Gustavo Tovar
se confiesa… otra vez
LaPatilla, mayo 10, 2014
“Mi ardiente protesta no es más que un grito
de mi alma.
Que
se atrevan a llevarme a los Tribunales
y
que me juzguen públicamente.” Emile
Zola
Reiteración
o reincidencia
Este
artículo lo publiqué en dos partes hace algunos meses. Respondía a las primeras
acusaciones que vertía sobre mí el jefe de la mafia boba del chavismo, Miguel
Rodríguez Torres.
No
sé si su fastidiosa reiteración o mi “suave” reincidencia obligan a publicarlo
de nueva cuenta.
Lo
reproduzco intacto. Verán que no ha cambiado mayor cosa: él insiste con la
misma babosada conspirativa; yo me confieso otra vez…
I
Después
de un silencio calculado he decidido responder a las acusaciones que han caído
sobre mí como uno de los focos conspirativos de Venezuela. Era necesario
esperar que la necedad y estridencia se disiparan. En medio de los lloriqueos
amanerados de las doñas revolucionarias es difícil expresarse. Chillan y
aturden, apagan con su histeria.
Calladas
las hienas chavistas, me pronuncio. Me haré eco del célebre Yo acuso de Emile
Zola, sólo que en mi caso yo no acusaré, yo confieso.
Ante
las evidencias (Aponte Aponte, Isea, Mario Silva) es inútil que yo acuse (como
Zola), ellos llevan diez años acusándose y ventilando su putrefacción y
miseria.
Yo
sencillamente confieso que no soy nada de lo que ellos son, es decir: golpista,
asesino, narco, corrupto, conspirador, traidor o esclavista, y si en su
configuración moral no Ser como ellos es un delito debo confesarme públicamente
que soy culpable del chavismo.
¿Y
tú?
II
Rodríguez
Torres, el jefe del cartel de los bobos, insiste en acusarme de ser la “Reina
Blanca de la Fiesta Mexicana” (esto es, del ajedrez conspirativo), es decir, me
acusa de ser el Juan Gabriel conspirador para los planes de eternidad política
del chavismo.
Zola:
“Todo basado en una sospecha infantil, en la nota sospechosa, imbécil, que no
era solamente una traición vulgar, era también un estúpido engaño, porque los
famosos secretos vendidos eran tan inútiles que apenas tenían valor.”
Según
ellos soy el supremo arquitecto del “golpe suave”, el desestabilizador de la
blandura, por haberle dedicado poemas eróticos a la Primera Dama de Chávez (mi
libro Piel Negada es el originador de la blasfemia) y haber desestabilizado
algún amor.
Leer
mis poemas podría rescatar del naufragio (de tacto y sábana) a las damas y a
las combatientes.
Yo
confieso que si ese es mi delito sin duda debo ir preso. Como he dicho en
anteriores ocasiones: soy peligrosísimo.
La
verdad no sé si aplaudir ante semejante distinción pues me convierte en un
poeta maldito y libertino del chavismo. Confieso, además, que aunque es
inmerecido el halago, lo agradezco.
Zola:
“¡Ah! se han agitado allí la demencia y la estupidez, maquinaciones locas,
prácticas de baja policía, costumbres inquisitoriales; el placer de algunos
tiranos que pisotean la nación, ahogando en su garganta el grito de verdad y de
justicia bajo el pretexto, falso y sacrílego, de razón de estado.”
III
Por
otra parte, con insospechada torpeza (lapsus brutus)Rodríguez Torres, el jefe
del cartel de los bobos, me responsabilizaba de ser el organizador y
movilizador del movimiento estudiantil.
Zola:
“Aparece como un espíritu borroso, complicado, lleno de intrigas novelescas,
complaciéndose con recursos de folletín, papeles robados, cartas anónimas,
citas misteriosas en lugares desiertos, mujeres enmascaradas.”
Como
si fuera poco, en su simpatiquísimo lapsus brutus,Rodríguez Torres no economizó
en halagos y me exaltó como: activista de derechos humanos, practicante de la
noviolencia y de la resistencia civil (suave) equiparándome -en un desacierto
de incandescente ingenuidad- con Gandhi, Luther King, Havel o Mandela.
Además,
esta heroicidad gótica que se me atribuye encontró un aliado insospechado en
José Vicente Rangel quien señaló que mi enorme peligro como factor
“desestabilizador” derivaba en que mi irreverencia infringe una acariciada de
nalga al chavismo, es decir, un golpecito suave o ni tan suave en la regordeta
y celulítica revolución.
Zola:
“¡Ah! ¡Cuánta vaciedad!”
