Hace
falta “una izquierda revolucionaria”, dice un excombatiente de ciudad Madera
LA
REDACCIÓN
Revista
Proceso
# 1958, 10 de mayo de 2014
PALABRA
DE LECTOR
Un
lector conversó con él
Señor
director:
Le
solicito publicar en Palabra de Lector esta breve colaboración.
En
Agua Prieta, Sonora, radica el señor Raúl Florencio Lugo Hernández, uno de los
dos sobrevivientes del frustrado asalto al cuartel de ciudad Madera, Chihuahua,
realizado la madrugada del 23 de septiembre de 1965 por el comando guerrillero
que integró y encabezó el profesor Arturo Gámiz García, quien murió junto con
otros siete luchadores sociales.
Lugo
tiene ahora 70 años de edad, y de muy buen grado comparte su experiencia en
aquella batalla. Es evidente que conserva todavía la pureza de los ideales que
lo llevaron a involucrarse en aquella hazaña en la que tan sólo 13 guerrilleros
se enfrentaron a una guarnición formada por 120 elementos del Ejército Mexicano
que estaban acuartelados.
Con
seguridad, sin titubeos, Florencio Lugo dijo que su participación en el asalto
es la mejor experiencia que ha tenido en su vida y que no la cambiaría por
nada.
Cuando
se le preguntó si han cambiado las condiciones de vida que prevalecían en el
país durante el tiempo del asalto, manifestó que México sigue igual o peor,
porque cada día se ve más pobreza, más ignorancia y mayor enajenación a los
partidos políticos, en los que, dijo, no participa porque la “izquierda” –el
exguerrillero señaló con los dedos de sus manos el entrecomillado– está perdida
y lo que hace falta es hacer resurgir una izquierda revolucionaria auténtica.
Recordó
que se enroló en febrero de 1964 en la lucha social acompañando a los
solicitantes de tierras en Nuevo Casas Grandes, Chihuahua, y después del
Segundo Encuentro de la Sierra decidió integrarse de lleno al comando
guerrillero que formó Arturo Gámiz junto con los hermanos Salvador y Salomón
Gaytán Aguirre.
También,
que cuando tuvieron sus primeros combates como guerrilla, Arturo Gámiz ordenó
fusilar a Rito Caldera Zamudio, jefe de los rurales que los perseguían, y que
él consideró que aquella acción no estaba bien, lo cual comunicó en corto al
comandante en jefe, quien no cedió al principio, pero lo consultó con sus otros
compañeros de armas y le perdonaron la vida.
–¿Y
sirvió de algo el asalto al cuartel de Madera?
–Claro
que sí, está en la historia, pero hay que seguir luchando en la orientación de
las nuevas generaciones.
Y
sí, este excombatiente realiza tal orientación allí adonde lo invitan a
compartir su experiencia.
Atentamente
Eusebio
Vázquez Navarro
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