A
JUAN ENRÍQUEZ CABOT, CENSURADO EN REFORMA
EDITORIAL/¡ELOY GARZA
Desde
hace una década me acostumbré a leerte en Reforma y a buscar cada dos domingos
tu nombre en la sección de Opinión. Fuiste cercano a Manuel Camacho Solís;
orquestaste la rehabilitación de los basureros de la ciudad de México que hoy
son Santa Fe; eres director fundador del proyecto Ciencias de la Vida de
Harvard, y tengo claro que me dirijo a uno de los hombres más inteligentes que
conozco.
Pero
el domingo pasado tu periódico Reforma (aunque ya se ve que no es tan tuyo), no
publicó tu artículo porque el Consejo Editorial decidió no hacerlo. Así de
simple. Pediste una explicación pero los argumentos que te esgrimieron se
redujeron a dos palabras: “porque no”.
Amigo
de la razón, te topaste con la pared de la cerrazón. Y no te quedó más remedio
que renunciar a Reforma. Yo hubiera hecho lo mismo; la mayoría no. Lo hiciste
mediante una carta que en resumidas cuentas dice: “.. si me quedo callado, si
digo sí patroncito, usted disculpe por haber molestado al Consejo, pues
entonces esta se vuelve conducta aceptable. Se vuelve norma”.
Pero
como dice la canción, “aquí no hay novedad”. No descubres el hilo negro cuando
escribes ”Y no quiero que lo que me ocurrió a mi le ocurra a otros”. No, Juan,
ya nos pasó a otros y nadie dijo nada. Ni tú. Lo cual es común en los medios
masivos de México. Si algunos nos vamos, otros deciden quedarse, pero en ambos
casos los demás editorialistas permanecen callados, como estatuas de sal y con
la boca cosida. A los exiliados de los grandes tirajes nos quedan los diarios
digitales, los blogs, Facebook o las mesas de Sanborns. Así que toma tu lugar
en alguno de estos guettos.
Me
enternece tu pregunta: “¿van a entregarle a nuevos articulistas un listado de
temas que no pueden tocar, opiniones que no pueden escribir, e innombrables?”
Déjame responderte que sí. Y no hables en tiempo futuro: siempre lo han hecho,
lo hacen y lo harán. Lo peor en este Coliseo Romano “matraquero y petatero”
(como lo dirías con tu lenguaje florido) es que la galería en vez de vitorear
enmudece, finge demencia y voltea para otro lado.
Atribuyes
la censura de Reforma a que este medio “está en un período de transición
generacional. La manera tan burda que me censuraron a mí nunca lo hubiera hecho
la pasada generación, la que se enfrentó a tanto presidente, empresario, narco
e interés en defensa de la libertad de prensa y de opinión”.
¿Te
refieres a que ya no está Alejandro Junco de la Vega?
**
Respeto/Juan Enríquez Cabot
Reforma, 18-Jul-2013).-
Difícil
encontrar en el periodismo tres gentes con métodos, usos y costumbres mas
opuestas a Isabel Arvide, Julio Scherer y Ramon Alberto Garza, el cómo se
conducen, que hacen, con quienes conviven, que encuentran aceptable, o no...
Probablemente los horrorice verse nombrados en la misma columna, y quizás en
este periódico, por lo cual les pido, de antemano, disculpas a los tres.
No
estoy de acuerdo con todo lo que han hecho, escrito, o a veces sus métodos.
Pero es extraordinaria su valentía, durante décadas, enfrentando y balconeando
algunos de los asuntos más duros que ha vivido, y vive, el país. Por eso
respeto a los tres, aun conociendo su profunda, como diría un cura,
"humanidad." Tenemos un mejor país porque, por algún milagro, los
tres siguen vivos. Hay muchos que escriben, opinan, embrujan con palabras,
fugas de información, o acceso al poder. Hay, por fortuna, cada vez más que
denuncian, balconean, se burlan, exhiben las fallas y peripecias del poder.
