26 dic 2010

Sobre el secuestro de Diego


Incongruencias, contradicciones, incógnitasVerónica Espinosa
Revista Proceso # 1782, 26 de diciembre de 2010;
Diego Fernández de Cevallos ya está donde acostumbra: ante las cámaras, frente a los micrófonos, arropado en los poderes que ha sabido cultivar durante su larga trayectoria como abogado y político. Sin embargo, al concluir el silencio impuesto por Gobernación y Televisa sobre el caso, en las versiones oficiales del secuestro comienzan a saltar las incongruencias, las abiertas contradicciones, las incógnitas…
 QUERÉTARO, QRO.- Diego Fernández de Cevallos retornó a la vida pública en las mismas circunstancias en las que desapareció de su rancho La Cabaña el viernes 14 de mayo: en medio de un mar de dudas y versiones contradictorias sobre el pago del rescate y su liberación y ante el silencio del gobierno.
En las versiones surgidas del propio Fernández de Cevallos, amigos, familiares y el gabinete de seguridad, tampoco quedan claros los términos de la negociación y el pago del rescate, ni el día y la hora precisos de la liberación.
Incluso saltan preguntas sobre las verdaderas circunstancias del secuestro. Varias horas antes del momento en que se ha dicho que ocurrió, en Los Pinos había un evidente alboroto por lo que ahí ya se sabía: que Diego Fernández de Cevallos había sido secuestrado.
Hacia las 19:00 horas del 14 de mayo, un testigo –cuya exigencia de anonimato resulta obvia– aguardaba en la sala de espera de Jorge Rodríguez Ramírez, entonces asesor de Jorge Tello Peón, secretario técnico del Consejo Nacional de Seguridad Pública. Su cita había sido retrasada una y otra vez, y finalmente se canceló con el argumento de que el funcionario estaba “en una situación de emergencia por el secuestro del Jefe Diego”.
El presidente no estaba en Los Pinos. Al recurrir a la agenda oficial, sólo se pudo saber que esa tarde de viernes Calderón tenía programadas “actividades privadas”. ¿A qué hora y en dónde ocurrió realmente el plagio del político panista, que reiteradamente se ha situado alrededor de las 22:00 horas a la entrada de uno de sus ranchos en Querétaro?
Tello Peón dejó su cargo el 19 de agosto y fue sustituido por Alejandro Poiré. El asesor Rodríguez Ramírez había llegado a esa oficina procedente del Cisen.
También prevalece la incógnita del grupo que secuestró al excandidato presidencial, que por su trayectoria política, profesional y empresarial fue escogido como víctima, según los propios argumentos de quienes primero se identificaron como “misteriosos desaparecedores” y en el desenlace del plagio se autodenominaron “Red por la Transformación Global”.
Aunque este último membrete y los tres manifiestos difundidos en la víspera de la liberación del panista fueron dados de alta en un correo grupal de yahoo.com.mx el viernes 17, mismo día en que subieron los documentos con un minuto de diferencia: a las 21:20, las 21:21 y las 21:22 horas, el grupo ya no registra más actividad.
Incluso el anuncio de la liberación parece acomodado para una espectacular reaparición del panista: no fueron su hijo Diego ni el exprocurador Antonio Lozano Gracia quienes, como únicos voceros y responsables de la negociación, difundieron el fin del secuestro. Fue Joaquín López Dóriga quien, en un enlace telefónico cerca de las nueve de la mañana, dio la información en el noticiario matutino de Televisa.
Hasta ese momento los temas principales de esa mañana eran la explosión del ducto de Pemex en San Martín Texmelucan y el homicidio de la activista Marisela Escobedo y su cuñado en Chihuahua, los cuales fueron desatendidos para dar paso a la amplia cobertura informativa que se desplegó en torno a la reaparición del abogado panista. 
Después del reporte de López Dóriga, la especulación continuó alimentándose. El vocero de la PGR, Ricardo Nájera, comentó que “de ser verídica la versión” que ya circulaba, la dependencia reabriría la investigación sobre el secuestro. 
Pasaron muchos minutos de esas primeras horas de la mañana antes de que una fuente allegada al político la confirmara. Lo hizo Lozano Gracia.
A la 1:30 de la tarde Diego Fernández –sereno, con el cabello recortado, la barba muy larga pero limpia y arreglada y con un ramo de rosas rojas– se presentó conduciendo un Mercedes Benz cuyo cláxon tocó ante las rejas de su residencia en Lomas de Virreyes, ya entre la aglomeración de reporteros, camarógrafos y fotógrafos. 
“Sólo quiero decirles que me encuentro bien, gracias a Dios, y que estoy fuerte, y que mi vida seguirá siendo la misma”, declaró inicialmente. Pero más tarde sorprendió:
“Uno de los temas que será capital y lo hablé con mis plagiarios (en las muchas y fuertes discusiones que dijo haber sostenido con ellos) y está el compromiso con ellos, de pensar y de luchar por grandes causas que reclama México (es el de) su pobreza, su injusticia y su impunidad. Creo que tenemos que hacer de México un país de leyes, de instituciones, no de secuestradores, de asesinos, de ningún nivel, ni de ricos ni de pobres.”
Al hablar de sus captores, Fernández de Cevallos aseguró: “Como hombre de fe, ya perdoné; y como ciudadano creo que las autoridades tienen una tarea pendiente, pero sin abuso, sin atropello, sin flagelaciones”. 
Sin embargo, a lo largo de las entrevistas que fue ofreciendo al propio López Dóriga, a José Cárdenas y a Javier Alatorre, en TV Azteca, fue parco en comentarios sobre las características de sus secuestradores y la forma en que fue puesto en libertad:
“No quiero dar pormenores. Y es que para efectos del procedimiento que puedan tener las autoridades debo ser muy respetuoso. Fui sorprendido, secuestrado y ya estoy aquí”, le respondió a López Dóriga.
Sostuvo que fue liberado en la madrugada del lunes en un punto que se negó a precisar: “Me dejaron algunos kilómetros distantes de algún pueblo… Caminé algunos kilómetros y no quería dejar de caminar para darle gracias a Dios y ver el amanecer de un nuevo día”.
Ahí también comentó que durante su cautiverio se enteró “muy poco” de lo que pasaba afuera: “Prácticamente no tuve ningún contacto con la realidad en esos siete meses y días”. 
Pero en otra de sus salidas a las rejas de la casa de Lomas de Virreyes, contradictoriamente, Diego habló de “muchos otros casos de dolor, de desgracia que no pueden quedar olvidados porque se trata de un político de la vida nacional… yo tengo mucho dolor por tantas noticias que he recibido de lo que está sucediendo en México en estos días”. Y mencionó el asesinato de Marisela Escobedo, cometido el viernes 17.
