Democracia y
tuiteos/ Shashi Tharoor is India’s
Minister of State for Human Resource Development. His most recent book is Pax
Indica: India and the World of the 21st Century.
Traducido
del inglés por David Meléndez Tormen.
Project
Syndicate |17
de julio de 2013.
El
4 de Julio pasado, Narendra Modi, Ministro Jefe de Gujarat y probable candidato
a primer ministro por el opositor Partido Bharatiya Janata (BJP), se convirtió
en el político indio con mayor cantidad de seguidores en Twitter. (Pongamos
todas las cartas sobre la mesa: me desplazó a mí, que había encabezado la lista
bastante tiempo). El acontecimiento fue celebrado por partidarios del BJP en
Internet y generó una seguidilla de reflexiones sobre el creciente peso de las
redes sociales en la política india.
Hace
cuatro años, cuando comencé a usar Twitter, muchos políticos indios veían con
desagrado el uso de las redes sociales. Parecía que en la prensa cada uno de
mis comentarios era sacado de contexto, inflándose hasta convertirse en una
controversia política. Como me advirtiera preclaramente el presidente del BJP
de esa época, Venkaiah Naidu, “Demasiado tuiteo puede acabar por hacerte perder
el cargo.”
Ya
en septiembre, el periódico Economic Times informó que, frente a esos riesgos,
la mayoría de los políticos jóvenes indios prefería no participar de ningún
sitio de redes sociales, y aquellos que tenían cuentas activas publicaban actualizaciones
esporádicas y poco interesantes.
El
periodista y poeta Pritish Nandy, entrevistado en el artículo del Times,
señalaba que incluso él tenía más seguidores en Twitter que el Primer Ministro
Manmohan Singh (que tenía cerca de 195.000 en esos momentos). Otros
entrevistados manifestaron que no tenían intenciones de adoptar las redes
sociales en el futuro próximo.
Sin
embargo, en el último año se ha acelerado enormemente el ritmo al que el mundo
político abraza los medios sociales. Además de la adopción masiva de Twitter
por parte del BJP (entre los aliados de Modi en la red podemos mencionar al
líder parlamentario del partido, Sushma Swaraj y a una camarilla de partidarios
organizados), se han sumado importantes políticos de todos los partidos.
Un
día después de jurar como presidente de la India, Pranab Mukherjee anunció que
abriría una cuenta de Facebook para recibir preguntas del público y
responderlas. El Ministro Jefe de Bengala Occidental, Mamata Banerjee, maneja
un sitio web muy popular al que recurren diariamente los medios de prensa
tradicionales. De manera similar, Omar Abdullah, el juvenil Jefe de Ministros
de Jammu y Cachemira, interactúa con regularidad a través de Twitter, y sus
contrapartes de Rajastán y Kerala, Ashok Gehlot y Oommen Chandy, también han
abierto cuentas de Facebook.
Más
de la mitad del Consejo de Ministros se puede encontrar en Internet, como la
Comisión de Planificación (a cargo de la elaboración de estadísticas), y la
mayor parte de las entidades de gobierno están marcando presencia en las redes
sociales. La cantidad de seguidores de la cuenta de Twitter del primer ministro
se ha más que triplicado en los últimos nueve meses, hasta llegar a 660.000
(cerca de un 50% más que Nandy.)
Los
problemas de la política india se plantean y debaten de manera regular (y
ruidosa) en los medios sociales. El ministro de finanzas habló al pueblo sobre
el presupuesto no por TV, sino en Google Hangout. Tanto yo como la Comisión de
Planificación y el Ministerio de Transporte Terrestre y Carreteras lo hemos
emulado. Con un 12% de la población (el grado de penetración que hoy tiene
Internet en el país), India es hoy el tercer mayor mercado en línea del planeta
y el que más crece en tamaño. De hecho, se espera que para el año 2020 supere a
Estados Unidos en cantidad de internautas.
No
obstante, corresponde un poco de escepticismo sobre el alcance y el impacto
político de las redes sociales en India. Un estudio realizado hace poco por la
Fundación IRIS Knowledge y la Asociación de Internet y Comunicaciones Móviles
de la India (AIMAI, por sus siglas en inglés) sugiere que existen unos 160
distritos electorales (de los 543 cargos parlamentarios de la cámara baja india
que se eligen por votación popular) en donde el margen de victoria es inferior
a la cantidad de votantes en Facebook, o donde más del 10% de la población
tiene cuentas en Facebook. El estudio estima que en las próximas elecciones,
que se celebrarán en 2014, unos 80 millones de indios utilizarán redes
sociales: un bloque de votantes que supuestamente ningún político se puede
permitir pasar por alto.
Como
uno de los primeros políticos de la India en hacer uso de las redes sociales,
opino que esta conclusión es prematura. Considerando las cifras, no creo que
ninguna elección india se gane o pierda solamente por ellas.
Solo
una ínfima minoría de los 753 millones de votantes de la India son usuarios de
redes sociales; puesto que los distritos electorales abarcan cada uno a unos
dos millones de personas, Twitter es de poca ayuda en cuanto a movilización
política. A diferencia de EE.UU., por ejemplo, sería inútil para organizar una
manifestación masiva o siquiera convocar a un encuentro público de grandes
dimensiones.
Pero
si bien las redes sociales no pueden sustituir las formas convencionales de hacer
campaña, sí pueden ayudar a fijar los temas del debate público, porque los
medios tradicionales (los periódicos y la televisión, que llegan a la mayoría
de los votantes) recurren a ellas para buscar información facilitada por los
políticos y escrita acerca de ellos. Este impacto indirecto las convierte en
una herramienta de comunicación indispensable para el quehacer político.
Y
con seguridad lo serán más todavía cuando los avances que mejoren la
disponibilidad de Internet en los móviles y la llegada de los servicios 4G
hagan más universal el acceso a las redes sociales. Si bien solo un 12% de los
indios usan ordenadores, más de 70% poseen teléfonos móviles, pero en la
actualidad a muy pocos les resulta fácil o asequible usarlos para acceder a
ellas.
En
cualquier caso, ningún político demócrata debería resistirse a un nuevo medio
de comunicación, especialmente cuando tiene estos niveles de interactividad e
incluso si algunos parecen verlo sobre todo como una herramienta de relaciones
públicas. El triunfo de Modi no ha venido acompañado de acusaciones
generalizadas de que el BJP esté creando cuentas “falsas” para elevar su
cantidad de seguidores (lo cual, si fuera cierto, no haría más que demostrar lo
que Twitter importa en India.)
Al
principio la palabra Twitter me causó poco entusiasmo, y muchos autodenominados
especialistas indios sugirieron que no era un medio adecuado para un político
serio. Pero también Google y Yahoo! fueron en su momento nombres algo extraños
que acabaron por convertirse en parte del habla cotidiana. Estoy convencido de
que la mayoría de los políticos de las democracias del siglo veintiuno (India
entre ellas) estarán tuiteando dentro de diez años y quienes, como yo,
comenzamos antes solamente tendremos el consuelo de haber llegado primero.
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