De
cegueras voluntarias e inducidas/Augusto Zamora R. es autor de Política y geopolítica para rebeldes, irreverentes y escépticos (Akal, 2016).
El
Mundo, 10/Oct/2016
Según
el último informe del Banco Mundial (organización poco sospechosa de
izquierdista), la región de Asia Pacífico sigue siendo el motor de la economía
mundial, con un crecimiento promedio del 6%. China crecerá apenas el 6,7% y
Vietnam un 6%. Corea del Sur, la de menor crecimiento, lo hará un 2,7%, a causa
-eso sí- de la crisis que arrastran EEUU y la Unión Europea, por ser la surcoreana
una economía netamente exportadora. En España se hace alarde de que la economía
crecerá en 2017 hasta un 2,3%, casi igual que la de Corea del Sur, pero con
notables diferencias. En Corea del Sur el paro ha girado, los últimos diez
años, en torno al 3%, por un 20% en España. El endeudamiento del Estado
coreano, de 2010 al presente, no llega al 40% de su PIB, en tanto la deuda
pública de España, por vez primera en un siglo, supera el 100%. Peor aún, la
deuda real española, suprimiendo las consabidas trampas para disfrazar las
deudas a que suelen recurrir las administraciones, podría ascender al 140% del
PIB nacional. En otras palabras, España está en bancarrota, una bancarrota que
seguirá acrecentándose silenciosamente a causa de la dependencia española de
Alemania, único país europeo que se ha enriquecido hasta la obscenidad con la
miseria de los países del sur, léase Grecia, Portugal, España e Italia.
El
embargo informativo que vive el país -mitad inducido, mitad voluntario- en
relación a la marcha del mundo lleva a que -casi- todo el mundo viva en la
burbuja Europa, creyendo que este subcontinente sigue siendo el ombligo del
mundo y no lo que realmente es ahora, una península de Eurasia, geográfica
siempre, económica, comercial y técnica ahora. La comparación entre Corea del
Sur y España sirve de revelador ejemplo de la realidad en que vivimos, mucho
más efectivo que comparar a España con Italia o Irlanda. Estos países viven
prisioneros en la jaula en que se ha transformado la UE y, al formar parte de los
mismos extravíos, han perdido capacidad para entender el nuevo orden económico
internacional existente. Tampoco perciben el creciente declive del modelo
europeo y su incapacidad para adaptarse a los retos que plantea ese nuevo
orden, capitaneado por países de Asia, con China como epicentro, y por una
Rusia cada vez más fuerte y más abocada al enorme mercado asiático.
Corea
del Sur ha reaccionado al frenazo del modelo exportador con inversiones
multimillonarias en I+D, para reconvertir al país en potencia científico-técnica,
que es hacia donde apunta el mercado del siglo XXI. España, como ciertos
cangrejos, camina para atrás y, por sumisión al diktat de Bruselas, no sólo ha
sacrificado el área de I+D con recortes draconianos, sino que ha obligado a
buena parte de la flor y nata de sus científicos a tomar el camino del exilio
económico. Corea del Sur, seguramente, se consolidará como potencia
tecnológica, mientras España se quedará en una economía de playa y sol,
retornando a los años 60 de su arranque económico, cuando el dictador Franco la
convirtió en un país de «aperitivos y postre», refiriéndose a sus principales
productos de exportación, que eran aceitunas y naranjas y, luego, el turismo.
No
está sola España en ese disparatado camino. Hace pocos días, la Agencia
Espacial Europea celebraba con bombo y platillo el éxito de la misión Rosetta,
que consistía en que una sonda europea se aproximara a un cometa y, finalmente,
se estrellara en él. Un logro científico y técnico que no se puede poner en
duda, pero un logro menor. Hace pocos días, China lanzó el laboratorio espacial
Tiangong 2, como parte del proyecto para establecer su propia estación
espacial. Poco después inauguraba el mayor radiotelescopio del mundo, de 500
metros de diámetro, que dejaba atrás al radiotelescopio estadounidense de
Arecido, de 350 metros. Mientras tanto, Europa y EEUU siguen dependiendo de los
cohetes rusos Soyuz para acceder a la Estación Espacial Internacional, dado que
ni EEUU ni la UE tienen cohetes capaces de hacerlo.