La táctica desinformativa
La ausencia de una versión oficial alimentó toda clase de especulaciones. Basta recordar que desde el 27 de noviembre –el día de la boda del gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto– El Universal publicó que Diego ya estaba a salvo en su casa. El diario atribuyó la información a un primo de los Fernández de Cevallos perfectamente enterado de las negociaciones, y la sostuvo en días posteriores.
En la semana que empezó el lunes 20 surgieron nuevos datos y versiones extraoficiales, como la que publicaron los reporteros Gustavo Castillo y Alfredo Méndez, de La Jornada, quienes citando a “fuentes del Gabinete de Seguridad Nacional” sostienen que Fernández de Cevallos fue liberado el 11 de diciembre, nueve días antes de su aparición mediática.
En la misma nota se dice que, “según las fuentes consultadas, los secuestradores cobraron 30 millones de dólares de rescate el pasado 10 de diciembre”, mismos que Diego junior y Antonio Lozano habrían entregado en un punto entre la Ciudad de México y Toluca.
“Al siguiente día, El Jefe Diego fue soltado a unos 12 kilómetros de la ciudad de Querétaro, tan sólo con unos zapatos, un pantalón y una chamarra vieja que sus captores le proporcionaron. De su liberación fueron enterados primero el director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), Guillermo Valdés, y posteriormente el presidente Felipe Calderón Hinojosa; se acordó que el tema se trataría con total hermetismo”, publicó La Jornada en su edición del jueves 23.
 Otra imagen de Diego
 Semanas atrás Fernández de Cevallos apareció en las fotografías de su cautiverio como un anciano desvalido, con el rostro golpeado, semidesnudo y con los ojos vendados, privado de su libertad y “no con la prepotencia ni el cinismo de los que ha hecho gala el trasnochado encomendero a lo largo de su vida personal y política, sino en la total indefensión, casi parecida a la que vivimos y a la que hemos sido sometidos la mayoría de los mexicanos”, como se dijo en el último mensaje atribuido a los plagiarios.
Fueron estas fotografías, junto con dos cartas presentadas como de su puño y letra, las pruebas de vida conocidas y divulgadas por internet en los siete meses y días de cautiverio: la primera se conoció el 20 de mayo, a casi una semana de su desaparición; en el mensaje adjunto se afirmaba que Diego gozaba “de cabal salud” y se exigía a las autoridades mantenerse al margen de la negociación con la familia. 
La segunda foto apareció el 26 de julio, acompañada por una carta en la que el político parecía desesperado: “Todo lo que puedas conseguir de ayuda, asegúrales que la pagaré. He tenido varios desvanecimientos y mucho dolor en el pecho a pesar del tenormín y de la aspirina. Tú sabes que no quedé bien del corazón después de la operación… He perdido peso y mi fatiga es cada día mayor (...) Es preferible un gran esfuerzo pronto que ilusionarse con lo que ya no podrá ser después…”.
La tercera circuló el 13 de septiembre, acompañada por un mensaje de los “misteriosos desaparecedores” y sonaba a advertencia: 
“Dicen que sus últimas fotos sólo mostraron los restos del hombre intocable y poderoso que fue, y que sembrador de vientos y cosechador de tempestades no se supo si fue víctima de una banda del crimen organizado, o de algún grupo poderoso del gobierno, o de alguna organización guerrillera… gracias a la trayectoria personal y pública del ‘jefe Diego’ se seguirán diciendo muchas cosas y quizás todas quepan como líneas de investigación, desde que su familia lo abandonó y de que a sus propios amigos no les importó su suerte”.
Dos de esas fotografías fueron tomadas con Diego sosteniendo el ejemplar de Proceso que circuló en la semana posterior a su desaparición (el número 1751), una de la portada y otra del reportaje titulado Millonario litigio del poder con el poder, del reportero Carlos Acosta, en el cual destaca una fotografía del litigante panista y el expresidente Carlos Salinas de Gortari posando sonrientes.
Según la versión difundida el sábado 15 de mayo, la noche anterior Fernández de Cevallos hizo su rutinario recorrido desde la hacienda de La Barranca –en Jerécuaro, casi en los límites con Querétaro– por la carretera Coroneo-Querétaro y la autopista a la Ciudad de México, para entrar a sus dominios aledaños a la comunidad de San Clemente en Pedro Escobedo, a unos kilómetros de San Juan del Río.
Dormiría en La Cabaña, un rancho anteriormente conocido como La Bolsa, que adquirió y puso a nombre de su hija Claudia (Proceso 1332 y 1373). Al día siguiente viajaría al Distrito Federal para asistir a una comida con su amigo el también abogado Juan Collado y su prometida. Pero según esa versión sólo llegó a estacionar la camioneta mientras, a unos 500 metros, en su pequeña casita, el velador lo escuchó entrar y ya no se asomó.
“La verdad sí pasaron muchas horas desde que se cometió el delito, cuando menos unas siete, ocho horas; Diego así es, vivía totalmente tranquilo, con toda la seguridad de que no le iba a pasar nada. Llegaba solo a La Cabaña, entraba, se dormía y dejaba hasta la puerta abierta, era muy confiado. Era, porque yo creo que ya no lo va a ser tanto”, dice en entrevista el exgobernador queretano Ignacio Loyola Vera.
“La información fluye hasta las 6:30 (del sábado), cuando llega la gente del campo; se dan cuenta de que está la camioneta, hay cosas tiradas, parece que hubo una pelea y a mí me avisan. Yo le aviso al gobernador (José Calzada Rovirosa). Luego vino toda la desinformación, la prensa; que si lo vieron viajando para acá, que si allá”, recuerda Loyola.
La Procuraduría de Justicia del estado inició una averiguación previa, acudió al rancho el procurador Arsenio Durán con los peritos y se instaló un gabinete de seguridad en la XVII Zona Militar, al que se integraron el gobernador queretano Calzada Rovirosa, Loyola Vera y el exprocurador general Antonio Lozano; el procurador general de la República, Arturo Chávez, y el entonces secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont.
Pero la noticia no provino de ese grupo. El exprocurador Antonio Lozano Gracia hizo público un comunicado de los hijos de Diego en el que pedían a sus secuestradores que entablaran una negociación y solicitaban a las autoridades “hacerse a un lado para no obstruir” esta posibilidad, a lo cual accedieron las procuradurías.
Desde Gobernación, Gómez Mont impuso un silencio al que de inmediato accedió Televisa, que dejó de divulgar noticias sobre el secuestro. Con todo, desde varias instancias de gobierno, como la propia PGR, se estuvieron “filtrando” versiones a columnistas y reporteros de la fuente que apuntaban a un grupo de la guerrilla –una escisión del Ejército Popular Revolucionario (EPR)– como el autor del plagio.