Confieso
que tanta ternura me convierte en sospechoso de ambos bandos. Si fuera posible
o cierta tanta heroicidad postiza, no cabe duda: soy una amenaza para la
revolución boba…
Zola:
“Dreyfus (la reina blanca francesa de Zola, paréntesis mío) conoce varias
lenguas: crimen. En su casa no hallan papeles comprometedores; crimen. Algunas
veces visita su país natal; crimen. Es laborioso, tiene ansia de saber; crimen.
Si no se turba; crimen. Todo crimen, siempre crimen…”
Si
mi interés estuviese en el poder o si aspirase a puestos de gobierno, mis
mejores promotores serían el jefe del cartel de los bobos y nuestro José Vicente
“Fouché” Rangel. Sin embargo, no me interesa el poder y reconozco que ser
exaltado por tales lumbreras no me eleva, me opaca y empequeñece. Prefiero
vivir en la tranquilidad que brinda la sombra de una palmera que en la
enceguecedora luz que promete la estolidez y la ignominia de esta dictadura
postmoderna llamada chavismo.
Zola:
“Y es un crimen más apoyarse con la persona inmunda, dejarse defender por todos
los bribones de París, de manera que los bribones triunfen insolentemente,
derrotando el derecho y la probidad. Es un crimen haber acusado como
perturbadores de Francia a cuantos quieren verla generosa y noble a la cabeza
de las naciones libres y justas, mientras los canallas urden impunemente el
error que tratan de imponer al mundo entero. Es un crimen extraviar la opinión
con tareas mortíferas que la pervierten y la conducen al delirio. Es un crimen
envenenar a los pequeños y a los humildes, exasperando las pasiones de reacción
y de intolerancia, y cubriéndose con el antisemitismo, de cuyo mal morirá sin
duda la Francia libre, si no sabe curarse a tiempo. Es un crimen explotar el
patriotismo para trabajos de odio; y es un crimen, en fin, hacer del sable un
dios moderno, mientras toda la ciencia humana emplea sus trabajos en una obra
de verdad y de justicia.”
Las
ráfagas de miel -ya que no de hiel- que lanzaron sobre mí no me ofenden, me
vigorizan. Somos -con placer- los parias de esta bolsería histórica: sus
excomulgados.
Los
lloriqueos de las doñas encopetadas del chavismo (Maduro, Rodríguez Torres,
Rangel) nos enaltecen frente a la historia.
¡Encarcélennos!
Nuestra
degradación representa el alzamiento de su maldición en Venezuela, es decir
nuestra degradación representa la herejía de la única dama y combatiente que me
seduce: la libertad.
Soy
el libertino de la farsa chavista, soy el blasfemo de su podredumbre moral, soy
el apostata de su imbecilidad.
Confieso
que soy un desestabilizador de su mentira, soy culpable…
IV
Me
he confesado libertino de la farsa chavista, blasfemo de su podredumbre moral,
apostata de su imbecilidad: soy, con orgullo, otro excomulgado del chavismo.
El
desafío es abierto y sin melindres: a través del libre pensamiento crítico, la
educación y la noviolencia hacemos todo lo humanamente posible para que se
vayan para el carajo los usurpadores y traidores de Venezuela.
Algo,
sin embargo, nos diferencia de los chavistas: ellos usan las balas como
recurso, nosotros usamos la palabra; ellos asesinan y encarcelan con su
“justicia”, nosotros ilustramos y recreamos con poesía.
Nuestro
peor delito es promover la libertad.
V
Han
señalado que soy la “reina” de las fichas blancas del ajedrez conspirativo.
Preguntó: ¿quiénes son entonces las fichas negras?
Antes
de responder, debo señalar que las fichas blancas con quienes se nos asocia son
auténticos paladines de la libertad, personalidades u organizaciones cuyo
coraje los ha llevado a enfrentar y derrotar dictaduras, mafias y terroristas.
Gracias a su empeño y gallardía millones de seres humanos hoy son libres,
independientes o viven en sociedades más prósperas, pacíficas, justas y
seguras.
Nombres
como los de Gene Sharp (sus enseñanzas han inspirado a varios premios Nobel de
la Paz como Suu Kyi, Xiaobo, Gbowee, las revoluciones de colores o la primavera
árabe), Mario Vargas Llosa, Álvaro Uribe, Barack Obama o el movimiento juvenil
Otpor representan las fichas blancas de la conspiración universal con quienes
supuestamente conspiramos contra el bobalicón de Nicolás Maduro.
VI
Las
fichas negras que enfrentamos, es decir, los “hermanos del alma” del despelote
criminal chavista (los amigos de Maduro), las representan la larga lista de
regímenes dictatoriales y asesinos de la historia reciente de la humanidad.