Pero son o bien pocos, los que tocan, año tras año, los cuatro temas más
peligrosos que puede tocar la tinta: el alto mando militar, la policía federal/
procuraduría, el narco, y la vida personal y familiar del Presidente en
funciones.
A
su manera, a su estilo, con su propio punto de vista, aliados, fuentes,
perspectiva, Arvide, Scherer y Garza se han jugado una y otra vez la vida,
exponiendo, exhibiendo, explicando, denunciando hasta el filito mismo de donde
se sufre un accidente, una desaparición, un asesinato. Porque lo que tocan es
lo más delicado de lo que no se discute en México. Nombran, dan hechos, citas y
documentos. Se meten a las cárceles y entrevistan. Denuncian cuando se tiene
poder, siguen investigando y denunciando después. No quitan el dedo.
Hay
pocas gentes con los pantalones y astucia para enfrentar, tocar, osar publicar
lo que han hecho estos tres. No es que estén de acuerdo, que sean amigos, que
escriban lo mismo. Al contrario. Muchas veces lee uno lo escrito por uno y
contradice absolutamente lo escrito por otro. Pero al entrevistar a los narcos
en sus casas, al acostarse o emborrachase con varios generales, al denunciar de
frente a los más poderosos, meterse en los barrios más oscuros, recibir
infinidad de pitazos y denuncias, cada uno, a su manera, con propio estilo,
lentes y prejuicios, van dejando testigo y huella de la historia más compleja
de México.
Hemos
de agradecerles lo que hacen porque es cada vez más peligroso escribir,
denunciar, iluminar. No muchos publicarían un libro como Mis Generales, que
detalla las intimidades, recovecos, honores, cuestionamientos, usos y
costumbres del poder militar. Poder que se esparce cada vez más, y que es cada
vez más importante entender. Antes de este libro no había, en un lugar, tanta
anécdota, transparencia, intimidad, sobre lo bueno, valiente, trágico, y
corrupto de los individuos que mas mando tienen en el país. Antes de que
Scherer se metiera, en los setentas y ochentas, no había muchos que de manera
sistémica y constante denunciaran, exploraran, explicaran las redes de los
narcos más poderosos del país, o las peripecias de EL Señor Presidente... Ramon
Alberto, nacido, por fortuna, en época anterior a las medicinas contra el
síndrome de déficit de atención, usa su peripatética energía copariendo El
Reforma, Reporte Índigo, y ahora un periódico. A diario se pelea a muerte con
amigos, enemigos, poderosos, y peligrosos explicando, en detalle, quien usa
poder para que fin. Cada uno de los tres, deja pedacitos, migajas, pistas,
realidades, y verdades que seguirán entreteniendo a historiadores durante
décadas. Porque no hay mucho lugar donde encontrar gran y constante historial
de denuncias contra los más altos niveles, en torno a lo más peligroso que se
puede tocar en el país. Cuando algún estudiante de doctorado quiera entender lo
que paso en cuartel militar, comandancia de policía, agencia de seguridad y
justicia, entre los criminales más peligrosos, con y sin charola, con y sin
fuero, con y sin grandes títulos, puestos y apellidos, tendrán que leer,
comparar, contrastar, triangular y criticar lo escrito por estos tres y unos
cuantos más.
Arvide,
PRIsta a muerte, da cuenta de las reglas usos y costumbres desde muy, muy
adentro del aparato. Scherer, antiPRIista, desnuda desde afuera. Ramon Alberto
maneja la tecnología, bases de datos y triangulaciones de innumerables
telefonazos estableciendo nuevos métodos y estilos de comunicación. Seguramente
hay múltiples equivocaciones, alianzas y denuncias erróneas. Pero lo que no van
a encontrar críticos son muchas fuentes adicionales que denunciaron durante
décadas, porque hay temas que son mortales... Y es precisamente por eso,
entendiendo que son más que humanos, con lo bello y lo trágico metido bajo la
piel, que estas tres figuras tan distintas merecen respeto y admiración. Los
seguiré leyendo con atención, cierto temor por sus vidas, y, espero, suficiente
escepticismo paro poder triangular las complejas realidades que dibujan... ;)
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