“Empieza la
verdadera guerra”/José Gil Olmos
Revista
Proceso
# 1958, 10 de mayo de 2014
En
menos de una semana José Manuel Mireles pasó de líder de las autodefensas de
Michoacán a ser un ciudadano bajo investigación, acusado por varios de sus
excompañeros de la muerte de cinco jóvenes en la región costera. Pero el médico
de Tepalcatepec se defiende y pide a las autoridades investigarlos a ellos por
sus presuntos nexos con una banda conocida como Los Viagras. Y tras advertir
que este sábado 10 empezaría “la verdadera guerra en Michoacán”, sentencia:
“Seguiré activo, representando los intereses de la gente a pesar de la
traición”.
Sin
aspavientos José Manuel Mireles acusa: las autoridades federales “tendieron una
estrategia” para destituirlo como líder de las autodefensas y sacarlo de las
negociaciones que tienen con un grupo encabezado por Estanislao Beltrán, Papá
Pitufo, quien presuntamente “tiene vínculos con la banda de Los Viagras”, una
escisión de Los Caballeros Templarios, la organización con la que pactó el
comisionado Alfredo Castillo Cervantes.
“Es
una traición. Soy la piedra en el zapato del gobierno”, dice el doctor de
Tepalcatepec al reportero el viernes 9 por la mañana, horas antes de que
Castillo anunciara que el Ministerio Público lo está investigando.
Y
aunque el comisionado no precisó los delitos, varios autodefensas, entre ellos
Papá Pitufo, implican a Mireles en la muerte de cinco jóvenes en una barricada
de Caleta de Campos, en la región costera, del 27 de abril último.
Su
retiro del Consejo General de las autodefensas, insiste, es una “represalia”
por haber difundido un video en el que pide al presidente Enrique Peña Nieto un
diálogo directo y acusa al comisionado Castillo y a varios de sus asesores de
ocultarle la verdadera situación que vive Michoacán.
Insiste:
“Soy incómodo porque digo las cosas como las veo; mucha gente quisiera
decir(las) en Michoacán. No es difícil interpretar las cosas: ¿Quiénes son los
que se reúnen con Castillo? Son Estanislao Beltrán, Papá Pitufo; Alberto
Gutiérrez, El Cinco; Nicolás Sierra, de la banda de Los Viagras. Ellos son los
que salen en las fotos; son los de un cártel que supuestamente se está
formando, pero que ya tiene años.
“Esos
cabrones se quitaron la camiseta que traían y se pusieron la de nosotros; y
hasta coordinadores generales de las autodefensas ya son, según ellos. Pero no
representan a ningún municipio; esos cabrones me quieren quitar a como dé lugar
por órdenes de Castillo. Todo porque soy una piedra en el zapato tanto para él
y para los (personajes) que mencioné.”
Y
se lanza: “Ahora tendremos que defendernos de los supuestos autodefensas
mandados por Castillo y Los Caballeros Templarios disfrazados de autodefensas”.
Mireles
insiste en que tiene el apoyo de la gente de Tepalcatepec, Apatzingán,
Tancítaro, Los Reyes, Aquila, Coahuayana, Chiniquila, Tingambato, Cotija, Nuevo
Urecho, Jiquilpan y Sahuayo.
En
la víspera del desarme de las autodefensas y su conversión en defensas rurales
–cuyo plazo límite venció el sábado 10–, el escenario cambió para Mireles,
quien despertó simpatías en todo el país e inspiró a grupos sociales de otros
estados a organizar sus propios grupos de autodefensas.
Tras
ser desconocido por sus compañeros el miércoles 7 por la noche en una reunión
en el municipio de Coalcomán –la noticia la dieron a conocer al día siguiente
El Cinco y Papá Pitufo en el cuartel militar de Apatzingán, al tiempo que el
comisionado Castillo anunció que Mireles estaba siendo investigado por delitos
graves.
