24 ene 2023

Colotlán se despide de las jóvenes asesinadas en Zacatecas:

Colotlán se despide de las jóvenes asesinadas en Zacatecas: “Que la sangre derramada se convierta en semilla de justicia y libertad”


Tepetongo, la región de Zacatecas donde desaparecieron los cuatro jóvenes el pasado 25 de diciembre, está sumida en una batalla entre el Cartel Jalisco Nueva Generación y el Cartel de Sinaloa

Retratos de Paola, José, Daniela y Viviana durante su funeral, durante el funeral de los cuatro jóvenes, este domingo.

ADOLFO VLADIMIR (CUARTOSCURO)

DANIEL ALONSO VIÑA/

El País, México - 23 ENE 2023;


Hasta el sacerdote, que ofició este domingo la misa por la muerte de las tres jóvenes, dejó escapar una frase de protesta: “Pedimos a las más altas autoridades que revisen su proyecto de seguridad pública, para que verdaderamente se haga justicia”. La parroquia San Luis se llenó este domingo de gente, ramos de flores y globos blancos en la misa por la muerte de Irma Paola Vargas y las hermanas Daniela y Viviana Márquez, que desaparecieron en Zacatecas hace casi un mes. Sus ataúdes presidían el espacio mientras las palabras sosegadas del sacerdote sacudían el espíritu de todos los presentes: “Pedimos que la sangre derramada injustamente de nuestras hermanas sean semilla de justicia y libertad”.

La tragedia que ha sacudido Colotlán este último mes toca a su fin, si es que se le puede llamar final a encontrar los cuerpos de los desaparecidos sin que haya todavía ni rastro de los criminales. El 25 de diciembre del año pasado, alrededor de las 23.00 de la noche, Daniela mandó a su madre un mensaje con su localización. Estaban a la altura de Víboras cuando el vehículo comenzó a salirse de la Carretera Federal 23. Daniela, Viviana, Paola y José Melesio volvían a casa después de pasar la tarde al otro lado de la frontera, en el pueblo de Jerez de García Salinas, Zacatecas. Sus padres intentaron contactar con ellas, pero no recibían sus llamadas.

Semanas después de su desaparición, la camioneta fue encontrada en un rancho cerca de El Cuidado, junto a otro vehículo y los restos de un cuerpo calcinado de entre 20 y 35 años, según la Fiscalía de Zacatecas. Las autoridades rastrearon la zona hasta encontrar la fosa clandestina en la que estaban calcinados los huesos de cuatro cuerpos, tres mujeres y un hombre. Los restos óseos de las tres mujeres fueron identificadas la semana pasada como Irma Paola Vargas, Daniela y Viviana Márquez. Todavía queda por confirmar la identidad del hombre, que previsiblemente será José Melesio Gutiérrez, prometido de Daniela. Tenían la boda prevista para el próximo mes de octubre.

El padre de ella, Daniel Márquez, hablaba con este periódico el viernes pasado, mientras volvían a casa, ya de noche, después de recoger los cuerpos de sus hijas en Zacatecas. De fondo se escuchaban las sirenas de la policía, que les acompañaba de camino a casa por la misma carretera en la que desaparecieron los cuatro. Esa mañana les habían confirmado que los cuerpos encontrados eran los de ellas.

—¿Cómo se encuentra?

—Estamos tristes, pero a la vez estamos muy contentos—dijo Márquez, sin un ápice de emoción en su voz, antes de explicar a qué se refería con “contentos”: —Desde que entramos en Tepetongo, la gente de los pueblos ha salido a darnos su apoyo. Incluso en Víboras [donde se vio a sus hijas por última vez]. Todo el mundo está consternado por la muerte de nuestras muchachas.