De hecho el 15 de mayo, cuando el comisionado antisecuestros de la Secretaría de Seguridad Pública federal, Luis Cárdenas Palomino, llegó a la reunión del grupo de seguridad encabezado inicialmente por el gobernador Calzada y el comandante de la XVII Zona Militar –que ese día tuvo una encerrona de 17 horas– y posteriormente acudió a revisar personalmente el rancho, sostuvo la posibilidad de que el EPR fuera el responsable del secuestro.
Aunque el EPR se deslindó de la desaparición del excandidato, esta línea de investigación no fue eliminada, y menos después del ataque que sufrió el general Mario Arturo Acosta Chaparro, quien colaboraba en la investigación, precisamente en la línea de un movimiento guerrillero o del narcotráfico (Proceso 1751), como lo confirmó una fuente cercana a las investigaciones.
El sábado 15 por la noche, Cárdenas Palomino planteó la posibilidad de que, en caso de que un grupo guerrillero hubiera cometido el plagio, habría trasladado a su víctima a pie por las veredas que rodean el rancho para moverse hacia San Luis Potosí o hacia el sur. Y ya había transcurrido casi un día desde entonces.
Luego de que se conoció la primera fotografía que circuló por internet, el 21 de mayo, al día siguiente la PGR admitió que se trataba de un secuestro y a partir de entonces guardó silencio. El único integrante del círculo cercano a Fernández de Cevallos que habló de los plagiarios como “un grupo muy poderoso, con una gran organización y grandes recursos” fue el abogado y socio de Fernández de Cevallos, Fauzi Hamdan.
Pero incluso al exgobernador Loyola Vera este secuestro y su desenlace le plantean “muchas dudas, muchas señales encontradas, mucha revoltura”. Incógnitas que, dice, espera aclarar cuando converse con Fernández de Cevallos.
“Diego siempre decía que si lo secuestraban él iba a convencer a sus plagiarios de que lo soltaran”, comenta Loyola en su despacho de la dirección general de Agroasemex. 
Aclara que nunca se le pidió que aportara dinero para reunir el rescate, y que su única contribución fue “dentro de mis posibilidades, con mi cercanía, mi amistad y mis oraciones”.
“Ignoro por qué aparezco en esa lista”, dice el exgobernador, al referirse a la relación de 23 prominentes empresarios, políticos, jerarcas católicos y dirigentes sindicales, encabezados por Carlos Salinas de Gortari y Carlos Slim, que se mencionan en el último paquete de comunicados de la “Red por la Transformación Global” y a los que Diego les habría escrito cartas para pedir ayuda y cobrar “por sus favores y los servicios prestados”. 
“La verdad no sé por qué estoy ahí, creo que es un error. A ese nivel de capacidad empresarial no (estoy). Un amigo me dijo: ‘Si tú eres de los ricos, entonces hay una gran cantidad de personas pobres en este país’. No hay forma de que yo pueda estar a ese nivel y le puedo decir que no, que no fui elegido ni contactado por la familia para aportar recursos para esto”.
La tarde del anuncio oficial de su liberación, el lunes 20, en la hacienda de San Germán –la casa familiar de los Fernández de Cevallos–, luego de verlo en la televisión, su hermana Beatriz explicaba: “Es normal, por su carácter es normal…Quería demostrar que estaba bien, cuando menos lúcido”.
Para Beatriz, Helena y María Fernández de Cevallos terminaban también siete meses de incertidumbre, de impotencia. Desde todas partes les avisaban “de cuanto cuerpo encontraban, por si era él”. Acudieron a ver a los amigos poderosos de su hermano y se dirigieron públicamente a los secuestradores cuando éstos enviaron un mensaje en el que afirmaban que el panista había sido abandonado por su familia.
María Fernández de Cevallos se niega a opinar sobre la forma en que reapareció su hermano. “Sólo él sabe y sólo él dirá lo que pasó; Dios le dio un tiempo más de vida y ojalá lo aproveche; yo nada más tengo agradecimiento para todos los que pidieron por él, para ustedes los medios porque respetaron el silencio…”.
Sin embargo, Beatriz bromea: “El peor error de los que lo tuvieron fue haberle tapado los ojos, pero no la boca… A la hora de salir… pues debe haber extrañado mucho los micrófonos, ¿no?”.
“A mí no se me hace raro verlo como salió, ya sé que parece increíble… Los primeros días sí le fue mal, (pero) él no es como esos empresarios que el miedo los mina… A Diego lo podrán acusar de todo, menos de tarugo.” l
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La guerrilla, una hipótesis creíbleJosé Gil Olmos
De las numerosas teorías que se han formulado acerca del secuestro de Diego Fernández de Cevallos –y sin atreverse a señalar una línea única de investigación–, especialistas consultados por Proceso sugieren que los autores materiales del plagio podrían ser, en efecto, integrantes de una célula rebelde o incluso de una asociación de grupos guerrilleros.
El gobierno federal considera que el grupo que durante 220 días mantuvo secuestrado a Diego Fernández de Cevallos pertenece al crimen organizado, pero expertos en grupos armados y seguridad nacional, así como exguerrilleros consultados por este semanario estiman que bien podría tratarse de un poderoso grupo político que lanza un mensaje con miras a 2012.
Incluso barajan la posibilidad de que la acción haya sido perpetrada por varios grupos concertados para buscar posiciones rumbo a la elección presidencial.
El extitular de la Unidad Especializada contra la Delincuencia Organizada de la Procuraduría General de la República (PGR) y consultor experto en seguridad nacional, Samuel González, comenta: 
“Tengo muchas dudas, pero sostengo que es la autoridad, el gobierno federal, quien debe aclarar el asunto. Si se trató de un secuestro con fines de extorsión, que lo diga; si fue un secuestro político, que lo pruebe. En este caso, como en todos los demás, tenemos como mexicanos el derecho a saber la verdad.”
El 17 de mayo el Ejército Popular Revolucionario (EPR) se deslindó del hecho mediante un comunicado: “Cualquiera que sea el origen o motivo es un hecho doloroso para la familia, dolor que conocemos y sabemos por lo que están pasando” (Proceso 1751).
Pero las acusaciones siguieron y un mes después del secuestro, el 14 de junio, la organización volvió a desmarcarse y calificó de mentiroso a José Antonio Ortega Sánchez, líder del Movimiento Blanco, quien aseguró que liberarían al panista a cambio de la presentación de sus compañeros Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, desaparecidos desde mayo de 2007.
Los misteriosos 
 El 20 de julio y el 13 de septiembre los “misteriosos desaparecedores” difundieron por internet comunicados y pruebas de vida de Fernández de Cevallos: fotos en las que éste aparecía con el torso desnudo y los ojos vendados. Llamaban al panista “virrey de la Nueva España” y “archiduque de Escobedo”. Al mismo tiempo acusaban a los familiares de no querer negociar y aseguraron que su víctima estaba confesando todos sus negocios políticos y personales.