“Es
una de las líneas de investigación… inclusive hay testimoniales en donde el
primero en llegar antes que todos los demás a ese punto donde estaban esas
personas es el doctor Mireles. Hay fotografías de él sosteniendo alguna cabeza
como trofeo de uno de estos muertos. Pero, bueno, a fin de cuentas eso no es
suficiente para poder hacer una imputación.
“En
este caso lo que se necesita es poder tener efectivamente la fortaleza de un
expediente para que en determinado momento pudiera sustentarse algún tipo de
acusación”, sostuvo Castillo después de la reunión con las autodefensas
lideradas por Papá Pitufo, quien desconoció a Mireles.
La
versión de Mireles
Mireles
da su versión al reportero sobre el asesinato de los jóvenes cuando las autodefensas
se preparaban para la toma del puerto de Lázaro Cárdenas, en el cual
presuntamente él participó.
Llegó
dos horas después al retén donde murieron los cinco jóvenes a manos de un grupo
comandado por Gabriel Caballero Farías, El Plátano, insiste.
Incluso
hay testigos de que él nunca dio una orden de avanzar o de atacar (a la
población), y de que alcanzó a platicar con los lugareños y con algunos jóvenes
detenidos que admitieron ser gente de Los Caballeros Templarios, quienes les
pagaban mil 200 pesos a la quincena, más comidas:
“Les
pregunté si traían armas y todos dijeron que sí; los de la barricada (llevaban)
pistolas y los de los cerritos arma larga. Ninguno era de Chuquiapa (municipio
de Lázaro Cárdenas). Les pregunte y dijeron que eran templarios, que venían de
la Mira, Playa Azul o Lázaro Cárdenas, que los traían una semana y luego los
cambiaban.
“Cuando
llegué a Caleta, el comandante Valerio, de la Policía Federal, estaba
platicando con El Plátano. Le pregunté: ¿Quién chingaos autorizó ese avance? Me
dijo El Plátano que usted –respondió. Yo le contesté: Ni madres. Yo nunca ando
autorizando avances; yo lo hago y vengo al frente.”
Más
tarde, luego del trabajo de los forenses, los agentes sacaron camisetas de
autodefensas que había en el lugar. Una mujer encargada de dar de comer a los
jóvenes Templarios dijo que se las había dado Papá Pitufo.
“Dije:
‘¡Ah cabrón!, cómo está ese jale’. Le dije al que señalaban como pagador: ‘A
ver, ven para acá’. Me dijo que era hermano del jefe de plaza de Los
Templarios. Él mismo dijo que el encargado del orden era también templario. Mi
chofer me dijo: ‘Vamos por ellos’; y lo trajeron. Llegó el encargado del orden
de Chuquiapa y empezó a decir que hacía tiempo había llegado Papá Pitufo para
decirles que pusieran barricadas, que no dejaran pasar a nadie de Caleta,
Aquila, Coahuayana ni Chiniquila porque querían adueñarse de Lázaro Cárdenas.
“Dijo
que aceptaron el dinero, las camisetas de (Papá) Pitufo y me entregó un
documento firmado por él donde solicitaba a la Marina que protegieran la
barricada de Chuquiapa porque los comunitarios los querían atacar. Dije: Eso no
está bien”.
Mireles
recuerda que escuchó en la radio que Papá Pitufo llegaría con un numeroso grupo
de camionetas. Se encontraron más tarde en Chuquiapa.
Relata
el entrevistado: “Estaban en una casa diciéndole a un señor que dijera que
todos los muertos y detenidos eran de Chuquiapa”.
E
insiste en que Papá Pitufo y su gente querían cambiar la historia:
“Esto
no está bien –le dije a Papá Pitufo–. La gente dice que tú les traías dinero,
camisetas, y les decías que no dejaran pasar a ningún comunitario de la Costa.
Ahora resulta que quieren cambiar las cosas.