Ceremonia de despedida y funeral de Viviana, Daniela y Paola, jóvenes desaparecidas el 25 de diciembre de 2022 sobre la carretera estatal 23, tramo Jerez-Colotlán; y localizadas 19 de enero de 2023 en una fosa en la comunidad de Víboras, Tepetongo, Zacatecas. Durante dos días, familiares, amigos y pobladores de Colotlán, velaron y dieron el último adiós de cuerpo presente en el Centro Deportivo y Cultural Tenamaxtle, a Viridiana Márquez Pichardo, Daniela Márquez Pichardo, Paola Vargas Montoya y José Melesio Gutiérrez Padilla, quien aún no es entregado el cuerpo a sus familiares. Este día se ofició una misa en la parroquia San Luis Obispo, para después ser sepultadas en el panteón de Guadalupe. 

En un país que cerró 2022 con 109.000 desaparecidos, el sufrimiento de las familias de los desaparecidos ha traspasado desde hace tiempo el terreno de la intimidad y se ha instalado en el relato público, con la creación de películas, libros, y las miles de historias de sufrimiento que cuentan a diario los medios de comunicación. Los testimonios de muchas de estas personas tienen un grito desesperado en común, encarnado esta vez por Daniel Márquez: “Ya que me digan que ha sido de mi hija, porque la angustia de no saber dónde está es insoportable”.

Quizás por eso, Daniel, rodeado de la noche oscura en las montañas de Zacatecas, confiesa: “Estamos tranquilos. Ya nos entregaron los cuerpos de nuestras chicas, estamos seguros de que son nuestras hijas, y ya estamos con más paz”. Su voz mantiene su monotonía habitual. Apenas durante un segundo parece a punto de quebrarse, pero recupera la compostura y sigue hablando. ¿Tanta es la angustia de tener a tus hijos desaparecidos? “Sí. Es muy feo eso, no tiene comparación”, sentencia Daniel al otro lado del teléfono.

La región en la que desaparecieron y en la que fueron encontrados los cuerpos de los cuatro jóvenes se llama Tepetongo. Allí, entre pequeños pueblos y grandes montañas, libran una lucha a campo abierto dos de los carteles más importantes de México: el Cartel de Jalisco Nueva Generación y el Cartel de Sinaloa. Las víctimas colaterales de esta guerra en las montañas se cuentan por decenas: desapariciones, inocentes asesinados, desplazamiento forzado de pueblos enteros, y el miedo generalizado que ha llevado a la existencia de “autotoques de queda”. En los pueblos que atraviesa la carretera 23 se ha convertido en la norma estar en casa antes del anochecer.

Gibrán Fernando Rodríguez, periodista y antropólogo forense de Zacatecas, habla del miedo generalizado que tiene la gente en esa región. “Se puede ver en los grupos de WhatsApp, la gente se alerta unos a otros de no conducir de noche”, asegura Rodríguez. La Carretera Federal 23 es la única vía que conecta los dos Estados, en una zona rodeada de montañas. “Son daños colaterales de la batalla entre carteles y las autoridades están lejos de la zona, sobre todo en Jalisco”, explica.

Muchos pueblos se han quedado vacíos tras la llegada del narco, que desciende de las montañas con promesas de seguridad en zonas que son seguras hasta que llegan ellos. Los puestos más altos en el ranking de municipio con mayor percepción de inseguridad lo lideran Fresnillo y la ciudad de Zacatecas, con un 97,7% y un 93,3%, respectivamente, de población que se siente a merced de los criminales, según el Instituto Nacional de Estadística (Inegi).

El sacerdote, hacia el final de la misa, se lamentaba de la situación tan precaria en la que tienen que vivir: “No vamos por el camino correcto. No puede ser posible que no podamos circular sin el temor de que algo nos pueda pasar. Nos sentimos profundamente impotentes, desesperados, esperamos que esto jamás se vuelva a repetir”.

