Aflora de Mistral su pasión secreta
Editan epistolario amoroso con Doris Dana. Remueven en Chile tabú sobre sexualidad de la Nobel de 1945; preparan otro libro
Érika P. Bucio
Reforma Cultura, 3 octubre 200).- La publicación de las cartas amorosas de la poeta chilena Gabriela Mistral (1889-1957) a su secretaria y compañera, Doris Dana (1920-2006), han removido un tema tabú en Chile: la sexualidad de la premio Nobel de Literatura 1945.
Esa correspondencia sale a la luz, después de permanecer oculta por más de medio siglo, en Niña errante (Lumen), de próxima circulación en México.
"Era una verdad a medias pero a la luz de esta correspondencia, uno no tiene por donde perderse. Es evidente, el material habla por sí mismo", asegura Pedro Pablo Zegers, a cargo de la edición y el prólogo.
"Cuando tú vuelvas, si es que vuelves, no te vayas enseguida. Yo quiero acabarme contigo. Yo quiero morirme en tus brazos (...) Me asombra el que tú me des las gracias. ¡Por favor! Has comido mal, has trabajado como una loca; has hecho todo por mí, has sido enfermera, dueña de casa, todo. Si me agradeces el amor, eso, 'en español' no se agradece, 'se corresponde'. Gracias ¿de qué? Me da vergüenza la palabra, mi amor no me la repitas", le escribe Mistral desde Veracruz en diciembre de 1949.
Doris Dana, secretaria de la poeta durante sus últimos diez años de vida, negó hasta su muerte que hubieran mantenido una relación amorosa. "Tengo la impresión de que Doris olvidó el tema o quiso olvidarlo. O pensó que esas cartas nunca iban a ser publicadas", matiza Zegers.
Al morir Dana en noviembre de 2006 en Estados Unidos, era albacea de un legado de 60 mil documentos de Mistral, que su sobrina Doris Atkinson decidió donar a Chile para que se agregara a los materiales previamente entregados por su tía a la Biblioteca Nacional.
Zegers, director del Archivo del Escritor de la Biblioteca Nacional de Chile, fue el encargado de inventariar los papeles.
El investigador confiesa que dudó en publicar las cartas, pero Atkinson le dio el impulso final para hacerlo. Reunió más de 200 misivas de Mistral. "Sabía lo que iba a desatar, sobre todo en mi país que es bastante conservador", admite.
Pero también quiso ser fiel a la verdad. "Estoy a cargo de estos papeles, no podría haberlos guardado porque alguien más en 30 años los publica y habríamos quedado todos como unos perfectos imbéciles".
El origen de la relación es epistolar, como anota Zegers en el prólogo: Dana envía la primera carta a Mistral en febrero de 1948, junto con un ejemplar de The stature of Thomas Mann, una antología crítica en la cual Dana tradujo El otro desastre alemán, un ensayo de Mistral sobre el escritor.
De inmediato la poeta le responde: "Téngame Ud. por amiga suya. Nos hemos reunido en un mundo muy noble: en la obra de nuestro venerado Thomas Mann".
Para entonces, Mistral ya había ganado el Nobel de Literatura, pero era una mujer muy solitaria. Su sobrino Juan Miguel Godoy, Yin-Yin, quien creció junto a ella considerándola su madre, se había suicidado y la escritora "vivía en un estado de amargura y soledad".
"Necesitaba de este afecto, una relación más cercana, de mayor confianza, más íntima como amiga, compañera y secretaria, y la encuentra en Doris, una joven estudiante de Columbia", opina Jaime Quezada, presidente de la Fundación Gabriela Mistral.
La relación de maestra-alumna se afianza, a pesar de su diferencia de edad, mayor de 30 años. Comparten la escritura, los viajes y la lectura. Se instalan cerca de Nueva York hasta la muerte de Mistral en 1957, con algunas separaciones motivadas por los viajes de Dana -la "niña errante"-, que la escritora padece.
"Llevo cuatro días de vagar como un fantasma, haciendo esfuerzos que nunca hice por salir de la obsesión, de la tristeza, del temor que me trabajan. Miedo es todo esto, puro miedo de perderte", le recrimina a Dana en abril de 1949.
La relación pasa por altibajos, a veces fortaleciéndose y otras debilitándose. Hacia 1953, escribe Zegers, asoma en Mistral el problema de la vejez y el temor a la muerte, "exacerbado frente a la proximidad de la juventud de Dana"; el tono de las cartas pasa de la exigencia al ruego: "¿Cuándo, cuándo, cuándo, cuándo llegas? Nunca más te dejaré partir, sólo al morirme. No falta mucho para esto...".
En la correspondencia también hay constantes referencias a Lagar y el Poema de Chile, que por esos años la poeta escribía y corregía, además de los temas que le preocupaban: política, vida y literatura.
"¡A ver si sale Lagar, libro que aún no consigo 'realizar' en mí. Parece un hijo mío rarísimo, tal vez por estar hecho en cuatro o cinco lugares del mundo".
