26 may 2008

El fin de un mito

El fin de un mito/ Editorial El País, 26/05/2008;
La muerte de Tirofijo descabeza las FARC, pero cualquier optimismo sería prematuro
La muerte, a causa de un infarto y "en brazos de su compañera", según un portavoz de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), de Pedro Antonio Marín Marín, alias Manuel Marulanda Vélez, alias del alias Tirofijo, próximo a los 80 años y jefe de una guerrilla que lleva más de 40 luchando contra el Estado colombiano, plantea un interrogante sobre el futuro. Habida cuenta de que hacía años que el líder no tenía control directo sobre sus fuerzas, por lo que éstas funcionaban como confederación de frentes, su desaparición no tendría por qué cambiar las cosas. Bogotá añade que ya hay sucesor, Alfonso Cano, de 52 años, nacido Guillermo León Sáenz, que es la presunta caución ideológica de una guerrilla que se dice comunista pero practica el crimen atroz y vive del narcotráfico, y el jefe militar sigue siendo Jorge Briceño, Mono Jojoy, con lo que la continuidad del poder parecería asegurada.
La realidad podría ser, sin embargo, muy otra. La política de seguridad democrática del presidente Uribe, criticada por su relente autoritario, y a cuyo amparo más de 60 legisladores uribistas están en la cárcel o sometidos a investigación por sus relaciones con los paramilitares -mercenarios, igual de criminales que las FARC-, ha dado golpes decisivos a los insurgentes. El 1 de marzo pasado un comando mató al segundo jefe de la fuerza, Raúl Reyes, en territorio ecuatoriano; otro miembro de la cúpula dirigente, Iván Ríos, caía poco después; y en los últimos meses varios jefes guerrilleros han sido apresados o se han entregado. Hoy, las FARC no cuentan seguramente con más de 10.000 u 11.000 hombres, cuando eran casi 20.000 en los años noventa e infligían durísimos golpes al Ejército.
El clima de optimismo que reina en Bogotá podría, sin embargo, ser prematuro, porque, aun en caída libre, la liquidación de las FARC será muy problemática, en especial si se cede a la tentación de la victoria a sangre y fuego. Hoy, sin Marulanda, como ayer con el viejo bandolero, la solución negociada debería seguir siendo contemplada para devolver la salud política a una Colombia en la que la reinserción -ahora detenida- de los paras ha hecho muchísimo daño.
Una cosa, con todo, parece clara. Si Uribe abrigara la idea de un tercer mandato en 2010, la muerte de Pedro Antonio Marín Marín, con todos sus alias, le encarrilaría formidablemente las cosas.
La Muerte de Tirofijo/Edtorial
El Tiempo, 26/05/2008;
Marzo del 2008 puede catalogarse, sin duda, como el mes más negro de los 44 años de la historia de las Farc. En 26 días perdieron a casi la mitad de su dirección histórica -tres de siete integrantes del Secretariado-, entre ellos su máximo líder, Pedro Antonio Marín, más conocido como 'Manuel Marulanda Vélez' o 'Tirofijo', además de 'Raúl Reyes' e 'Iván Ríos'. Si la muerte de los dos últimos representó golpes sin antecedentes para esa guerrilla, la salida del escenario de 'Tirofijo' marca con certeza el fin de toda una época. Y abre no pocas incertidumbres sobre el futuro de este movimiento armado.
En una sorpresiva declaración, ratificada en un comunicado, el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, aseguró que el legendario líder de las Farc había muerto el 26 de marzo, bien por un bombardeo en el Meta, donde lo tenían ubicado, bien por un infarto. Para quien dudara del fin de un hombre declarado muerto tantas veces que hasta generó un libro llamado Las muertes de 'Tirofijo', un video aún más sorprendente -por lo veloz- de otro miembro del secretariado, 'Timochenko', enviado a la cadena Telesur, afirmó que 'Marulanda' murió de un infarto en la fecha mencionada. Corroboración que habría tardado mucho (o quizá no habría llegado nunca) si no hubiera sido por el anuncio oficial.
Una muerte que no podía llegar en un momento más crítico para las Farc, asediadas por problemas internos de insospechado calibre y una ofensiva militar de una envergadura y efectividad que nunca habían enfrentado. La muerte de 'Reyes', el primero de marzo, mostró la inmensa ventaja lograda por los militares y la inteligencia colombianos; la de 'Ríos', el 7, a manos de uno de sus lugartenientes, evidenció una dramática corrosión interna; a lo que la deserción de 'Karina' -la primera comandante de un frente en renunciar a la guerrilla-, el día 19, añadió un golpe que evidencia una desmoralización profunda.
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Sin contar las operaciones que cobraron la vida de comandantes como el 'Negro Acacio' y 'Martín Caballero', el repliegue profundo de las Farc, con sus bloques aislados unos de otros, sus comunicaciones intervenidas y sin haber realizado acciones militares importantes en mucho tiempo, es evidente que el fin de 'Tirofijo' puede representar un golpe del cual esa guerrilla quizá jamás se recupere.
'Timochenko' informó que 'Alfonso Cano', el tradicional ideólogo, toma la jefatura máxima de las Farc. Al secretariado entran 'Pablo Catatumbo' y, como suplentes, 'Bertulfo Álvarez' y 'Pastor Alape'. Decisiones con las que la vapuleada organización intenta cerrar filas y dar hacia afuera y hacia su huestes una impresión de centralización y control. Pero que difícilmente pueden ocultar la encrucijada en la que quedan las Farc, puestas por primera vez de rodillas por la ofensiva oficial y por pérdidas irreparables de su dirección histórica. Y que arrojan varios interrogantes de fondo hacia el inmediato futuro.