“Me
dijo que quería chingarse al Plátano porque había matado a la gente. Eran las
11 y media de la noche y se fueron las camionetas de policías del estado,
marinos, soldados y de autodefensas. Pero se fueron de paso hasta la plaza.
Todo era teatro, se fueron a cenar.”
Según
Mireles, todo eso se lo comentó al comisionado Castillo al día siguiente en el
municipio de Coalcomán, en el acto de registro de armas; también le avisó,
dice, que pondría barricadas en La Mira y Playa Azul, como parte de la avanzada
para tomar el puerto de Lázaro Cárdenas.
Ahí,
añade, se dio cuenta de la alianza del comisionado con Papá Pitufo, a quien le
habló de sus planes de avanzar hacia el puerto para que se adelantara y así
frustrar sus planes de tomar esta ciudad estratégica para Los Caballeros
Templarios.
“Me
di cuenta y le dije al comisionado: Oye, Castillo, ¿confías en tu gente? Y me
contesto que 100%. Entonces el traidor eres tú –le dije. Y me salí.”
E
insiste: A la hora en que ocurrieron los hechos en Caleta de Campos –las cinco
de la tarde–, él estaba saliendo de una junta en la localidad de La Poma,
municipio de Penjamillo: “No soy responsable (de los asesinatos de los
jóvenes), pero pueden inventarme lo que quieran. Como soy la piedra en el
zapato, me quieren sacar de circulación a como dé lugar”.
Los
Viagras
Los
dos días previos a la conversión de las autodefensas en “defensas rurales” –el
jueves 8–, el panorama se tornó más confuso en Michoacán.
Mientras
el doctor Mireles fue destituido del Consejo General de Autodefensas –acusado
por sus excompañeros de estar mal de sus facultades–, y el comisionado Castillo
reveló que estaba bajo investigación por su presunta participación en la muerte
de los cinco jóvenes en Caleta de Campos, él sostiene que quienes lo
defenestraron son integrantes de la banda de Los Viagras, que se escindieron de
Los Caballeros Templarios a finales de 2013 en la zona de Tierra Caliente.
La
banda es comandada por los hermanos Rodolfo, Valentín, Severino, Beatriz,
Bernabé, Mariano, Carlos y Nicolás Sierra; este último, a quien llaman El
Viagra, incluso es escolta de Papá Pitufo, dice.
De
acuerdo con informes extraoficiales, a los hermanos Sierra se les relaciona con
los ataques a las instalaciones de la Comisión Federal de Electricidad del
pasado 26 de octubre y de trabajar para el Cártel de Jalisco Nueva Generación,
aun cuando se iniciaron en La Familia Michoacana.
En
la entrevista, Mireles sostiene que Alberto Gutiérrez, El Cinco, fue corrido de
Tepalcatepec hace seis meses por haberse integrado presuntamente al grupo de
Los Viagras:
“Todo
mundo sabe que Los Viagras son de un rancho del municipio de Buenavista, de
donde también son Papá Pitufo; Luis Antonio Torres González, El Americano; José
Alvarado Robledo, El Burro, y otros”.
–¿Dice
usted que estos personajes son parte de este grupo de Los Viagras? –se le
pregunta.
–No.
Yo sólo digo que se revise a quien están señalando como miembros de un posible
cártel. A mí no me consta eso. Yo soy una piedra en el zapato para ellos porque
siempre estoy denunciando, siempre estoy declarando que nosotros, las
autodefensas, –las verdaderas, como ahora se dice– combatiremos a los
criminales donde se encuentren.
“No
le hace que traigan la camiseta de nosotros. Esa era la razón principal por la
que luchaba Hipólito Mora, por eso está en la cárcel. Hay muchas cosas que no
coinciden con lo que uno dice; Castillo también lo dice.”