Una vez más surgieron señalamientos de que el exsenador había sido retenido por el grupo guerrillero Tendencia Democrática Revolucionaria-Ejército del Pueblo (TDR-EP) al mando del “comandante José Arturo” (nombre de guerra de Constantino Canseco, según información de inteligencia). Así lo difundió José Cárdenas en su espacio noticioso. Incluso mencionó que el sacerdote Máximo Gómez era el correo y mediador, como lo había sido en 1994 durante el secuestro del banquero Alfredo Harp Helú.
El desmentido llegó de inmediato. Felipe Edgardo Canseco Ruiz, abogado y exintegrante del Partido Revolucionario Obrero Clandestino Unión del Pueblo-Partido de los Pobres (PROCUP-PDLP) negó que su hermano Constantino Alejandro fuera el autor del plagio, pues aseguró que estaba incapacitado físicamente para participar en acciones de esa índole. 
A finales de julio dijo: “Fue un participante del movimiento democrático universitario en la ciudad de Oaxaca en los años 1976-1977 y a raíz de su participación en una organización democrática en la cual luchamos por una universidad crítica, científica, democrática y popular, fue víctima de una agresión por grupos porriles vinculados al PRI.
“Recibió un disparo en el pecho que le lesionó el corazón y un pulmón, sufrió dos paros cardiorrespiratorios cuando era trasladado en una ambulancia del Instituto Mexicano del Seguro Social a un hospital de dicha institución y las secuelas físicas de dicho percance le harían imposible hacer realidad las hipótesis policiacas” (Proceso 1761).
 El lenguaje político
 Los expertos en seguridad consultados consideran posible que detrás del plagio se encuentren políticos, empresarios y líderes de diversos sectores que buscaran posicionarse en las elecciones de 2012.
Canseco Ruiz no descarta esta posibilidad y argumenta que una operación tan grande no pudo haberla realizado una simple banda de secuestradores, pues no tendría la infraestructura ni los recursos para mantenerlo tanto tiempo en su poder y movilizarlo a distintos lugares.
Además, está convencido de que los comunicados de los “misteriosos desaparecedores” fueron elaborados para crear confusión. En especial se refiere al último comunicado:
“Está escrito por gente bastante culta, no se ve mal hecho y por sí mismo tendría lógica y una congruencia. No se parece al lenguaje de los grupos guerrilleros o insurgentes que conocemos. Me queda la duda de si este lenguaje tan bien elaborado pueda ser una más de las maniobras de desinformación, para cubrir la identidad de sus autores.”
–¿Cree que se trata de un grupo guerrillero o un grupo de poder? –se le pregunta.
–Están abiertas todas las hipótesis; no hay posibilidad de inclinarse por una en específico. Creo que los únicos que pueden tener alguna certeza de lo que sucedió son el equipo de seguridad que siguió palmo a palmo todo el proceso, y el propio Fernández de Cevallos. 
–¿Podría ser un grupo guerrillero unificado y coordinado para realizar operaciones de esta envergadura?
–Esa es una de las hipótesis y, aunque no la descarto, no tengo los medios para confirmarla. Pero a partir de lo que sabemos de los grupos conocidos, estimo que es muy difícil asegurar que súbitamente pudieran tener la capacidad de coordinarse, luego de las escisiones que hubo en el EPR o de las diferencias que expresaron, bastante publicitadas.
“Esas cosas no se dan por arte de magia. Esporádicamente hemos visto que algunos grupos se han coordinado en determinadas acciones; sin embargo, no es suficiente la información para dilucidar la incógnita.”
También hace notar que en los comunicados del grupo de los “misteriosos desaparecedores” están ausentes los conceptos de la izquierda más radical que durante años ha manejada la guerrilla mexicana.
“El lenguaje utilizado es críptico pero congruente; (…) no hay una sola alusión al socialismo, al marxismo, a lo que normalmente todos los grupos insurgentes que conocemos utilizan. Llama la atención que el lenguaje no es tan sencillo, coloquial o popular. Hay partes que no cualquiera puede entender, lo que denota que se trata de gente con cierta capacidad intelectual y que cree que la va a comprender todo el mundo.
“Por eso sigue la incógnita, además este último comunicado no puede leerse de manera aislada sino a la luz de todo el evento. Lo único seguro para mí es que han buscado desinformar y eso sí lo han logrado porque sólo se alcanza a ver a un grupo del que no se tienen antecedentes.”
–El hecho del secuestro por parte de un grupo que mostró poder y capacidad nos dirige hacia otra situación, desde el punto de vista de la lucha social –se le plantea.
–Si hubiese sido un grupo ideológico congruente con el lenguaje que mostró en sus comunicados, por supuesto que demuestra capacidad, operatividad, información y manejo de una crisis de esa naturaleza. Aquí el punto preocupante es que, hasta que ocurren hechos de esta naturaleza, la clase política en el poder reconoce que hay una insurgencia en curso en el país.
“Ese es el problema de fondo, más allá del desenlace del plagio. Es decir, que el gobierno y los legisladores no digan nada de cientos o miles de hombres que están velando armas y que están construyendo su coyuntura para transformar la realidad por la vía de las armas.”
Canseco Ruiz destaca las suspicacias creadas a raíz de que durante el secuestro, Fernández de Cevallos no pudo usar su peso político en la elección de candidatos a la dirigencia nacional del PAN. “Hay que esperar a ver si este grupo realiza otras acciones, pero igual ya no volvemos a saber nada de él”, apunta.
La hipótesis de la guerrilla 
Samuel González aborda el tema con cautela y señala que aún es pronto para determinar si se trató o no de un grupo guerrillero. No obstante, se muestra seguro en sus opiniones acerca de los comunicados de los “misteriosos desaparecedores”.
“Considero que los comunicados están muy armados; no se parecen a la lógica con la que se han manifestado los grupos que han cometido secuestros. Yo tengo muchas dudas de que se traten de comunicados reales de grupos ideológicos.”
–¿Qué elementos tomaría para decir que hay dudas?
–Las modalidades. Después de leer los comunicados me parece que muchos datos son incongruentes. Pero eso lo tiene que aclarar la autoridad, no nosotros. Solamente expongo las dudas.
–¿No le llama la atención que no hacen referencias ideológicas de marxismo, socialismo o comunismo?
–Esa es la parte que me parece extraña. No quiero meterme en ese punto, pero creo que no es clara la presentación de todos estos elementos. Tengo muchas interrogantes después de leer ese comunicado. 
–Llama la atención que no haya referencias directas a Felipe Calderón o al Ejército…
–Por eso digo que no me parece que sean congruentes. Considero que son muy literarias, armadas por alguien que quiere hacerlo parecer como un secuestro político. Pero tengo muchas dudas.
Jorge Lofredo, cofundador e investigador del Centro de Documentación de los Movimientos Armados (Cedema), tampoco muestra seguridad absoluta sobre la responsabilidad de alguna organización político-militar clandestina y armada en el secuestro. Incluso asevera que los boletines pueden estar planeados para que las autoridades y la opinión pública crean que se trata de un grupo guerrillero.
