- Por esos hechos, la PGJDF mantiene bajo arraigo a la fecha a 12 presuntos implicados –entre ellos a cuatro elementos de la SSP del Distrito Federal– y a siete procesados.
El Cártel de
Sinaloa, implicado en el caso Heaven/RAÚL MONGE
Revista
Proceso
No. 1926, 28 de septiembre de 2013;
Tras
el asesinato de los jóvenes tepiteños que fueron levantados en el bar Heaven,
las procuradurías federal y capitalina no sólo encontraron evidencias que
apuntan a la participación del Cártel de Sinaloa, sino también de policías del
Distrito Federal. Según los investigadores del caso, ya establecieron cómo se
cometió el múltiple homicidio: lo coordinó el jefe de La Unión de Tepito, el
exagente federal Ricardo López Castillo, con sus lugartenientes El Javis y El
Antoine. Ahora falta que los capturen.
Conforme
avanzan las investigaciones del caso Heaven, las procuradurías General de la
República (PGR) y General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) se topan con
más y más indicios de la participación del crimen organizado en uno de los más
trágicos crímenes cometidos en la metrópoli en los últimos años.
Aunque
ninguna de las dependencias lo ha reconocido públicamente hasta ahora y la
PGJDF se ha empeñado en negarlo desde el principio, el grueso de las evidencias
acumuladas en la indagatoria a lo largo de cuatro meses conduce directamente
hasta al Cártel de Sinaloa, la organización criminal que dirige el hombre “más
buscado” por los gobiernos de México y Estados Unidos, Joaquín El Chapo Guzmán
Loera.
En
particular, lleva a su brazo operativo en la Ciudad de México, Ricardo López
Castillo, El Moco, un exagente de la desaparecida Agencia Federal de
Investigación (AFI) nacido en el barrio de Tepito y quien encabeza la pirámide
de mando de La Unión.
Dicho
grupo es el antecedente inmediato del Cártel de Tepito. Surgió a finales de
2009 y principios de 2010, inmediatamente después de la caída de Arturo Beltrán
Leyva, El Barbas, en el estado de Morelos, durante un enfrentamiento con
fuerzas policiacas y militares. En ese entonces los Beltrán Leyva controlaban
el mercado de la droga en el Distrito Federal.
Según
consta en el expediente, El Moco fraguó, en complicidad con dos de sus
principales subalternos (José Joel Rodríguez Fuentes, El Javis, y Edwin Agustín
Jiménez Cabrera, El Antoine) el secuestro y muerte de los 13 jóvenes levantados
en el bar Heaven el 26 de mayo –cuyos cuerpos fueron encontrados la madrugada
del pasado 22 de agosto en una fosa clandestina en el rancho La Negra, en
Tlalmanalco, Estado de México–, en venganza por el asesinato de uno de sus más
apreciados cuadros, Horacio Vite Ángel, El Chaparro.
Éste
no era un simple dealer, como inicialmente se había dicho. Cumplía un papel
importante en la organización y era apreciado por sus compañeros porque siempre
estaba pendiente de sus necesidades. El también vendedor de zapatos en tianguis
mexiquenses fue asesinado afuera del bar Black de la colonia Condesa el 24 de
mayo, dos días antes de los hechos del Heaven. La PGJDF ya tiene identificado a
su victimario: es un conocido extorsionador que opera en el barrio de Tepito,
apodado El Grande (Proceso 1914).
Las
autoridades federales y estatales no descartan tampoco la posible participación de El Moco en los
homicidios de Dax Rodríguez Ledezma –copropietario del bar Heaven–, de su novia
Heydi Fabiola Rodríguez, de 33 años, y de la prima de ésta última, Diana
Guadalupe Velasco, de 18 años. Los cuerpos de los tres se hallaron incinerados
en el estado de Morelos, en julio pasado.
Después
del levantón de las víctimas en su negocio, Dax se fue a Acapulco en compañía
de su novia, quien ahora se sabe trabajaba en la PGR como secretaria en el
Centro de Control de Confianza, una de las áreas más sensibles de la
dependencia. Anduvo de fiesta en el fraccionamiento La Cima, uno de los más exclusivos
de ese destino turístico, y de ahí se trasladó a Iguala, a una casa propiedad
de los padres de su novia. La pareja permaneció ahí hasta el 20 de junio. Ese
día por la tarde, Dax, Heydi y Diana fueron al cine y al salir fueron
interceptados por un comando.
La
madrugada del 22 de junio, los cuerpos de los tres fueron localizados
–calcinados y con huellas de tortura– en un paraje de Huitzilac, Morelos.
Por
cierto, la PGR tiene información de que existe un video en el que Dax Rodríguez
narra, con detalles, cómo se realizó el levantón en el bar Heaven, del que era
socio con su hermano Mario Alberto, Ernesto Espinosa Lobo, El Lobo, y José de
Jesús Carmona Aiza, El Chucho, los tres formalmente presos.
ntegrante
de la secta de la Santa Muerte, El Moco es una fichita. Antes de que reventara
el caso Heaven, controlaba casi todas las actividades ilegales en Tepito:
droga, armas, contrabando y mercancía robada.
