Las víctimas del montaje contra “La Barbie”/JOSÉ REVELES
Revista Proceso # 1952, 29 de marzo de 2014
Las cámaras de video de Taco Inn de calzada de Las
Águilas 1890 no mienten. Captaron al joven Jorge Valentino Landa Coronado, a
las 15:38 horas del 30 de agosto de 2010, cuando era obligado por dos agentes
vestidos de civil a pararse de la mesa donde se disponía a comer y tomarse un
refresco. Los policías lo secuestraron después de revisar si no traía algo
entre las ropas.
Pese a que el levantón está grabado, tres horas después
Landa aparecía falsamente “capturado” en La Marquesa, según el parte policial
PF/DA/CICTA/418/2010 suscrito por seis agentes de la Secretaría de Seguridad
Pública Federal –su titular era Genaro García Luna–, cuando dizque manejaba un
Ford Focus blanco y con una subametralladora calibre .9 mm tipo HK-MP5 “a la
altura de su abdomen, con dos cargadores abastecidos y con 48 cartuchos
útiles”.
En vez de tacos, la magia del montaje presentó al joven
portando una letal arma larga y en menos de tres horas la Policía Federal había
convertido al comensal de Las Águilas en guardaespaldas de La Barbie, Édgar
Valdez Villarreal, en una carretera.
Irrefutable prueba de prefabricación, ese video no bastó
para que Landa fuera liberado. Sigue en prisión igual que Arturo Iván Arroyo
Salas, Carmela Triana Fernández, los hermanos Juan Antonio, Mauricio y Maritzel
López Reyes –ella de sólo 18 años en 2010– y la madre de los tres, Marisela
Reyes Lozada.
El mismo García Luna que, auxiliado por su brazo derecho
Luis Cárdenas Palomino, ordenó y organizó el show televisivo de una supuesta
captura en vivo de Florence Cassez e Israel Vallarta y la falsa liberación de
sus tres presuntos secuestrados (Cristina Ríos Valladares y su hijo Christian,
de 11 años entonces, y del joven Ezequiel Yadir Elizalde Flores), fue quien
puso en escena un falso convoy como si en realidad hubiese acompañado a La
Barbie.
Los delitos cometidos por la dupla de funcionarios
policiales federales no han prescrito: jurídicamente es posible llamarlos a
cuentas y enjuiciarlos, e inclusive se ordenó elaborar su consignación, reveló
una fuente de la Procuraduría General de la República (PGR); pero políticamente
están protegidos, en tanto la administración de Enrique Peña Nieto no perciba
la necesidad de “ajustar cuentas” con los gobiernos panistas que dejaron una
prolongada e impune saga de abusos y fabricación de culpables.
Hay paralelismos inevitables:
Si Florence y su exnovio Israel Vallarta (ella libre y en
Francia y él con más de ocho años en una prisión de alta seguridad sin haber
sido condenado o absuelto) fueron capturados el 8 de diciembre de 2005 y hasta
el día 9 no se les exhibió en las principales cadenas de televisión, a estos otros
siete ciudadanos capturados al azar en la zona de Las Águilas el 30 de agosto
de 2010, la misma Policía Federal los incomunicó y presentó ante los medios al
día siguiente, el 31, en víspera del IV informe de gobierno de Felipe Calderón.
El presidente no resistió entonces la tentación de
presentar este logro, que era espurio en la medida en que había siete inocentes
“escoltando” a La Barbie sin tener la mínima relación con el capo o con la
delincuencia organizada.
Las víctimas de esta “pesca milagrosa” en el Distrito
Federal –para presentarlos como integrantes del convoy protector de La Barbie
en el Estado de México, cuando fue arrestado con el absurdo pretexto de que
circulaba a exceso de velocidad, aunque luego la policía corrigió y habló de
arduo trabajo de inteligencia de gabinete y de campo– cumplieron ya tres años y
siete meses presos, pese a numerosas pruebas que evidencian la fabricación del
caso.
Nada de lo que los altos mandos federales decían a la
prensa ese 31 de agosto de 2010 era verdad.
Por eso se reía socarronamente La Barbie, quien diría
formalmente ante el agente del Ministerio Público que lo del exceso de
velocidad en la carretera a Toluca fue un invento, porque lo habían rodeado no
menos de 120 policías armados en un operativo específico y lo capturaron en una
casa campestre.