Mistral vuelca su intimidad en esas misivas: "La mejor biografía que podríamos tener de Mistral es la lectura de sus cartas", opina Quezada.
Las cartas permanecieron ocultas entre papeles, fotografías, libros y otros objetos de la poeta que pasaron a manos de Dana, quien en su calidad de albacea de Mistral los entregó para su custodia a la Biblioteca del Congreso de Washington.
El legado, contenido en 168 cajas, regresó a Chile en diciembre de 2007. Los manuscritos y correspondencia están siendo catalogados en la Biblioteca Nacional. Lleva un avance del 60 por ciento y Zegers calcula que en un año el material estará disponible en Internet.
La secretaria mexicana
En el legado de Gabriela Mistral devuelto a Chile en 2007, han aparecido las cartas de la mexicana Palma Guillén a la escritora. Ambas se conocieron en 1922, cuando la poeta chilena fue invitada a México por José Vasconcelos a colaborar en la reforma educativa.
Guillén fungió como su secretaria hasta fines de los años 40, cuando se casó con Luis Nicolau, pero la amistad perduró hasta la muerte de la poeta. Mistral le dedicó el poemario Tala.
"Son cartas de otro ámbito, obedecen a lo cotidiano, la política internacional, la literatura. Palma tenía mucho más ascendencia sobre Gabriela que la propia Doris", opina Pedro Pablo Zegers.
Una selección de esa correspondencia -alrededor de 350 misivas de 1942 a 1956- será publicada en Chile, adelantó Zegers, a cargo de la edición. Tanto Guillén como Dana trajeron orden a la vida de la escritora: "Gabriela era una persona antidoméstica".
Mi vida:
Tú eres de una raza que se controla; yo no. Tú estás segura de mí; yo no tengo seguridad alguna de ti.
Pero hay más: yo necesito de tu presencia de una manera violenta, como del aire. Parece que estuviese viviendo una asfixia. Es eso exactamente.
Tal vez fue locura muy grande entrar en esta pasión. Cuando examino los primeros hechos, yo sé que la culpa fue enteramente mía. Yo creí que lo que saltaba de tu mirada era amor y yo he visto después que tú miras así a mucha gente. Loco fui, insensato: como un niño, Doris, como un niño.
(....)
Tu Gabriela
1949
Así lo dijo
"El haber publicado estas cartas (de Mistral) humaniza más al personaje. Venimos durante mucho tiempo, más de 50 años, hablando de un personaje de mármol".
Pedro Pablo Zegers
Director del Archivo del Escritor Biblioteca Nacional de Chile
Editan epistolario amoroso con Doris Dana. Remueven en Chile tabú sobre sexualidad de la Nobel de 1945; preparan otro libro
Érika P. Bucio
Reforma Cultura, 3 octubre 200).- La publicación de las cartas amorosas de la poeta chilena Gabriela Mistral (1889-1957) a su secretaria y compañera, Doris Dana (1920-2006), han removido un tema tabú en Chile: la sexualidad de la premio Nobel de Literatura 1945.
Esa correspondencia sale a la luz, después de permanecer oculta por más de medio siglo, en Niña errante (Lumen), de próxima circulación en México.
"Era una verdad a medias pero a la luz de esta correspondencia, uno no tiene por donde perderse. Es evidente, el material habla por sí mismo", asegura Pedro Pablo Zegers, a cargo de la edición y el prólogo.
"Cuando tú vuelvas, si es que vuelves, no te vayas enseguida. Yo quiero acabarme contigo. Yo quiero morirme en tus brazos (...) Me asombra el que tú me des las gracias. ¡Por favor! Has comido mal, has trabajado como una loca; has hecho todo por mí, has sido enfermera, dueña de casa, todo. Si me agradeces el amor, eso, 'en español' no se agradece, 'se corresponde'. Gracias ¿de qué? Me da vergüenza la palabra, mi amor no me la repitas", le escribe Mistral desde Veracruz en diciembre de 1949.
Doris Dana, secretaria de la poeta durante sus últimos diez años de vida, negó hasta su muerte que hubieran mantenido una relación amorosa. "Tengo la impresión de que Doris olvidó el tema o quiso olvidarlo. O pensó que esas cartas nunca iban a ser publicadas", matiza Zegers.
Al morir Dana en noviembre de 2006 en Estados Unidos, era albacea de un legado de 60 mil documentos de Mistral, que su sobrina Doris Atkinson decidió donar a Chile para que se agregara a los materiales previamente entregados por su tía a la Biblioteca Nacional.
Zegers, director del Archivo del Escritor de la Biblioteca Nacional de Chile, fue el encargado de inventariar los papeles.
El investigador confiesa que dudó en publicar las cartas, pero Atkinson le dio el impulso final para hacerlo. Reunió más de 200 misivas de Mistral. "Sabía lo que iba a desatar, sobre todo en mi país que es bastante conservador", admite.
Pero también quiso ser fiel a la verdad. "Estoy a cargo de estos papeles, no podría haberlos guardado porque alguien más en 30 años los publica y habríamos quedado todos como unos perfectos imbéciles".