Para
Mireles, es claro que el comisionado Castillo llegó a un acuerdo con el grupo
de autodefensas ligado a Los Viagras. No obstante, insiste, eso no resolverá la
situación en Michoacán:
“No
la va a resolver porque Castillo nada más vino a tomarse la foto. Escogió a un
grupo numeroso de autodefensa, Los Viagra, que traen como 300 sicarios
empleados y pagados por ellos. Es una lástima que Papa Pitufo se haya integrado
a ellos y les esté siguiendo el juego.
“Y
lo peor todavía es que Castillo los esté apoyando y siguiendo el juego. Eso es
lo más drástico para la gente que tenía la esperanza de que iba a haber paz y
un estado de derecho.”
–Es
un golpe para quienes pensaban que las cosas iban a ser distintas.
–Exactamente.
Es una traición, porque nosotros confiamos en algún momento en ellos: aunque
siempre dije que no confiaba en Miguel Ángel Osorio Chong desde que el 5 de
febrero último dijo que iba a haber muchos cambios porque llegaría un
comisionado y se levantarían actas en Tapalcatepec.
“Yo
dije que eso era puro teatro y no les pareció, por eso me quitaron la
protección del Cisen (Centro de Investigación y Seguridad Nacional). No les
gustó que dijera que nada más venían a tomarse fotografías con puros Templarios
y luego se iban. Eso es lo que ha estado haciendo Castillo.”
–Después
del sábado 10 de mayo, ¿qué va a pasar con usted y las autodefensas?
–Me
voy a seguir cuidando, ya no sólo de Los
Templarios, también de la gente del comisionado federal, de Los Viagras, del
Pitufo, del Burro y del Cinco. Lamento que El Americano también firmara el acta
de expulsión. Seguiré activo, representando los intereses de la gente a pesar
de la traición.
Y
advierte: “La situación está muy caliente, pasando el sábado 10 empezará la verdadera
guerra en Michoacán. La gente que no hemos cambiado nuestra línea de limpiar
Michoacán de los criminales tenemos miedo. Por eso soy la piedra en el zapato
para estas personas”.
Consejo
Nacional de Autodefensas
La
noche del lunes 5 hubo una reunión inédita para las autodefensas de Michoacán.
Por primera vez su líder, José Manuel Mireles, tuvo contacto con líderes
políticos, sociales, representantes de víctimas de la violencia y hasta
exmilitares, a quienes pidió su apoyo pues, acusó, el gobierno desparecería a
las autodefensas y a él lo harían a un lado por ser “incómodo” para el
comisionado Alfredo Castillo.
Luego,
Mireles viajó a la Ciudad de México para pedir ayuda a representantes de
organizaciones civiles nacionales, la mayoría de los cuales manifestaron su
simpatía al movimiento que él representaba aún y externaron su preocupación por
los niveles de violencia que se registran en el país en el gobierno de Enrique
Peña Nieto.
Durante
cuatro horas, reunido con unas 30 personas, Mireles describió el “infierno” que
se vive en Michoacán. Les dijo que el sábado 10 no dejaría las armas.
Entre
sus interlocutores estuvieron Isabel Miranda de Wallace, Javier Sicilia, el
padre Alejandro Solalinde, el senador panista Ernesto Rufo Appel, el exalcalde
de García, Nuevo León, Jaime Rodríguez, el empresario nuevoleonés Javier Garza
Lagüera, el general Francisco Gallardo, los analistas Denisse Dresser, John M.
Ackerman, el cineasta Roberto Hernández –creador del documental Presunto
culpable–, la diputada del PRD en Michoacán, Selene Vázquez Alatorre y su
hermana Thalía, quien fue la anfitriona.
Cuando
terminó la reunión, casi a medianoche, todos estaban dispuestos a apoyar a
Mireles y a las autodefensas; incluso hablaron de realizar la campaña “Yo soy
autodefensa” y organizar para el miércoles 28 un acto en la UNAM con la
participación de Mireles.
El
propósito sería, dijeron, formar el Consejo Nacional de Autodefensas como
expresión ciudadana para exigir al gobierno de Enrique Peña Nieto detener la
violencia y la inseguridad en todo el país.
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