De todas las hipótesis que se han planteado, el especialista se inclina por la de que los plagiarios son integrantes de la Tendencia Democrática Revolucionaria- Ejército del Pueblo (TDR-EP), escisión del EPR. Sin embargo aclara que por la envergadura de la acción pudieron haber recibido la ayuda de otros grupos. Por eso dice que tal vez no quisieron adjudicarse la acción de manera individual.
“Considero que podría tratarse de la guerrilla. Aunque el comunicado sea apócrifo, podría serlo en varios sentidos. Tal vez no sea la guerrilla o quizá se trate de una guerrilla nueva que se esté ocultando.
“Lo relevante –añade el especialista– es la igualación de los tiempos del secuestro con el silencio sostenido por la Coordinación Revolucionaria, conformada por el Movimiento Revolucionario Lucio Cabañas Barrientos, TDR-EP, Organización Insurgente 1 de Mayo, Brigada de Ajusticiamiento 2 de Diciembre y las Brigadas Populares de Liberación.”
Recuerda que en noviembre de 2006 estas agrupaciones pusieron explosivos en la sede nacional del PRI, en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y en sucursales bancarias como protesta por las irregularidades en las elecciones presidenciales de ese año, además de que el TDR-EP admitió públicamente la práctica del secuestro como un medio para obtener recursos.
Para Lofredo es preocupante el largo silencio en que se ha mantenido este grupo, pues a su juicio es el que ha mostrado más actividad y podría estar preparando nuevas acciones conjuntas. l
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La policía sabe quiénes son”Jorge Carrasco Araizaga
Después de ser secuestrado en 2007, Eduardo García Valseca conversó sobre sus experiencias con dos estadunidenses, también víctimas de ese delito. Según él y su esposa Jayne Rager, que se encargó de negociar el rescate, el caso de Diego Fernández de Cevallos coincide lo suficiente con los otros para asegurar que fueron cometidos por el mismo grupo de corte guerrillero y con vínculos internacionales. Incluso las autoridades policiacas les confirmaron el dato y les dieron otro: que políticos mexicanos pueden ser cómplices de los secuestradores… 
Una serie de secuestros anteriores al de Diego Fernández de Cevallos lleva a una de las víctimas a señalar a los captores como supuestos guerrilleros con vínculos internacionales que han operado con la tolerancia del gobierno mexicano por lo menos desde la década pasada.
Entre las autoridades que desde entonces han estado enteradas de quiénes han sido los autores de secuestros de alto impacto está el actual secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, dice Eduardo García Valseca, plagiado durante siete meses y medio entre 2007 y 2008 en circunstancias similares a las del excandidato presidencial del PAN.
“El propio equipo de García Luna nos dijo que quienes me secuestraron fueron los mismos que tuvieron a Diego Fernández”, dice García Valseca en entrevista telefónica desde Estados Unidos, adonde se fue a vivir con su familia después de ser liberado. 
“Son los mismos, ya sabemos que son los mismos, me dijo Armando Espinoza (coordinador de Investigación de la Policía Federal) cuando le hablé para decirle que la manera en que habían secuestrado a Diego era muy parecida a la mía”, agrega el ahora exiliado que, por estar casado con una estadunidense, pertenecía a la comunidad de ese país asentada en San Miguel de Allende, Guanajuato, y donde tenía una asociación civil con fines educativos.
El colaborador de García Luna aludía, según García Valseca, a Tendencia Democrática Revolucionaria-Ejército del Pueblo (TDR-EP) y a los millonarios plagios, entre otros, de dos empresarios extranjeros radicados en México y a la sobrina de José Sulaimán, expresidente del Consejo Mundial de Boxeo. Esos plagios ocurrieron durante el gobierno de Vicente Fox, cuando García Luna era director de la Agencia Federal de Investigación (AFI), después de haber sido encargado en materia de secuestros del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen).
Espinoza no fue el único que le dio esa información a García Valseca y a su esposa Jayne Rager, quien se encargó de las negociaciones con los secuestradores. También se la proporcionaron Benito Roa Lara, antecesor de Espinoza en la oficina de investigación de secuestros, y el agente que García Luna comisionó para asesorar a la familia en los tratos con los captores, a los que vinculan con organizaciones clandestinas extranjeras. 
Incluso Roa los puso en contacto con otra víctima del grupo escindido del Ejército Popular Revolucionario (EPR), el californiano Ron Lavender Bachur. Este empresario hacía negocios inmobiliarios en la exclusiva zona de Punta Diamante, en Acapulco, donde en 1993 Diego Fernández recibió un terreno de 60 mil metros cuadrados como “regalo” del gobernador guerrerense –y cuñado del entonces presidente Carlos Salinas– José Francisco Ruiz Massieu, quien un año después fue asesinado en la Ciudad de México.
“Cuando salí, por instrucciones del licenciado Roa estuve en Acapulco con el señor Ron Lavender, a quien le dije: me da la impresión de que estas personas (los secuestradores) hablan inglés. Me dijo: estás en lo cierto. Hablan inglés perfecto y es de la parte este de Estados Unidos.
“Le dije eso porque los oí hablar tres o cuatro veces. Un día, el tipo que me hacía llamarle ‘el jefe’ entró y le pedí que mejor me matara, que ya no aguantaba la tortura y golpizas a la que era sometido por la falta de acuerdo en las negociaciones. Entonces se enojó y me dijo mother fucker, son of a bitch, I’m going to shoot you. Yo no hablo muy bien inglés, pero pude entender ese lenguaje para decirme que me iba a matar”, cuenta García Valseca.
Hijo del fallecido coronel y empresario periodístico José García Valseca –quien fue despojado de la cadena editorial El Sol de México durante el gobierno de Luis Echeverría–, dice que después de su liberación ha recordado y recabado más información sobre sus posibles captores, pero que ha sido desestimada tanto por García Luna como por el propio presidente Felipe Calderón, quien durante una gira por Washington en mayo pasado se comprometió a buscarlos a su regreso a México. Siguen esperando.
“Aquí (en Estados Unidos) también hablamos con Keith Stansell, un estadunidense que junto con otras dos personas fue secuestrado en 2003 por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) cuando se cayó el avión en que hacían labores de inteligencia para el gobierno colombiano. Nos contó que cuando estuvo secuestrado, había mexicanos que estaban siendo entrenados por las FARC.”
Stansell es un contratista de la empresa estadunidense de seguridad privada Northrop Grumman que fue liberado por militares de Colombia y Estados Unidos en junio de 2008 junto con otros rehenes de las FARC, entre ellos la excandidata presidencial colombiana Ingrid Betancourt.