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Hallados en Zacatecas cuatro cadáveres cerca de donde desaparecieron en Navidad tres mexicanas y un estadounidense

DANIEL ALONSO VIÑA

El País, México - 19 ENE 2023:

La Fiscalía General de Justicia de Zacatecas ha informado este jueves del hallazgo de restos de cuatro cuerpos humanos, tres mujeres y un hombre, en una fosa clandestina en el Rancho Monte de la Presa Vieja, en la comunidad El Cuidado. A esta pequeña población se accede desde Víboras, el municipio en el que fueron localizadas por última vez Irma Parola Vargas, José Melesio Gutiérrez y las hermanas Daniela y Viviana Márquez. Los cuatro desaparecieron la noche del 25 de diciembre cuando regresaban juntos a Colotlán, el pueblo de Jalisco en el que vivían las tres mujeres. Gutiérrez, de nacionalidad estadounidense, estaba allí pasando las vacaciones con su prometida Daniela y su familia. Tenían planeado casarse en octubre.

El informe de la Fiscalía, al que ha tenido acceso este periódico, especifica que los cuerpos han sido hallados en un estado de “reducción esquelética”, por lo que se requerirán análisis genéticos para determinar su identidad. Este lunes, el personal de investigación, con el apoyo de las fuerzas federales, encontró en El Cuidado dos vehículos con impactos de bala y un cuerpo sin vida reducido a los huesos, que corresponde a un hombre de entre 20 y 35 años, todavía sin identificar. Uno de los coches era el que utilizaron los cuatro desaparecidos la noche del 25 de diciembre. Los agentes siguieron rastreando la zona este martes hasta encontrar la fosa en la que estaban los otros cuatro cuerpos.

La vida de los familiares de los desaparecidos dio un vuelco el 25 de diciembre, cuando Daniel Márquez recibió un mensaje de su hija Daniela con la localización de su móvil. Entonces estaba en la carretera 23, que conecta Jerez de García, el pueblo donde habían pasado la tarde, con Colotlán, al otro lado de la frontera, en Jalisco. Los padres entraron en alerta cuando la ubicación del teléfono se desvió de la carretera principal. “No leía los mensajes, y cuando empezamos a llamar a todos los que estaban en el coche, ninguno contestaba”, relató Márquez a EL PAÍS días después de la desaparición. Intentaron acercarse a la zona, pero la policía les dijo que “estaba muy peligroso” y tuvieron que esperar hasta la tarde del día siguiente para ir. “Nos juntamos mi hermano, el padre de Paola y yo, y fuimos. Pero no había nada, era una zona desolada”, contó Márquez.

La carretera federal 23, que conecta Jalisco con Zacatecas, está asediada por la violencia del crimen organizado. Los habitantes de los municipios a ambos lados de la frontera viven con el miedo constante de que se haga de noche antes de haber vuelto a la precaria seguridad de sus casas. Y el miedo que tienen está lejos de ser irracional. En el último mes de 2022, han desaparecido ocho personas en esa zona fronteriza, según el diario El Universal: José Guadalupe Gallegos (1 de diciembre), Arol Sánchez (4 de diciembre), Ernesto Sánchez y José de Jesús Valdez (10 de diciembre), Daniel Fernández y Manuel Bañuelos (21 de diciembre), Andrés Correa (28 de diciembre) y Jorge Meza (31 de diciembre). El registro Nacional de Personas Extraviadas y Desaparecidas revela que el pasado año desaparecieron 60 personas en 11 municipios limítrofes entre Jalisco y Zacatecas.

Los diarios locales y los habitantes de esta región apuntan hacia una explicación que ya casi no impresiona a nadie: las supuestas batallas entre narcotraficantes. En concreto, entre el Cartel Jalisco Nueva Generación y el Cartel de Sinaloa, debido a que esa zona conecta directamente con los Estados de Durango, Nayarit, Jalisco, San Luis Potosí y Coahuila. También se han reportado narcobloqueos en las carreteras y la Guardia Nacional desmanteló el pasado septiembre seis campamentos del crimen organizado distribuidos por Zacatecas. En el campamento que encontraron en Tepetongo, la región en la que han desaparecido los cuatro jóvenes, las fuerzas de seguridad hallaron más de 600 cartuchos de bala de diverso calibre.

