Cómo cayó Duarte (y II)/ Raymundo Riva Palacio
El Financiero, 1 de noviembre de 2016
Columna; Estrictamente Personal
Javier Duarte estaba feliz. Las amarguras después de la elección del 5 de junio habían quedado superadas. Dos meses antes de solicitar licencia como gobernador de Veracruz, platicó con el presidente Enrique Peña Nieto, quien le dijo que no se preocupara porque todo el escándalo de corrupción era un tema de medios. Fue el mismo diagnóstico que hicieron en Los Pinos cuando la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, cuando 'pescaron' al director de la Conagua, David Korenfeld, usando como taxi el helicóptero de la institución, o como cuando estalló el escándalo de la 'casa blanca': todo es un problema de medios. Gradualmente, Peña Nieto mostró haber aprendido de aquellos errores, pero Duarte no lo vio. Por eso se echaba para delante y afirmaba que nada malo había hecho y que no renunciaría; y tan contundente en privado al asegurar que él no había firmado nada, por lo que nada malo llevaría a él.
Duarte fue maltratado ese día en Los Pinos y buscó el apoyo del coordinador del PRI en el Senado, Emilio Gamboa, quien era, junto con el diputado Enrique Jackson, su asesor político, pero no llevó a nada. El presidente le había ordenado a la entonces procuradora Arely Gómez que comenzara a vigilar a Duarte, aunque esa tarea recayó en el Cisen, que emitió una alerta migratoria para evitar que saliera del país. Duarte no estaba al tanto de todo esto y seguía pensando que el presidente lo respaldaba. Por eso, cuando el martes 11 de octubre recibió una llamada telefónica de que el presidente lo esperaba en Los Pinos, “viajó muy contento”, según una persona que lo vio ese día.
Duarte decidió desaparecer del ojo público. Se escondió en la cajuela del automóvil de una prima de su esposa, Karime Macías, para escabullirse hasta el aeropuerto de Xalapa. De acuerdo con las investigaciones, voló en el helicóptero de la Fiscalía de Veracruz a Coatzacoalcos el mismo 14 de octubre. Cuatro días después, Yunes denunció que se había escapado en un helicóptero del gobierno, que negó el gobernador interino Flavino Ríos. Las autoridades, sin embargo, interrogaron a los pilotos del helicóptero, quienes les confirmaron que habían transportado a Duarte, e identificaron a Barradas como su acompañante.
Ese fue el momento de la hecatombe. “Después de la plática con el presidente, estaba seguro que no le iban a hacer nada”, dijo una de las personas que hablaban con él. Inclusive, en vísperas de hablar con Osorio Chong, Duarte estuvo en el rancho El Faunito, en Fortín de las Flores, junto con su arquitecto, para revisar las cascadas que había pedido construyeran en la instalación. El rancho fue asegurado por la PGR el 22 de octubre, y cuando llegaron junto con la Marina, observaron que nada se había movido. Estaban colgados los cuadros, todo en su lugar sin alteración, incluidas las decenas de botellas en la cava con vinos de 100 mil pesos. Peña Nieto le había volteado la espalda.
Twitter: @rivapa
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