Los supuestos vínculos internacionales del grupo también se los mencionó a García Valseca el comisionado de la Policía Federal, Facundo Rosas Rosas. “La única vez que hablé con él –dice el entrevistado– fue para decirme que no hablara con la prensa, ni nacional ni internacional, porque esos grupos forman parte de redes internacionales como las FARC y la ETA”. El comisionado se lo pidió luego de que la historia de García Valseca fue difundida en Estados Unidos: en marzo pasado por la cadena de televisión NBC y en agosto, ampliada, por el diario The Washington Post.
Experiencias paralelas
La presunta participación de la guerrilla en el secuestro del panista también era investigada, a petición de la familia de Diego Fernández, por el exgeneral experto en la represión de movimientos guerrilleros Mario Arturo Acosta Chaparro, pero a los tres días de iniciar sus pesquisas fue baleado en la Ciudad de México, por lo que convaleció durante meses.
Como Diego Fernández, el hijo del empresario periodístico fue secuestrado en las inmediaciones de su rancho, el 13 de junio de 2007. Como el panista permaneció cautivo más de siete meses. Fue liberado el 24 de enero de 2008. Todo ese tiempo estuvo metido en un cajón en el que apenas podía moverse y que sólo tenía dos agujeros de ventilación.
“No tenía ni siquiera ropa. Y no me daban de comer. Cuando me secuestraron pesaba 74 kilos y salí con 39. Me balacearon con una pistola 45 milímetros en el muslo y en el brazo con una .22. Me abrieron la cabeza tres veces; me afectaron el hígado y perdí 15% del oído izquierdo. Me torturaban también con narcocorridos día y noche y me inyectaban sangre diciéndome que estaba infectada de VIH”, relata.
De acuerdo con García Valseca, Roa le explicó que los secuestradores han sido cada vez más violentos con las víctimas para quitarle todo a sus familias: “Le hacen a uno y a los familiares vender todo, que busquen préstamos. Dejan endeudados hasta a los nietos. Sólo entonces sueltan a sus víctimas”.
Pero a diferencia de García Valseca, Diego Fernández reapareció el lunes en buenas condiciones físicas. El hijo del coronel explica: “Cuando me soltaron yo no podía ni hablar, no tenía voz. Se me cayó el pelo. En siete meses y medio una sola vez, el 15 de diciembre de 2007, me cortaron el pelo, la barba y las uñas. Sólo me dejaron el bigote, como ellos, que sólo usan bigote. 
“Me llevó meses enteros poder bajar una escalera. La primera vez que lo intenté me caí. A Diego no lo maltrataron porque siempre representó un buen negocio, tanto en lo político como en lo económico. No se le vio en shock.”
Sobre la operación y la ideología de sus secuestradores, dice que tienen una estructura jerárquica de tipo militar. “A pesar de que no hablé mucho con ellos, había uno al que me tenía que dirigir como ‘señor jefe’. Los demás tenían el rango de ‘guardianes’”. 
Añade: “Siempre me decían: ‘los de tu clase’. ‘Te vamos a matar, hijo de la chingada. Vas a servir de ejemplo a los de tu clase para que los próximos no se anden con mamadas con nosotros. Tu pinche familia da una bicoca; no vale la pena ni siquiera exponernos”. 
Quinto de nueve hijos del empresario periodístico, explica: “Me maltrataron porque pensaron que yo tenía los 8 millones de dólares que me pidieron. Se fueron con la finta del apellido y porque el coronel siempre fue muy apantallador, pero yo jamás he tenido, ni pretendo tener, la cantidad que me exigían”. Añade que una tortura como la suya la había sufrido antes un empresario italiano cuyos bienes también sobreestimó el grupo.
Ron Lavender fue secuestrado el 22 de junio de 2001. “A él lo metieron cuatro meses y días en un tráiler de esos que jalan caballos. Le pusieron una inyección por la espalda el día que lo secuestraron. No lo torturaron como a mí. Tiene más de 80 años, pero dice que lo peor del cautiverio fue el sol. Lo metieron en algún lugar de Guerrero, en donde no tenía acceso a nada”, refiere García Valseca.
Sospechosa omisión 
Jayne Rager, también en entrevista telefónica, relata la manera en que los colaboradores del secretario de Seguridad Pública le dieron datos sobre los autores del plagio: “A Eduardo lo secuestraron un jueves. El lunes siguiente llegó un correo electrónico en el que pedían que el rescate se pagara con billetes de 100 dólares estadunidenses. Cuando el agente vio el mensaje, dijo: ‘Sí, son ellos’”.
El equipo de García Luna tenía fotos de los otros secuestrados y decía que el modus operandi era muy parecido, con retenciones de muchos meses, negociaciones semejantes y que la cantidad mínima que se había pagado había sido de 1 millón 200 mil dólares. También tenían registrado que la mayoría de los casos ocurrió a finales de la primavera y que la liberación ocurría poco antes de la Navidad. “Toda esa información me la dio la PFP”, dice Rager en referencia a la Policía Federal Preventiva, antecesora de la actual Policía Federal.
De acuerdo con ella, el caso en el que las autoridades fueron más precisas sobre la presunta participación de TDR-EP fue el de Nelly Catalina Esper Sulaimán, hija de quien en ese momento era el dirigente del PRI en San Luis Potosí, Antonio Esper Bujaidar, quien fue secuestrada el 30 de mayo de 2004 y liberada un año, ocho meses y 12 días después.
“El agente que comisionó García Luna, y que vivió con nosotros los siete meses y medio del secuestro de Eduardo, me dijo que en el caso de Nelly Esper tomaron fotos de los billetes del rescate y los registraron, como en nuestro caso. Tiempo después, cuando en 2006 el EPR atacó varios lugares del Distrito Federal con bombas y los responsables fueron detenidos, les encontraron billetes que estaban registrados como parte de ese rescate.
“Cuando los interrogaron, la información llevó a las autoridades a las montañas de Oaxaca, donde encontraron lo que quedaba del rescate en cajas de cartón. El dinero estaba escondido en una casa de unos campesinos que a pesar de su pobreza no habían tocado ni un solo billete”, dice Rager.
Precisa que según esta información policiaca, durante el plagio de Esper Sulaimán los secuestradores dejaban mensajes en iglesias: “Fue un sacerdote muy importante de una iglesia en San Luis Potosí el que entregó el dinero. También me dijeron que una de las empleadas de la casa de la familia era del mismo pueblo del sacerdote. Yo les pregunté por qué no investigaron al padre, pero me dijeron que era muy querido en el pueblo y que si lo hacían, los linchaban”.
Dice que en el mismo sentido les han contestado los colaboradores de García Luna cuando les preguntan por qué no han detenido a los secuestradores, si los tienen identificados: “Yo me quedé sorprendida cuando el agente que vivió con nosotros durante la negociación me dijo que los secuestradores tenían vínculos políticos, pero que si el gobierno sacaba eso a la luz, se corría el riesgo de volver mártires a los personajes de la política supuestamente relacionados con ellos. No entiendo por qué. O le tienen miedo a ese grupo o quizá se benefician de alguna manera, no lo sé”.
