30 mar 2014

Colosio se topó con Salinas: Jesús González Schmal


Colosio se topó con Salinas: Jesús González Schmal 
Tras sus célebres discursos, “el desenlace estaba marcado”
LA REDACCIÓN
Revista Proceso # 1952, 29 de marzo de 2014
 PALABRA DE LECTOR
Señor director:
Por la oportunidad del aniversario y la indignación que me produjo la capitalización que del asesinato de Colosio hizo el PRI, me permito enviarle el siguiente artículo o carta que quisiera titular Colosio se topó con Salinas.
No es posible imaginar siquiera el grado de mezquindad y vileza que tuvo que haberse dado por quien decidió aprovechar el vigésimo aniversario del asesinato de Luis Donaldo Colosio para lucrar partidariamente con el proditorio crimen. Desde donde se le vea, aquí está el reinicio de la línea de matones en la política y el pernicioso ejemplo para incitar a la violencia a las nuevas generaciones con el imperio de “la ley del más fuerte”.

No pocos han reaccionado a ello señalando que, al fin y al cabo, Colosio era uno de tantos priistas estándar y que, por su trágica muerte, se le quiere idolatrar para, como siempre, poner “sobre el muerto las coronas”, cuando en vida no se le tuvo respeto ni a su propio derecho a vivir. Lo único cierto es que dentro de su partido nunca lo consideraron “como uno de tantos”, capaz de acoplarse y someterse a la disciplina del sistema, subordinándose a sus antecesores. Por el contrario, Colosio les significaba un riesgo inminente de ruptura con la inercia abusiva y corrupta del poder, tal como lo dijo en el discurso del 6 de marzo de 1994 en el Monumento a la Revolución.
 Colosio nunca fue de la simpatía de Salinas: la distancia moral era abismal. En el segundo tercio del sexenio de De la Madrid, Salinas, entonces secretario de Programación y Presupuesto, quiso imponer en la LIII Legislatura (85-88) como presidente de la Comisión de Programación de la Cámara de Diputados a su incondicional Sócrates Rizzo. Fue justamente a él a quien el PRI registró como candidato por el XXXVIII Distrito Electoral del Distrito Federal, por el que a mi vez fui postulado por el PAN en la fórmula de mayoría relativa y, simultáneamente, como entonces era posible, por la vía plurinominal.
 En el curso de la campaña Sócrates Rizzo incurrió en toda clase de excesos, acarreos e incluso inauguró obras públicas con la complicidad del delegado de Álvaro Obregón. El día de las elecciones sacó a votar por compañías, sin credencial de elector, a los cadetes de la Academia de Policía del Desierto de los Leones, llevándolos casilla por casilla a sufragar, con un simple escrito del director de la institución dirigido a los presidentes de las mismas, instruyéndolos para que recibieran el voto de los jóvenes, algunos de los cuales no tenían edad para sufragar.
 Al impugnar la validez de dicha elección, y ya en mi calidad de diputado plurinominal, reconocido por la Comisión Federal Electoral en virtud de la alta votación obtenida por encima del porcentaje necesario en la circunscripción, fui nombrado coordinador de los diputados del PAN ante el Colegio Electoral, que constituía la última instancia del proceso y en donde se calificaban los distritos impugnados, como fue el caso del XXXVIII del DF.
 En dichas sesiones exhibí fotografías de los grupos de cadetes de la policía llevados por sus superiores con órdenes de votar por el PRI. Aporté la fe notarial que daba cuenta de los hechos y del oficio que se presentaba a los presidentes de casilla para consumar el ilícito. Al debatirse el caso en el Colegio Electoral, fue contundente la comprobación de la maniobra fraudulenta, y no obstante la aplanadora del PRI aprobó “el triunfo” de Sócrates Rizzo. El desprestigio frente a lo ocurrido, que fue del dominio público, le hizo imposible a Salinas imponerlo en la Presidencia de la Comisión de Programación y Presupuesto, por lo que Luis Donaldo Colosio tuvo la oportunidad de entrar como “emergente al bat”, ocupando la mencionada presidencia de la que entonces era, sin duda, la comisión más importante del Congreso.
 Fue en ese cargo donde pude conocer a Luis Donaldo, y con todo y las confrontaciones que tuve con él en materia legislativa y política, su capacidad de interlocución y dialogo para llegar a decisiones democráticas en el seno de la comisión y en el pleno me llevó a considerarlo como parlamentario con visión y dominio en la materia económica y presupuestaria. A Sócrates Rizzo, Salinas lo mandó a gobernar Nuevo León, donde no pudo acabar su sexenio (fue relevado por corrupción).
 Colosio, por su propio impulso, llegó a ser coordinador de su bancada en la Cámara de Senadores, presidente del PRI y secretario de Desarrollo Social para terminar en 1994 como candidato a la Presidencia de la República. En la integración de la Cámara de Senadores (88-94) durante el Colegio Electoral, competía yo con Porfirio Muñoz Ledo por el reconocimiento de la mayoría. Luis Donaldo Colosio se abstuvo de votar a favor de mi contrincante, al igual que más de una tercera parte del PRI, porque no se aceptó reabrir las casillas para el recuento de votos que yo solicitaba.
 La última vez que lo vi, cuando con un grupo de destacados panistas abandonamos ese partido por su alineamiento con Salinas, el apoyo al TLC y la aceptación del subsidio oficial, fue en el mes de enero de 1994, en su casa de campaña de la Ciudad de México. El día anterior había pronunciado un discurso requiriendo el cambio generacional de los dinosaurios sindicales (directo a Fidel Velázquez y Gamboa Pascoe); lo felicité y me confesó su temor por la reacción dentro de su partido. El desenlace estaba marcado.
 Atentamente
 Jesús González Schmal

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