28 mar 2009

Sabines, el poeta divino


MIS DULCES COMPAÑÍAS/Francisco Gómez Maza
En mi cabecera siempre hay dos libros:
Los amo como a las mujeres de mi vida.
El que está a la izquierda es de Jaime Sabines;
el de la derecha, el Cantar de los Cantares.
El poeta bíblico debió de haber nacido en Coyatocmo,
lugar de flanboyanes, de mangos y duces capulines,
y donde hasta las hojas que se lleva el Viento son poema.
El reino de Pakal es un poema y sus hijos, poetas.
Acá en Tuxtla las mujeres son la poesía de los dioses.
Páginas de un libro que desnuda el Viento,
cuando ellas salen a pasear al parque de los sabinos,
o simplemente caminan por la calle Real.
Y de aquí salió Jaime Sabines – el profeta divino –
(divino porque los poetas son la voz de las divinidades).
Partió de Coyatocmo para venir a posar en mi cabecera
y proteger este corazón que aún no se acostumbra
a ser siempre roto.
Sabines y el Cantar de los Cantares son mi dulce compañía
en mis interminables noches,
alejado del mundanal ruido,
sumergido en mi enmimismidad, sin la mujer que amo.
Ella se fue de pronto, hace ya todo el tiempo,
y entonces llegó Sabines
con el Cantar de los Cantares.
Y la enterró para que los muchos hombres
que viven quietos debajo de la tierra la cuidaran.
Esas noches eternas, con las sábanas frías,
las llenan Jaime y el Cantar de los Cantares.
Ah, y la Luna, porque voy al jardín
para jugar con ella.
Y es cuando viajo al Tuxtla de los flanboyanes,
de los conejos juguetones y los sabiondos turipaches,
y me sumerjo en aquellas aguas clarísimas
del Sabinal de antaño.
Siempre acompañado de la Luna,
del Cantar de los Cantares y de Jaime Sabines,
el cantor de las intimidades
y escultor del cuerpo de mujeres ardientes.
Y es cuando viajo por el Infinito, más allá de las estrellas,
en busca del
Amor que se fue hace ya todo el tiempo.
Y digo en busca porque sé que jamás me encontraré con ella.
Se ha ido para siempre, amor, amor, amor desamorado.
Gracias, amigo Jaime, mi genio de la infancia,
de aquella niñez de los empedrados tuxtlenses.
De don Julio, el Mayor Sabines
con genes de poeta.
Aquí continuarás alimentando mi ánima,
ánima solitaria, vagabunda,
que me lleva en la noche a jugar con la Luna,
de tu mano y de la del Cantar de los Cantares.

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