países de origen. No será fácil, en parte porque ejercer en
países desarrollados es mucho más lucrativo que en el mundo en desarrollo, y
los doctores prefieren por abrumadora mayoría trabajar en los países donde se
han formado. Cualquier iniciativa para detener este flujo de talentos médicos
desde los países en desarrollo tendrá que abordar estos factores.
Para
comenzar, tenemos que centrarnos en dónde ocurre la formación médica. Los
estudiantes podrían completar su formación preclínica y parte de la clínica en
sus países de origen, y luego tener la opción de realizar un periodo de
formación clínica temporal en EE.UU. o el Reino Unido.
Los
programas de residencia son la última etapa del proceso de formación clínica, y
a menudo determinan el ámbito de práctica preferido por los doctores. Cuando
los profesionales extranjeros completas sus programas de residencia en EE.UU. o
el Reino Unido, raramente regresan a su patria. De hecho, a menudo reciben
fuertes incentivos para quedarse: visas permanentes y una licencia válida para
practicar la medicina.
Por
consiguiente, los países de ingresos bajos y medios deben ofrecer más programas
de residencia y EE.UU. y el Reino Unido, que tienen parte de la responsabilidad
del actual desequilibrio, deberían asistirles con financiación y conocimientos.
También
debemos hacer frente a los incentivos financieros que tientan en primer lugar a
una cantidad insosteniblemente grande de médicos del mundo desarrollado a
emigrar, quizás obligando a los doctores que emigran y cuyos países de origen
han financiado su formación a pagar el coste antes de poder ejercer fuera. Así
se harían responsables del valor de su formación subsidiada si optan por
trabajar en el extranjero.
Esta
condición se podría imponer a través de un sistema de becas del tipo “si no
regresa, pague”. Bajo este sistema, menos estudiantes que tengan intenciones de
trabajar permanentemente en el extranjero aceptarán subsidios públicos, y habrá
más fondos disponibles para aquellos que deseen ejercer en sus países de origen
o para la inversión en infraestructura sanitaria.
Trinidad
ha implementado con éxito una estrategia de este tipo (los médicos que trabajen
en el exterior deben regresar a casa durante cinco años para pagar sus becas) y
Estados Unidos tiene un programa similar para fomentar la práctica de los
estudiantes en áreas geográficas específicas del país.
En
la Universidad de Saint George, de la cual soy Presidente y Director Ejecutivo,
contamos con el programa CityDoctors Scholarship, por el cual los estudiantes
de Nueva York que reciben becas completas para sus estudios médicos deben
regresar a ejercer en el sistema hospitalario público de la Ciudad de Nueva
York durante cinco años tras su formación. Si no lo hacen, deben pagar su beca
como si hubiera sido un préstamo.
Los
programas de formación médica en los países en desarrollo también deben tomar
en cuenta cómo dirigir a los futuros médicos hacia la satisfacción de las
necesidades internas de sus respectivos países. Los estudiantes provienen
abrumadoramente de ámbitos con recursos, lo que significa a menudo que proceden
de las ciudades más grandes. Es necesario reclutar a una mayor cantidad en
áreas rurales (en las que a menudo hay las mayores carencias) y formarlos en
los ámbitos donde más se los necesite. Al ampliar la base de talentos
geográfica y socioeconómica e identificar con mayor prontitud a los candidatos
más idóneos podríamos elevar las probabilidades de que los estudiantes regresen
a ejercer en sus comunidades locales.
Todos
tenemos algo que ganar de unas prácticas de formación médica más sostenibles a
nivel global que aseguren la satisfacción de las necesidades sanitarias de
todos los países. Para los países en desarrollo no existe otro camino de
progreso.
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