Por todo esto, cuando los familiares de los desaparecidos convocaron una manifestación, Colotlán entero salió a la calle. Se desplazaron hasta la capital de Jalisco, Guadalajara, para marchar hasta la Glorieta de las y los Desaparecidos. Allí exigieron al gobernador que haga algo para frenar la violencia al norte del Estado. “¿Acaso no es padre?, ¿No entiende el dolor que estamos viviendo? Por favor, gobernador, no nos defraude”, gritaba una mujer frente a la sede del Gobierno, según recogía un diario local. Sin embargo, el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, se ha deslindado de la responsabilidad, defendiendo que el verdadero problema está al otro lado de la frontera, en Zacatecas. “Ya hay un operativo desplegado para apoyar la búsqueda, pero es importante que la gente sepa que es un delito que sucedió en el Estado de Zacatecas”, dijo al respecto de la desaparición de los jóvenes.

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El agujero negro de la violencia en México: un estadounidense y tres mexicanas desaparecen en Zacatecas

DANIEL ALONSO VIÑA

El Pais, México - 04 ENE 2023 

Con la voz del padre que está decidido a encontrar a sus hijas, sin una pizca de desesperación o tristeza, Daniel Márquez Valdés dice: “Si me están escuchando los que las han secuestrado, solo quiero decirles que las dejen, que nos las regresen a casa”. Sus hijas, Daniela y Viviana, además de Paola Vargas y José Melesio Gutiérrez, desaparecieron el pasado 25 de diciembre en Víboras, Zacatecas, a ocho kilómetros de la frontera con Jalisco. Allí vivían las hermanas y allí se estaba quedando estos días Gutiérrez, que había venido desde Estados Unidos a visitar a Daniela, su novia desde hace tres años. Todo iba bien hasta que cruzaron a Zacatecas, un Estado asediado por los narcotraficantes. Estos suelen ser los protagonistas de asesinatos, secuestros y balaceras que casi siempre quedan impunes, pese a los crecientes esfuerzos de las autoridades por pacificar la región.

Antes de desaparecer por completo del radar, a las 23.41 de la noche del 25 de diciembre, Daniela mandó a su madre la localización del móvil. Estaba en la carretera 23, a la altura de la comunidad Víboras, en Zacatecas. Venían de Jerez de García Salinas, a una hora de Colotlán, la localidad donde reside la familia. Habían ido allí a pasar la tarde entre amigos y a cenar. Daniel no se lo explica: “¿Dónde queda la libertad de los jóvenes para moverse y disfrutar?”.

Cuando él y su mujer vieron que la localización de su hija estaba fuera de la carretera, se preocuparon. Intentaron contactar, pero no hubo manera. “No leía los mensajes y cuando empezamos a llamar a todos los que estaban en el coche, ninguno contestaba”, relata. Querían acercarse hasta el lugar, pero la policía les dijo que “estaba muy peligroso” y no fueron hasta la tarde del día siguiente, después de poner la denuncia. “Nos juntamos mi hermano, el padre de Paola y yo, y fuimos para allí. Pero no había nada cuando llegamos, era una zona desolada”, dice Daniel por teléfono.

Arriba de la imagen de los cuatro desaparecidos subida a Twitter, la Fiscalía de Zacatecas escribía este mensaje: “Solicitamos tu valiosa colaboración para su localización”. Un mensaje sobrio que revela el estado de las cosas en una región avasallada por la violencia del narco. El 24 de noviembre del año pasado asesinaron a Josué Urzúa Padilla, encargado de la Guardia Nacional en Zacatecas. Poco después, el 3 de diciembre, un grupo de hombres armados atacó al juez Roberto Elías Martínez en la ciudad de Guadalupe. El juez falleció al día siguiente. El 9 de diciembre aparecieron dos cuerpos envueltos en bolsas de basura al lado de la carretera estatal 181, a la altura de la comunidad de San Jerónimo. Y así, hasta contar 755 desaparecidos en Zacatecas en el 2022.