La
elevación de la UE a dogma de fe y mito de terror ha llevado al disparate de
pensar que todo aquello que ponga en duda su viabilidad o la pertenencia de un
Estado es la peor de las herejías; pero a eso se ha llegado. Grecia ha sido
económica, humana y socialmente calcinada en la pira de Bruselas por haber
desafiado el dogma de la UE. No existen precedentes, en la historia, de que un
Estado soberano, por el hecho de ser miembro de una asociación económica, sea
destruido por desear salir de ella. Las asociaciones o uniones económicas,
comerciales y políticas se hacen para mejorar las condiciones de sus miembros,
no para convertirlos en galeotes. También se basan en el principio de igualdad
soberana de modo que, cuando un miembro desea abandonarla -como hizo Gran Bretaña-
negocia su salida en términos de igualdad. La UE es la única asociación
internacional que ha convertido a los miembros más débiles en prisioneros, a un
punto tal de sumisión que, si desean abandonarla, están amenazados de ruina
como castigo por desafiar el dogma. Sólo ese hecho sería suficiente para
decretar la defunción de la UE. Como ha pasado otras veces, los británicos han
sido los únicos con inteligencia y poder suficientes para abandonar un barco
que se hunde, sin verse condenados a la hoguera.
Instalada
en el disparate, la UE, en su versión Mr. Hyde -la OTAN- no cesa de ampliar el
cerco militar promovido por EEUU en torno a Rusia, como si cada base militar,
despliegue de tropas o emplazamiento de misiles fuera juego de niños y Rusia el
tonto de la clase. El impresentable embargo informativo oculta que Rusia
terminará de modernizar su ejército en 2020 y, más importante aún, que Rusia y
China caminan hacia una alianza estratégica que cambiará el curso del mundo. En
julio pasado, Xi Jinping afirmó que “Rusia y China pueden crear una alianza
ante la cual la OTAN sea débil”. De no existir el embargo informativo, esta
afirmación hubiera sido noticia de primera plana. Una alianza ruso-china (a la
que habría que sumar a Irán, las repúblicas centroasiáticas y unos cuantos
países más), efectivamente haría de la OTAN un enano inútil y a Europa una
subregión cuyo único destino, en caso de guerra, sería ser abatido campo de
batalla, en el que los vivos envidiarán el destino de los muertos.
Sólo
bobos y desinformados pueden pensar en una guerra de una Rusia solitaria contra
la OTAN. Si estallara ese conflicto, China entraría en guerra, como entrarían
Irán y una decena de Estados más, aunque sólo fuera por la simple razón de que
no pueden permitirse una derrota de Rusia, que los dejaría solos frente a EEUU.
Putin dijo que Rusia tiene sólo 148 millones de habitantes por 700 millones la
OTAN. Cifras ciertas, pero ¿cuántos millones sumaría con sus aliados? Más de
2.000 millones en casi 26 millones de kilómetros cuadrados, por cinco millones
Europa. ¿Qué gana Europa en su condición de perro faldero de EEUU? En la I
Guerra Mundial, EEUU dejó que los europeos se mataran entre ellos, mientras sus
empresas hacían pingües negocios, vendiendo a todos los contrincantes. Intervino
tres meses antes del fin de esa guerra para actuar como gran director de
orquesta. En la II Guerra Mundial su presencia mayor no fue hasta 1944, cuando
el Ejército Rojo había quebrado ya el espinazo de la Alemania nazi. Desde
Normandía, los aliados se enfrentaron a apenas el 25% del ejército nazi, por un
75% que fue abatido por el Ejército Rojo. ¿Alguien cree, en esta región, que la
OTAN derrotará a Rusia? ¿Alguien piensa que EEUU morirá por Europa?
Alemania
es punto y aparte. Ha recolonizado Europa central, vampirizado a la Europa
mediterránea y, encima, haciendo befa de las sanciones impuestas a Rusia, no
cesa de poner en marcha acuerdos estratégicos con Moscú. El último es la
construcción del gasoducto Nord Stream 2, que permitirá a Alemania disponer de
suficiente gas ruso al margen de los vaivenes -y las guerras– que puedan
originarse en Ucrania. Alemania se guarda las espaldas, garantiza el acceso a
la energía y atiborra sus depósitos de riqueza, para no seguir la suerte que
corrió en las dos guerras mundiales. Sólo Alemania y Gran Bretaña han entendido
que, para salvaguardar sus intereses, deben jugar su juego. Los demás países,
España incluida, son llevados por un perverso flautista de Hamelín, al
despeñadero y, lo peor, con sus clases políticas convencidas de que así los
salvarán.
La
Europa social y democrática ha desaparecido. Quizás nada ilustre mejor su
defunción que la proliferación de muros y alambradas en su interior, que dejan
en ridículo el desaparecido muro de Berlín. Este era un muro político y
divisorio entre dos mundos enfrentados, el comunismo y el capitalismo. Los
nuevos muros se erigen contra la especie humana y los levantan países tan
democráticos como Francia y Gran Bretaña. Ese es el nuevo y real rostro de
Europa, donde vuelve el fascismo (¿se había ido?) y con el fascismo las
alambradas, la xenofobia, el racismo y el socialdarwinismo. ¿Quiere alguien
salvar España? Que siga el camino británico, revierta las políticas económicas
y sociales, haga una revolución en I+D y vuelva sus ojos al futuro, que es
Asia. Que enganche España a la economía mundial, la verdadera, no la de la
burbuja Europa.
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