Protegido
por un ejército de 300 gatilleros, la mayoría de ellos malvivientes, vagabundos
y adolescentes descarriados, extorsionaba a comerciantes del barrio y a dueños
de antros, y mataba por puro placer. Tan sólo en Tepito le achacan no menos de
30 víctimas en los últimos tres años, entre ellas las cuatro asesinadas en el
gimnasio Body Extreme días después de los hechos en el Heaven.
Operativo
criminal
Con
el respaldo del Cártel de Sinaloa y de las relaciones construidas en su paso
por la PGR, a López Castillo no le fue difícil vulnerar las estructuras de las
corporaciones policiacas capitalinas –como quedó al descubierto con la
aprehensión de cuatro policías de la Secretaría de Seguridad Pública de la
capital– para ensanchar sus actividades en el Distrito Federal, principalmente
en el corredor Condesa-Roma-Zona Rosa, donde se concentran los principales
puntos de reunión de la juventud local.
A
decir de la PGR y de la PGJDF, El Moco llenó el vacío que dejaron en toda la
Zona Metropolitana Edgar Valdés Villarreal, La Barbie, y José Jorge Balderas
Garza, El JJ. Este último fue el que atentó contra la vida del exfutbolista
paraguayo Salvador Cabañas en el Bar Bar. Ambos operadores de los Beltrán Leyva se acogieron al programa
de testigos protegidos de la PGR.
La
última información que tienen la PGR y la PGJDF del operador del Cártel de
Sinaloa en el Distrito Federal es que huyó a China después de los sucesos del
Heaven.
En
la jerarquía de La Unión hay otros dos personajes que participaron en el
secuestro y muerte de los jóvenes tepiteños: Edwin Agustín Jiménez Cabrera, El
Antoine, y José Joel Rodríguez Fuentes,
El Javis.
Del
primero, la PGR y la PGJDF no tienen mayor información que la aportada por el
dealer Brian Giovani Guerrero Arroyo tras su detención. En su declaración
ministerial, el joven de 22 años que en su historial delictivo tiene tres
ingresos en el Consejo Tutelar para Menores Infractores por robo y robo con
violencia, reveló que en 2009 conoció a José Raymundo Pacheco Pérez, un santero
que lo invitó a formar parte de su secta.
A
pesar de que en aquel tiempo todavía era menor de edad, decidió iniciarse. El
año pasado su “padrino” le hizo varias “obras” (trabajos) por las que acumuló
una deuda de 4 mil pesos.
El
santero comenzó entonces a presionarlo para que le pagara sus servicios y al no
tener respuesta le propuso un trato. Le presentó a otro de sus “ahijados”, El
Antoine, quien lo invitó a trabajar para él vendiendo tachas en bares y
discotecas.
Guerrero
Arroyo no dudó y en enero pasado comenzó a vender droga en los antros Living,
La Suit, El Papimacho, Cabaretito Neón y El Cabaretito Fusión, entre otros
ubicados en la Zona Rosa y sus inmediaciones.
Su
debut en el narcomenudeo coincidió con el asesinato de César Rivero Mendoza, El
Guayabo, de 17 años, y de Felipe de Jesús Martínez Mendoza, El Oso, de 22, en
el Living por un conflicto relacionado con la venta de drogas.
Ambos
jóvenes fueron sacados con vida del bar y horas más tarde aparecieron muertos
en la delegación Iztacalco, en el oriente de la ciudad. Los cuerpos presentaban
huellas de tortura. Por esos hechos fue detenido el agente de investigación de
la PGJDF Luis Guillermo Flores Capetillo.
En
su testimonial, Brian Giovani aportó más datos de la forma en que opera la red
al servicio de El Antoine. Detalló que trabajaba de las 11 de la noche a las 6
de la mañana del siguiente día, por lo menos seis días a la semana, y que
ingresaba a los antros “con la autorización de todos los gerentes y del
personal de seguridad de los establecimientos”.
Asimismo
dijo que, ya en el interior de los establecimientos, un sujeto al que no identificó
le entregaba una bolsa de plástico con 30 o 35 pastillas, mismas que vendía a
100 pesos cada una. El dinero producto de la venta de las drogas lo entregaba
al mismo sujeto en dicha bolsa al término de su jornada laboral. Por esa
actividad sacaba de 500 a mil pesos, según el día.
De
acuerdo con las autoridades federales y capitalinas El Antoine tiene una edad
aproximada de 30 años, es de complexión delgada, piel y ojos claros, y
desempeña un papel preponderante en La Unión, por encima incluso que El Javis.
En
la investigación de la PGJDF, el nombre de El Javis es el que más se repite. De
hecho, las autoridades capitalinas le atribuyen la autoría intelectual y
material del secuestro y homicidio de los tepiteños levantados del bar Heaven
el 26 de mayo.