Para empezar, hay que preguntar qué tan enterados están los combatientes rasos de las Farc de lo sucedido. A juzgar por una interceptación hecha pública por los militares, la instrucción sería informarles. No deja de ser sintomático que los colombianos se enteren de la muerte de 'Tirofijo', no por la organización que dirigía, sino por un comunicado del Ministerio de Defensa.
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'Tirofijo', además, no sale de escena dejando un movimiento rebelde en armas contra un opresor odiado, sino un grupo campesino profundamente narcotizado y criminal, que terminó adoptando las formas de violencia y degradación horrendas de su enemigo paramilitar -masacres, homicidios y ejecuciones sumarias se volvieron moneda corriente en el trato de las Farc a la población civil- y que, en lugar de simbolizar a una insurgencia que lucha por la justicia social, se convirtió en emblema de uno de los crímenes modernos más horrendos y humillantes: el secuestro de seres inocentes para trocarlos por dinero o para el chantaje político.
De allí las cuestiones de fondo que plantea la muerte del jefe. ¿Acerca el deceso del líder el fin de las Farc o del conflicto armado? Difícil decirlo. Sin duda, hará aún más severa la desmoralización de esa guerrilla. Pero, ante la ofensiva militar que enfrentan y los niveles de descomposición política y corrupción interna a los que han llegado (el asesinato de 'Ríos' es más propio de vendettas de traficantes que de una guerrilla) y sin su líder histórico, no es descabellado pensar que las Farc puedan disgregarse entre partidarios, al menos de palabra, de la ortodoxia armada, y frentes o grupos dedicados puramente al narcotráfico, el bandidismo y el terror contra la población civil, aliados a las bandas rearmadas con desmovilizados de los paramilitares, en torno al negocio. Una perspectiva nada tranquilizadora. 'Tirofijo' era un indudable elemento de cohesión interna; desaparecido él, la implosión de las Farc no es de descartar.
¿O será que esta acumulación de golpes y la estocada de la muerte de 'Marulanda' inclinan a las Farc a buscar una negociación? No se ve factible, al menos a corto plazo, que su actual debilidad las conduzca a abandonar su terca postura de no negociar; ni que el nuevo Secretariado decida abrir de pronto una puerta a una negociación de paz, a la que esa guerrilla no solo se ha resistido sistemáticamente, sino que, además, puede ser vista por sus sectores más militaristas como una indeseable muestra de debilidad.
¿Y los secuestrados? Cuál no será la incertidumbre sobre la suerte de Íngrid Betancourt y sus compañeros de cautiverio en estos momentos, en manos de jefes de frente que se han quedado sin norte ni mando.
Aún es mucho lo que queda por analizar. Sin embargo, es claro que con la muerte de 'Tirofijo' llega a su término toda una era de la lucha armada marxista en el país. Y la vida de un hombre que será recordado por la inmensa mayoría de los colombianos menos como el Che Guevara que como un caudillo dogmático y sanguinario, responsable de la muerte de miles de compatriotas.
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Prudentes reacciones sobre su muerte:
El presidente de Nicaragua Danie Ortega lo calificó como "un luchador extraordinario que viene batallando desde hace largos años". "Me siento honrado de haberle entregado la orden Sandino", añadió Ortega, quien dijo que "lo escuché (a Marulanda) hablar con entereza, sencillez, de sus propuestas de paz en el campo político, económico y social".
"Le digo a los hermanos de las Farc que tenemos que seguir batallando para que se alcance la paz en Colombia", agregó.
Prudencia pidió el presidente francés Nicolas Sarkoz. El mandatario no calificó el efecto de la muerte del jefe de las Farc, en las gestiones para lograr la liberación de los secuestrados en poder de las Farc. "Sigo la situación minuto a minuto. Quisiera pedir a cada uno que haga el menor número de declaraciones posibles, hay rehenes y la situación es cambiante", agregó el jefe del Estado, recordando que estaba "muy apegado" a la liberación de la colombo-francesa Ingrid Betancourt.
"Están pasando cosas, hay que mirar esto con mucha calma, mucha prudencia y mucha concentración", agregó el mandatario francés.
Hugo Chávez, evitó referirse al asunto
La noticia le dio la vuelta al mundo
La BBC señaló, en su página de Internet, que la muerte de 'Tirofijo' ocurre en el peor período de las Farc.
"La moral nunca estuvo más baja y la pérdida de una figura como Marulanda podría provocar más deserciones y llevar a una fractura del grupo", escribió el corresponsal.
"Manuel 'Tirofijo' Marulanda, un hijo de campesinos que fundó la guerrilla más fuerte de Latinoamérica pero falló en medio siglo de lucha por desencadenar una revolución comunista en Colombia, está muerto", señaló el periódico estadounidense 'USA Today'.
'El Universal' de México destacó la esperanza del gobierno de Francia de que la muerte de Manuel Marulanda Vélez facilite la liberación de los secuestrados que están en poder de la guerrilla, entre ellos la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt.
El diario español 'El País' reportó: "Las FARC vuelven a perder a otro de sus máximos líderes tras la entrega voluntaria de Nelly Ávila Moreno, alias 'Karina', y la muerte de Raúl Reyes". El rotativo aclaró que, a pesar de eso, "el gobierno colombiano ha pedido prudencia".

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