Han
personificado ese tablero de piezas negras los socios mundiales del chavismo:
Castro, Amadineyad, Al Bashir, Mugabe, Kim Jong II, el Chacal, Lukashenko, Al
Assad Hussein, Marulanda, Gadhafi, Sadam Hussein, organizaciones terroristas
como las FARC, ETA,Hezbollah, entre otros, reconocidos y célebres
descuartizadores de cientos de miles de seres humanos en todo el planeta.
Sólo
muerte y esclavitud han traído los amigos del chavismo y de Maduro a la
humanidad.
Confieso
que si esos sanguinarios personajes son nuestros adversarios, claro que
intentamos desestabilizarlos y menoscabarlos. Es nuestra obligación moral y
ética. Nadie nos chantajea por hacerlo, mucho menos los mediocres y bobalicones
que en la actualidad rigen Venezuela.
Ser
los desestabilizadores de su perversidad es un honor y si hacerlo representa un
delito: ¡Persígannos! ¡Arréstennos! Somos merecedores de su prisión…, nos
purifica.
Zola:
“Cuando un pueblo desciende a esas infamias, está próximo a corromperse y
aniquilarse.”
VII
No
podemos ser ingenuos, detrás de los ataques que nos acusan de conspiradores o
desestabilizadores no está Maduro y su paranoia tragicómica, sino los
laboratorios de propaganda de las transnacionales del crimen, la corrupción y
el narcotráfico que son realmente las que gobiernan a Venezuela.
Maduro,
Castro, Morales, Ortega o Correa no son ya el problema, ellos tan sólo son las
piezas de un ajedrez ensangrentado y oscuro que aspira dominar la región y
convertir a Latinoamérica en santuario de narcotraficantes, mercaderes de la
guerra y lavadores de dinero de envergadura internacional.
Zola:
“En cuanto a las personas a quienes acuso, debo decir que ni las conozco ni las
he visto nunca, ni siento particularmente por ellas rencor ni odio. Las
considero como entidades, como espíritus de maleficencia social. Y el acto que
realizo aquí, no es más que un medio revolucionario de activar la explosión de
la verdad y de la justicia.”
La
lucha en la Latinoamérica del siglo XXI dejó de ser entre autócratas y
demócratas; la lucha en el continente será entre narcotraficantes, terroristas
y mercaderes de la guerra contra humanistas, liberales y noviolentos.
¿Quién
vencerá?
Eso
dependerá exclusivamente de lo que decida y haga la juventud latinoamericana.
En sus actos descansa el destino de nuestros pueblos.
Narcotráfico,
terrorismo y corrupción son las opciones del socialismo del siglo XXI;
conciencia, emprendimiento y prosperidad representan las del humanismo y la
libertad.
Manos
corruptas, manchadas de sangre y lodo representan a las piezas negras. Manos
blancas llenas de ideales y esperanza representan a las piezas blancas que las
enfrentan.
Ese
es el desafío del presente siglo, en eso estoy, en eso estamos…
VIII
Yo
confieso que si promover la vida, la libertad y los derechos humanos entre
jóvenes es un delito en Venezuela, soy culpable.
Yo
confieso que si creer y enaltecer a la juventud es una transgresión también lo
soy. Si imaginar un país más humano y libre significa responsabilidad penal
para el madurismo, mi culpabilidad se agrava.
Yo
confieso que soy humanista y practicante de la no violencia. Mis poemas, artículos
y actos dan fe pública de ello. Si ser crítico para el madurismo es un delito
estoy preparado para ir preso.
Yo
confieso que no sé disparar ni tengo el menor ánimo de hacerlo, mucho menos por
la espalda a venezolanos (como lo hizo Chávez el 4 de febrero); lo único que me
mueve es la recuperación de la democracia y la libertad por vías noviolentas.
Si esto es un crimen nuestro destino no es otro que las mazmorras.
Yo
confieso que no creo en la guerra y jamás toleraría ni aceptaría una invasión
criminal en Venezuela como la que han ocurrido en Irak, Libia u otros tantos
lugares. Ojo por ojo y todos quedaremos ciegos. Si ser pacifista en la
Venezuela del usurpador Nicolás Maduro es un delito merecemos calabozo.
Yo
confieso que la “desestabilización inspiradora” no depende de mí ni de lo que
yo haga o deje de hacer, depende de millones de jóvenes que han imaginado un
país no gobernado por el usurpador Maduro y sus criminales enchufados. Si
imaginarse a Venezuela no gobernada por el madurismo es un delito, no sólo soy
culpable yo, sino también la mayoría de los venezolanos.
Yo
confieso que pese a todo soy optimista, y si ser optimista es un delito: ¡pena
máxima!
Zola:
“Sólo un sentimiento me mueve, sólo deseo que la luz se haga, y lo imploro en
nombre de la humanidad, que ha sufrido tanto y que tiene derecho a ser feliz.”
@tovarr
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