Eduardo García Valseca encuentra más paralelismos, principalmente en las fotos de las víctimas enviadas a la familia. “Con Diego fue igual que a mí: tapan los ojos con una mascada. En mi caso, en el cajón donde me tenían pusieron una sábana que sujetaron con una pistola de grapas. En el caso de Diego pusieron un plástico negro”.
Cuando vio la foto en los periódicos le habló a Armando Espinoza, el coordinador de Inteligencia de la Policía Federal. “Le dije que le hablaba porque eran tantas las similitudes. Me dijo: ‘Tienes razón; son los mismos. Ya sabemos que son los mismos’. Incluso, a través de él le estuvimos enviando mensajes al hijo de Diego Fernández”.
“A la Policía Federal y al propio García Luna le hemos dado muchos detalles de mi secuestro, pero siempre han mostrado reticencia”, dice Rager, y añade que, al principio, incluso se negaban a hacer retrato hablado de los secuestradores. También les llegó información sobre la existencia de una casa de seguridad en la colonia Nigromante, en San Miguel de Allende, donde vieron a los presuntos secuestradores antes del plagio, pero nunca fueron a investigar.  l
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Otro encontronazo... Álvaro Delgado La histórica animadversión entre Diego Fernández de Cevallos y Felipe Calderón, que los ha empujado casi hasta los golpes, tuvo un nuevo capítulo tras la liberación del Jefe. El reproche del excandidato presidencial al mandatario –quien se refiere a él como su “amigo”– en el sentido de que “las autoridades tienen una tarea pendiente” parece ser el anuncio de una dura tempestad en el seno del Partido Acción Nacional, justo en la ruta del 2012…
La reaparición pública de Diego Fernández de Cevallos, al cabo de siete meses de un sospechoso secuestro, exhibió una vez más la añeja rivalidad que mantiene con Felipe Calderón y que perfila una disputa en el proceso para designar al candidato del Partido Acción Nacional (PAN) a la Presidencia de la República.
En efecto, desde su primera comparecencia ante los medios de comunicación, hacia las 13:30 horas del lunes 20 –en cuya madrugada aseguró haber sido liberado–, Fernández de Cevallos lanzó un reproche a Calderón y a su gobierno por su secuestro, a cuyos autores dijo haber perdonado. 
“Como ciudadano, creo que las autoridades tienen una tarea pendiente, pero sin abuso, sin atropellos, sin flagelaciones”, emplazó el excandidato presidencial, quien luego, en dos entrevistas, aseguró que su secuestro tuvo “una marcadísima connotación política”, que llegó a debatir ideológicamente con sus captores y aun que pactó con ellos luchar por la justicia. 
Sin embargo, Calderón descalificó esa hipótesis: “Es delito puro y duro. No se vengan con rollos ni con hipocresías. La verdad es que la acción de privar de la libertad a alguien es un delito y por más rollo que se echen, por más hipocresías que quieran generar en torno a supuesta causa social, son unos criminales a los que hay que perseguir y aprehender”.
Y aunque Fernández de Cevallos no ha expresado públicamente ningún agradecimiento al gobierno federal, tras la conversación telefónica que ambos tuvieron ese mismo lunes, la Presidencia de la República aseguró en un comunicado que el respaldo de Calderón “fue crucial” para sobrellevar el cautiverio.
“Fernández de Cevallos agradeció el respaldo que recibió por parte del presidente Calderón, al igual que de su familia y amigos cercanos, durante su cautiverio, y que fue crucial para sobrellevarlo con entereza.”
Pero desde el inicio del secuestro de Fernández de Cevallos, el 14 de mayo, Calderón ha tenido una conducta curiosa: Casi una semana después de la desaparición, el jueves 20, declaró a la cadena estadunidense CNN que no era un secuestro ni tenía relación con el crimen organizado.
“Creo que es un caso sumamente delicado. Para mí es muy triste, porque Diego es un buen amigo mío, es un buen amigo de mi partido, pero no hay evidencia de que esta situación esté vinculada con el crimen organizado, no hay evidencia de que se trate de un secuestro.”
–¿Se ha pedido un rescate? –le preguntó el entrevistador Wolf Blitze.
–Nada, hasta ahora es un misterio. Para mí es muy importante preservar la confianza en la reserva de la investigación, porque vamos a encontrar a Diego, estamos trabajando con todos nuestros recursos para ubicarlo.
Pero dos días después, el sábado 22, al cumplirse ocho días del secuestro, la Procuraduría General de la República (PGR) anunció que suspendía las investigaciones, como públicamente lo pidió la familia, un día antes, y el gobierno se mantuvo al margen hasta la reaparición de Fernández de Cevallos, quien habría sido liberado, en realidad, el sábado 11, según informó el diario La Jornada.
 Un caso turbio
Al respecto, Manuel Espino, el expresidente del PAN en proceso de expulsión, afirma que el secuestro de Fernández de Cevallos genera muchas dudas y la obligación de Calderón es aclararlas, independientemente de la animadversión que tenga por él.
“El gobierno está obligado a hacer justicia y hacer a un lado las muy conocidas, muy públicas y muy difundidas diferencias entre Felipe Calderón y Diego Fernández de Cevallos. Está obligado a demostrar que, más allá de la animadversión personal que pueda haber tenido con Diego, es un ciudadano que merece atención de la justicia mexicana, que encabeza a nivel de procuración el presidente de la República.”
Espino, quien un día después del secuestro reprodujo en su cuenta de Twitter el dato erróneo de que Fernández de Cevallos estaba muerto, insiste en que hay muchas suspicacias sobre el caso, como la real identidad de los secuestradores.
“No tengo indicios para decir que fue una banda de criminales o un grupo de bandidillos. En esto no hay que descartar a nadie. Y nadie es nadie: Ni gente de la sociedad civil ni gente del gobierno ni gente del crimen organizado. No hay que descartar a nadie hasta que se esclarezca.”
–¿Puede ser un crimen desde el poder?
–Ahorita todas las posibilidades caben, todas. 
–Insisto: ¿Incluyendo un secuestro desde la cúpula del poder?
–Todas las posibilidades caben, no podemos descartar ninguna.
En entrevista vía telefónica desde Durango, el jueves 23, Espino juzga que el caso de Fernández de Cevallos exhibe la debilidad del sistema judicial mexicano y el fracaso de la estrategia de Calderón contra el crimen organizado.
“La estrategia es fallida y hasta absurda, porque se insiste en sostenerla pese a los muy malos resultados. El caso de Diego exhibe ese fracaso. Es un fracaso del gobierno frente a las organizaciones criminales, que se han enseñoreado en el país, y en mucho por complicidad de mandos importantes del gobierno federal.”