El despliegue tras la desaparición ha sido importante. Las patrullas de policía recorren la zona sin descanso y, desde el cielo, varios helicópteros sondean el terreno. La familia, sin embargo, no ha recibido ninguna información respecto al paradero de los cuatro jóvenes 10 días después de la desaparición. “Nada, la Fiscalía no nos ha dado ninguna respuesta sobre el avance de la investigación”, asegura Alejandra. Ella había estado con sus primas el día de su desaparición, por la mañana, antes de regresar a Ciudad de México. Ahora su cabreo no deja de aumentar, y habla de forma rápida y decidida. “Me siento indignada, histérica, llena de rabia, impotencia. Hemos salido en algunos reportajes y medios, pero seguimos sin tenerlos a ellos”, expresa.

Los vecinos de Colotlán salieron este lunes a manifestarse a la Glorieta de las y los Desaparecidos en Guadalajara, capital de Jalisco, para exigir que se detenga la violencia en la frontera norte del Estado. “¿No es padre? ¿No entiende el dolor que estamos viviendo? Por favor, gobernador, enfrente lo que estamos viviendo, no nos defraude”, gritaba una mujer con un megáfono frente a la sede oficial del Gobierno, encabezado por Enrique Alfaro, según recogía un diario local. El gobernador de Jalisco, sin embargo, ha preferido deslindarse de cualquier responsabilidad con respecto al secuestro. Dice y repite que este se produjo cuando las víctimas estaban ya en Zacatecas, el verdadero foco del problema.

“Ya hay un operativo desplegado para apoyar la búsqueda, pero es importante que la gente sepa que es un delito que sucedió en el Estado de Zacatecas”, insistió el gobernante. “En los municipios de la zona norte de Jalisco tuvimos una situación tranquila en este cierre de año, pero en los límites con Zacatecas vamos a tener que hacer algunos ajustes porque, aunque hay avances, todavía tenemos que reforzar”, ha informado Ramírez en rueda de prensa. Adolfo Marín, titular de la Secretaría de Seguridad del Estado vecino, aseguró que “se van a montar dispositivos especiales para atender la inseguridad en la zona”.

Se iban a casar este año. Ya tenían hasta la fecha para la boda: el 7 de octubre de 2023. Entonces culminaría un romance de tres años entre Daniela Márquez y José Melesio Gutiérrez. Ella tiene 31 años, el pelo castaño claro, los ojos “color café y grandes” y ninguna seña particular, según el acta de desaparecida emitido por la Fiscalía de Zacatecas. Él tiene 36 años, es de nacionalidad mexicana, pero vive y trabaja en una firma de arquitectos en Cincinnati, Ohio. También tiene los ojos color café, pero “chicos”, no grandes como los de su novia, y una seña particular: una cicatriz debajo de la rodilla derecha de unos 8 centímetros. Los familiares de ella cuentan que Gutiérrez viajaba a Colotlán al menos tres veces al año. “El vino con el afán de venir con nosotros, para estar con la familia y pasear con su novia, como había hecho otras veces”, cuenta Daniel.

Daniela es diseñadora de interiores, tiene una empresa propia y trabaja haciendo encargos por toda la región. Irma Paola Vargas, de 27 años y con un tatuaje de un corazón negro tan grande como una uña en la parte superior del cuello, es diseñadora de moda, y trabaja vendiendo ropa y accesorios. Viviana Márquez, la hermana de Daniela, de 28 años, es maquilladora profesional, “muy conocida”, asegura su prima. Su padre ha tenido que ir a hacer la denuncia de su desaparición a Zacatecas, y para ello ha tenido que recorrer la misma carretera 23 en la que desapareció su hija. “Se siente aquella vibra mala, por lo que ha sucedido ahí, pero no queda otra, tenemos que seguir adelante hasta que las encontremos”, sentencia Daniel.


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