Lo querían asesinar, denunció, igual que lo habían hecho
en Cuernavaca con Arturo Beltrán Leyva, El Barbas, el 16 de diciembre anterior.
Le dispararon, narró el capo, pero tuvo suerte de no ser alcanzado por las
balas.
La Barbie, nacido en Estados Unidos, declaró sin rodeos
ante la autoridad que no conocía ni había visto en su vida a sus presuntos
acompañantes; que fue sorprendido dentro de la casa en los rumbos de Salazar,
Estado de México; que lo traicionaron García Luna y Felipe Calderón, con
quienes había pactado protección, al igual que habría sellado antes un pacto de
impunidad con el exsecretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño (muerto en
2008 al caer el Lear Jet 45 en el cual viajó de San Luis Potosí al Distrito
Federal junto con el exzar antidrogas José Luis Santiago Vasconcelos).
Las reuniones para el pacto entre capos de la droga y el
gobierno fueron convocadas –detalló– por el enviado de Calderón, el general
Mario Arturo Acosta Chaparro, quien terminaría asesinado el 20 de abril de
2012.
Farsa mal armada
La farsa –una de tantas a las que García Luna tenía
acostumbrados a los mexicanos, incluida la falsa “primera muerte” de Nazario El
Chayo Moreno, ideólogo y fundador de Los Caballeros Templarios– se evidencia de
muchas maneras.
Además del irrefutable video de la captura de Landa
Coronado cuando comía tacos, los careos prueban que los seis policías que
firman el reporte ni siquiera participaron en las detenciones de los fabricados
“cómplices”, sino que se les obligó a firmar el parte policial.
Por eso se equivocan al ubicar a la calle Naceagua (una
accidentada brecha de terracería que conduce a la cabaña de Alférez donde fue
arrestado Valdez Villarreal) como una avenida pavimentada de dobles carriles y
con camellón.
A los escenógrafos de la Policía Federal se les escapó
otro detalle cuando difundieron una foto de La Barbie sometido, pues aparecen
de fondo el césped y la cabaña con una fuente, además de evidentes sombras
producto de un sol a plomo, al mediodía, y no a punto de oscurecer. ¿Qué hacía
el capo a varios cientos de metros lejos de la carretera donde se afirma fue
arrestado?
Hay siete inocentes que ya cumplieron más de tres años y
medio en la cárcel. Ni siquiera estaban, como dice la trillada frase, en el
lugar, en el día y la hora equivocados, sino que fueron colocados por la
policía en el poblado de Salazar como parte de una escenografía absurda e
innecesaria.
Tres vehículos (un Chevrolet Cruze, un Chevrolet Malibú y
el Ford Focus) se supone que rebasaron a toda velocidad a una patrulla de
federales, quienes dieron alcance al convoy y se toparon con Valdez Villarreal,
quien se entregó sin resistencia, pese a que junto a él iba (según el parte
policial) Mauricio López Reyes, quien “portaba entre sus piernas un arma larga
tipo M-16, con dos cargadores abastecidos y con aditamento lanzagranadas,
abastecida (sic) con una granada calibre tipo .40 mm”.
Del caso, oculto para la gran mayoría de los medios,
están enterados los más altos niveles de decisión de la PGR. Pero nadie ha
puesto remedio hasta hoy: tampoco los tribunales, la Comisión Nacional de los
Derechos Humanos o el órgano descentralizado de las prisiones del país, que ha
ordenado segregación y cambio de penales para algunas de las víctimas del
montaje.
Fue tan teatral y explotada por los medios la aparición
de La Barbie que nadie se acuerda de los supuestos cómplices del fantasmal
convoy. Son víctimas anónimas que no han merecido el desistimiento del gobierno
priista y su PGR, la cual libera generales pero no a gente común, convalidando
así falsos y francamente delincuenciales “logros” del panismo ya ido.
En actas, peritajes y fotos se demuestra cómo La Barbie
fue hecho prisionero en una casa y no en la carretera, aunque muchos analistas
concluyen que en realidad pactó su entrega o fue traicionado, pues era un
informante de la DEA incrustado primero en el Cártel de Sinaloa y después con
los Beltrán Leyva, cuando éstos se enemistaron a muerte con sus antiguos socios
Joaquín El Chapo Guzmán, Ismael El Mayo Zambada y Juan José Esparragoza Moreno,
El Azul.
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