El origen de la relación es epistolar, como anota Zegers en el prólogo: Dana envía la primera carta a Mistral en febrero de 1948, junto con un ejemplar de The stature of Thomas Mann, una antología crítica en la cual Dana tradujo El otro desastre alemán, un ensayo de Mistral sobre el escritor.
De inmediato la poeta le responde: "Téngame Ud. por amiga suya. Nos hemos reunido en un mundo muy noble: en la obra de nuestro venerado Thomas Mann".
Para entonces, Mistral ya había ganado el Nobel de Literatura, pero era una mujer muy solitaria. Su sobrino Juan Miguel Godoy, Yin-Yin, quien creció junto a ella considerándola su madre, se había suicidado y la escritora "vivía en un estado de amargura y soledad".
"Necesitaba de este afecto, una relación más cercana, de mayor confianza, más íntima como amiga, compañera y secretaria, y la encuentra en Doris, una joven estudiante de Columbia", opina Jaime Quezada, presidente de la Fundación Gabriela Mistral.
La relación de maestra-alumna se afianza, a pesar de su diferencia de edad, mayor de 30 años. Comparten la escritura, los viajes y la lectura. Se instalan cerca de Nueva York hasta la muerte de Mistral en 1957, con algunas separaciones motivadas por los viajes de Dana -la "niña errante"-, que la escritora padece.
"Llevo cuatro días de vagar como un fantasma, haciendo esfuerzos que nunca hice por salir de la obsesión, de la tristeza, del temor que me trabajan. Miedo es todo esto, puro miedo de perderte", le recrimina a Dana en abril de 1949.
La relación pasa por altibajos, a veces fortaleciéndose y otras debilitándose. Hacia 1953, escribe Zegers, asoma en Mistral el problema de la vejez y el temor a la muerte, "exacerbado frente a la proximidad de la juventud de Dana"; el tono de las cartas pasa de la exigencia al ruego: "¿Cuándo, cuándo, cuándo, cuándo llegas? Nunca más te dejaré partir, sólo al morirme. No falta mucho para esto...".
En la correspondencia también hay constantes referencias a Lagar y el Poema de Chile, que por esos años la poeta escribía y corregía, además de los temas que le preocupaban: política, vida y literatura.
"¡A ver si sale Lagar, libro que aún no consigo 'realizar' en mí. Parece un hijo mío rarísimo, tal vez por estar hecho en cuatro o cinco lugares del mundo".
Mistral vuelca su intimidad en esas misivas: "La mejor biografía que podríamos tener de Mistral es la lectura de sus cartas", opina Quezada.
Las cartas permanecieron ocultas entre papeles, fotografías, libros y otros objetos de la poeta que pasaron a manos de Dana, quien en su calidad de albacea de Mistral los entregó para su custodia a la Biblioteca del Congreso de Washington.
El legado, contenido en 168 cajas, regresó a Chile en diciembre de 2007. Los manuscritos y correspondencia están siendo catalogados en la Biblioteca Nacional. Lleva un avance del 60 por ciento y Zegers calcula que en un año el material estará disponible en Internet.
La secretaria mexicana
En el legado de Gabriela Mistral devuelto a Chile en 2007, han aparecido las cartas de la mexicana Palma Guillén a la escritora. Ambas se conocieron en 1922, cuando la poeta chilena fue invitada a México por José Vasconcelos a colaborar en la reforma educativa.
Guillén fungió como su secretaria hasta fines de los años 40, cuando se casó con Luis Nicolau, pero la amistad perduró hasta la muerte de la poeta. Mistral le dedicó el poemario Tala.
"Son cartas de otro ámbito, obedecen a lo cotidiano, la política internacional, la literatura. Palma tenía mucho más ascendencia sobre Gabriela que la propia Doris", opina Pedro Pablo Zegers.
Una selección de esa correspondencia -alrededor de 350 misivas de 1942 a 1956- será publicada en Chile, adelantó Zegers, a cargo de la edición. Tanto Guillén como Dana trajeron orden a la vida de la escritora: "Gabriela era una persona antidoméstica".
Mi vida:
Tú eres de una raza que se controla; yo no. Tú estás segura de mí; yo no tengo seguridad alguna de ti.
Pero hay más: yo necesito de tu presencia de una manera violenta, como del aire. Parece que estuviese viviendo una asfixia. Es eso exactamente.
Tal vez fue locura muy grande entrar en esta pasión. Cuando examino los primeros hechos, yo sé que la culpa fue enteramente mía. Yo creí que lo que saltaba de tu mirada era amor y yo he visto después que tú miras así a mucha gente. Loco fui, insensato: como un niño, Doris, como un niño.
(....)
Tu Gabriela
1949
Así lo dijo
"El haber publicado estas cartas (de Mistral) humaniza más al personaje. Venimos durante mucho tiempo, más de 50 años, hablando de un personaje de mármol".
Pedro Pablo Zegers
Director del Archivo del Escritor Biblioteca Nacional de Chile
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