Con
base en las declaraciones de los dealers detenidos hasta ahora por su presunta
participación en dicho caso, particularmente el de Víctor Aguilera El Chompi o
El Gordo, El Javis operó desde el bar Zíngaro –“la oficina”, le decían– el
secuestro de los jóvenes. Ahora se sabe que lo hizo con la ayuda de elementos de la Secretaría de Seguridad
Pública (SSP) del Distrito Federal comisionados a la vigilancia de la Zona
Rosa, a los que había corrompido.
Hasta
ahora fueron detenidos cuatro uniformados, aunque la PGR notificó al titular de
la SSP capitalina, Jesús Rodríguez Almeida, que están implicados al menos otros
cuatro y no se descarta que la red de apoyo de La Unión llegue hasta a la
propia PGJDF. A pesar de tener los nombres de los presuntos implicados en su
escritorio, Rodríguez Almeida inexplicablemente no los ha puesto a disposición
de la procuraduría local.
Detenido
el pasado 22 de agosto, el mismo día en que la PGR encontró la fosa con los 13
cadáveres de los tepiteños sustraídos del bar de la calle de Lancaster 27,
colonia Juárez, Aguilera García contó a la policía capitalina que El Javis
nunca se mueve solo. Todo el tiempo, dijo, anda acompañado por cuatro matones
originarios de Durango, uno de los feudos de El Chapo Guzmán. Los
“duranguenses”, como les llaman –relató– se encargan de vigilar a los dealers
de La Unión, de “tirar” (distribuir) la droga en sus territorios y de
recolectar el dinero de la venta de los estupefacientes.
Asimismo,
reveló que dichos pistoleros son los encargados de “negociar” con los antreros,
de cobrar derecho de piso y de meter en cintura a los dealers que intentan
hacer negocio por su cuenta.
Los
“duranguenses”, que rondan los 40 años de edad, también estuvieron presentes en
el rancho La Negra durante el asesinato de los tepiteños.
En
su ficha criminal, El Javis tiene un ingreso a prisión en 2001 por vender droga
en la colonia Condesa, zona donde perdió la vida uno de sus mejores hombres,
Horacio Vite, El Chaparro.
Elementos
de la UPC Roma-Condesa lo detuvieron junto con dos dealers más afuera del
Fever, uno de los antros clausurados por el caso Heaven. En esa ocasión, El
Javis se identificó con el nombre de Carlos Iván Martínez Hernández.
A
pesar de ser puesto a disposición de las autoridades federales por delitos contra
la salud porque llevaba 31 sobres de cocaína, 27 tachas y nueve dosis de
cocaína en piedra, salió libre.
En
la averiguación previa DGAVD/CAPE/T3/00891/13-05, El Javis aparece como el
principal responsable de dirigir el operativo del 26 de mayo y el posterior
traslado de los tepiteños al rancho La Negra, en Tlalmanalco.
Pedro
Francisco Paz López, El Mariguano, uno de los seis delaers detenidos por la PGR
en la Zona Rosa, a unas cuadras del bar Heaven, contó en su declaración
ministerial lo que sucedió en el antro.
Según
él, los 13 jóvenes fueron asesinados inmediatamente después del plagio en el
que participaron unas 25 personas. Confesó que él se encargó de matar a uno de
ellos. Pero es una verdad a medias. Las autoridades dicen tener ya establecido
lo que pasó en el rancho La Negra, cuyo propietario es originario de Durango.
Consta
en el expediente que al llegar a la cabaña los hombres y las mujeres fueron
separados.
“A
ustedes no les va a pasar nada, no tenemos nada contra ustedes”, les dijo El Javis
a Guadalupe Karen Morales Vargas, Gabriela Téllez Zamudio, Montserrat Loza
Fernández, Jennifer Robles González y Gabriela Ruiz Martínez.
Enseguida
ordenó a sus subalternos que las subieran a la caja de un camión de redilas,
que les dieran droga y cervezas. Las chicas permanecieron un rato en ese lugar
bajo el cuidado de los vigilantes del rancho, César Rodolfo Pérez Velázquez y
Manuel Jiménez Rodríguez, quienes aún no son detenidos pero enfrentarán cargos
por su participación indirecta en los hechos y falsedad en sus declaraciones a
una autoridad ministerial.
Inicialmente,
ambas personas dijeron a la PGR que el 26 de mayo llegaron a ese sitio tres
camionetas de las cuales bajaron 25 personas, entre hombres y mujeres, con un
promedio de edad de 30 años, y que ya no pudieron ver más porque unos sujetos
armados los corrieron.
Antes
de empezar la masacre, El Javis y El Antoine ordenaron a sus esbirros cavar la
fosa. Una vez concluida la tarea, procedieron a asesinar, uno por uno, a los
varones. No conformes, los decapitaron y descuartizaron.
Luego,
como si nada hubiera pasado, El Javis, El Antoine y sus secuaces bebieron,
bailaron y se “divirtieron” con las mujeres.
Horas
después, las ejecutaron.
Por
esos hechos, la PGJDF mantiene bajo arraigo a la fecha a 12 presuntos
implicados –entre ellos a cuatro elementos de la SSP del Distrito Federal– y a
siete procesados.
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