Sobre la eventual reinserción de Fernández de Cevallos en el PAN, del que se había distanciado entre otras razones por sus diferencias con Calderón, Espino asegura que su participación será muy positiva para ese partido, independientemente de que sea o no candidato presidencial
“Hasta donde yo sé, ni en público ni en privado ha dicho que tenga interés en la candidatura presidencial, y si al paso de los días, de las semanas, de los meses decidiera participar, estaría en su derecho. Hoy no hay una señal, una sola, para esa especulación”, subraya. 
Niega, también, que las expresiones para respaldar la eventual candidatura obedezcan a que falten figuras para perfilarlas a ese cargo, “sino porque el partido no ha sabido aprovechar éstas para proyectarlas e insertarlas en el debate nacional”. 
En ese sentido, la presencia de Fernández de Cevallos en el PAN puede, en mucho, subsanar la deficiencia que no han podido resolver los dirigentes del partido. “Creo que en todos los sentidos es bienvenida la participación de Diego, incluso pensando en el 2012. Y no necesariamente como candidato, pero su presencia puede ayudar mucho”.
Factor en 2012
Y es que la sola liberación de Fernández de Cevallos llenó de júbilo a sus simpatizantes y su eventual reinserción en el PAN tendrá un impacto “brutal” hacia las elecciones de 2012, prevé Juan José Rodríguez Prats, promotor de la candidatura presidencial del litigante antes de su secuestro.
Feliz por la liberación de su amigo, quien lo avaló para ingresar al PAN, Rodríguez Prats relata que en una reunión con panistas de alto nivel, en el marco de la contienda por la presidencia del PAN, hubo coincidencia en que Fernández de Cevallos sería “una figura de gran relevancia” si volvía a su partido.
“Aquí Diego va a demostrar su temple. Después de esta experiencia debe reincorporarse al PAN, porque el problema de México, más que de seguridad, es de índole político, de liderazgo, de concentración de fuerzas, de acuerdos. El momento que vive el país requiere de sus mejores hombres, y Diego es uno de ellos.”
–¿Es candidato presidencial en ciernes? 
–Quién sabe. Eso tendría que verse, tendría que analizarse. Pero lo importante es que se incorpore a las filas de su partido al que él le debe todo. Todo lo que tiene se lo debe al PAN.
Luego de la muerte de Carlos Castillo Peraza y de Carlos Abascal, Fernández de Cevallos es el “emblema” del PAN y debe reincorporarse a la política activa, “porque lo que viene va a ser una lucha intensa”.
–¿Es también una oportunidad para su reivindicación pública?
–Se puede ver así. Yo siento que, fundamentalmente, es devolverle algo al partido, a la vida y a la sociedad.
Distanciado de él por su negativa a ser candidato presidencial y por su cercanía con priistas como Enrique Peña Nieto, Rodríguez Prats considera que la reaparición de Fernández de Cevallos “es un aliento” para el PAN y será, sin duda, un factor en el proceso para designar al candidato presidencial.
Y es que, en efecto, Fernández de Cevallos se negó a ser candidato presidencial como se lo proponía Rodríguez Prats y sobrevino el rompimiento cuando asistió, junto con Carlos Salinas, al cuarto informe de Peña Nieto, en agosto de 2009. “Siento que Diego ya arrió sus banderas de panista”.
–¿De plano?
–De plano. Ir al informe de gobierno de Enrique Peña Nieto es una traición. Peña Nieto es el candidato de la ultraderecha, detrás de él están los intereses más nefastos y sucios del país. ¡Cómo pudo ir!
Contó al reportero que, después de ese episodio, habló telefónicamente con Fernández de Cevallos: “Le dije que tenga autoestima: ‘Qué desgracia que tu lema de un México sin mentiras sea una mentira’”.
–¿Qué le respondió?
–Nada. Se quedó callado.
Aunque Fernández de Cevallos negó que aspire a ser candidato presidencial del PAN en 2012, no se descarta que rectifique, porque ya lo hizo al menos en una ocasión: En 2000, luego de haber sido criticado por Vicente Fox por haberse “rajado” en 1994, anunció que no ocuparía ningún cargo de elección popular, pero finalmente aceptó ser senador. 
Las diferencias
Los diferendos de Fernández de Cevallos con Calderón han sido más ríspidos desde la gestión de Carlos Castillo Peraza como presidente del PAN y se han profundizado hasta llegar al insulto, como ocurrió en una sesión del Comité Ejecutivo Nacional, a finales de 2004.
En esa ocasión, Calderón evocó la relación de Fernández de Cevallos con Carlos Salinas, en el periodo de Luis H. Álvarez como presidente del PAN, y lo llamó “vendido”. 
El excandidato presidencial se defendió: Adujo que las gestiones que hizo ante Salinas fueron a petición de Álvarez, como lo hizo también ante Ernesto Zedillo cuando Calderón fue presidente del PAN, y le recriminó: “¡No te hagas pendejo!”.
Luis Felipe Bravo Mena, el entonces presidente del PAN, trató de tranquilizar al excandidato presidencial, quien le reclamó no haber reconvenido a Calderón y le señaló que él tenía derecho a responderle.
De frente a Calderón, en medio de la expectación de los miembros del CEN, le recordó que le pidió interceder ante Zedillo, pero que mantuviera el secreto.
“Te llegué a ayudar y siempre me dijiste que no se supiera. ¿Por qué? ¡Porque eres un cobarde! Te llegué a ayudar, porque era el presidente del partido el que me lo solicitaba.”
–No es cierto –pretendió negar Calderón.
–¡Es que eres un cobarde! ¡Acéptalo!
Esta escena –verificada por el reportero con tres testigos directos– desmiente la amistad que Calderón dice que ha tenido con Fernández de Cevallos a raíz de la desaparición de éste, el viernes 14, en un hecho que cinco días después definió, en Washington, como “un misterio”.
Las diferencias entre ambos han sido hondas desde que Fernández de Cevallos fue coordinador de los diputados federales, entre ellos Calderón, en el segundo trienio de Salinas, pero se profundizaron a tal grado que, a finales de 1996, estuvieron a punto de liarse a golpes.
Según la semblanza El abogado del diablo que el periodista Roberto Rock hizo de Fernández de Cevallos para el libro Los intocables, éste puso en duda la hombría de los intelectuales, entre los que incluía a Castillo Peraza, que entonces presidía el PAN.
“Pues yo no soy intelectual, pero aquí estoy para defender a Carlos, ¡levántate!”, lo retó Calderón, al tiempo que se quitaba los lentes. 
Aunque no se produjo el intercambio de golpes, la enemistad jamás ha sido superada, si bien se han unificado –junto con Salinas y Fox– para combatir a su adversario común, Andrés Manuel López Obrador, en los videoescándalos, el desafuero, las elecciones de 2006, la calificación presidencial...

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